Introducción: El Período de Transición y Renovación
El período comprendido entre 1918 y 1931 representa una etapa fundamental de transformación y renovación en la
historia de la tarjeta postal ilustrada española [190]. Esta fase histórica, enmarcada entre el final de la
Primera Guerra Mundial y la proclamación de la Segunda República, se
caracterizó por la recuperación
económica gradual, el desarrollo de
nuevas técnicas de impresión y la consolidación
de editores nacionales que habían comenzado su actividad en los años
precedentes [191].
Durante estos años, España experimentó importantes cambios sociales y culturales que se
reflejaron directamente en la producción de postales ilustradas [190]. La modernización
del país, el crecimiento urbano
y el desarrollo incipiente del turismo
crearon nuevas demandas y oportunidades para la industria cartófila [191]. Al mismo tiempo, la estabilización
política bajo la monarquía de Alfonso XIII proporcionó un marco favorable
para el desarrollo de empresas editoriales especializadas [192].
La evolución
tecnológica en el campo de las artes gráficas permitió el perfeccionamiento
de técnicas como la fototipia, el huecograbado y los procedimientos en color, mientras que la reducción de costes de producción facilitó la democratización del
acceso a las postales [193]. Este
período también se caracterizó por la diversificación
temática, con la aparición de series especializadas en deportes, aviación, automoción y eventos sociales [194].
Heliotipia Artística Española (H.A.E.): El Gigante Editorial del
Período
Fundación y Consolidación Empresarial
Heliotipia
Artística Española (H.A.E.) fue
fundada por José Caballero Pérez
alrededor de 1918, convirtiéndose rápidamente en una de las empresas más
prolíficas del sector durante las décadas siguientes [195][196]. En sus primeros años, la empresa estuvo asociada a Canals Kallmeyer y Klot, desarrollando
una producción masiva de postales
sobre toda España que se extendería hasta los años setenta [195].
Las oficinas de
H.A.E. estaban ubicadas inicialmente en la madrileña calle Cervantes, número 28, trasladándose posteriormente en 1933 a Alameda número 12 [195]. Los talleres se establecieron en Príncipe de Vergara, 48, donde se desarrollaba la producción
industrial que llegó a emplear más de 40
operarios en sus momentos de mayor actividad [195][196].
Durante cinco décadas, H.A.E. desarrolló una contratación masiva de fotógrafos y la
compra de fotografías a otras firmas en toda España [195]. La empresa se caracterizó por su estrategia de cobertura territorial exhaustiva, produciendo
postales de prácticamente todas las ciudades y pueblos españoles, aunque no
siempre con la máxima calidad técnica [196].
Metodología de Producción y Características Técnicas
El logotipo (H.A.E.),
la leyenda y el número de la fotografía en la serie correspondiente aparecieron
indistintamente en el anverso y reverso, cambiando a lo largo de los años y
conviviendo diversos modelos en la misma década [195]. Esta variabilidad
en el diseño evidencia la evolución
constante de los procedimientos de producción y la adaptación a las nuevas
normativas postales [196].
Las producciones de H.A.E. incluían tanto postales coloreadas como ediciones en blanco y negro y fotografías en color [195]. A veces un mismo negativo se utilizó en varias ediciones,
e incluso se observan a lo largo de los años distintas postales ligeramente
diferentes, tomadas desde un mismo punto [195]. Esta reutilización
de material fotográfico era una práctica común que permitía reducir costes
de producción.
J. Roig: La Herencia de Laurent y la Continuidad Fotográfica
La Transformación de Fototipia Lacoste
En 1916, la Fototipia
Lacoste se transformó en J. Roig,
heredando tanto el prestigioso archivo
fotográfico de Laurent como la experiencia técnica acumulada por Lacoste [193]. Esta transición empresarial reflejaba los cambios
estructurales que experimentaba el sector postal durante estos años de
transformación [193].
J. Roig mantuvo la tradición de especialización en temas artísticos y patrimoniales, continuando
los estándares de calidad que habían caracterizado a sus predecesoras [193]. La empresa aprovechó el extenso archivo fotográfico heredado, que incluía miles de
negativos de monumentos, obras de arte y paisajes españoles realizados por
algunos de los mejores fotógrafos del siglo XIX [193].
