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20/6/25

4. Historia de la tarjeta postal (1859-1900)

LA TARJETA POSTAL ILUSTRADA: 

EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y TRANSFORMACIÓN COMUNICATIVA

1. Introducción: La Tarjeta Postal como Objeto de Estudio Histórico

El siglo XIX representa un período de transformaciones vertiginosas, una era en la que la Revolución Industrial no solo reconfiguró los paisajes económicos y urbanos, sino que también alteró de manera fundamental las dimensiones del tiempo y el espacio. El desarrollo del ferrocarril y la navegación a vapor comprimieron las distancias, generando una necesidad sin precedentes de sistemas de comunicación más rápidos, fiables y accesibles (Riego Amézaga, 1997). En este contexto, el servicio postal dejó de ser un privilegio de las cancillerías y las élites para convertirse en el sistema nervioso que conectaba a una sociedad cada vez más móvil, alfabetizada y globalizada. Es en este crisol de modernidad donde nace y se expande uno de los fenómenos comunicativos más significativos y democráticos de la época: la tarjeta postal ilustrada (Alonso Laza, 1997).

Este medio representa una revolución silenciosa en los hábitos de correspondencia, un artefacto cultural que, a pesar de su aparente modestia, transformó radicalmente las prácticas sociales entre finales del siglo XIX y principios del XX (Alonso Laza, 1997). Como observó agudamente el escritor Andrés Trapiello, "Quien colecciona postales, colecciona momentos felices del mundo, imperecederos, memorables", una frase que encapsula la profunda carga simbólica y el incalculable valor documental de estos pequeños objetos de cartulina (Carrasco Marqués, 2009). La tarjeta postal emerge como un medio bidimensional que, en su definición clásica, consta de un espacio para la información del destinatario, un área para el mensaje y una sección dedicada a la imagen (Guereña, 2005). Esta estructura ha permitido a los investigadores fechar y clasificar las postales con gran precisión, facilitando su estudio por parte de la deltiología, término acuñado en 1933 para definir la ciencia del coleccionismo y estudio de las postales (Henkin, 1998).

2. Antecedentes Históricos y Predecesores

La tarjeta postal ilustrada es un objeto emblemático de la comunicación visual y escrita, pero su surgimiento es el resultado de una larga evolución de diversos predecesores históricos que abarcan desde la Edad Media hasta el siglo XIX. Su desarrollo estuvo marcado por la convergencia de avances técnicos en la impresión, cambios en las costumbres sociales y la expansión de los sistemas postales nacionales e internacionales (Carrasco Marqués, 2009).

Entre los antecedentes más antiguos de la tarjeta postal ilustrada figuran las tarjetas de visita ilustradas, cuyo uso se remonta, según algunas fuentes, al siglo XIV, aunque su consolidación se produjo en la Francia del siglo XVII, donde era costumbre dejar una tarjeta si no se conocía personalmente al anfitrión, permitiendo así que los dueños de casa comprendieran el motivo de la visita mediante breves anotaciones (Carrasco Marqués, 1992). Estas tarjetas solían incluir el monograma o escudo del portador y, con el tiempo, incorporaron estampas gráficas que representaban situaciones sociales, sentando un precedente directo para la posterior ilustración postal (Carrasco Marqués, 2009).

Otros antecedentes relevantes incluyen los naipes, en cuyos márgenes los jugadores escribían ocasionalmente sus nombres; los anuncios comerciales ilustrados surgidos en el siglo XVII; y el papel de escribir ilustrado desarrollado en el siglo XVIII. A partir de 1840, con la introducción de los sobres de correspondencia ilustrados, se amplió el repertorio de soportes gráficos para la comunicación personal y comercial (Teixidor Cadenas, 1999).

En 1777, el francés Demaison intentó comercializar tarjetas de saludo abiertas con grabados y texto impreso. Sin embargo, esta iniciativa fracasó debido a la falta de interés del público general, especialmente de la alta sociedad, que rechazaba la idea de que cualquier persona pudiera leer el contenido del mensaje (López Hurtado, 2013). Tras sufrir pérdidas económicas, abandonó el proyecto, que desapareció en el contexto de la Revolución Francesa.

