La fabricación de tarjetas postales durante el período de máximo esplendor del medio (1890-1920) representa una síntesis tecnológica excepcional que combinó los avances más significativos en fotografía, química aplicada, ingeniería mecánica y artes gráficas de finales del siglo XIX. Este proceso productivo transformó radicalmente las posibilidades comunicativas de la época, estableciendo los fundamentos de lo que posteriormente se conocería como industria gráfica moderna y creando las bases para la primera red de comunicación visual global de la historia.
La Revolución Fotográfica:
Captura, Revelado y Retoque Artístico
El Arte Profesional de la
Fotografía
Hacia 1890, la fotografía
había evolucionado hasta convertirse en una disciplina científica
especializada que combinaba conocimientos avanzados de química, óptica y
mecánica de precisión. Los fotógrafos profesionales constituían una
élite técnica que dominaba no solo los aspectos artísticos de la composición
sino también los complejos procesos químicos involucrados en la captura
y revelado de imágenes (Bérnard & Guignard, 2018).
El equipamiento fotográfico
de la época era impresionante por su sofisticación técnica. Los fotógrafos
disponían de cámaras de campo con fuelles múltiples, objetivos
descentrables y un juego completo de lentes que iban desde el gran angular
hasta el teleobjetivo. Utilizaban placas fotosensibles de marcas
prestigiosas como Jougla, Guilleminot o Lumière, reconocidas por su calidad
superior y sensibilidad optimizada. Todo este arsenal técnico pesaba entre 15
y 20 kilos, pero proporcionaba una movilidad relativa que permitía realizar
fotografías de campo con calidad de estudio.
El Proceso Químico del
Revelado
El revelado fotográfico
requería un control científico extraordinario que combinaba conocimientos de
cinética química y termodinámica. Las fórmulas más utilizadas incluían
reveladores a base de sulfato ferroso o ácido pirogálico,
mientras que para el fijado se empleaba tiosulfato de sodio que disolvía
las sales de plata no expuestas, estabilizando permanentemente la imagen
(Vilches, 2010).
La precisión era fundamental:
temperatura, concentración de reactivos y tiempos de inmersión debían controlarse
rigurosamente para garantizar la calidad final de la imagen. Un error en
cualquiera de estas variables podía arruinar completamente el trabajo de campo.
El Arte del Retoque
Femenino
Una de las curiosidades del proceso era el retoque fotográfico, realizado
habitualmente por mujeres especialistas que trabajaban con instrumentos
de precisión micrométrica. Estas operarias, llamadas retocadoras,
trabajaban sobre mesas de luz especializadas donde los negativos de
vidrio eran iluminados por detrás mientras ellas trabajaban en penumbra con una
precisión excepcional.
Las técnicas de retoque
incluían el raspado delicado del cristal, la aplicación de pigmentos y el
trabajo con punzones especializados que permitían eliminar sombras indeseables,
personajes inoportunos o defectos técnicos sin comprometer la integridad
general de la imagen. Esta disciplina constituía un arte científico que
anticipaba desarrollos posteriores en el procesamiento digital de imágenes
(Bérnard & Guignard, 2018).
La Revolución de la
Fototipia: Ciencia y Arte en la Reproducción
La Invención de Poitevin y
Albert
La fototipia, inventada
por Alphonse-Louis Poitevin en 1855 y perfeccionada por Josef Albert
en 1869, constituyó la innovación más revolucionaria en la reproducción
fotomecánica (Tesauros Cultura, 1999). Este proceso se fundamentaba en las propiedades
fotosensibles de la gelatina bicromatada, que modificaba su
solubilidad cuando era expuesta a la luz ultravioleta.
El mecanismo científico
era fascinante: la luz atravesaba las partes transparentes del negativo
fotográfico y reaccionaba con la capa de gelatina sensible, creando un gradiente
de receptividad proporcional a la intensidad lumínica recibida. Las zonas
más expuestas se endurecían y se volvían más receptivas a la tinta, mientras
que las zonas menos expuestas rechazaban la tinta, creando toda la gama de
medios tonos con una fidelidad extraordinaria.
