Evolución de un Medio Visual y Comunicativo
La tarjeta postal española experimentó una transformación
radical entre 1873 y 1936, evolucionando desde un simple medio de
correspondencia económica hasta convertirse en un fenómeno cultural de masas
que democratizó el acceso a la imagen fotográfica y configuró nuevos
imaginarios colectivos. Este proceso, enmarcado en el contexto de la
modernización comunicativa europea, refleja las tensiones entre innovación
tecnológica, control estatal y desarrollo de una industria editorial
especializada.
Los Antecedentes Europeos y la Implementación Tardía
(1869-1873)
1. Introducción: La Tarjeta Postal como Objeto de Estudio
Histórico
La tarjeta postal constituye un fenómeno
singular en la historia de la comunicación visual y escrita, especialmente en
el contexto de la España de las primeras décadas del siglo XX (Guereña, 2005).
Su análisis permite comprender los procesos de modernización, democratización
de la imagen y transformación social que caracterizaron el periodo
comprendido entre 1873 y 1936 (Riego, 2011). Este medio de comunicación, a la
vez escrito y visual, permite un acercamiento pormenorizado de las realidades
sociales a partir de finales del siglo XIX, así como una comprensión
generalizada de las representaciones estereotipadas de las mismas (Guereña,
2005). La tarjeta postal representa mucho más que un simple instrumento de
comunicación postal; constituye un auténtico objeto cultural que
simboliza su época, actuando como vector de representaciones y mentalidades, y
configurándose como un verdadero rito de sociabilidad tanto entre
coleccionistas como entre familiares y amigos (Guereña, 2005).
2. Orígenes y Contexto Político (1873-1900)
2.1. La Primera República y el Nacimiento de la Postal
La tarjeta postal española tiene sus
orígenes directamente vinculados al modelo austriaco desarrollado
por Emmanuel Hermann, economista y profesor que publicó el 26 de
enero de 1869 en el periódico vienés Neue Freie Presse un
artículo titulado "Sobre un nuevo medio de correspondencia postal"
(Benjamin, 1936). La propuesta de Hermann respondía a una necesidad económica
práctica: crear un sistema de correspondencia económica más
barato que la carta tradicional, inicialmente limitado a 20 palabras y sin la
privacidad del sobre (Benjamin, 1936).
Austria-Hungría materializó inmediatamente esta innovación
cuando el 1 de octubre de 1869 emitió la primera Correspondenz-Karte del
mundo (Benjamin, 1936). Esta primera postal oficial llevaba un sello de 2
coronas con la efigie del emperador Francisco José en color amarillo,
estableciendo el formato estándar que se extendería
rápidamente por Europa (Benjamin, 1936). El éxito fue inmediato: en los
primeros tres meses se vendieron más de tres millones de unidades, y al final
del primer año Austria-Hungría había emitido 50 millones de tarjetas (Benjamin,
1936).
En España, la implementación se vio significativamente
retrasada por la inestabilidad política del Sexenio Democrático (Almarcha
& Villena, 2019). Aunque Práxedes Mateo Sagasta, entonces
Ministro de la Gobernación, había dictado una Real Orden en mayo de
1871 autorizando legalmente la fabricación de tarjetas postales
durante la monarquía de Amadeo I (Cotter, 1973), la crisis política impidió su
materialización práctica durante más de dos años (Almarcha & Villena,
2019).
La tarjeta postal oficial española finalmente
apareció el 1 de diciembre de 1873, durante la Primera República (Guereña,
2005). Estas primeras tarjetas llevaban la inscripción "República
Española Tarjeta Postal" con un sello de 5 céntimos que
mostraba la efigie de la República, impresas en azul y negro por
la Fábrica Nacional del Sello (Guereña, 2005). El diseño incluía
instrucciones específicas: "Lo que debe escribirse se hará en el reverso e
irá firmado por el remitente", evidenciando las preocupaciones
administrativas sobre seguridad y control en las
comunicaciones (Guereña, 2005).
2.2. Los "Enteros Postales" y las Primeras
Postales Comerciales
El período comprendido entre la autorización legal de 1871 y
la emisión oficial de 1873 constituyó una fase experimental caracterizada
por iniciativas privadas pioneras (Biblioteca Nacional de
España, 2014). Este vacío administrativo fue aprovechado por emprendedores que
anticipándose al Estado, lanzaron sus propias postales, creando un mercado
paralelo que evidenciaba tanto la demanda existente como el ingenio empresarial
de la época (Biblioteca Nacional de España, 2014).
Abelardo de Carlos y Almansa, editor gaditano y
propietario de La Ilustración Española y Americana, fue el
verdadero pionero al lanzar la primera postal conocida el 7 de agosto
de 1871 (Biblioteca Nacional de España, 2014). Estas tarjetas,
impresas sobre cartulinas blancas y amarillas en tinta azul y negra, se
caracterizaban por incluir franjas publicitarias promocionando
sus publicaciones (Biblioteca Nacional de España, 2014). Como no tenían sello
impreso, circulaban pagando el importe total de una carta ordinaria,
constituyendo el primer precursor de los enteros postales (Biblioteca Nacional
de España, 2014).