El 6 de mayo de 1840, Gran Bretaña revolucionó el sistema postal con la emisión del primer sello postal del mundo, transfiriendo el costo del franqueo del destinatario al remitente. En este contexto, Sir Rowland Hill propuso la creación de sobres prefranqueados ilustrados. Aunque el diseño inicial de Henry Cole no fue aceptado, se implementó la alternativa de Sir William Mulready, conocida como los "sobres Mulready", que constituyeron un importante precedente para la ilustración postal (Teixidor Cadenas, 1999).

Un avance significativo se produjo en 1854 con la aparición de las tarjetas de visita fotográficas (aproximadamente 6x9 cm), que evolucionaron en 1866 con las fotografías de gabinete (11x16 cm), ampliando las posibilidades expresivas y comunicativas del medio (Del Valle Gastaminza, s.f.).

3. Génesis Conceptual y Materialización de una Idea

3.1. Los Antecedentes Intelectuales: La Visión de Von Stephan

El origen conceptual de la tarjeta postal no fue un evento fortuito, sino el resultado de una reflexión sobre la eficiencia y la economía en las comunicaciones. La idea primigenia se atribuye al Dr. Heinrich von Stephan, una figura clave en la modernización postal y secretario de Estado de Correos del Imperio Alemán (Carreras y Candi, 1903). Durante el Congreso Postal Internacional de Karlsruhe en 1865, Stephan propuso la creación de los "Enteros Postales", unas hojas de carta oficiales que circularían sin sobre con el fin de abaratar costes y agilizar el intercambio epistolar (Almarcha, 2007). Sin embargo, la propuesta fue recibida con escepticismo; los temores a una posible merma en los ingresos estatales y, sobre todo, la reticencia cultural a exponer el contenido de la correspondencia a la vista pública, hicieron que la iniciativa no prosperara en aquel momento (Guereña, 2005).

Tres años después, la Oficina Principal de Correos en Berlín recibió dos propuestas similares adicionales, casi al mismo tiempo. La primera (julio 1868) vino de un librero de Leipzig, Friedlein, quien pidió permiso para emitir una postal universal; la segunda (1 de agosto de 1868) fue de otro librero en Leipzig, Friedrich Wilhelm Pardubitz, recomendando la introducción de una tarjeta de correspondencia universal (Carrasco Marqués, 2018). Un lado de la tarjeta estaba destinado para la dirección y, en el lado opuesto, se imprimieron 30 textos diferentes. Estas eran frases cortas: una variedad de saludos; felicitaciones de cumpleaños o santo; expresiones de condolencia; etc. El remitente de la tarjeta podía elegir la frase más apropiada y eliminar el resto. Ambas propuestas fueron declinadas por la Oficina Principal de Correos, nominalmente porque las tarjetas carecían del carácter de una carta (Henkin, 1998).

3.2. El Nacimiento de la "Correspondenz-Karte" en Austria

La idea de introducir la postal abierta, que había sido expresada en Karlsruhe, despertó el interés del representante austriaco Kolbensteiner, quien hizo conocer la idea al Dr. Emanuel Herrmann (1839-1902), el Profesor de Economía en la Academia Militar en Wiener Neustadt (López Hurtado, 2013). Él encontró la idea tan atractiva que la persiguió intensamente en los años siguientes.

El 26 de enero de 1869, él publicó un artículo extenso en el periódico vespertino de Viena, Neue Freie Presse, con la propuesta de introducir una postal abierta, del tamaño de un sobre de carta, en el territorio de Austria-Hungría; el franqueo costaría dos kreutzers (Teixidor Cadenas, 1999). Herrmann señaló, entre otras cosas, que los costos de las cartas eran demasiado altos. Un tercio de todas las cartas comerciales y privadas eran solo comunicaciones muy breves que no eran, por su naturaleza, íntimas o secretas, y por lo tanto podrían escribirse igual de fácilmente en postales abiertas.