El Proceso Industrial
La fototipia ofrecía
simultáneamente una amplia gama de tonos, una gran fineza en el grano
y una nitidez irreprochable que no tenía parangón en otros sistemas de
reproducción. Una matriz bien preparada podía producir hasta 1,000
impresiones antes de su degradación, proporcionando un rendimiento
económico satisfactorio que revolucionó la producción masiva de
imágenes.
El éxito comercial más
espectacular se manifestó en empresas como Hauser y Menet, establecida
en Madrid en 1890. Su producción creció de manera exponencial: de 500,000
ejemplares en 1900 llegaron a cinco millones en 1905, evidenciando el
impacto revolucionario de esta tecnología en la democratización de la
comunicación visual (López, 2021).
El Soporte Material: La
Ciencia del Papel Bristol
Composición Técnica
Especializada
El papel bristol
utilizado en la producción postal representaba décadas de investigación en
tecnología papelera. Estaba compuesto por tres capas integradas: una
base de fibras largas que proporcionaba resistencia estructural, una capa
intermedia de fibras cortas que optimizaba la absorción, y una superficie
calandrada que creaba las condiciones ideales para la transferencia de tintas.
La formulación química
incluía 50% de fibras recicladas de alta calidad, 20% de talco
micronizado que actuaba como agente de carga, y 30% de caolín que
proporcionaba opacidad óptica y receptividad superficial. El proceso de
encolado empleaba colas proteicas derivadas de gelatina animal que
controlaban la absorción capilar del papel, fundamental para evitar el sangrado
de las tintas (Bérnard & Guignard, 2018).
Control de Calidad Riguroso
La calidad del papel era
crítica para el éxito del proceso. Un papel mal encolado absorbería toda la
humedad de la plancha y la tinta se expandiría incontroladamente, arruinando
completamente el resultado. Por eso se preferían papeles que habían reposado
varios meses después de su fabricación para garantizar la estabilidad
dimensional durante los múltiples pasajes por las prensas.
La Cromolitografía: El
Triunfo del Color
La Revolución de Engelmann
La cromolitografía,
patentada por Godefroy Engelmann en 1837, constituyó una revolución en
la reproducción de imágenes policromáticas. Este proceso utilizaba múltiples
piedras litográficas, cada una designada para un color específico, creando gradaciones
cromáticas sofisticadas mediante superposición controlada (Engelmann, 1837).
Los trabajos más elaborados
utilizaban hasta 40 piedras diferentes para conseguir efectos cromáticos
de una fidelidad excepcional que rivalizaba con la pintura original. El
proceso requería un sistema de registro de precisión micrométrica que
garantizaba la superposición exacta de las diferentes impresiones cromáticas.
Impacto en la
Democratización Cultural
La cromolitografía produjo una
"masiva presencia social de la imagen". Por primera vez en la
historia, personas de todos los estratos sociales pudieron acceder a
representaciones en color de obras artísticas, lugares lejanos y escenas
exóticas. Esta democratización del color en la comunicación visual hizo
accesibles imágenes policromáticas que anteriormente estaban reservadas a las
élites económicas (Guereña, 2005).
Técnicas de Acabado: El
Coloreado Manual
El Arte de la Acuarela
Postal
Algunas tarjetas recibían coloreado
manual con acuarela, técnica que requería una pericia artística
considerable y añadía un valor único a cada ejemplar. Esta práctica tenía
antecedentes históricos que se remontaban a los primeros años de la imprenta,
cuando ya en el siglo XV se aplicaba color sobre grabados en papel.
En el caso específico de la
fotografía, el coloreado manual se había empleado desde los daguerrotipos
de la década de 1840, utilizando pigmentos dispersos en resinas
naturales como dammar, goma laca o goma arábiga. Las técnicas evolucionaron
hacia el uso de acuarela para retocar fotos impresas, como las tarjetas de
visita y las tarjetas de gabinete.
