Introducción: La Transformación Política y Social del Período
El período comprendido entre 1931 y 1939 representa una etapa fundamental y convulsa en la
historia de España que tuvo importantes repercusiones en la industria de la
tarjeta postal ilustrada [216]. La
proclamación de la Segunda República Española
el 14 de abril de 1931 marcó el inicio de una nueva era política que se
caracterizó por profundas transformaciones sociales, culturales y económicas
que se reflejaron directamente en la producción cartófila [217]. Este período histórico, que culminó con el estallido de la
Guerra Civil Española en 1936,
experimentó una evolución compleja de la industria postal que osciló entre la
innovación técnica y la utilización propagandística del medio [216].
Durante los años de la Segunda República, España vivió un
proceso de modernización acelerada
que se manifestó en múltiples aspectos de la vida social y cultural [218]. El desarrollo del turismo
nacional bajo el auspicio del Patronato
Nacional de Turismo (P.N.T.) creado en 1928 pero que alcanzó su máximo
desarrollo durante la República, generó nuevas oportunidades para la industria
cartófila [218]. Las
postales se convirtieron en instrumentos privilegiados de promoción territorial
y construcción de la imagen moderna de España, contribuyendo significativamente
a la difusión de una identidad nacional renovada [219].
La Guerra Civil
Española (1936-1939) supuso una transformación radical del panorama
editorial postal, con la aparición masiva de tarjetas postales de campaña y postales
propagandísticas que reflejaban la intensidad del conflicto bélico [220][221]. Durante la contienda se editaron cerca de 900 tarjetas postales pertenecientes a ambos bandos,
complementando las producciones convencionales con contenidos de carácter
político y militar [220][222]. Estas postales constituyen hoy un testimonio excepcional
de las estrategias de comunicación visual empleadas durante uno de los períodos
más dramáticos de la historia española contemporánea [216][221].
El Marco Legal y Administrativo Republicano
La Reforma Postal de la Segunda República
El advenimiento de la Segunda
República trajo consigo importantes modificaciones en el régimen postal
español que afectaron directamente a la producción de tarjetas postales [217]. El nuevo gobierno republicano estableció un marco legal
renovado que incluía la creación de enteros
postales con la imagen de la "Matrona
de Perfil", alegoría que representaba a la República y que apareció en
numerosos sellos y enteros postales puestos en circulación durante este período
[217]. Este
entero postal fue diseñado y grabado en la Fábrica
Nacional de Moneda y Timbre (F.N.M.T.) por José Luis Sánchez Toda e impreso en tipografía, en cartulina crema
con dimensiones de 138x91 mm [217].
Las nuevas disposiciones republicanas establecieron que el
período de validez postal de estos enteros postales comprendía desde febrero de 1932 a mayo de 1938,
evidenciando la continuidad del sistema incluso durante los primeros años de la
Guerra Civil [217]. Esta
normativa proporcionó estabilidad técnica y comercial al sector postal durante
los años republicanos, favoreciendo el desarrollo de empresas especializadas y
la consolidación de editores que habían iniciado su actividad en décadas
anteriores [223].
El Impacto del Patronato Nacional de Turismo
El Patronato Nacional
de Turismo (P.N.T.), creado oficialmente en 1928 pero que experimentó su
mayor desarrollo durante la Segunda República, jugó un papel fundamental en la
promoción de las tarjetas postales como instrumentos de difusión turística [218]. La entidad editó numerosos folletos promocionales como el
titulado "Spain" (ca.
1933), impreso por Rivadeneyra (Madrid),
que incluía reproducciones de postales y fotografías destinadas a promocionar
España en el extranjero [218].
Esta política de promoción turística oficial estimuló
significativamente la demanda de postales especializadas en temas turísticos y
monumentales, favoreciendo el desarrollo de editores especializados en este
segmento del mercado [219]. Las
postales se convirtieron en elementos esenciales de la estrategia de modernización de la imagen de España, contribuyendo a
la construcción de una identidad nacional renovada acorde con los valores
republicanos [218].
Los Grandes Editores del Período Republicano
Lucien Roisin: La Consolidación de la Casa de la Postal
Lucien
Roisin Besnard (París, 1884-Barcelona, 1943)
consolidó durante este período su posición como uno de los editores más
importantes de España, conocido por la gran cantidad de postales que produjo o
comercializó de muchos lugares de la geografía española durante la primera
mitad del siglo XX [224]. Aunque
había establecido su actividad en Barcelona desde 1912, los años treinta
representaron el período de máxima expansión de su empresa "Postales Roisin", conocida comercialmente como "La Casa de la Postal" [224].