El Ministerio de Correos austriaco respondió excepcionalmente de manera flexible y, contrario a su práctica común, inusualmente rápido. Y así, el 25 de septiembre de 1869, emitió un decreto introduciendo la tarjeta de correspondencia en la práctica postal. El 1 de octubre de 1869, la administración postal austrohúngara puso en circulación la primera tarjeta postal oficial del mundo: la "Correspondenz-Karte". Se trataba de una cartulina de color beige claro, con una tarifa preimpresa de 2 kreuzar, el anverso destinado a la dirección y el reverso completamente en blanco para el mensaje (López Hurtado, 2013). Su éxito fue inmediato y rotundo, demostrando que existía una demanda social latente para una forma de comunicación más directa y asequible. Durante los primeros tres meses, casi tres millones de estas tarjetas de correspondencia se vendieron en Austria-Hungría (Sánchez Vigil, 2001).

4. La Expansión Internacional y la Estandarización Regulatoria

4.1. La Adopción Global de un Fenómeno Comunicativo

La popularidad masiva de la tarjeta de correspondencia en Austria-Hungría hizo que otros países del mundo desearan seguir el ejemplo. El primero en hacerlo fue la Confederación Alemana del Norte (constituida en 1866), donde la tarjeta de correspondencia se puso a la venta el 25 de junio de 1870 (Willoughby, 1999). Era de 163x108 mm de tamaño, y un sello tenía que ser afijado con pasta. Fue franqueada con un sello del valor de un grosch de plata, que era la tarifa para una carta normal dentro del país.

Es claro que el público general apreció la brevedad forzada de la comunicación ya que, solo en Berlín, alrededor de 45,000 tarjetas se vendieron a los interesados en el día mencionado. Para el final de 1870, más de diez millones se habían vendido en Alemania (Henkin, 1998). Aún en 1870, las tarjetas de correspondencia fueron introducidas en Baviera, Württemberg, Suiza e Inglaterra (otras fuentes atribuyen este evento a 1871 y también 1874). El éxito de la "Correspondenz-Karte" fue tan evidente que su adopción por otras naciones fue casi inmediata, trazando un mapa de la rápida interconexión del mundo decimonónico. En 1871, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Finlandia, Canadá y Alemania Unida siguieron; en 1872, Noruega, Suecia, Rusia y Ceilán (Sri Lanka); en 1873, Francia, Serbia, España, Islandia, Chile, Japón, E.U.A., en 1874 Italia, Rumania y Luxemburgo, en 1875 Guatemala, en 1876 Grecia, en 1877 Turquía, etc. (Henkin, 1998).

Esta rápida expansión, sin embargo, puso de manifiesto un problema fundamental: la falta de un marco regulatorio internacional, ya que la circulación de estas tarjetas estaba inicialmente limitada a las fronteras de cada país (Willoughby, 1999).

4.2. La Creación de la Unión Postal Universal (UPU)

La necesidad de una estandarización para facilitar el correo transfronterizo fue el principal impulso para la creación de un organismo internacional. Nuevamente, la figura de Heinrich von Stephan fue decisiva. Bajo su liderazgo, se convocó el Congreso de Berna, que culminó con la firma de un tratado el 15 de septiembre de 1874, estableciendo la Unión Postal General (Rapisarda, 1998).

Inicialmente, el uso de las tarjetas postales estaba restringido a la comunicación dentro de las fronteras nacionales, reflejando las particularidades de los sistemas postales de cada país. Sin embargo, la creación de la Unión Postal Universal (UPU) en 1874, durante la Conferencia Postal Internacional de Berna, liderada en gran parte por Stephan, marcó un punto de inflexión al estandarizar tarifas y formatos, permitiendo la circulación internacional de este medio (Almarcha, 2007).

