Antecedentes y transformaciones en la aparición de la
tarjeta postal ilustrada en el siglo XIX
La tarjeta postal ilustrada representa uno de los fenómenos
comunicativos más fascinantes del siglo XIX, una manifestación singular de
la modernidad emergente que sintetiza múltiples transformaciones tecnológicas,
sociales y culturales (Sánchez Vigil, 2014). Su aparición no constituye un
hecho aislado, sino el resultado de una compleja convergencia multifactorial
que incluye la revolución industrial, las reformas administrativas estatales,
la democratización de la cultura escrita, el desarrollo del turismo moderno y
las innovaciones en las técnicas de reproducción gráfica (Fontcuberta, 2016;
Mitchell, 2005). Este objeto, aparentemente modesto en su materialidad, encarna
una auténtica revolución visual que redefinió las formas de circulación
de imágenes y sentó las bases de la sociedad de masas contemporánea.
1. La infraestructura material de la Segunda Revolución
Industrial
La Segunda Revolución Industrial proporcionó el sustrato
tecnológico indispensable para la emergencia de la postal ilustrada. Los
avances en los sistemas de transporte transformaron radicalmente la experiencia
temporal de la comunicación, especialmente a través de la expansión de la red
ferroviaria continental que redujo los tiempos de entrega de semanas a días,
facilitando el intercambio transcontinental (Carrasco Marqués, 1992). Esta
aceleración logística no fue meramente cuantitativa, sino que introdujo una nueva
calidad temporal en la experiencia comunicativa, haciendo posible por
primera vez un intercambio casi simultáneo entre puntos geográficamente
distantes.
La navegación a vapor revolucionó las conexiones
transatlánticas, mientras que la telegrafía eléctrica introdujo una nueva
lógica de inmediatez en la transmisión de información, aunque
inicialmente reservada para mensajes oficiales y comerciales (Standage, 1998).
Paralelamente, las innovaciones en las técnicas de impresión como la fototipia
y la cromolitografía permitieron reproducciones masivas de imágenes con
fidelidad fotográfica y costes decrecientes, democratizando el acceso a la
imagen reproducida (Guereña, 2007).
Esta sinergia entre movilidad acelerada y producción
gráfica industrial creó las condiciones materiales indispensables para la
eclosión postal. Los ferrocarriles fueron los grandes motores de esta
revolución, proporcionando trabajo a miles de personas y demandando el aumento
de producción de materiales para su construcción (Elhistoriador, 2023).
Inglaterra se especializó en esta industria y exportó trenes a todo el mundo,
quedando los países compradores ligados a los fabricantes ingleses para la
provisión de repuestos y personal técnico.
2. Consolidación estatal y reformas postales
revolucionarias
La consolidación de los Estados-nación tras las guerras
napoleónicas impulsó profundas reformas postales que democratizaron el
acceso a la comunicación escrita. El hito fundacional fue la emisión británica
del Penny Black en 1840, primer sello adhesivo que estableció el prepago
universal y tarifa única independientemente de la distancia, multiplicando
exponencialmente el volumen de correspondencia (Daunton, 1985; Robinson, 2015).
Este modelo, adoptado globalmente en décadas posteriores, democratizó el
acceso al correo y transformó la correspondencia de un privilegio de élites
en un derecho ciudadano universal (Harris, 2004).
La profesionalización del servicio postal se manifestó en
múltiples aspectos organizativos. La figura del cartero urbano,
consolidada entre 1840-1860, sistematizó la entrega domiciliaria, transformando
la recepción de correspondencia de una actividad ocasional en un ritual
cotidiano que estructuró los ritmos de la vida privada y pública.
Simultáneamente, la instalación masiva de buzones públicos a partir de 1850
facilitó el depósito de correspondencia, integrando el sistema postal en el
paisaje urbano de manera definitiva (Oposiciones Flou, 2024).
La innovación institucional culminó con la creación de la Caja
Postal de Ahorros en 1900, que integró servicios financieros básicos en la
estructura postal, expandiendo significativamente su utilidad social y
reforzando su papel como instrumento de integración nacional y cohesión social.
Esta expansión de funciones transformó las oficinas postales en auténticos centros
de servicios públicos que conectaban a los ciudadanos con el Estado
moderno.