La segunda casa
española de artes gráficas en importancia en la edición e impresión de
postales a principios del siglo XX, J. Roig mantuvo su actividad durante todo
el período estudiado, adaptándose a las nuevas demandas del mercado y a los
cambios técnicos del sector [193].
Lucien Roisin: La Innovación Francesa en Barcelona
Establecimiento y Desarrollo Empresarial
Lucien
Roisin Besnard (París, 1884-Barcelona, 1943)
fue un fotógrafo y editor francés establecido en Barcelona, conocido por la
gran cantidad de postales que produjo o comercializó de muchos lugares de la
geografía española durante la primera mitad del siglo XX [197]. Aunque los datos sobre su juventud son poco precisos, a
partir de las postales conservadas y una mención en el diario La Vanguardia, puede afirmarse que en
1912 ya se había establecido en la ciudad [197].
Casado con Ana Sierra
Moreno en 1924, Roisin falleció
el 16 de febrero de 1943 a la edad de cincuenta y ocho años, sin haber tenido
descendencia [197]. Su
actividad profesional se desarrolló inicialmente en el paseo de San Juan de Barcelona, pero más adelante abrió una tienda
en la Rambla de Santa Mónica de la
misma ciudad [197].
La Casa de la Postal
Este negocio, Postales
Roisin, conocido también bajo el nombre comercial de La Casa de la Postal, fue muy popular durante su época [197]. Después de su muerte en 1943, su sobrino cambió la marca
profesional de Roisin por la de Sobrino
de L. Roisin [197]. Sus
sobrinos Robert y Lucienne Roisin Duc
continuaron el negocio de la tienda hasta aproximadamente 1962 [197].
Las postales de
Roisin, ligadas al fomento del turismo, se obtenían a partir de fotografías
propias y ajenas [197]. Como
editor de postales trabajó a menudo con fotografías de otros autores,
fotógrafos locales a los que compraba los clichés a fin de poder atender la
gran demanda [197]. Debido
a la falta de documentación y de la
cantidad de imágenes comercializadas por "Postales Roisin", la
identidad de estos fotógrafos no ha podido ser establecida completamente [197].
Loty: La Modernidad Técnica Madrileña
Fundación y Características Empresariales
La firma fotográfica Colecciones
Loty, con el logo Loty, fue
creada en Madrid por Concepción López y
López junto con Charles Alberty
en el año 1925 [198]. El
nombre Loty se formó a partir de las dos primeras letras del apellido López y
las dos últimas letras del apellido Alberty [198].
La casa Loty fue
fabricante de papeles fotográficos
industriales, especialmente al ferroprusiato, para copia de planos [198]. La marca Loty destacó como editora de tarjetas postales en papel fotográfico entre 1926 y
1936, consiguiendo generar un archivo fotográfico de 12.000 negativos de vidrio con vistas de España y Portugal [198].
Los Fotógrafos Colaboradores
En la casa Loty trabajaron tres fotógrafos de apellido Passaporte [198]. En primer lugar Bernardo
Carreta Passaporte, que llamó a su hermano Antonio Pedro Carreta Passaporte y a su padre José Pedro Braga Passaporte (José P.B. Passaporte, que había sido Photographo da Casa Real portuguesa) [198].
En 1933, Antonio
Passaporte asciende a encargado
de la industria Loty, con un sueldo de 250 pesetas mensuales y el 3% en las
ventas realizadas [198]. Antonio
debió ser el principal autor de las fotografías, tras la salida de su hermano
Bernardo y el fallecimiento de su padre [198]. La Guerra Civil
Española ocasionó el cese de su actividad en 1936 [198].
García Garrabella: El Emporio Postal Aragonés
Fundación y Desarrollo
García
Garrabella (y Cía.) se
estableció como una empresa dedicada principalmente a la fabricación de
postales, fundada por Luis García
Garrabella (San Juan de la Peña, 1907 - Zaragoza, 1977) [199][200]. Luis García
había trabajado como fotógrafo para Ediciones
Arribas, donde se inició en el mundo de la postal [199][200].