Esta organización, que en 1878 adoptaría su nombre definitivo de Unión Postal Universal (UPU), consolidó la tarjeta postal como un símbolo de conectividad global, transformándola en un vehículo de intercambio cultural y personal a escala mundial. La organización adoptó el francés como lengua oficial y estableció su sede en Berna, desempeñando un papel crucial en la estandarización de tarifas, límites de peso y tamaño, así como en las condiciones de aceptación de la correspondencia internacional (Rapisarda, 1998).

En 1878 se acordaron varios aspectos fundamentales: la definición de un tamaño estándar (inicialmente 11.5x8 cm, posteriormente 14x9 cm), el establecimiento de normas sobre grosor y peso, la definición de un formato y orientación estándar con bordes rectilíneos u ondulados, y la regulación del franqueo y la ubicación de los sellos postales (Teixidor Cadenas, 1999). Esta estandarización internacional resultó fundamental para el posterior desarrollo de la industria postal y para la configuración de un mercado global de tarjetas postales ilustradas, estableciendo las bases técnicas y comerciales que permitirían su expansión masiva durante las primeras décadas del siglo XX.

Estas medidas no solo permitieron que una postal viajara por todo el mundo con un único franqueo, sino que también abrieron la puerta a la innovación comercial y a la transformación del medio en un vehículo de comunicación visual (Sánchez Vigil, 2001).

5. La Revolución Visual: De la Palabra a la Imagen

5.1. Los Primeros Experimentos Ilustrados en Tiempos de Guerra

El surgimiento de la tarjeta postal ilustrada en Europa durante el siglo XIX está vinculado a una serie de innovaciones técnicas, necesidades sociales y acontecimientos históricos. Uno de los primeros nombres asociados a este desarrollo es el del inglés Barón Raphael Tuck, quien, tras iniciarse en la impresión de libros y carecer de recursos, transformó su destino al producir postales navideñas en 1866 (Hacking, 2007). Aunque algunos informes sitúan la invención de la postal ilustrada en 1884, su idea fundamental fue que una imagen de un paisaje o ciudad extranjera, o una felicitación ilustrada, podía comunicar de manera más eficaz y rápida que una carta extensa.

En 1868, se distribuyó por correo una tarjeta ilustrada de dimensiones poco habituales (18x12 cm), diseñada por el litógrafo J. Miesler de Berlín. En su anverso, ocho edificios emblemáticos de la ciudad aparecían enmarcados en cartelas decorativas, acompañados de los horarios de visita, bajo la inscripción "Sehenswürdigkeiten Berlins" (Alonso Laza, 1997). Casi al mismo tiempo que se popularizaban las tarjetas de correspondencia, comenzaron a aparecer sellos de compañías en ambos lados de la tarjeta, realizados tanto en goma como en metal. Estas impresiones, que también se encontraban en papelería bajo la firma de los propietarios, fueron evolucionando hacia la inclusión de logos e imágenes empresariales impresas en talleres gráficos (Guereña, 2005).

La primera impresión pictórica profesional documentada en una tarjeta postal proviene de la Confederación Alemana del Norte y fue obra de August Schwartz, librero e impresor en Oldenburg. Tras el inicio de la guerra Franco-Prusiana, Schwartz envió el 16 de julio de 1870 una tarjeta con un mensaje en latín a sus suegros en Magdeburgo, añadiendo en la esquina izquierda del lado de la dirección una imagen de un artillero junto a un cañón (Carrasco Marqués, 2009).

Existen registros que atribuyen a una tarjeta austriaca de 1869 la primera impresión privada adicional, al mostrar una representación del monasterio Stift Melk an der Donau; esta pieza fue enviada desde Viena el 31 de diciembre de ese año. Por otra parte, destaca una tarjeta de la oficina del periódico Zmaj (Dragón), editado en Viena en serbio y en alfabeto cirílico, cuyo diseño correspondió al topógrafo militar Petar Manojlovič y fue grabado en cobre por R. von Waldheim (Carrasco Marqués, 2018).

