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25/6/25

Antecedentes a la tarjeta postal.

Antecedentes y transformaciones en la aparición de la tarjeta postal ilustrada en el siglo XIX

La tarjeta postal ilustrada representa uno de los fenómenos comunicativos más fascinantes del siglo XIX, una manifestación singular de la modernidad emergente que sintetiza múltiples transformaciones tecnológicas, sociales y culturales (Sánchez Vigil, 2014). Su aparición no constituye un hecho aislado, sino el resultado de una compleja convergencia multifactorial que incluye la revolución industrial, las reformas administrativas estatales, la democratización de la cultura escrita, el desarrollo del turismo moderno y las innovaciones en las técnicas de reproducción gráfica (Fontcuberta, 2016; Mitchell, 2005). Este objeto, aparentemente modesto en su materialidad, encarna una auténtica revolución visual que redefinió las formas de circulación de imágenes y sentó las bases de la sociedad de masas contemporánea.

1. La infraestructura material de la Segunda Revolución Industrial

La Segunda Revolución Industrial proporcionó el sustrato tecnológico indispensable para la emergencia de la postal ilustrada. Los avances en los sistemas de transporte transformaron radicalmente la experiencia temporal de la comunicación, especialmente a través de la expansión de la red ferroviaria continental que redujo los tiempos de entrega de semanas a días, facilitando el intercambio transcontinental (Carrasco Marqués, 1992). Esta aceleración logística no fue meramente cuantitativa, sino que introdujo una nueva calidad temporal en la experiencia comunicativa, haciendo posible por primera vez un intercambio casi simultáneo entre puntos geográficamente distantes.

La navegación a vapor revolucionó las conexiones transatlánticas, mientras que la telegrafía eléctrica introdujo una nueva lógica de inmediatez en la transmisión de información, aunque inicialmente reservada para mensajes oficiales y comerciales (Standage, 1998). Paralelamente, las innovaciones en las técnicas de impresión como la fototipia y la cromolitografía permitieron reproducciones masivas de imágenes con fidelidad fotográfica y costes decrecientes, democratizando el acceso a la imagen reproducida (Guereña, 2007).

Esta sinergia entre movilidad acelerada y producción gráfica industrial creó las condiciones materiales indispensables para la eclosión postal. Los ferrocarriles fueron los grandes motores de esta revolución, proporcionando trabajo a miles de personas y demandando el aumento de producción de materiales para su construcción (Elhistoriador, 2023). Inglaterra se especializó en esta industria y exportó trenes a todo el mundo, quedando los países compradores ligados a los fabricantes ingleses para la provisión de repuestos y personal técnico.

2. Consolidación estatal y reformas postales revolucionarias

La consolidación de los Estados-nación tras las guerras napoleónicas impulsó profundas reformas postales que democratizaron el acceso a la comunicación escrita. El hito fundacional fue la emisión británica del Penny Black en 1840, primer sello adhesivo que estableció el prepago universal y tarifa única independientemente de la distancia, multiplicando exponencialmente el volumen de correspondencia (Daunton, 1985; Robinson, 2015). Este modelo, adoptado globalmente en décadas posteriores, democratizó el acceso al correo y transformó la correspondencia de un privilegio de élites en un derecho ciudadano universal (Harris, 2004).

La profesionalización del servicio postal se manifestó en múltiples aspectos organizativos. La figura del cartero urbano, consolidada entre 1840-1860, sistematizó la entrega domiciliaria, transformando la recepción de correspondencia de una actividad ocasional en un ritual cotidiano que estructuró los ritmos de la vida privada y pública. Simultáneamente, la instalación masiva de buzones públicos a partir de 1850 facilitó el depósito de correspondencia, integrando el sistema postal en el paisaje urbano de manera definitiva (Oposiciones Flou, 2024).

La innovación institucional culminó con la creación de la Caja Postal de Ahorros en 1900, que integró servicios financieros básicos en la estructura postal, expandiendo significativamente su utilidad social y reforzando su papel como instrumento de integración nacional y cohesión social. Esta expansión de funciones transformó las oficinas postales en auténticos centros de servicios públicos que conectaban a los ciudadanos con el Estado moderno.