Efectos Visuales
Sofisticados
En los años 1860 existían fotos
estereoscópicas semitransparentes coloreadas por el reverso mediante
técnicas sofisticadas. Al observarlas bajo luz reflejada se veían en tonos
sepia, pero al mirarlas a contraluz aparecían en colores brillantes,
creando el efecto del diorama que anticipaba desarrollos posteriores en
la presentación de imágenes.
Organización Industrial: La
Revolución de los Métodos de Producción
Especialización Funcional
La organización industrial
desarrollada para la producción postal incorporó principios de especialización
que anticipaban los métodos modernos. Los talleres más avanzados empleaban
equipos especializados: artistas separadores de color, preparadores
de matrices, entintadores especializados y prensistas técnicos,
cada uno con competencias específicas (Guereña, 2005).
Esta división técnica del
trabajo permitió incrementos exponenciales en la productividad sin
comprometer la calidad artística. El caso de Hauser y Menet ejemplifica
perfectamente esta eficiencia: lograron producir hasta medio millón de
postales al mes, estableciendo a España como un centro de producción postal
de primer orden mundial.
Control de Calidad
Industrial
El proceso de acabado
incluía múltiples verificaciones. Después de la impresión principal, las hojas
volvían a pasar por la prensa para imprimir la leyenda "Tarjeta
Postal" y las líneas para la dirección en el reverso. Luego se cortaban al
formato estándar de 9 x 14 centímetros, establecido por la Unión
Postal Universal, y se empacaban cuidadosamente para su distribución
comercial.
El Legado Tecnológico:
Fundamentos de la Comunicación Visual Moderna
Democratización de la
Imagen
La fabricación industrial
de tarjetas postales marcó un punto de inflexión al demostrar que la calidad
artística y la producción masiva podían coexistir exitosamente. Esta
síntesis sin precedentes estableció los principios fundamentales de la
industria gráfica moderna y creó las condiciones para la aparición de la primera
cultura visual de masas.
Como señala la investigación
histórica, "con la aparición de nuevos procedimientos de reproducción
gráfica, especialmente la fototipia y la cromolitografía, se produjo una
masiva presencia social de la imagen" que transformó radicalmente las
prácticas culturales de la época (Guereña, 2005).
Innovación y Calidad
La complejidad técnica
involucrada en cada etapa evidenció el nivel de especialización alcanzado por
los técnicos, quienes desarrollaron metodologías que garantizaban la
reproducibilidad y estandarización de productos destinados a mercados
internacionales. El dominio de estas técnicas sentó las bases para desarrollos
posteriores que culminarían en los sistemas de impresión industrial
contemporáneos.
La tarjeta postal se
convirtió en el vehículo perfecto para la difusión masiva de imágenes de
calidad, combinando innovación tecnológica, accesibilidad económica y atractivo
estético en un formato que revolucionó las comunicaciones personales y
comerciales, estableciendo un modelo de excelencia que perdura como testimonio
de la capacidad humana para transformar los avances científicos en productos
culturales de impacto universal.
Referencias Bibliográficas
- Bérnard, D., & Guignard, B. (2018). La Carte Postale: Technique et Histoire. París: Éditions du Patrimoine.
- Engelmann, G. (1837). Brevet d'invention pour la chromolithographie. París: Institut National de la Propriété Industrielle.
- Guereña, J. L. (2005). "Imagen y memoria. La tarjeta postal a finales del siglo XIX y principios del siglo XX". Berceo, 149, 35-58.
- López, J. M. (2021). "La evolución de la tarjeta postal y las guerras contemporáneas: dos caminos encontrados (1869-1945)". FOTOCINEMA, nº 23, 271-300.
- Tesauros Cultura (1999). Fototipia - Tesauros del patrimonio cultural de España. Madrid: Ministerio de Cultura España.
- Vilches, C. (2010). La tarjeta postal como fuente de información para entender la historia de un país. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
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