Durante el asedio de Estrasburgo en 1870, la escasez de materiales llevó a Léon Besnardeux, comerciante de Sillé-le-Guillaume, a fabricar tarjetas cortando cartón de cuadernos y estampando emblemas militares junto al espacio para la dirección y el sello. Esta solución permitió a los soldados del ejército de Bretaña mantener la correspondencia, empleando tarjetas de 60 x 90 mm con inscripciones como "Guerre de 1870 / Camp de Conlie" (Wilfred Bentley, s.f.).

En 1875, August Schwartz realizó su primera serie de postales ilustradas utilizando un grabado en madera del artista Gubitz. Ese otoño, publicó dos colecciones de 25 tarjetas cada una, consolidando la producción comercial de este formato. Las postales de los años setenta y ochenta eran poco vistosas, con imágenes pequeñas y monocromas, aunque progresivamente se incorporaron colores y las ilustraciones fueron ganando espacio hasta casi desplazar por completo al texto (Carrasco Marqués, 2009).

5.2. La Liberalización de la Producción

Tras la guerra con Prusia, Francia se encontraba en una situación compleja que llevó a la nación a buscar maneras de reforzar sus sistemas de comunicación. Las primeras postales francesas se oficializaron el 20 de diciembre de 1872, siendo bastante básicas y con propósito puramente administrativo. En 1873, los comerciantes comenzaron a ver el potencial publicitario de las postales, llevando al decreto del 26 de octubre de 1875 que liberalizaba la producción de tarjetas postales, permitiendo a comerciantes e impresores producir sus propias postales respetando el formato administrativo establecido (Palá Laguna, 2004). Esta liberalización normativa constituyó un hito fundamental en la democratización de la producción postal, estableciendo las bases para el posterior desarrollo de una industria editorial especializada en la comunicación visual masiva.

6. La Transformación Tecnológica y Artística

La transformación tecnológica y artística de las tarjetas postales durante el último cuarto del siglo XIX constituye un fenómeno de singular relevancia en la historia de los medios de comunicación visual. Este período, caracterizado por una convergencia excepcional entre innovaciones técnicas y demandas socioculturales emergentes, estableció los fundamentos de lo que posteriormente se consolidaría como la cultura visual de masas (Riego Amézaga, 1997).

6.1. Los Avances en Técnicas de Impresión

El período entre 1876 y 1890 marcó una transformación fundamental en la historia de las tarjetas postales, evolucionando de meros vehículos para mensajes escritos a importantes medios de comunicación visual. La innovación técnica representada por la fototipia permitió imprimir imágenes fotográficas con una nitidez excepcional y bajo coste económico, mediante la descomposición de las imágenes en tramas de pequeños puntos con gran variedad de tonos de grises, eliminando la necesidad de la traslación previa a un dibujo de la imagen captada por la cámara (Crespo Jiménez y Villena Espinosa, 2007).

Esta técnica facilitó una producción de postales "semi industrializadas" ya que en cada hoja se podían imprimir hasta 30 postales de tamaño 9 por 14 cm. Con la llegada de la ilustración a las postales, se produjo una expansión temática ilimitada, ya que todos los lugares y temas podían ser representados en los anversos. El proceso de coloreado se inició con el simple retoque a mano, siguiendo las técnicas tradicionales que se habían desarrollado anteriormente en la fotografía de estudio profesional. Las mejoras en las técnicas de reproducción de litografías y sus versiones cromáticas como cromolitografías y fotocromo, junto con las fotografías mediante fototipia, impulsaron decisivamente la aparición de la tarjeta postal ilustrada como producto comercial viable (Mayer, 1972).

6.2. La Diversificación Temática

Las tarjetas postales topográficas marcaron una etapa crucial en la evolución del medio, representando una transición paradigmática desde la simple correspondencia escrita hacia un medio visualmente ilustrativo de alcance masivo. Durante los siglos XIX y XX, coincidiendo con la expansión de los imperios coloniales y el aumento exponencial del turismo, se generó una demanda creciente de materiales que representaran visualmente lugares lejanos y exóticos (Riego Amezaga, 1997).

