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15/6/25

4.2. Historia de la Tarjeta Postal en España (1873-1900)

Evolución de un Medio Visual y Comunicativo

La tarjeta postal española experimentó una transformación radical entre 1873 y 1936, evolucionando desde un simple medio de correspondencia económica hasta convertirse en un fenómeno cultural de masas que democratizó el acceso a la imagen fotográfica y configuró nuevos imaginarios colectivos. Este proceso, enmarcado en el contexto de la modernización comunicativa europea, refleja las tensiones entre innovación tecnológica, control estatal y desarrollo de una industria editorial especializada.

Los Antecedentes Europeos y la Implementación Tardía (1869-1873)

1. Introducción: La Tarjeta Postal como Objeto de Estudio Histórico

La tarjeta postal constituye un fenómeno singular en la historia de la comunicación visual y escrita, especialmente en el contexto de la España de las primeras décadas del siglo XX (Guereña, 2005). Su análisis permite comprender los procesos de modernizacióndemocratización de la imagen y transformación social que caracterizaron el periodo comprendido entre 1873 y 1936 (Riego, 2011). Este medio de comunicación, a la vez escrito y visual, permite un acercamiento pormenorizado de las realidades sociales a partir de finales del siglo XIX, así como una comprensión generalizada de las representaciones estereotipadas de las mismas (Guereña, 2005). La tarjeta postal representa mucho más que un simple instrumento de comunicación postal; constituye un auténtico objeto cultural que simboliza su época, actuando como vector de representaciones y mentalidades, y configurándose como un verdadero rito de sociabilidad tanto entre coleccionistas como entre familiares y amigos (Guereña, 2005).

2. Orígenes y Contexto Político (1873-1900)

2.1. La Primera República y el Nacimiento de la Postal

La tarjeta postal española tiene sus orígenes directamente vinculados al modelo austriaco desarrollado por Emmanuel Hermann, economista y profesor que publicó el 26 de enero de 1869 en el periódico vienés Neue Freie Presse un artículo titulado "Sobre un nuevo medio de correspondencia postal" (Benjamin, 1936). La propuesta de Hermann respondía a una necesidad económica práctica: crear un sistema de correspondencia económica más barato que la carta tradicional, inicialmente limitado a 20 palabras y sin la privacidad del sobre (Benjamin, 1936).

Austria-Hungría materializó inmediatamente esta innovación cuando el 1 de octubre de 1869 emitió la primera Correspondenz-Karte del mundo (Benjamin, 1936). Esta primera postal oficial llevaba un sello de 2 coronas con la efigie del emperador Francisco José en color amarillo, estableciendo el formato estándar que se extendería rápidamente por Europa (Benjamin, 1936). El éxito fue inmediato: en los primeros tres meses se vendieron más de tres millones de unidades, y al final del primer año Austria-Hungría había emitido 50 millones de tarjetas (Benjamin, 1936).

En España, la implementación se vio significativamente retrasada por la inestabilidad política del Sexenio Democrático (Almarcha & Villena, 2019). Aunque Práxedes Mateo Sagasta, entonces Ministro de la Gobernación, había dictado una Real Orden en mayo de 1871 autorizando legalmente la fabricación de tarjetas postales durante la monarquía de Amadeo I (Cotter, 1973), la crisis política impidió su materialización práctica durante más de dos años (Almarcha & Villena, 2019).

La tarjeta postal oficial española finalmente apareció el 1 de diciembre de 1873, durante la Primera República (Guereña, 2005). Estas primeras tarjetas llevaban la inscripción "República Española Tarjeta Postal" con un sello de 5 céntimos que mostraba la efigie de la República, impresas en azul y negro por la Fábrica Nacional del Sello (Guereña, 2005). El diseño incluía instrucciones específicas: "Lo que debe escribirse se hará en el reverso e irá firmado por el remitente", evidenciando las preocupaciones administrativas sobre seguridad y control en las comunicaciones (Guereña, 2005).

2.2. Los "Enteros Postales" y las Primeras Postales Comerciales

El período comprendido entre la autorización legal de 1871 y la emisión oficial de 1873 constituyó una fase experimental caracterizada por iniciativas privadas pioneras (Biblioteca Nacional de España, 2014). Este vacío administrativo fue aprovechado por emprendedores que anticipándose al Estado, lanzaron sus propias postales, creando un mercado paralelo que evidenciaba tanto la demanda existente como el ingenio empresarial de la época (Biblioteca Nacional de España, 2014).

Abelardo de Carlos y Almansa, editor gaditano y propietario de La Ilustración Española y Americana, fue el verdadero pionero al lanzar la primera postal conocida el 7 de agosto de 1871 (Biblioteca Nacional de España, 2014). Estas tarjetas, impresas sobre cartulinas blancas y amarillas en tinta azul y negra, se caracterizaban por incluir franjas publicitarias promocionando sus publicaciones (Biblioteca Nacional de España, 2014). Como no tenían sello impreso, circulaban pagando el importe total de una carta ordinaria, constituyendo el primer precursor de los enteros postales (Biblioteca Nacional de España, 2014).

