Génesis, expansión y legado urbano y social (1832–1911)
La llegada de la Revolución Industrial a Barcelona a principios de la década de 1830 inauguró una etapa de acelerada modernización tecnológica y urbana. Con la fundación de la Fábrica Bonaplata, Rull, Vilaregut y Compañía —primera instalación textil con máquina de vapor en la península— se dio el pistoletazo de salida a un proceso que no solo alteró los modos de producción, sino que reconfiguró el espacio, la demografía y las relaciones sociales de la ciudad (CASTRO, 2002).
1. El arranque de la Revolución Industrial en Barcelona (1832–1835)
La Revolución Industrial en Barcelona se inició formalmente en 1832-1833 con la puesta en marcha de la Fábrica Bonaplata, Rull, Vilaregut y Compañía, situada en la calle Tallers, en el barrio del Raval. Este establecimiento fue la primera fábrica en la península ibérica en incorporar la máquina de vapor como fuente de energía, lo cual marcó un hito en la industrialización moderna de Cataluña y España (CASTRO, 2002).
La Bonaplata adoptó tecnologías avanzadas que reemplazaban la maquinaria tradicional de madera por hierro fundido, incrementando la precisión y capacidad de producción del sector textil. Inspirada en el modelo industrial de Manchester, implementó procesos verticales integrados —hilado, tejido y acabado— que supusieron una innovación organizativa. La fábrica llegó a emplear entre 600 y 700 trabajadores, convirtiéndose en símbolo del progreso técnico y productivo.
2. Reacción social y conflicto obrero: el incendio de 1835
El impacto de la Bonaplata fue inmediato, generando una revolución productiva y un efecto multiplicador que impulsó a otras fábricas a replicar su modelo. Sin embargo, este avance provocó una reacción social adversa. La mecanización amenazaba los oficios tradicionales, y las condiciones laborales precarias —bajos salarios, largas jornadas y ausencia de derechos sindicales— generaron un creciente malestar entre los trabajadores.
En 1835, durante una ola de disturbios en varias ciudades, grupos obreros incendiaron la Bonaplata. Este acto violento marcó el inicio de un nuevo tipo de conflicto social asociado a la industrialización, con repercusiones políticas profundas y duraderas (DOMÈNECH, 2005).
3. Consolidación industrial: metalurgia, gas y maquinaria
Pese al incendio de 1835, el proceso industrial no se detuvo. El barrio de la Barceloneta, por su proximidad al puerto y disponibilidad de espacio, se transformó en uno de los principales focos industriales de Barcelona. En él se establecieron talleres metalúrgicos dedicados a la producción de maquinaria adaptada a la nueva industria.
En 1840 se construyó la primera fábrica de gas de España, destinada al alumbrado urbano y doméstico, lo que supuso un elemento clave en la modernización de la ciudad (PÉREZ, 2012).
La Barceloneta, fundada en el siglo XVIII para alojar a los desalojados de la Ciutadella, ofrecía ventajas clave: proximidad al mar, terrenos accesibles y buena conexión con la ciudad. Se convirtió en el epicentro de la metalurgia barcelonesa, acogiendo talleres de maquinaria pesada, calderas, estructuras de hierro y elementos para la navegación (MARTÍ, 2010).
Un hito decisivo fue la fundación de La Maquinista Terrestre i Marítima en 1855, especializada en locomotoras y maquinaria de vapor. Fabricó las primeras locomotoras enteramente construidas en España y fue clave en el desarrollo del sistema ferroviario y la minería (RAMÍREZ & SOLER, 2016).
4. Urbanismo y expansión industrial tras el derribo de las murallas
La demolición de las murallas medievales en 1854 y el Plan Cerdà de 1859 permitieron la expansión territorial de la industria hacia municipios periféricos como Sants, Les Corts, Sant Andreu y Sant Martí. Estos núcleos, bien abastecidos de agua y con disponibilidad de suelo, formaron un cinturón industrial en torno a la ciudad histórica (CERDÀ I SUNYER, 1867).
En el Poblenou, apodado “el Manchester catalán”, se concentraron 243 fábricas para 1888, lo que lo convirtió en el principal polo fabril de Cataluña (IBÁÑEZ, 2014).