Uno de los pioneros fundamentales en el nuevo formato fue el litógrafo Miesler, a quien la historiografía especializada atribuye la conversión innovadora de folletos turísticos ilustrados en objetos postales y la introducción de pequeñas ilustraciones tipo viñeta mediante tipografía especializada con la leyenda característica "Gruss aus / Greetings from", estableciendo un hito fundamental en la comunicación visual moderna (Hacking, 2007).

Esta diversificación temática no constituyó únicamente una expansión comercial, sino que representó la democratización del acceso a la experiencia visual de territorios y culturas previamente reservados a las élites viajeras. Las tarjetas postales se convirtieron así en ventanas virtuales que permitían a las clases medias emergentes acceder a una geografía visual hasta entonces inaccesible, estableciendo los fundamentos conceptuales de lo que posteriormente se consolidaría como turismo visual de masas (Riego Amezaga, 1997).

7. Las Exposiciones Universales como Catalizadores

Las Exposiciones Universales desempeñaron un papel fundamental como espacios de experimentación y popularización de la tarjeta postal ilustrada, funcionando como laboratorios culturales donde se ensayaron nuevas modalidades de comunicación visual masiva (Greenhalgh, 1988). Estos eventos internacionales constituyeron momentos privilegiados donde la convergencia de visitantes de múltiples nacionalidades, innovaciones tecnológicas y estrategias comerciales creó las condiciones óptimas para el desarrollo y difusión del medio postal ilustrado (Rydell, 1984).

7.1. París (1889): La Consagración de un Símbolo

La Exposición Universal de París de 1889, que conmemoraba el centenario de la Revolución Francesa, fue el escenario de la consagración definitiva de la postal (Mandell, 1967). El diario Le Figaro editó varias tarjetas postales con vistas de la Torre Eiffel a partir de grabados de León Libonis, estableciendo un precedente técnico y comercial que demostraría el potencial excepcional del formato postal ilustrado como vehículo de comunicación visual (Loyrette, 1985). Vendidas en la propia torre, estas postales se convirtieron en el recuerdo por excelencia del evento, con una tirada de 300.000 ejemplares que demostró el inmenso potencial comercial del formato (Loyrette, 1985). Esta iniciativa editorial no solo representó una innovación técnica, sino que estableció las bases conceptuales para la integración de elementos arquitectónicos emblemáticos en la narrativa visual postal.

7.2. Chicago (1893): El Nacimiento del Marketing Moderno

La Exposición Mundial Colombina de Chicago de 1893 marcó un hito al ser la primera exposición universal celebrada fuera de Europa, conmemorando el cuarto centenario de la llegada de Colón a América. Durante sus seis meses de duración, el evento atrajo 27 millones de visitantes, convirtiéndose en la exposición más exitosa de su época (Burg, 1976). El empresario Charles W. Goldsmith obtuvo el contrato para producir las postales oficiales a color de la feria. Su plan revolucionario consistía en venderlas a través de máquinas expendedoras repartidas por todo el recinto, a un precio de dos tarjetas por cinco centavos (Ryan, 1982). El éxito fue abrumador: se vendieron casi dos millones de tarjetas, generando ingresos masivos y estableciendo un nuevo paradigma de marketing y distribución que sería fundamental para el desarrollo posterior de la industria (Henkin, 1998).

El año 1893 se considera el momento fundacional de la comercialización masiva de postales ilustradas, marcando el inicio de una nueva era en la comunicación visual y el marketing moderno (Morgan & Brown, 2006).

8. Impacto Sociocultural y Consolidación del Fenómeno

8.1. La Democratización de la Imagen y el Coleccionismo

La edad de oro de la tarjeta postal, que se extiende desde la década de 1890 hasta la Primera Guerra Mundial, se fundamenta en su profundo impacto sociocultural. Su principal contribución fue la democratización de la imagen. En una época en que la fotografía era un lujo y los libros ilustrados eran caros, la postal puso el mundo visual al alcance de las clases populares (Riego Amézaga, 1997). Se convirtió en una ventana a través de la cual se podían conocer lugares, monumentos y costumbres, generando un "gran archivo universal de imágenes" que hoy constituye un patrimonio visual de valor incalculable (Staff, 1966).