Paralelamente, Mariano Pardo de Figueroa, más conocido como Dr. Thebussem, desarrolló en mayo de 1873 una singular campaña crítica mediante postales satíricas (Carrasco, 1992). Este aristócrata gaditano, natural de Medina Sidonia, editó cuatro tiradas diferentes entre mayo y junio de 1873, denunciando la ineficacia estatal con la provocativa leyenda "ínterin el gobierno no sale de su cuidado" (Carrasco, 1992).

Las primeras tarjetas oficiales, conocidas como "enteros postales", se caracterizaban por tener el sello impreso en la cartulina sin incluir ningún tipo de ilustración (Cotter, 1973). Antes de que aparecieran estas tarjetas postales oficiales, empezaron a circular tarjetas comerciales privadas hasta que se prohibieron por orden del 8 de noviembre de 1873, para evitar la competencia con las postales oficiales (Biblioteca Nacional de España, 2014). Entre las tarjetas privadas que circularon en régimen de tolerancia hasta el 30 de noviembre de 1873, cabe mencionar la tarjeta personal de Mariano Pardo de Figueroa, más conocido como el Dr. Thebussem, impresa en Cádiz a principios de mayo de 1873 (Carrasco, 1992).

La producción inicial fue masiva, alcanzando más de tres millones de unidades en los dos primeros años, revelando la enorme demanda acumulada (Biblioteca Nacional de España, 2014). La implementación oficial conllevó inmediatamente la prohibición de las iniciativas privadas mediante orden del 8 de noviembre de 1873, estableciendo un monopolio estatal que se mantendría hasta 1887 (Biblioteca Nacional de España, 2014).

2.3. Las Primeras Postales Ilustradas

La Unión Postal Universal, establecida en 1878, marcó un punto de inflexión en la estandarización internacional de las comunicaciones postales al autorizar la circulación internacional de tarjetas postales y fijar el formato estándar de 9 x 14 centímetros (Ripert & Frère, 1983). Esta medida permitió la edición privada de postales, rompiendo con el monopolio estatal que hasta entonces había caracterizado el sector postal en la mayoría de países europeos.

España se adaptó a estas disposiciones internacionales mediante dos instrumentos normativos cruciales: la Real Orden del 31 de diciembre de 1886, que derogó la prohibición de tarjetas privadas vigente desde 1873, y la del 28 de enero de 1887, que estableció las especificaciones técnicas precisas para la circulación postal (Ripert & Frère, 1983). Esta liberalización respondía a múltiples presiones: la industria gráfica nacional observaba el desarrollo del sector en países vecinos como Francia y Alemania, las regulaciones internacionales tendían hacia la apertura del mercado postal, y el reconocimiento oficial de que el monopolio estatal había limitado tanto la innovación técnica como la diversificación temática (Palá, 2014).

2.4. Pioneros de la Postal Ilustrada Española

En 1890, dos fotógrafos suizos, Oscar Hauser Muller y Adolf Menet Kurstiner, fundaron en Madrid la Sociedad Regular Colectiva que más tarde se convertiría en la empresa especializada en artes gráficas conocida como Fototipia Hauser y Menet. La empresa se estableció inicialmente en la calle del Desengaño número 11, trasladándose posteriormente al número 30 de la calle de la Ballesta.

El 12 de octubre de 1892, coincidiendo con las celebraciones del IV Centenario del Descubrimiento de América, Hauser y Menet editó la primera postal ilustrada que circuló en España con el título "Recuerdo de Madrid" (Guereña, 2005). Esta postal histórica estaba franqueada con un sello conocido como tipo "Pelón" de 10 céntimos y presentaba cuatro imágenes características de Madrid: la plaza de toros, la carrera de San Jerónimo, la Puerta del Sol y la calle de Alcalá.

La importancia de esta primera postal trasciende su valor como mero objeto comunicativo, representando el inicio de una nueva era en la cultura visual española. Curiosamente, uno de los primeros ejemplares conservados circuló en diciembre de 1898 con destino a Brujas (Bélgica), evidenciando desde sus inicios el carácter internacional de este medio de comunicación.

El éxito de Hauser y Menet fue extraordinario: de quinientas tarjetas vendidas en 1892, la empresa pasó a contar con 1.300 referencias diferentes y un tiraje de quinientas mil tarjetas mensuales en 1902 (Carrasco, 1992). En la frontera del siglo XX, la empresa tenía más de medio millar de ejemplares con vistas diferentes y llegó a concentrar el 40% de la producción nacional de postales ilustradas del siglo XIX (Teixidor, 1999).

La casa Hauser y Menet llegó a editar medio millón de postales al mes en 1901, a pesar de la competencia de otras imprentas especializadas como J. LaurentRomo y Füssel o Sáez Calleja. Entre sus clientes destacados se encontraban Antonio Cánovas y la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante (MZA).