Casado con Ana Sierra
Moreno en 1924, Roisin
desarrolló su actividad profesional inicialmente en el paseo de San Juan de Barcelona, pero posteriormente abrió una
tienda en la Rambla de Santa Mónica
de la misma ciudad [224]. Este
negocio fue muy popular durante su época, estableciéndose como un referente en
la comercialización de postales en Cataluña [225]. La empresa solicitó su marca de fábrica y de comercio el 23 de febrero de 1924, siendo
concedida con el número 53425 el 15 de abril de 1925 por un período de 20 años [224].
Las postales de
Roisin, ligadas al fomento del turismo, se obtenían a partir de fotografías
propias y ajenas [224]. Como
editor trabajó frecuentemente con fotografías de otros autores, fotógrafos
locales a los que compraba los clichés para atender la gran demanda del mercado
[225]. Es
difícil creer que todos los miles de negativos realizados por toda la geografía
española y reproducidos industrialmente bajo la marca "L. Roisin Fot. Barcelona" fueran realizados
personalmente por Roisin, evidenciando la existencia de una red de fotógrafos
colaboradores [224].
Loty: La Modernidad Técnica Madrileña
La firma fotográfica Colecciones
Loty, con el logo Loty, fue
creada en Madrid por Concepción López y
López junto con Charles Alberty
en el año 1925 [226]. El
nombre Loty se formó a partir de las dos primeras letras del apellido López y
las dos últimas letras del apellido Alberty [226]. Durante el período republicano, la empresa alcanzó su
máximo desarrollo como editora de tarjetas postales en papel fotográfico,
destacando entre 1926 y 1936 [226].
La casa Loty fue
fabricante de papeles fotográficos
industriales, especialmente al ferroprusiato, para copia de planos, lo que
le proporcionó una sólida base técnica para el desarrollo de su actividad
postal [226]. La
empresa consiguió generar un archivo fotográfico de 12.000 negativos de vidrio con vistas de España y Portugal,
constituyendo uno de los fondos documentales más importantes del período [226][227].
En la casa Loty trabajaron tres fotógrafos de apellido Passaporte: Bernardo Carreta Passaporte, Antonio
Pedro Carreta Passaporte y José
Pedro Braga Passaporte (José P.B. Passaporte, que había sido "Photographo da Casa Real"
portuguesa) [226]. En
1933, Antonio Passaporte ascendió a encargado de la industria Loty, con un
sueldo de 250 pesetas mensuales y el 3% en las ventas realizadas [226]. La Guerra Civil
Española ocasionó el cese de su actividad en 1936 [226].
Ediciones Arribas: La Tradición Aragonesa
Ediciones
Arribas, conocida por sus postales, fue
creada en 1905 por Manuel Arribas Andrés
en un local de la Calle Torre Nueva de
Zaragoza [228][229]. Durante el período republicano, la empresa mantuvo una
producción sostenida bajo la dirección del fundador y posteriormente de su hijo
Mariano Arribas Fuentes [229]. La empresa tuvo siempre una pequeña plantilla que en la
época del blanco y negro realizaba el positivado de postalería, a la vez que
contaba con personal contratado que realizaba las tomas fotográficas [228][229].
Las postales de
Arribas del período republicano se caracterizaban por emplear papel fotográfico con gelatina de bromuro
con y sin brillo, siguiendo las innovaciones técnicas que habían aparecido a
principios de los años 20 [228]. La
editorial realizaba copias de negativos en varias ocasiones, variando pequeños
detalles como título en anverso o reverso [228]. Mariano Arribas
se convertiría posteriormente en el más prolífico de los postaleros, siendo que
finalizada la guerra civil, Zaragoza se consolidó como centro de la industria
de la tarjeta postal [229].
García Garrabella: Los Inicios de un Imperio Postal
Aunque García
Garrabella (y Cía.) se estableció oficialmente como empresa independiente a
finales de 1939, sus orígenes se remontan al período republicano cuando Luis García Garrabella (San Juan de la
Peña, 1907 - Zaragoza, 1977) trabajaba como fotógrafo para Ediciones Arribas [230]. Durante
estos años de formación, García Garrabella se inició en el mundo de la postal,
adquiriendo la experiencia técnica y comercial que posteriormente le permitiría
establecer su propia empresa [230].
La colaboración entre García
Garrabella y Ediciones Arribas
durante el período republicano evidencia las redes de cooperación que existían
en el sector postal aragonés [230]. Esta
experiencia formativa proporcionó a García Garrabella el conocimiento necesario
sobre técnicas fotográficas, procesos de impresión y redes de distribución que serían
fundamentales para el posterior desarrollo de su empresa [230].