3. La Unión Postal Universal: hacia la estandarización global

La fragmentación normativa internacional obstaculizaba los envíos transfronterizos hasta la creación de la Unión Postal Universal (UPU) en 1874, cuando 22 países se reunieron para firmar el Tratado de Berna (Gob.mx, 2025). Este organismo estableció acuerdos multilaterales para estandarizar dimensiones, tarifas y normas de circulación, facilitando la expansión global de la correspondencia (Harris, 2004; UPU, 2020). España, como nación fundadora, integró su sistema postal en esta red, permitiendo hacia 1900 que más de mil millones de personas accedieran al servicio (Riego Amézaga, 2011).

La UPU representó uno de los primeros intentos exitosos de gobernanza global en la era moderna, anticipando muchos de los mecanismos que caracterizarían posteriormente las organizaciones internacionales del siglo XX. Esta institucionalización global tuvo consecuencias que excedieron ampliamente el ámbito técnico, contribuyendo decisivamente a la construcción de una percepción de un mundo interconectado donde las fronteras nacionales se volvían más permeables a los intercambios culturales y simbólicos.

La UPU autorizó en 1878 la circulación internacional de postales y su edición privada, catalizando el desarrollo del formato ilustrado. En 1905 se aprobó el formato dividido del reverso, reservando el lado izquierdo para la escritura y el derecho para la dirección, liberando completamente el anverso para la ilustración (Ahoraavila, 2024). Esta modificación consolidó definitivamente la hegemonía de la imagen en la postal ilustrada.

4. Transformaciones sociales: urbanización, movilidad y nuevas necesidades

La Revolución Industrial alteró radicalmente los patrones demográficos y geográficos de la sociedad europea. La urbanización acelerada y las migraciones campo-ciudad fragmentaron las redes familiares tradicionales, generando una demanda imperiosa de mecanismos de conexión a distancia (Quiala Martínez, 2019; López Torán, 2021). Esta movilidad espacial sin precedentes transformó las estructuras sociales tradicionales y creó nuevas necesidades comunicativas que la correspondencia epistolar debía satisfacer.

Simultáneamente, las reformas educativas liberales expandieron la alfabetización, creando nuevos públicos para medios escritos y transformando las expectativas sociales sobre el acceso a información y cultura (Vincent, 1980). Esta democratización de la cultura escrita no fue meramente cuantitativa, sino que modificó cualitativamente las aspiraciones culturales de amplias capas de la población, creando mercados potenciales para productos comunicativos innovadores como la postal ilustrada.

La combinación de movilidad geográfica y alfabetización creciente transformó la correspondencia en una herramienta fundamental de socialización afectiva y construcción identitaria, especialmente entre las clases medias emergentes. En España, durante el reinado de Amadeo de Saboya en 1871, una orden real permitió la creación de tarjetas postales, aunque no fue hasta diciembre de 1873 cuando empezaron a circular las primeras postales españolas con la inscripción "República Española Targeta Postal" (Realisaprint, 2022).

5. Cultura visual moderna y fenómeno turístico

El siglo XIX presenció la gestación de una cultura visual moderna donde mapas, prensa ilustrada y retratística comercial configuraron imaginarios colectivos que prefiguraron el lenguaje postal (Rodríguez, 2021). Los mapas funcionaron como objetos privilegiados de comunicación visual que configuraban ideas particulares sobre el mundo, el territorio y la identidad nacional, participando activamente en la construcción de representaciones estereotipadas que posteriormente encontrarían expresión en las postales ilustradas.

El surgimiento del turismo moderno fue particularmente decisivo para el desarrollo de la postal ilustrada. La retratística turística con fondos locales característicos –precursora directa de los souvenirs– estableció prácticas de documentación visual que la postal absorbería completamente (Linkman, 2016; Benévolo, 1993). Esta dinámica vinculó íntimamente imagen, memoria y movilidad, respondiendo a nuevas formas de sociabilidad móvil características de la modernidad.

La postal ilustrada se convirtió así en un objeto de recuerdo y en un medio para compartir experiencias visuales de lugares, monumentos y acontecimientos, reforzando la conexión entre imagen, viaje y memoria personal y colectiva. Como señala Rodríguez Rodríguez (2016), "la postal sigue ejerciendo de recuerdo personalizado", mientras que la imagen virtual en redes sociales constituye la prueba del "yo estuve aquí", la postal mantiene un destinatario específico con quien se tiene una relación de proximidad.