Paralelamente, Mariano Pardo de Figueroa, más
conocido como Dr. Thebussem, desarrolló en mayo de 1873 una
singular campaña crítica mediante postales satíricas (Carrasco,
1992). Este aristócrata gaditano, natural de Medina Sidonia, editó cuatro
tiradas diferentes entre mayo y junio de 1873, denunciando la ineficacia
estatal con la provocativa leyenda "ínterin el gobierno no sale
de su cuidado" (Carrasco, 1992).
Las primeras tarjetas oficiales, conocidas
como "enteros postales", se caracterizaban por tener el
sello impreso en la cartulina sin incluir ningún tipo de ilustración (Cotter,
1973). Antes de que aparecieran estas tarjetas postales oficiales, empezaron a
circular tarjetas comerciales privadas hasta que se prohibieron por orden del 8
de noviembre de 1873, para evitar la competencia con las postales oficiales
(Biblioteca Nacional de España, 2014). Entre las tarjetas privadas que
circularon en régimen de tolerancia hasta el 30 de noviembre de 1873, cabe
mencionar la tarjeta personal de Mariano Pardo de Figueroa, más conocido como
el Dr. Thebussem, impresa en Cádiz a principios de mayo de 1873 (Carrasco,
1992).
La producción inicial fue masiva, alcanzando más
de tres millones de unidades en los dos primeros años,
revelando la enorme demanda acumulada (Biblioteca Nacional de España, 2014). La
implementación oficial conllevó inmediatamente la prohibición de las
iniciativas privadas mediante orden del 8 de noviembre de 1873,
estableciendo un monopolio estatal que se mantendría hasta
1887 (Biblioteca Nacional de España, 2014).
2.3. Las Primeras Postales Ilustradas
La Unión Postal Universal, establecida en 1878,
marcó un punto de inflexión en la estandarización internacional de las
comunicaciones postales al autorizar la circulación internacional de
tarjetas postales y fijar el formato estándar de 9 x 14 centímetros
(Ripert & Frère, 1983). Esta medida permitió la edición privada de
postales, rompiendo con el monopolio estatal que hasta
entonces había caracterizado el sector postal en la mayoría de países europeos.
España se adaptó a estas disposiciones internacionales
mediante dos instrumentos normativos cruciales: la Real Orden del 31 de
diciembre de 1886, que derogó la prohibición de tarjetas privadas vigente
desde 1873, y la del 28 de enero de 1887, que estableció las especificaciones
técnicas precisas para la circulación postal (Ripert & Frère,
1983). Esta liberalización respondía a múltiples presiones:
la industria gráfica nacional observaba el desarrollo del
sector en países vecinos como Francia y Alemania, las regulaciones
internacionales tendían hacia la apertura del mercado postal, y el
reconocimiento oficial de que el monopolio estatal había limitado tanto
la innovación técnica como la diversificación temática (Palá,
2014).
2.4. Pioneros de la Postal Ilustrada Española
En 1890, dos fotógrafos suizos, Oscar Hauser Muller y Adolf
Menet Kurstiner, fundaron en Madrid la Sociedad Regular Colectiva que
más tarde se convertiría en la empresa especializada en artes gráficas conocida
como Fototipia Hauser y Menet. La empresa se estableció
inicialmente en la calle del Desengaño número 11, trasladándose posteriormente
al número 30 de la calle de la Ballesta.
El 12 de octubre de 1892, coincidiendo con las
celebraciones del IV Centenario del Descubrimiento de América,
Hauser y Menet editó la primera postal ilustrada que circuló
en España con el título "Recuerdo de Madrid" (Guereña,
2005). Esta postal histórica estaba franqueada con un sello conocido como
tipo "Pelón" de 10 céntimos y presentaba cuatro
imágenes características de Madrid: la plaza de toros, la carrera
de San Jerónimo, la Puerta del Sol y la calle de
Alcalá.
La importancia de esta primera postal trasciende su valor
como mero objeto comunicativo, representando el inicio de una nueva era en
la cultura visual española. Curiosamente, uno de los primeros
ejemplares conservados circuló en diciembre de 1898 con destino a Brujas
(Bélgica), evidenciando desde sus inicios el carácter internacional de
este medio de comunicación.
El éxito de Hauser y Menet fue extraordinario: de quinientas
tarjetas vendidas en 1892, la empresa pasó a contar con 1.300 referencias
diferentes y un tiraje de quinientas mil tarjetas mensuales en
1902 (Carrasco, 1992). En la frontera del siglo XX, la empresa tenía más
de medio millar de ejemplares con vistas diferentes y llegó a
concentrar el 40% de la producción nacional de postales
ilustradas del siglo XIX (Teixidor, 1999).
La casa Hauser y Menet llegó a editar medio millón
de postales al mes en 1901, a pesar de la competencia de otras
imprentas especializadas como J. Laurent, Romo y Füssel o Sáez
Calleja. Entre sus clientes destacados se encontraban Antonio
Cánovas y la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a
Zaragoza y Alicante (MZA).