2.5. La Diversificación del Sector Editorial

La respuesta del mercado a la liberalización fue inmediata y entusiasta. Se contabilizaron más de 140 editores e impresores locales dedicados a comercializar tarjetas postales ilustradas sobre temas españoles antes de 1900 (Biblioteca Nacional de España, 2014). Esta cifra extraordinaria evidencia tanto la demanda acumulada durante los años de monopolio estatal como el dinamismo empresarial de la industria gráfica española (Carrasco, 1992).

A partir de 1897, considerada la fecha definitiva para la eclosión de la tarjeta postal ilustrada, comenzó la diversificación temática y técnica del sector. Los editores privados experimentaron con una variedad de temas que habían estado vedados durante el período de monopolio estatal: vistas urbanasmonumentos históricosescenas costumbristas y reproducciones artísticas (Palá, 2014).

En 1900, la editorial Bailly-Bailliere innovó aprovechando el éxito de la fotografía estereoscópica, editando dos colecciones estereoscópicas de 24 vistas de España y otra de la Exposición Universal de París, denominándose estas postales "estereotarjetas". Estas postales permitían, mediante visores especiales, una verosímil sensación de tridimensionalidad.

Simultáneamente, la casa Laurent aprovechó el archivo fotográfico de Jean Laurent, que había acumulado más de 12.000 negativos de vidrio con fotografías de tipos populares, vistas urbanas y monumentos. Laurent, establecido en Madrid desde 1843 y dedicado a la fotografía desde 1855, había creado uno de los archivos fotográficos más importantes de España. En 1900, bajo la denominación "Sucesor de Laurent", la empresa inició la publicación de la Serie A con reproducciones de cuadros modernos y la Serie B de tipos españoles.

La historia de los orígenes de la tarjeta postal española refleja, por tanto, la confluencia de innovaciones técnicas europeastransformaciones políticas nacionales y iniciativas empresariales privadas que, en el contexto de la modernización comunicativa del siglo XIX, establecieron las bases de lo que se convertiría en uno de los medios de democratización de la imagen más importantes de la época (Almarcha & Villena, 2019).

3. La Evolución Técnica y la Aparición de la Postal Ilustrada

3.1. Innovaciones en la Reproducción de Imágenes

La liberalización de 1887 coincidió con un momento particularmente favorable para la industria gráfica española. Los avances técnicos en litografía y los primeros desarrollos de la fototipia ofrecían nuevas posibilidades para la reproducción de imágenes de alta calidad a costes relativamente reducidos. Este procedimiento técnico revolucionario conseguía abaratar extraordinariamente los costes de producción, popularizando la tarjeta postal al situar su precio de compra al alcance de muchas economías. La fototipia permitía obtener desde algunos centenares hasta varios miles de ejemplares con una calidad superior a los métodos tradicionales (Tesauros, 1999), aunque posteriormente sería desplazada por el huecograbado, la litografía y especialmente la cromolitografíaEl auge de la postal se explica por la incorporación de nuevas técnicas de impresión como la litografía, la cromolitografía, la fototipia y el fotograbado (Ramírez, 1977). Estas técnicas posibilitaron la reproducción fiel de imágenes fotográficas y artísticas, democratizando el acceso a la imagen y contribuyendo a la formación de una cultura visual de masas (Mirzoeff, 2003). La fototipia, procedimiento técnico que permitía reproducir clisés fotográficos sobre una capa de gelatina bicromatada, fue especialmente relevante para la difusión de vistas de ciudades, monumentos y retratos, conservando una gran cantidad de arte gráfico gracias a la estabilidad de sus tintas (Guereña, 2005). La multiplicación fácil de la imagen era la condición sine qua non de la existencia de la tarjeta postal, y con las tarjetas postales puede hablarse de la aparición de nuevos circuitos populares de difusión de imágenes (Benjamin, 1936).

3.2. De la Imagen Monocroma a la Postal en Color

Cuando encontramos una postal con imagen azulada, impresa en fototipia, no hay que confundirla con un cianotipo (Ramírez, 1977). Las postales impresas en fototipia eran a veces iluminadas a mano, utilizando la técnica de la acuarela (Guereña, 2005). La cromolitografía es una técnica de reproducción de imágenes planográfica, es decir, se realiza sin relieve, a diferencia de la calcografía o la xilografía (Ramírez, 1977). Para realizar una cromolitografía, es necesario utilizar una piedra distinta para cada color, estampando primero los colores más claros y después los más oscuros (Biblioteca Nacional de España, 2014). La casa Purger & Co. de Múnich utilizó el fotocromo como sistema de impresión, cogiendo fotografías originales en blanco y negro e inventando sus colores (Teixidor, 1999). Estos procesos técnicos transformaron la tarjeta postal en un objeto híbrido, a medio camino entre la obra de arte y el producto industrial (Benjamin, 1936).


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