A finales de 1939 y con su hermano José como socio, se instalaron en Zaragoza ya como estudio García Garrabella [199][200]. La empresa llegó a tener más de 40 operarios y produjo gran cantidad de postales, folletos y
libros de turismo [199][200]. A partir de los años 60 empezaron a trabajar con imágenes en color, aunque su actividad
se redujo al ámbito local a partir de los años 90 [199].
Especialización y Cobertura Territorial
Entre las postales de Toledo de García Garrabella, el derruido
Alcázar es el protagonista, apareciendo tanto en las fotografías propias de
las ruinas como en las muchas panorámicas, así como su interior [200]. Los hermanos García Garrabella hicieron un pormenorizado y detallista recorrido
por el resto de monumentos toledanos, donde quizás pesa más la cantidad que la
calidad, aunque a veces con sorprendentes puntos de vista [200].
Pedro Esperón: El Editor Independiente
Características y Peculiaridades
Pedro
Esperón desarrolló una de las colecciones de postales más peculiares
del período, caracterizada por su poco
esmerada edición en lo relativo a las tipografías de las descripciones de
las imágenes [201]. Estas
consistían en una rotulación hecha a
mano, probablemente realizada por él mismo, muy alejada de lo común en las
cuidadas colecciones de las demás casas de la época [201].
Por la datación de las fotografías, se sabe que su actividad más intensa se desarrolló en
los años 20 y 30, aunque también existen rastros de su actividad tras la Guerra
Civil, con algunas postales a color editadas bajo su nombre hasta 1965
aproximadamente [201]. Tenía
constancia de su actividad en un céntrico
local madrileño con salida a las calles de Silva y Jacometrezo [201].
Innovaciones y Especialidades
Pedro
Esperón editó también una original serie de postales bordadas
dedicada a varias ciudades españolas, entre las que no podía faltar Toledo [201]. La ausencia de una
numeración o catálogo supone una gran peculiaridad de esta colección,
resultando imposible conocer con exactitud de cuántas postales estaba compuesta
la serie [201].
Editorial Fotográfica Barcelona y Otros Editores Catalanes
La Tradición Fotográfica Catalana
Editorial
Fotográfica Barcelona
representó durante este período una de las empresas más importantes del sector
en Cataluña, especializándose en reproducciones
fotográficas de alta calidad y desarrollando series numeradas que cubrían
principalmente monumentos y edificios de Barcelona [202]. La empresa empleaba procedimientos
fotomecánicos diversos, incluyendo fototipia, autotipia y
cromotipograbados, según las necesidades específicas de cada producción [203].
La tradición fotográfica
catalana se vio fortalecida durante este período por la presencia de
múltiples editores especializados que aprovechaban tanto el mercado turístico local como la demanda
de coleccionistas [204].
Barcelona se consolidó como el segundo
centro editorial más importante de España en el campo de las postales,
después de Madrid [205].
José Codina Torrás y RELLEV
José
Codina Torrás (Barcelona, c. 1900 – después de
1960) desarrolló un proyecto editorial
especializado en vistas estereoscópicas bajo la marca RELLEV [203]. Cuando
José Codina inició su proyecto editorial en torno a la fotografía estereoscópica, existía un vacío en España de este tipo
de producciones [203].
Su primera edición de vistas
estereoscópicas se dedicó a las Exposiciones
de Sevilla y Barcelona en 1929, actuando primero como fotógrafo y editando
después de la primera exposición 6 series de 12 vistas cada una (72 en total) y
de la segunda 8 colecciones con 6 vistas cada una [203]. El éxito obtenido le animó a preparar una serie de vistas
españolas bajo la marca "Estereoscopia
RELLEV" [203].
Editores Especializados y Nuevas Empresas
Casas y Vidal: Innovación Regional
Casas y
Vidal se estableció como uno de los
editores regionales más importantes del período, desarrollando una producción especializada en temas
catalanes y valencianos [206]. La
empresa representaba el modelo de
empresa familiar que caracterizaba buena parte del sector editorial durante
estos años [206].
