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4/5/25

La construcción de la Plaza Real y el proyecto del Carrer de la Princesa

Financiación y urbanismo en la Barcelona del siglo XIX: Del fracaso autofinanciado a la inversión planificada

1. Introducción

El siglo XIX representó un periodo de transformaciones urbanas decisivas para Barcelona, marcadas por tensiones entre ambiciones arquitectónicas y limitaciones financieras. Este proceso se vio mediado por un contexto político cambiante, una estructura institucional aún en consolidación y el paso progresivo de una cultura urbana basada en la improvisación a una gobernanza más racionalizada. Este artículo analiza dos proyectos clave —la Plaça Reial y el Carrer de la Princesa— como ejemplos paradigmáticos de modelos de financiación urbana divergentes y de los aprendizajes institucionales derivados de su ejecución.

2. Contexto histórico e institucional

Tras la Guerra del Francès (1808–1814) y el Trienio Liberal (1820–1823), Barcelona experimentó un notable crecimiento demográfico y económico que chocaba con las restricciones físicas de su recinto amurallado. Las reformas liberales promovieron un nuevo protagonismo del ayuntamiento como actor urbano, si bien sin dotarlo de recursos suficientes para afrontar obras de gran envergadura. La aprobación de la Ley de Expropiación Forzosa en 1836 y el progresivo reconocimiento del "interés público" en obras urbanas marcaron el inicio de un cambio de paradigma, aunque su implementación fue lenta y desigual (Monclús, 1998).

3. La Plaça Reial: el fracaso de la autofinanciación

El proyecto para la Plaça Reial, promovido tras el derribo del antiguo convento de los capuchinos de Santa Madrona, fue concebido como una intervención monumental en el corazón del casco antiguo. El concurso de ideas de 1848, ganado por Francesc Daniel Molina, proponía una plaza porticada de inspiración neoclásica, destinada a embellecer el centro histórico y dinamizar el comercio urbano. La financiación del proyecto se basó en la enajenación de solares perimetrales, bajo el principio de "autofinanciación": dos tercios del pago al contado y un tercio mediante un censo anual.

Sin embargo, las expectativas de retorno económico resultaron excesivamente optimistas. Como documenta el Archivo Municipal de Barcelona (fondo A134), en 1855 el déficit acumulado ascendía a 949.256 reales, en parte debido a la desviación de fondos para atender la epidemia de cólera. Las estrategias correctoras —rebaja del 30% del precio de los solares, capitalización de censos, emisión de obligaciones— no lograron revertir la situación. El proyecto quedó paralizado durante años y no se finalizó hasta 1864. Según Solà-Morales (1982), este modelo revela la fragilidad de confiar exclusivamente en mecanismos de mercado para financiar infraestructuras públicas en ausencia de una base fiscal sólida.

4. El Carrer de la Princesa: el inicio de la planificación racional

En contraste, la apertura del Carrer de la Princesa entre 1852 y 1858 constituye una experiencia pionera en la modernización de la gestión urbana. Esta vía, de 970 metros, fue diseñada como eje transversal que conectaba el antiguo barrio gótico con la futura expansión extramuros. Su ejecución respondió a tres principios innovadores:

  • Crédito público como herramienta de inversión: el Ayuntamiento contrató deuda a largo plazo, reconociendo el valor económico de la inversión urbana para dinamizar la economía local (Llopis, 2013).

  • Expropiación ágil y justa: se aplicó con rigor la Ley de Utilidad Pública de 1836, garantizando compensaciones inmediatas y transparentes a los propietarios afectados.

  • Plazos cerrados y planificación ejecutiva: la obra se desarrolló sin interrupciones, mediante la coordinación de los departamentos técnicos y administrativos, lo que permitió alinear los flujos financieros con los ritmos constructivos.

Este modelo, estudiado por Manuel de Solà-Morales (1993), representa un punto de inflexión en la cultura urbanística barcelonesa: frente al idealismo de la autofinanciación, se impuso una concepción estratégica del crédito público como motor de transformación urbana.

5. Comparación y análisis: dos modelos de gestión urbana

Ambos proyectos encarnan paradigmas distintos. La Plaça Reial pertenece a una etapa dominada por el ideal liberal de la ciudad como ente autorregulado por el mercado, donde el Estado apenas intervenía. El Carrer de la Princesa, por el contrario, anticipa una racionalización burocrática de la gestión urbana, que encontrará su consolidación en el Plan Cerdà (1859). Este tránsito del laissez-faire a la planificación estatal se inscribe dentro de una transformación más amplia del pensamiento urbanístico europeo, influido por el higienismo, el racionalismo técnico y la emergencia de nuevas formas de legitimación política de las obras públicas (Choay, 1965).

6. Conclusión

La evolución de los mecanismos de financiación urbana en la Barcelona del siglo XIX refleja un proceso de aprendizaje institucional sostenido. El fracaso de la Plaça Reial ilustró los límites estructurales de confiar en modelos autofinanciados sin respaldo fiscal ni planificación estratégica. En cambio, el éxito relativo del Carrer de la Princesa evidenció la eficacia de un modelo basado en crédito público, planificación integral y ejecución profesionalizada. Ambos casos, documentados en el Archivo Histórico de la Ciudad y discutidos en el XII Congreso de Historia de Barcelona (2011), permiten comprender cómo la ciudad transitó hacia una modernidad urbana sustentada en instituciones más sólidas, anticipando muchas de las dinámicas que definirán el urbanismo del siglo XX.


Referencias bibliográficas:

  • AMCB (Archivo Municipal de Barcelona), fondos A134 y Q.136.

  • Balaguer, V. (1853). Administración municipal de Barcelona.

  • Choay, F. (1965). L’urbanisme: utopies et réalités. París: Éditions du Seuil.

  • Llopis, E. (2013). “Crédito público y obras urbanas en la España liberal”. Revista de Historia Económica, 31(1), 75–102.

  • Monclús, F. J. (1998). La ciudad postindustrial. Espacio y conflicto en la ciudad renovada. Barcelona: Edicions del Serbal.

  • Solà-Morales, I. (1982). La Plaça Reial. Barcelona: Edicions UPC.

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