6. Revoluciones técnicas en la producción gráfica

La mecanización de la imprenta durante el siglo XIX revolucionó la producción gráfica, transformando métodos artesanales en sistemas industrializados de gran escala. La invención de la máquina de vapor aplicada a los procesos de impresión permitió el desarrollo de prensas significativamente más rápidas y eficientes (Koenig, 1814), consolidando la imprenta como uno de los pilares fundamentales de la sociedad moderna.

La prensa rotativa desarrollada por Richard Hoe en 1846 revolucionó la impresión de periódicos al utilizar papel en rollo en lugar de pliegos individuales, permitiendo imprimir 8,000 hojas por hora y multiplicando exponencialmente la capacidad de producción (Hoe, 1847). La introducción de la linotipia (Mergenthaler, 1886) automatizó la composición tipográfica, mientras que la cromolitografía (Engelmann, 1837) posibilitó reproducciones policromas masivas.

La cromolitografía representó una auténtica revolución en la reproducción de imágenes en color, permitiendo reproducir imágenes con una gama completa de colores de manera más precisa que cualquier técnica anterior (Engelmann, 1837). Esta técnica democratizó efectivamente el acceso a la imagen policroma, revolucionando la industria de la impresión al hacer posible la producción masiva de imágenes en color asequibles y de alta calidad estética.

Los cambios en la fabricación del papel contribuyeron significativamente a la democratización de la producción impresa. La utilización de pasta de madera como materia prima fundamental abarató considerablemente la producción y facilitó la expansión del mercado editorial hacia sectores sociales anteriormente excluidos (Robert, 1799).

7. La fotografía como antecedente técnico y estético fundamental

La fotografía proporcionó el sustrato visual decisivo para la postal ilustrada, estableciendo tanto las bases técnicas como los repertorios estéticos que caracterizarían el medio. La postal heredó de la fotografía de viajes la estética característica de lo pintoresco y la construcción sistemática de un canon visual del territorio nacional que enfatizaba los elementos más representativos de cada región (López-Mondejar, 2018; Laurent, 2025).

Del formato carte de visite, inventado por Disdéri en la década de 1850, la postal adoptó elementos fundamentales como la lógica de producción seriada y la reducción drástica de costes unitarios (Disdéri, 1854). Estos elementos técnicos y comerciales serían esenciales para la posterior masificación democrática de la postal ilustrada, permitiendo su acceso a amplios sectores sociales.

La evolución técnica desde la xilografía tradicional hacia la fototipia y fotocromía (1890-1914) permitió la transición de viñetas pegadas manualmente a ilustraciones masivas policromas que cubrían toda la superficie de la postal (Berenguer et al., 2019). La fototipia, proceso creado en Francia por Louis Alphonse Pollevin en 1856, se utilizó extensamente entre 1880 y 1920, permitiendo obtener reproducciones fotográficas de gran calidad y conservación (Rufino Charlo, 2023).

8. La prensa ilustrada como laboratorio visual

La prensa ilustrada del siglo XIX funcionó como un auténtico laboratorio de experimentación con nuevas formas de comunicación visual masiva. Las revistas ilustradas combinaron innovadoramente grabados tradicionales y, con el progresivo avance de la fotomecánica, fotografías reproducidas para captar el interés de lectores cada vez más diversos social y culturalmente (OpenEdition, 2015).

Revistas como La Ilustración Española y Americana o Blanco y Negro se convirtieron en auténticos repertorios visuales de la época, reflejando acontecimientos políticos, avances científicos y sucesos cotidianos con una inmediatez gráfica que excedía las posibilidades del texto exclusivamente escrito (Bastida de la Calle, s.f.). Esta prensa alfabetizó visualmente a sociedades crecientemente urbanas, estableciendo códigos de representación visual que posteriormente adoptaría la postal ilustrada.

El paisaje urbano se saturó progresivamente de "city-texts" –carteles comerciales, rótulos publicitarios, kioscos de prensa– diseñados con formatos visuales fácilmente reconocibles incluso para personas que no dominaban completamente la lectura, democratizando el acceso a información básica (Romero Tallafigo, 2002). Esta semiotización del espacio urbano preparó el terreno cultural para la recepción masiva de medios de comunicación visual como la postal ilustrada.