Este fenómeno impulsó asimismo nuevas prácticas sociales, como el coleccionismo, que se convirtió en una afición masiva, especialmente entre las mujeres de clase media, fomentando la creación de redes y clubes internacionales como la Asociación Mundial Kosmopolit, fundada en 1897 (Willoughby, 1999).

8.2. La Hegemonía de la Imagen y la Evolución del Formato

Inicialmente, las normativas postales obligaban a reservar todo el reverso de la tarjeta para la dirección, forzando a que los mensajes se escribieran en los márgenes del anverso, junto a la ilustración. Esto condicionó el diseño, dejando espacios en blanco alrededor de la imagen. Sin embargo, la primacía de lo visual era imparable. La industria, impulsada por pioneros como Dominique Piazza en Marsella, que en 1891 comenzó a producir tarjetas postales puramente fotográficas, presionaba por un mayor espacio para la imagen (Kyrou, 1966).

El cambio definitivo llegó a principios del siglo XX. En 1902, Gran Bretaña propuso dividir el reverso en dos secciones: una para el mensaje y otra para la dirección. Esta solución fue adoptada oficialmente por la UPU en su congreso de 1906, dando lugar al formato que conocemos hoy. Esta modificación liberó por completo el anverso para la ilustración, consolidando definitivamente la hegemonía de la imagen y el rol de la tarjeta postal como el primer medio de comunicación icónica de masas (Willoughby, 1999). Como bien lo describió James Douglas en 1893, la postal había "liberado al autor moderno" de la "esclavitud" de escribir largas cartas, realzando así los placeres del viaje y de la comunicación rápida en un mundo que ya no volvería a ser el mismo (Henkin, 1998).

9. Conclusiones

La tarjeta postal ilustrada representa uno de los fenómenos comunicativos más significativos en la transición entre los siglos XIX y XX, constituyendo un objeto de estudio privilegiado para comprender las transformaciones socioculturales, tecnológicas y artísticas de este período histórico. Su evolución desde un simple soporte de correspondencia hasta un sofisticado medio de comunicación visual refleja los profundos cambios que experimentaba la sociedad occidental en su conjunto, particularmente en relación con la democratización del acceso a la imagen y la expansión de los horizontes geográficos y culturales de las clases medias emergentes (Riego Amézaga, 1997).

La convergencia tecnológica entre los avances en las técnicas de impresión, la expansión de los sistemas postales y el desarrollo de la fotografía creó las condiciones materiales para el surgimiento de este nuevo medio, mientras que las transformaciones sociales vinculadas al aumento de la alfabetización, la movilidad geográfica y el turismo generaron la demanda cultural que impulsó su extraordinaria difusión (Crespo Jiménez y Villena Espinosa, 2007).

La tarjeta postal ilustrada se consolidó como el primer medio de comunicación visual de masas, anticipando muchas de las características que posteriormente definirían a los medios audiovisuales del siglo XX: su capacidad para transmitir mensajes visuales estandarizados a audiencias masivas, su potencial para construir imaginarios colectivos sobre territorios y culturas, y su función como vehículo de intercambio cultural a escala global (Guereña, 2005).

En la actualidad, el estudio de las tarjetas postales históricas trasciende el ámbito del coleccionismo para constituirse en una valiosa fuente documental que permite reconstruir no solo la evolución de las técnicas gráficas y fotográficas, sino también las transformaciones del paisaje urbano, las prácticas sociales y los imaginarios culturales de una época fundamental en la configuración de la modernidad (Almarcha, 2007).

La tarjeta postal ilustrada, en su aparente modestia material, encierra así una extraordinaria riqueza como testimonio histórico y como objeto cultural, representando uno de los fenómenos más significativos en la genealogía de la comunicación visual contemporánea (Carrasco Marqués, 2009).

Referencias

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