3. La Unión Postal Universal: hacia la estandarización
global
La fragmentación normativa internacional obstaculizaba los
envíos transfronterizos hasta la creación de la Unión Postal Universal (UPU)
en 1874, cuando 22 países se reunieron para firmar el Tratado de Berna
(Gob.mx, 2025). Este organismo estableció acuerdos multilaterales para
estandarizar dimensiones, tarifas y normas de circulación, facilitando la
expansión global de la correspondencia (Harris, 2004; UPU, 2020). España, como
nación fundadora, integró su sistema postal en esta red, permitiendo hacia 1900
que más de mil millones de personas accedieran al servicio (Riego Amézaga,
2011).
La UPU representó uno de los primeros intentos exitosos de gobernanza
global en la era moderna, anticipando muchos de los mecanismos que
caracterizarían posteriormente las organizaciones internacionales del siglo XX.
Esta institucionalización global tuvo consecuencias que excedieron ampliamente
el ámbito técnico, contribuyendo decisivamente a la construcción de una
percepción de un mundo interconectado donde las fronteras nacionales se
volvían más permeables a los intercambios culturales y simbólicos.
La UPU autorizó en 1878 la circulación internacional de
postales y su edición privada, catalizando el desarrollo del formato
ilustrado. En 1905 se aprobó el formato dividido del reverso, reservando
el lado izquierdo para la escritura y el derecho para la dirección, liberando
completamente el anverso para la ilustración (Ahoraavila, 2024). Esta
modificación consolidó definitivamente la hegemonía de la imagen en la postal
ilustrada.
4. Transformaciones sociales: urbanización, movilidad y
nuevas necesidades
La Revolución Industrial alteró radicalmente los patrones
demográficos y geográficos de la sociedad europea. La urbanización
acelerada y las migraciones campo-ciudad fragmentaron las redes familiares
tradicionales, generando una demanda imperiosa de mecanismos de conexión a distancia
(Quiala Martínez, 2019; López Torán, 2021). Esta movilidad espacial sin
precedentes transformó las estructuras sociales tradicionales y creó nuevas
necesidades comunicativas que la correspondencia epistolar debía satisfacer.
Simultáneamente, las reformas educativas liberales
expandieron la alfabetización, creando nuevos públicos para medios escritos y
transformando las expectativas sociales sobre el acceso a información y cultura
(Vincent, 1980). Esta democratización de la cultura escrita no fue meramente
cuantitativa, sino que modificó cualitativamente las aspiraciones culturales
de amplias capas de la población, creando mercados potenciales para productos
comunicativos innovadores como la postal ilustrada.
La combinación de movilidad geográfica y alfabetización
creciente transformó la correspondencia en una herramienta fundamental de socialización
afectiva y construcción identitaria, especialmente entre las clases medias
emergentes. En España, durante el reinado de Amadeo de Saboya en 1871, una orden
real permitió la creación de tarjetas postales, aunque no fue hasta diciembre
de 1873 cuando empezaron a circular las primeras postales españolas con la
inscripción "República Española Targeta Postal" (Realisaprint, 2022).
5. Cultura visual moderna y fenómeno turístico
El siglo XIX presenció la gestación de una cultura visual
moderna donde mapas, prensa ilustrada y retratística comercial configuraron
imaginarios colectivos que prefiguraron el lenguaje postal (Rodríguez, 2021).
Los mapas funcionaron como objetos privilegiados de comunicación visual que
configuraban ideas particulares sobre el mundo, el territorio y la identidad
nacional, participando activamente en la construcción de representaciones
estereotipadas que posteriormente encontrarían expresión en las postales
ilustradas.
El surgimiento del turismo moderno fue
particularmente decisivo para el desarrollo de la postal ilustrada. La
retratística turística con fondos locales característicos –precursora directa
de los souvenirs– estableció prácticas de documentación visual que la postal
absorbería completamente (Linkman, 2016; Benévolo, 1993). Esta dinámica vinculó
íntimamente imagen, memoria y movilidad, respondiendo a nuevas formas de
sociabilidad móvil características de la modernidad.
La postal ilustrada se convirtió así en un objeto de
recuerdo y en un medio para compartir experiencias visuales de lugares,
monumentos y acontecimientos, reforzando la conexión entre imagen, viaje y
memoria personal y colectiva. Como señala Rodríguez Rodríguez (2016), "la
postal sigue ejerciendo de recuerdo personalizado", mientras que la imagen
virtual en redes sociales constituye la prueba del "yo estuve aquí",
la postal mantiene un destinatario específico con quien se tiene una
relación de proximidad.