5. Creación de barrios obreros y cultura de clase
La concentración fabril propició la emergencia de barrios obreros estrechamente ligados al mundo del trabajo. El Raval albergó los primeros talleres; Sants se articuló en torno al Vapor Güell y el Vapor Vell; Sant Andreu con Fabra i Coats; Les Corts con Can Batlló (FRADERA, 1998; SORIA, 2007). Estas comunidades desarrollaron ateneos, mutualidades y sindicatos que alimentaron el anarquismo y el socialismo (GARCÍA, 2008).
Las viviendas obreras eran autoconstruidas, de materiales modestos, y organizadas en torno a la fábrica, la calle y espacios como tabernas y casinos obreros. Esta proximidad favoreció una identidad de clase combativa.
6. Ejemplos emblemáticos del tejido industrial
Entre 1843 y 1911 surgieron actores clave del entramado industrial barcelonés:
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Sociedad Catalana para el Alumbrado por Gas (1843): introdujo el alumbrado público urbano (PÉREZ, 2012).
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Vapor Güell y Vapor Vell (1846): fábricas textiles de Sants.
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La España Industrial (1851): gran complejo con más de 2.500 trabajadores (SORIA, 2007).
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La Maquinista Terrestre i Marítima (1855): locomotoras y maquinaria pesada (RAMÍREZ & SOLER, 2016).
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Can Batlló (1878): arquitectura industrial en Les Corts.
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Fabra i Coats (1903): aún conservado como centro cultural.
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Hispano-Suiza (1904): automoción y aviación.
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La Canadiense (1911): protagonizó la huelga que obtuvo la jornada de ocho horas, siendo España pionera en esta legislación (GARCÍA, 2008).
7. Impacto urbano, social y simbólico
Entre 1832 y 1911, Barcelona pasó de ciudad preindustrial a metrópoli diversificada. La implantación de nuevas tecnologías, la expansión del ferrocarril, la introducción del gas y la electricidad transformaron su paisaje físico y social.
Nacieron nuevas clases sociales: una burguesía industrial europeizada y un proletariado urbano con fuerte conciencia de clase. La ciudad se adaptó con el Eixample de Cerdà, el desarrollo ferroviario y la urbanización del litoral (SABUCO, 2015; MONCLÚS & OYÓN, 2020).
El patrimonio industrial aún conservado —fábricas, gasómetros, talleres— y la conversión de antiguos espacios fabriles en centros culturales y tecnológicos (como el 22@) testimonian un legado profundo que define tanto la morfología urbana como la memoria colectiva de la ciudad moderna (VIDAL, 2009).
Bibliografía (formato APA)
- Castro, R. (2002). La Revolución Industrial en Cataluña: De la maquinaria textil al vapor. Barcelona: Crítica.
- Cerdà i Sunyer, I. (1867). Teoría general de la urbanización. Barcelona: Imprenta Provincial
- Domènech, C. (2005). El incendio de la Bonaplata y el comienzo de la lucha obrera. Historia Social, 12(3), 45–68.
- Fradera, J. (1998). Barcelona colonial: Canvi, emigració i industrialització. Barcelona: Bellaterra.
- García, M. (2008). Movimientos obreros en Barcelona (1835–1911). Madrid: Siglo XXI.
- Ibáñez, A. (2014). Espais fabrils i activitat social: El Poblenou industrial. Barcelona: UB Servei de Publicacions.
- Martí, M. (2010). La Barceloneta: Espai industrial i marítim al segle XIX. Revista Catalana d’Història, 28, 79–102.
- Monclús, F. J., & Oyón, J. L. (2020). Transporte y crecimiento urbano en España, mediados del siglo XIX–finales del siglo XX. Ería, 84–85, 5–46.
- Pérez, L. (2012). La Sociedad Catalana para el Alumbrado por Gas: Historia de una fábrica urbana. Barcelona: Edicions 62.
- Ramírez, J., & Soler, P. (2016). La Maquinista Terrestre y Marítima: Orígenes y evolución (1855–1900). Madrid: Tecnos.
- Sabuco, F. (2015). El proceso de urbanización de España y el sistema de ciudades. Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 66, 45–62.
- Soria, J. (2007). La España Industrial: Empresa y poder. Barcelona: RBA.
- Vidal, J. (2009). El Paral·lel: eje de ocio y espectáculo en Barcelona. Barcelona: L’Avenç.
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