La lectura mediada –mediante pregones públicos o lectores especializados– ofreció acceso directo a contenidos sin requerir alfabetización formal completa, ampliando el público potencial de los medios visuales (García Mateos, 2007). Este fenómeno revela cómo la cultura visual del siglo XIX desarrolló estrategias inclusivas que anticiparon la democratización comunicativa que caracterizaría la postal ilustrada.

9. Evolución material y técnica de la postal ilustrada

Las primeras postales ilustradas españolas conocidas llevan matasellos del año 1892, impresas por la madrileña Casa Hauser y Menet con el título "Recuerdo de Madrid" (Guereña, 2005). Según Francisco Carreras y Candi, en 1892 Hauser y Menet "sólo vendieron unas quinientas tarjetas ilustradas", pero diez años después, en 1902, "cuentan con una colección de 1300 tarjetas diferentes y un tiraje que no baja de quinientas mil tarjetas mensuales" (Carrasco, 1992).

La evolución técnica específica entre 1890-1914 refleja la transición de métodos artesanales a procesos industriales. Las primeras postales fotográficas (1890-1895) mostraban viñetas fotográficas pegadas manualmente sobre cartulina, limitando considerablemente las posibilidades de producción masiva (Berenguer et al., 2019). La fototipia directa (1895-1900) mejoró la calidad, pero mantenía costes elevados, limitando su democratización social.

La verdadera revolución llegó con la generalización de la fotocromía (1900-1914), técnica que mediante piedras litográficas múltiples permitía reproducciones masivas policromas a bajo costo unitario. Este proceso completamente industrializado generó iconografías estandarizadas que se difundieron globalmente: vistas panorámicas, monumentos iluminados, escenas costumbristas y eventos históricos se convirtieron en motivos recurrentes que configuraron un auténtico canon visual de la modernidad.

10. Impacto cultural y paradojas históricas

La postal ilustrada trascendió su función comunicativa inmediata para convertirse en instrumento pedagógico, objeto de coleccionismo y soporte publicitario. Su carácter abierto desafiaba las normas tradicionales de privacidad epistolar, generando debates sobre intimidad y vigilancia social en la modernidad emergente (López Hurtado, 2013). Esta visibilidad pública del mensaje postal transformó las convenciones comunicativas tradicionales, anticipando dinámicas de transparencia comunicativa características de la era digital.

La postal ilustrada funcionó como espejo de la sociedad, reflejando aspiraciones culturales, conflictos sociales y transformaciones estructurales. Su estudio revela cómo objetos cotidianos aparentemente simples pueden convertirse en vectores fundamentales de cambio cultural cuando convergen innovaciones técnicas con demandas sociales emergentes, anticipando muchos de los mecanismos que caracterizan la comunicación visual contemporánea.

Hizo accesibles imágenes de calidad a sectores sociales previamente excluidos de los circuitos de consumo visual, facilitando la formación de públicos masivos para productos visuales en la sociedad moderna (Vega, 2017). Además, participó activamente en la construcción y difusión de imaginarios sobre territorios, identidades y prácticas culturales, contribuyendo a la formación de representaciones colectivas en la sociedad moderna (López-Mondejar, 2018).

La tarjeta postal ilustrada fue mucho más que un simple soporte de correspondencia: constituyó una auténtica revolución visual que democratizó el acceso a la imagen, transformó las prácticas sociales y comunicativas, y sentó las bases de la cultura visual contemporánea. Su estudio ilumina un capítulo fundamental de la historia de la comunicación en España y proporciona claves esenciales para comprender la hegemonía visual y los procesos de innovación mediática de la modernidad.

En definitiva, fue un laboratorio de la modernidad donde se experimentaron y consolidaron nuevas formas de producción cultural, distribución comercial y consumo democrático que transformaron irreversiblemente las prácticas comunicativas y la cultura visual de la sociedad occidental, sentando las bases conceptuales y técnicas de los medios de comunicación visual masiva que se consolidarían definitivamente en el siglo XX.

Referencias bibliográficas 

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