6. Revoluciones técnicas en la producción gráfica
La mecanización de la imprenta durante el siglo XIX
revolucionó la producción gráfica, transformando métodos artesanales en
sistemas industrializados de gran escala. La invención de la máquina de vapor
aplicada a los procesos de impresión permitió el desarrollo de prensas
significativamente más rápidas y eficientes (Koenig, 1814), consolidando la
imprenta como uno de los pilares fundamentales de la sociedad moderna.
La prensa rotativa desarrollada por Richard Hoe en
1846 revolucionó la impresión de periódicos al utilizar papel en rollo en lugar
de pliegos individuales, permitiendo imprimir 8,000 hojas por hora y
multiplicando exponencialmente la capacidad de producción (Hoe, 1847). La
introducción de la linotipia (Mergenthaler, 1886) automatizó la
composición tipográfica, mientras que la cromolitografía (Engelmann, 1837)
posibilitó reproducciones policromas masivas.
La cromolitografía representó una auténtica revolución en
la reproducción de imágenes en color, permitiendo reproducir imágenes con
una gama completa de colores de manera más precisa que cualquier técnica
anterior (Engelmann, 1837). Esta técnica democratizó efectivamente el acceso a
la imagen policroma, revolucionando la industria de la impresión al hacer
posible la producción masiva de imágenes en color asequibles y de alta
calidad estética.
Los cambios en la fabricación del papel contribuyeron
significativamente a la democratización de la producción impresa. La utilización
de pasta de madera como materia prima fundamental abarató considerablemente la
producción y facilitó la expansión del mercado editorial hacia sectores
sociales anteriormente excluidos (Robert, 1799).
7. La fotografía como antecedente técnico y estético fundamental
La fotografía proporcionó el sustrato visual decisivo
para la postal ilustrada, estableciendo tanto las bases técnicas como los
repertorios estéticos que caracterizarían el medio. La postal heredó de la
fotografía de viajes la estética característica de lo pintoresco y la
construcción sistemática de un canon visual del territorio nacional que
enfatizaba los elementos más representativos de cada región (López-Mondejar,
2018; Laurent, 2025).
Del formato carte de visite, inventado por Disdéri en
la década de 1850, la postal adoptó elementos fundamentales como la lógica de
producción seriada y la reducción drástica de costes unitarios (Disdéri, 1854).
Estos elementos técnicos y comerciales serían esenciales para la posterior masificación
democrática de la postal ilustrada, permitiendo su acceso a amplios
sectores sociales.
La evolución técnica desde la xilografía tradicional hacia
la fototipia y fotocromía (1890-1914) permitió la transición de viñetas
pegadas manualmente a ilustraciones masivas policromas que cubrían toda la
superficie de la postal (Berenguer et al., 2019). La fototipia, proceso creado
en Francia por Louis Alphonse Pollevin en 1856, se utilizó extensamente entre
1880 y 1920, permitiendo obtener reproducciones fotográficas de gran calidad
y conservación (Rufino Charlo, 2023).
8. La prensa ilustrada como laboratorio visual
La prensa ilustrada del siglo XIX funcionó como un auténtico
laboratorio de experimentación con nuevas formas de comunicación visual
masiva. Las revistas ilustradas combinaron innovadoramente grabados
tradicionales y, con el progresivo avance de la fotomecánica, fotografías
reproducidas para captar el interés de lectores cada vez más diversos social y
culturalmente (OpenEdition, 2015).
Revistas como La Ilustración Española y Americana o
Blanco y Negro se convirtieron en auténticos repertorios visuales de la época,
reflejando acontecimientos políticos, avances científicos y sucesos cotidianos
con una inmediatez gráfica que excedía las posibilidades del texto
exclusivamente escrito (Bastida de la Calle, s.f.). Esta prensa alfabetizó
visualmente a sociedades crecientemente urbanas, estableciendo códigos de
representación visual que posteriormente adoptaría la postal ilustrada.