Editorial Seix Barral: La Diversificación del Sector Gráfico
Los Orígenes como Empresa de Artes Gráficas
Editorial
Seix Barral, fundada en 1911 como una
empresa de artes gráficas, experimentó durante el período republicano una
importante expansión que incluyó la producción de material gráfico diverso,
incluyendo postales [231][232]. La empresa había sido establecida por Victoriano Seix Miralta, hijo del litógrafo Victoriano Seix, quien se unió a los hermanos Luis y Carlos Barral Nualart para poner en marcha un negocio de
impresión y edición con las técnicas más punteras conocidas hasta la fecha [231].
Industrias
Gráficas Seix y Barral Hermanos fue el
embrión de la editorial, que durante los años republicanos desarrolló una
importante actividad en el campo de las artes
gráficas [231]. La
empresa se integraba en la tradición editorial barcelonesa, aprovechando la
experiencia técnica acumulada en el campo de la litografía y otros procedimientos de impresión [232]. Durante los primeros años y las décadas anteriores a la
Guerra Civil, la empresa publicó clásicos, adaptaciones teatrales y muchas
colecciones de libros escolares y educativos [231].
La Producción durante la Guerra Civil
Durante los años de la Guerra
Civil, la empresa Seix Barral
fue colectivizada y se limitó a
publicar el material autorizado por las autoridades republicanas [231]. Esta experiencia evidencia las transformaciones que
experimentó la industria gráfica catalana durante el conflicto bélico [231]. La colectivización afectó tanto a la estructura
empresarial como a los contenidos de la producción, orientándola hacia las
necesidades del esfuerzo bélico republicano [231].
La Revolución de las Postales de Campaña
Creación y Desarrollo Institucional
La Tarjeta Postal de
Campaña fue creada por el Gobierno de la Segunda República para facilitar
la correspondencia entre los combatientes y sus familias, siendo conscientes de
la importancia que tenía mantener a las tropas con alta actitud y moral de
combate [221]. Para
ello era necesario que estuvieran en contacto con todo lo que habían dejado
atrás, estableciendo un sistema de comunicación eficiente y accesible [221].
En lo que se refiere a su tratamiento estrictamente postal, estas tarjetas eran gratuitas para el combatiente (no así
para quienes quisieran comunicar con ellos) [221]. Tenían, pues, para los combatientes, Franquicia Postal y no era necesario añadir sello alguno para que
pudieran circular, siendo el único requisito exigido (no siempre cumplido) el
portar el sello de la unidad correspondiente o el del expedidor en cuestión [221].
Características y Tipología
Esta 'Tarjeta Postal
de Campaña' era, las más de las veces, la reedición en tamaño postal de los
carteles políticos o propagandísticos
editados durante la Guerra Civil española (1936-1939) y emitidas, en su mayor
parte, por partidos políticos, sindicatos y otros agentes sociales [221]. También se editaron por agentes colaboradores con los
gobernantes, como es el caso del 'foyer
antifasciste' francés [221].
La tarjeta postal conoció en el bando republicano, durante la Guerra Civil española, un gran,
intenso y variopinto desarrollo, facilitado por el trabajo de numerosos
artistas, la existencia en la zona de medios técnicos abundantes, el espíritu
revolucionario y la diversidad ideológica [221]. El Gobierno republicano potenció su utilización como medio
de comunicación al crear la "Tarjeta
Postal de Campaña", que permitía la gratuidad de la correspondencia
dirigida a soldados de las fuerzas leales [221].
Diversidad de Editores y Organizaciones
Durante la Guerra Civil se documentan múltiples editores de postales de campaña que incluían
organizaciones como el Comisariado de
Guerra del Estado Mayor del Ejército del Centro, las Juventudes Socialistas Unificadas (J.S.U.), el Socorro Rojo Internacional (S.R.I.), y la Solidaridad Internacional Antifascista (S.I.A.) [220]. Estas organizaciones desarrollaron una intensa actividad
editorial que producía tanto postales propagandísticas como material de
comunicación para los combatientes [220].
Los cuadernillos de
tarjetas postales fueron otra modalidad muy popular durante el conflicto,
editados por organizaciones como el Socorro
Rojo Internacional y otros organismos republicanos [220]. Estas publicaciones agrupaban series temáticas de postales
que incluían tanto contenido propagandístico como información sobre la
evolución del conflicto [220].