Eulogio Bustamante: El Editor Cántabro
A.
Bustamante Hurtado desarrolló desde Torrelavega una
importante actividad editorial que llegó a producir 118 postales catalogadas durante el período [206]. Esta empresa representaba la descentralización editorial que caracterizó los años 20, con
editores locales especializados en sus respectivas regiones [207].
Aldea Henares y Otros Editores Madrileños
Durante este período surgieron múltiples editores especializados en Madrid que
complementaron la oferta de las grandes casas nacionales [206]. Empresas como Aldea
Henares, Editorial Grafos y Ediciones Unique desarrollaron producciones especializadas que
respondían a nichos específicos del mercado postal [206].
La Diversificación Temática del Período
Nuevas Temáticas y Mercados
Durante el período 1918-1931 se consolidó la diversificación temática que había
comenzado tras la división del reverso en 1905 [194]. Las ediciones se volvieron más variadas, abriendo un amplio abanico temático que incluía
vida cotidiana, trajes regionales, deportes, aviación, automoción, realeza y
tauromaquia [194].
La especialización
temática permitía a los editores desarrollar nichos específicos y diferenciarse de la competencia mediante la
originalidad de los contenidos [190]. Las postales temáticas encontraron mercados
específicos entre coleccionistas especializados y público general interesado en
temas particulares [191].
El Impacto del Turismo
El desarrollo del
turismo durante los años 20 creó nuevas oportunidades para la industria
postal [190]. Las postales turísticas se convirtieron en
elementos esenciales de promoción territorial, contribuyendo a la construcción
de la imagen moderna de España [191]. Los destinos turísticos emergentes
generaban una demanda creciente de postales especializadas [208].
Innovaciones Técnicas del Período
Perfeccionamiento de Procedimientos
Durante el período 1918-1931 se consolidaron los procedimientos fotomecánicos que habían
sido desarrollados en las décadas anteriores [193]. La fototipia
mantuvo su posición como técnica dominante para producciones de alta calidad,
mientras que se desarrollaron nuevos procedimientos
en color [193].
Los procedimientos
cromáticos experimentaron importantes desarrollos técnicos, incluyendo la cromolitografía mejorada, el fotocromo y diversos procedimientos mixtos que combinaban
fototipia con tricromía [209]. Estas
innovaciones permitían diferenciación
técnica y éxito comercial sobre
los competidores [209].
Modernización de la Producción
La modernización de
los talleres y la incorporación de maquinaria
más eficiente permitieron aumentar significativamente los volúmenes de
producción [195]. Las
empresas más importantes del sector invirtieron en nuevas tecnologías que mejoraban tanto la calidad como la velocidad
de producción [196].
El Impacto de la Guerra Civil (1936-1939)
Transformación del Sector
La Guerra Civil
Española supuso una transformación
radical del panorama editorial postal [198][210]. Muchas empresas cesaron su actividad o vieron interrumpida
su producción debido a las circunstancias bélicas [198]. Al mismo tiempo, surgieron editores especializados en temática bélica y propagandística [210].
Durante la contienda se editaron cerca de 900 tarjetas postales pertenecientes a la zona nacional de
la Guerra Civil Española, complementando las producciones de la zona
republicana [210]. Estas
postales reflejaban tanto los aspectos
propagandísticos como los acontecimientos
bélicos del conflicto [210].
La Recuperación Post-Bélica
Tras la Guerra Civil, el sector postal experimentó una reorganización completa [200]. Muchas de las empresas que habían operado durante el
período 1918-1931 desaparecieron o se transformaron radicalmente [198]. Sin embargo, editores como García Garrabella aprovecharon la situación para expandir su actividad y ocupar nichos
de mercado que habían quedado vacantes [200].
Redes de Distribución y Comercialización
Canales de Venta Tradicionales
Durante este período se consolidaron las redes de distribución que aprovechaban estancos, librerías, papelerías y comercios especializados [190]. Muchas librerías editaron postales como Papelería Catalana, Librería General (Santander), Librería Escolar (Palma de Mallorca), y
Librería Española (Las Palmas de
Gran Canaria) [206].