2.5. La Diversificación del Sector Editorial
La respuesta del mercado a la liberalización fue inmediata
y entusiasta. Se contabilizaron más de 140 editores e impresores
locales dedicados a comercializar tarjetas postales ilustradas sobre
temas españoles antes de 1900 (Biblioteca Nacional de España, 2014). Esta cifra
extraordinaria evidencia tanto la demanda acumulada durante
los años de monopolio estatal como el dinamismo empresarial de
la industria gráfica española (Carrasco, 1992).
A partir de 1897, considerada la fecha
definitiva para la eclosión de la tarjeta postal ilustrada, comenzó
la diversificación temática y técnica del sector. Los editores
privados experimentaron con una variedad de temas que habían estado vedados
durante el período de monopolio estatal: vistas urbanas, monumentos
históricos, escenas costumbristas y reproducciones
artísticas (Palá, 2014).
En 1900, la editorial Bailly-Bailliere innovó
aprovechando el éxito de la fotografía estereoscópica, editando dos
colecciones estereoscópicas de 24 vistas de España y otra de
la Exposición Universal de París, denominándose estas
postales "estereotarjetas". Estas postales permitían,
mediante visores especiales, una verosímil sensación de tridimensionalidad.
Simultáneamente, la casa Laurent aprovechó
el archivo fotográfico de Jean Laurent, que había
acumulado más de 12.000 negativos de vidrio con fotografías de
tipos populares, vistas urbanas y monumentos. Laurent, establecido en Madrid
desde 1843 y dedicado a la fotografía desde 1855, había creado uno de los archivos
fotográficos más importantes de España. En 1900, bajo la
denominación "Sucesor de Laurent", la empresa inició la
publicación de la Serie A con reproducciones de cuadros
modernos y la Serie B de tipos españoles.
La historia de los orígenes de la tarjeta postal española
refleja, por tanto, la confluencia de innovaciones técnicas europeas, transformaciones
políticas nacionales y iniciativas empresariales privadas que,
en el contexto de la modernización comunicativa del siglo XIX, establecieron
las bases de lo que se convertiría en uno de los medios de democratización de
la imagen más importantes de la época (Almarcha & Villena, 2019).
3. La Evolución Técnica y la Aparición de la Postal
Ilustrada
3.1. Innovaciones en la Reproducción de Imágenes
La liberalización de 1887 coincidió con un momento
particularmente favorable para la industria gráfica española. Los
avances técnicos en litografía y los primeros desarrollos de
la fototipia ofrecían nuevas posibilidades para la reproducción
de imágenes de alta calidad a costes relativamente
reducidos. Este procedimiento técnico revolucionario conseguía abaratar
extraordinariamente los costes de producción, popularizando la tarjeta
postal al situar su precio de compra al alcance de muchas economías. La
fototipia permitía obtener desde algunos centenares hasta varios miles de
ejemplares con una calidad superior a los métodos
tradicionales (Tesauros, 1999), aunque posteriormente sería desplazada por
el huecograbado, la litografía y especialmente
la cromolitografíaEl auge de la postal se explica por la
incorporación de nuevas técnicas de impresión como la litografía,
la cromolitografía, la fototipia y el fotograbado (Ramírez,
1977). Estas técnicas posibilitaron la reproducción fiel de imágenes
fotográficas y artísticas, democratizando el acceso a la imagen y contribuyendo
a la formación de una cultura visual de masas (Mirzoeff, 2003). La fototipia,
procedimiento técnico que permitía reproducir clisés fotográficos sobre una
capa de gelatina bicromatada, fue especialmente relevante para la difusión de
vistas de ciudades, monumentos y retratos, conservando una gran cantidad de
arte gráfico gracias a la estabilidad de sus tintas (Guereña, 2005). La
multiplicación fácil de la imagen era la condición sine qua non de la
existencia de la tarjeta postal, y con las tarjetas postales puede hablarse de
la aparición de nuevos circuitos populares de difusión de imágenes (Benjamin,
1936).
3.2. De la Imagen Monocroma a la Postal en Color
Cuando encontramos una postal con imagen azulada, impresa en
fototipia, no hay que confundirla con un cianotipo (Ramírez, 1977). Las
postales impresas en fototipia eran a veces iluminadas a mano, utilizando la
técnica de la acuarela (Guereña, 2005). La cromolitografía es
una técnica de reproducción de imágenes planográfica, es decir, se realiza sin
relieve, a diferencia de la calcografía o la xilografía (Ramírez, 1977). Para
realizar una cromolitografía, es necesario utilizar una piedra distinta para
cada color, estampando primero los colores más claros y después los más oscuros
(Biblioteca Nacional de España, 2014). La casa Purger & Co. de Múnich
utilizó el fotocromo como sistema de impresión, cogiendo
fotografías originales en blanco y negro e inventando sus colores (Teixidor,
1999). Estos procesos técnicos transformaron la tarjeta postal en un objeto
híbrido, a medio camino entre la obra de arte y el producto industrial
(Benjamin, 1936).
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