Postales Propagandísticas y Comunicación Visual
El Uso Propagandístico de la Postal
Durante la Guerra Civil española, la propaganda política realizada por los bandos contendientes empleó
todo tipo de medios gráficos, desde el cartel al sello de correos, pasando por
la tarjeta postal [216]. Esta
pluralidad de métodos alcanzó también a los asuntos tratados por la propaganda,
entre los cuales destaca por su importancia el nacionalismo español [216]. El uso en la propaganda de guerra de elementos de carácter
nacionalista, de raíz esencialmente historicista, fue común a ambos bandos [216].
Se contraponen dos
criterios nacionalistas: el procedente de la tradición liberal y
democrática, y el que responde a la tradición castiza, católica y conservadora [216]. El primero, inspirando a la propaganda republicana,
recurre preferentemente a la Guerra de
Independencia (1808-1814) como modelo, mientras que los nacionales acuden
preferentemente a la idea de la unidad
de España y a elementos religiosos e históricos de la Edad Media y los
siglos XVI y XVII [216].
Técnicas y Recursos Visuales
Las postales
propagandísticas del período emplearon diversos recursos gráficos que incluían fotografías, ilustraciones,
fotomontajes y reproducciones de carteles [220]. Los artistas
gráficos republicanos desarrollaron un importante trabajo que combinaba
calidad técnica con eficacia comunicativa [218]. La documentación, estudio y difusión del trabajo
desarrollado por estos artistas constituye actualmente un campo de
investigación especializado [218].
Las postales del
bando nacional también desarrollaron estrategias visuales específicas que
incluían elementos simbólicos tradicionales y referencias religiosas [220]. La producción de ambos bandos evidencia la importancia que
se concedía a la comunicación visual
como instrumento de movilización política y social [216].
Editores Regionales y Especializados
La Descentralización Editorial
Durante el período 1931-1939 se consolidó la descentralización de la producción postal
que había comenzado en décadas anteriores [233]. Barcelona mantuvo su posición como segundo centro
editorial más importante después de Madrid, mientras que ciudades como
Zaragoza, Valencia y Sevilla desarrollaron empresas especializadas en sus
respectivos mercados regionales [230][228].
La cartofilia
regional experimentó un desarrollo notable durante estos años, con editores
especializados en temáticas locales
que aprovechaban tanto el mercado turístico como la demanda de coleccionistas [234]. Esta especialización permitía competir eficazmente con las
grandes empresas nacionales mediante la oferta de productos adaptados a
demandas específicas [233].
Nuevas Empresas y Modelos de Negocio
El período republicano vio surgir nuevas empresas que adoptaron modelos comerciales innovadores [233]. Muchas librerías y papelerías se incorporaron al negocio
editorial de postales, editando series especializadas para complementar su
oferta comercial [233]. Los bazares también se integraron en las
redes de distribución, estableciendo puntos de venta en ubicaciones
estratégicas [233].
La profesionalización
del sector llevó al desarrollo de nuevos modelos comerciales que incluían
la venta por catálogo, el intercambio entre coleccionistas y la especialización temática [234]. Las ferias y
exposiciones se convirtieron en importantes puntos de encuentro para
comerciantes y coleccionistas [234].
Innovaciones Técnicas del Período
Procedimientos Fotomecánicos Avanzados
Durante el período 1931-1939 se consolidaron los procedimientos fotomecánicos que habían
sido desarrollados en décadas anteriores [226][227]. La fotografía sobre
papel experimentó importantes desarrollos técnicos que permitieron mejorar
la calidad y reducir los costes de producción [226]. Las empresas más importantes del sector invirtieron en nuevas tecnologías que mejoraban tanto
la calidad como la velocidad de producción [228].
Los procedimientos en
color continuaron su desarrollo, incluyendo la cromolitografía mejorada y diversos procedimientos mixtos que combinaban diferentes técnicas de
impresión [227]. El
proyecto de Carlos Vázquez y Charles Alberty (Loty) en La Mancha
durante 1926 ejemplifica la aplicación de estas técnicas avanzadas a proyectos
editoriales especializados [227].
La Especialización en Fotografía Turística
Loty trabajó con varias empresas privadas con fines
divulgativos, así como realizó fotografías para encargos institucionales [227]. Su presencia en La Mancha respondía a un encargo del
comité organizador del proyecto Arte
Español para la Exposición Universal
de Barcelona de 1929 [227]. Este
tipo de encargos evidencia la profesionalización
del sector y su integración en proyectos culturales de mayor envergadura [227].
El trabajo fotográfico de Antonio Passaporte tras su incorporación al proyecto Loty en 1926
como representante comercial de papeles fotográficos y fotógrafo de vistas y
monumentos evidencia la especialización
técnica creciente del sector [227]. Tras la Guerra Civil, Passaporte regresó a Portugal y
continuó tomando vistas fotográficas para comercializar como tarjetas postales
bajo el nombre "Colecção
Passap" [226].