Los bazares
también se incorporaron a la distribución de postales, como Bazar López (Alicante), estableciendo puntos de venta en ubicaciones estratégicas
que aprovechaban el tráfico turístico y comercial [206]. Esta diversificación
de canales permitió una mayor penetración en el mercado [207].
Nuevos Modelos Comerciales
La profesionalización
del sector llevó al desarrollo de nuevos
modelos comerciales que incluían la venta
por catálogo, el intercambio entre
coleccionistas y la especialización
temática [191]. Las ferias y exposiciones se convirtieron
en importantes puntos de encuentro para comerciantes y coleccionistas [207].
El Coleccionismo Durante el Período
Evolución del Movimiento Cartófilo
Durante los años 20, el coleccionismo
de postales experimentó una evolución
significativa respecto al período anterior [190]. Aunque había perdido parte del fervor inicial de la
primera década del siglo, mantuvo una base sólida de coleccionistas especializados [191].
Las asociaciones
cartófilas continuaron su actividad, aunque con menor intensidad que en el
período anterior [207]. El intercambio internacional se vio
dificultado por los cambios políticos
en Europa, pero se mantuvo una actividad
sostenida en el ámbito nacional [190].
Nuevas Tendencias de Coleccionismo
Los coleccionistas
especializados comenzaron a desarrollar criterios más selectivos, centrándose en editores específicos, temáticas
particulares o regiones determinadas
[191]. Esta especialización contribuyó a la valorización de producciones que
anteriormente habían pasado desapercibidas [207].
Análisis Regional de la Producción
Madrid: Centro Editorial Nacional
Madrid mantuvo su posición como principal centro editorial del país, concentrando las empresas más
importantes como H.A.E., Loty y Pedro Esperón [195][198][201]. La capital proporcionaba ventajas logísticas y acceso
a mercados que favorecían el desarrollo de grandes empresas editoriales [192].
Barcelona: El Segundo Polo Editorial
Barcelona se consolidó como el segundo centro editorial más importante, con empresas como Lucien Roisin, Editorial Fotográfica Barcelona y José Codina [197][202][203]. La tradición
gráfica catalana y la presencia de
capital internacional favorecieron el desarrollo de empresas innovadoras [205].
Zaragoza: El Nuevo Centro Emergente
Zaragoza comenzó a emerger durante este período como un centro editorial importante,
especialmente a partir de la fundación de García
Garrabella en 1939 [199][200]. Esta empresa y otras aragonesas aprovecharían la posición geográfica estratégica de la
región para desarrollar una distribución
nacional [199].
Bibliografía Especializada Ampliada
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Conclusión: El Legado del Período 1918-1931
El período 1918-1931 representa una etapa de consolidación y modernización de la
industria postal española que estableció las bases de la producción
contemporánea [195][198]. La diversificación
editorial, con la aparición de empresas especializadas como H.A.E., Loty, García Garrabella
y Lucien Roisin, evidenció la
maduración del sector y su capacidad de adaptación a las nuevas demandas
sociales [195][198][200][197].
La innovación técnica
del período, particularmente en los procedimientos de impresión en color y fotografía
sobre papel, estableció estándares de calidad que perdurarían durante décadas
[193][198]. Las empresas más exitosas supieron combinar tradición técnica con modernización productiva, creando
productos que satisfacían tanto las demandas comerciales como las aspiraciones
culturales de la sociedad española [195][197].
La descentralización
geográfica de la producción, con el fortalecimiento de centros editoriales
en Barcelona, Zaragoza y otras ciudades, contribuyó a la diversificación del panorama cartófilo y al desarrollo de
especializaciones regionales [197][200]. Esta tendencia se vería reforzada en las décadas
siguientes, configurando un mapa editorial más equilibrado territorialmente [199].
Finalmente, el impacto
de la Guerra Civil marcó el final definitivo de este período dorado, pero
también abrió nuevas oportunidades para editores que supieron adaptarse a las
circunstancias cambiantes [198][210]. El legado técnico y
comercial del período 1918-1931 proporcionó los cimientos sobre los que se
desarrollaría la industria postal española de la segunda mitad del siglo XX [200].
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