1. De los primeros asentamientos a Barkeno: la ciudad prehistórica e íbera
Las evidencias arqueológicas más antiguas en el territorio de la actual Barcelona datan de alrededor del 4000 a.C., y corresponden a asentamientos neolíticos dispersos en zonas como la colina de Montjuïc y la sierra de Collserola. Aunque fragmentarios, estos restos muestran la presencia de comunidades agrícolas organizadas y una ocupación estable del territorio.
En el siglo IV a.C., los íberos layetanos fundaron el oppidum de Barkeno, emplazado estratégicamente para controlar los ejes de comunicación marítima y terrestre a lo largo del río Llobregat. El hallazgo de monedas con la inscripción Barkeno revela un grado notable de organización política y económica. Este núcleo proto-urbano marca la primera inscripción del espacio barcelonés en los circuitos del comercio mediterráneo.
2. Barcino: urbanismo romano y fundación de la ciudad ortogonal
La consolidación de la presencia romana en la península ibérica llevó, en el siglo I a.C., a la fundación de la Colonia Iulia Augusta Faventia Paterna Barcino. Situada sobre el Mons Taber, su trazado urbanístico siguió el modelo de castrum romano: una planta ortogonal, con cardo y decumanus, y una muralla perimetral. Con una extensión de 13 hectáreas, Barcino no destacó por su tamaño, pero sí por su posición geoestratégica entre Tarraco y los Pirineos.
La importancia del legado romano en el mapa de la ciudad es notable: el trazado del barrio Gòtic aún conserva parte de su organización espacial, y se han preservado elementos como la muralla, el acueducto o el templo de Augusto.
3. Edad Media: transformaciones religiosas, defensivas y territoriales
Con la decadencia del Imperio Romano, Barcelona (ya conocida como Barchinona) fue integrada en el reino visigodo (siglos V-VIII). Aunque la ciudad mantuvo parte de su estructura urbana romana, se introdujeron cambios sustanciales, especialmente ligados a la cristianización: se construyeron iglesias episcopales y se definió un nuevo centro de poder religioso.
La ocupación musulmana de 718 fue breve y apenas dejó huella en el paisaje urbano. A partir de 801, tras la conquista franca, Barcelona se integró en la Marca Hispánica y, posteriormente, se consolidó como condado autónomo. Esta etapa propició una expansión extramuros, especialmente en torno a centros monásticos y parroquias, como Santa Maria del Mar, Sant Cugat del Rec o Sant Pere de les Puel·les.
3.1. Las cercas medievales: de la ciudad fortificada al crecimiento orgánico
Durante la Edad Media, Barcelona fue delimitada por tres grandes sistemas de murallas:
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Muralla romana (siglos I–IV): base fundacional.
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Muralla del siglo XIII: extendió la ciudad hacia El Raval y El Born.
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Muralla del siglo XIV: incorporó nuevos sectores como Sant Pau del Camp, alcanzando unas 218 hectáreas.
Estas murallas reflejan no solo la necesidad defensiva, sino también el control fiscal, higiénico y político sobre el crecimiento urbano. El trazado de calles como la Ronda Sant Antoni o Las Ramblas delata aún su huella.
4. Siglos XVI–XVIII: militarización, control borbónico y fractura urbana
Durante la Edad Moderna, Barcelona vivió una constante tensión entre autonomía municipal y control real. El episodio más traumático fue la Guerra de Sucesión Española (1701–1714), cuyo desenlace supuso la ocupación borbónica y la demolición de parte del barrio de la Ribera para erigir la fortaleza de la Ciutadella.
Este acto de represión urbanística supuso una reconfiguración del centro urbano como espacio de dominación. La Ciutadella, junto con el Castillo de Montjuïc, no fueron instrumentos de defensa externa, sino mecanismos de vigilancia interna.
La cartografía de la época muestra una ciudad limitada por sus murallas, sin posibilidad de expansión física ni demográfica, un hecho que marcaría decisivamente las reformas del siglo XIX.
5. Siglo XIX: el derribo de murallas y el nacimiento del Eixample
El crecimiento económico y demográfico del siglo XIX convirtió a Barcelona en una ciudad industrial y densamente poblada. Las murallas, ya obsoletas, fueron derribadas en 1854. Cinco años más tarde se aprobó el Plan Cerdà (1859), una propuesta de expansión ortogonal basada en la higiene, la movilidad y la equidad.
El Eixample supuso una revolución urbanística: con su sistema de manzanas octogonales, calles amplias, chaflanes y zonas verdes, introdujo una lógica racional al crecimiento urbano. Además, facilitó la anexión de antiguos municipios (Gràcia, Sants, Sant Martí, entre otros), integrando una nueva lógica metropolitana.
Este espacio se convirtió también en el escenario del Modernismo catalán, con obras de Gaudí, Puig i Cadafalch o Domènech i Montaner, cuya impronta estética ha condicionado la imagen internacional de la ciudad.
6. Siglo XX: especulación, regeneración y proyección internacional
El siglo XX estuvo marcado por una fuerte dualidad: por un lado, la especulación descontrolada durante la dictadura franquista (especialmente entre los años 50 y 70); por otro, los esfuerzos de regeneración democrática y planificación a largo plazo.
Momentos clave:
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Exposición Universal de 1929: renovación de Montjuïc.
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Dictadura franquista: crecimiento caótico y proliferación de barrios marginales.
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Democracia y Juegos Olímpicos de 1992: transformación profunda del litoral, creación de nuevas playas, redes de transporte y revalorización del espacio público.
7. Barcelona en el siglo XXI: desafíos contemporáneos
Actualmente, Barcelona se enfrenta a retos propios de las grandes ciudades globales:
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Gentrificación y derecho a la vivienda.
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Turistificación del centro histórico.
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Movilidad sostenible: supermanzanas, tranvía, carriles bici.
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Innovación tecnológica y urbana: distrito 22@, smart city, resiliencia climática.
La ciudad continúa siendo un laboratorio urbano donde conviven vestigios históricos con estrategias de futuro.
Conclusión
La evolución del mapa de Barcelona ilustra un complejo proceso de transformación urbana condicionado por factores geopolíticos, económicos, religiosos y culturales. Desde la colonización romana hasta la planificación moderna, Barcelona ha sabido (y a veces sufrido) adaptarse a los cambios históricos. Comprender su geografía urbana como resultado de una historia acumulativa y conflictiva permite valorar con mayor profundidad los desafíos actuales y futuros de esta metrópolis.
Fuentes y bibliografía
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Museu d’Història de Barcelona (MUHBA)
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Rubert de Ventós, María. Barcelona: la construcción urbanística de una ciudad compacta (2009)
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Montaner, Josep Maria. El Plan Cerdà: la Barcelona que pudo ser (2018)
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Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona (AHCB)
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Solà-Morales, Manuel de. La ciudad y los arquitectos (1992)
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Roca, Isabel. Urbanismo y modernidad: Barcelona 1854-1936 (2004)
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