El Impacto de la Guerra Civil en la Industria Postal
Transformación del Panorama Editorial
La Guerra Civil
Española supuso una transformación
radical del panorama editorial postal [226][221]. Muchas empresas cesaron su actividad o vieron interrumpida
su producción debido a las circunstancias bélicas [226]. La empresa Loty
cesó su actividad en 1936, mientras que Charles
Alberty partió a Francia en el verano de 1936, donde trabajó como pintor
decorador hasta su fallecimiento 30 años después [226].
Al mismo tiempo, surgieron editores especializados en temática bélica y propagandística que
desarrollaron una intensa actividad durante el conflicto [220][221]. La producción de postales
de campaña alcanzó cifras extraordinarias, evidenciando la importancia que
ambos bandos concedían a la comunicación visual [221].
La Producción Bélica Especializada
Durante la contienda se editaron cerca de 900 tarjetas postales pertenecientes a la zona nacional de
la Guerra Civil Española, complementando las producciones de la zona
republicana [222]. Esta
cifra evidencia la intensidad de la
producción postal durante el conflicto y su utilización como instrumento de
comunicación política [216].
Las postales bélicas
incluían tanto acontecimientos de la
Guerra Civil como material
propagandístico de diverso tipo [220]. Los episodios
nacionales de la guerra fueron documentados extensamente a través de
postales que constituyen hoy una fuente documental de primer orden para el
estudio del conflicto [220].
El Coleccionismo Durante el Período
Evolución del Movimiento Cartófilo
Durante los años treinta, el coleccionismo de postales experimentó una evolución significativa
respecto al período anterior [234]. La cartofilia había perdido parte del
fervor inicial de la primera década del siglo, pero mantuvo una base sólida de coleccionistas especializados [233]. La guerra alteró profundamente las redes de intercambio
internacional, pero estimuló el coleccionismo especializado en temática bélica [235].
Los coleccionistas
especializados comenzaron a desarrollar criterios más selectivos, centrándose en editores específicos, temáticas
particulares o regiones determinadas
[234]. Esta especialización contribuyó a la valorización de producciones que
anteriormente habían pasado desapercibidas [234].
Nuevas Tendencias de Coleccionismo
La Guerra Civil
creó nuevas modalidades de coleccionismo centradas en postales de campaña y material
propagandístico [235]. Estas
nuevas tendencias reflejaban tanto el interés histórico como la dimensión
testimonial de este tipo de material [235]. El valor documental
de las postales del período convirtió el coleccionismo en una forma de preservación de la memoria histórica [235].
Bibliografía Especializada Ampliada
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- Boletín de la Academia Iberoamericana de Historia Postal (1947-presente). Madrid.
Conclusión: El Legado de un Período Transformador
El período 1931-1939 representa una etapa excepcional en la
historia de la tarjeta postal española, caracterizada por la tensión entre modernización y conflicto
que definió estos años convulsos [216][226]. La Segunda
República proporcionó un marco de modernización institucional que favoreció
el desarrollo de empresas editoras como Loty,
Lucien Roisin y Ediciones Arribas, mientras que la Guerra Civil transformó radicalmente el panorama con la aparición
masiva de postales de campaña y material propagandístico [226][224][221].
La innovación técnica
del período, particularmente en procedimientos fotográficos y sistemas de
impresión, estableció estándares que influirían en la producción posterior [226][227]. Las empresas más exitosas supieron combinar tradición técnica con adaptación a las circunstancias políticas,
desarrollando productos que satisfacían tanto las demandas comerciales como las
necesidades comunicativas de una sociedad en transformación [224][221].
El impacto de la
Guerra Civil marcó definitivamente el final de una época, pero también creó
nuevas modalidades de producción postal que evidencian la capacidad de adaptación del sector a circunstancias excepcionales [220][221]. Las postales de
campaña y el material
propagandístico constituyen hoy un patrimonio documental extraordinario que
testimonia la intensidad del conflicto y la importancia que ambos bandos
concedían a la comunicación visual [216][222].
Finalmente, la diversificación
geográfica y temática que
caracterizó este período estableció las bases de la industria postal de
posguerra [230][228]. La experiencia acumulada por editores como García Garrabella durante estos años
proporcionó los cimientos sobre los que se desarrollaría la edad dorada de la postal española en
las décadas siguientes, convirtiendo a España en uno de los centros de
producción postal más importantes de Europa [230][229].
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