El paisaje urbano se saturó progresivamente de "city-texts"
–carteles comerciales, rótulos publicitarios, kioscos de prensa– diseñados con
formatos visuales fácilmente reconocibles incluso para personas que no
dominaban completamente la lectura, democratizando el acceso a información
básica (Romero Tallafigo, 2002). Esta semiotización del espacio urbano
preparó el terreno cultural para la recepción masiva de medios de comunicación
visual como la postal ilustrada.
La lectura mediada –mediante pregones públicos o
lectores especializados– ofreció acceso directo a contenidos sin requerir
alfabetización formal completa, ampliando el público potencial de los medios
visuales (García Mateos, 2007). Este fenómeno revela cómo la cultura visual del
siglo XIX desarrolló estrategias inclusivas que anticiparon la democratización
comunicativa que caracterizaría la postal ilustrada.
9. Evolución material y técnica de la postal ilustrada
Las primeras postales ilustradas españolas conocidas llevan
matasellos del año 1892, impresas por la madrileña Casa Hauser y Menet con
el título "Recuerdo de Madrid" (Guereña, 2005). Según Francisco
Carreras y Candi, en 1892 Hauser y Menet "sólo vendieron unas quinientas
tarjetas ilustradas", pero diez años después, en 1902, "cuentan con
una colección de 1300 tarjetas diferentes y un tiraje que no baja de quinientas
mil tarjetas mensuales" (Carrasco, 1992).
La evolución técnica específica entre 1890-1914 refleja la transición
de métodos artesanales a procesos industriales. Las primeras postales
fotográficas (1890-1895) mostraban viñetas fotográficas pegadas manualmente
sobre cartulina, limitando considerablemente las posibilidades de producción
masiva (Berenguer et al., 2019). La fototipia directa (1895-1900) mejoró la
calidad, pero mantenía costes elevados, limitando su democratización social.
La verdadera revolución llegó con la generalización de la fotocromía
(1900-1914), técnica que mediante piedras litográficas múltiples permitía
reproducciones masivas policromas a bajo costo unitario. Este proceso
completamente industrializado generó iconografías estandarizadas que se
difundieron globalmente: vistas panorámicas, monumentos iluminados, escenas
costumbristas y eventos históricos se convirtieron en motivos recurrentes que
configuraron un auténtico canon visual de la modernidad.
10. Impacto cultural y paradojas históricas
La postal ilustrada trascendió su función comunicativa
inmediata para convertirse en instrumento pedagógico, objeto de
coleccionismo y soporte publicitario. Su carácter abierto desafiaba las normas
tradicionales de privacidad epistolar, generando debates sobre intimidad y
vigilancia social en la modernidad emergente (López Hurtado, 2013). Esta
visibilidad pública del mensaje postal transformó las convenciones
comunicativas tradicionales, anticipando dinámicas de transparencia
comunicativa características de la era digital.
La postal ilustrada funcionó como espejo de la sociedad,
reflejando aspiraciones culturales, conflictos sociales y transformaciones
estructurales. Su estudio revela cómo objetos cotidianos aparentemente simples
pueden convertirse en vectores fundamentales de cambio cultural cuando
convergen innovaciones técnicas con demandas sociales emergentes, anticipando
muchos de los mecanismos que caracterizan la comunicación visual contemporánea.
Hizo accesibles imágenes de calidad a sectores sociales previamente excluidos de los circuitos de consumo visual, facilitando la formación de públicos masivos para productos visuales en la sociedad moderna (Vega, 2017). Además, participó activamente en la construcción y difusión de imaginarios sobre territorios, identidades y prácticas culturales, contribuyendo a la formación de representaciones colectivas en la sociedad moderna (López-Mondejar, 2018).
La tarjeta postal ilustrada fue mucho más que un simple soporte de correspondencia: constituyó una auténtica revolución visual que democratizó el acceso a la imagen, transformó las prácticas sociales y comunicativas, y sentó las bases de la cultura visual contemporánea. Su estudio ilumina un capítulo fundamental de la historia de la comunicación en España y proporciona claves esenciales para comprender la hegemonía visual y los procesos de innovación mediática de la modernidad.
En definitiva, fue un laboratorio de la modernidad donde se experimentaron y consolidaron nuevas formas de producción cultural, distribución comercial y consumo democrático que transformaron irreversiblemente las prácticas comunicativas y la cultura visual de la sociedad occidental, sentando las bases conceptuales y técnicas de los medios de comunicación visual masiva que se consolidarían definitivamente en el siglo XX.
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