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24/6/25

Tarjetas Postales Ilustradas Españolas (1931-1939): La Cartofilia Durante la Segunda República y la Guerra Civil

Introducción: La Transformación Política y Social del Período

El período comprendido entre 1931 y 1939 representa una etapa fundamental y convulsa en la historia de España que tuvo importantes repercusiones en la industria de la tarjeta postal ilustrada [216]. La proclamación de la Segunda República Española el 14 de abril de 1931 marcó el inicio de una nueva era política que se caracterizó por profundas transformaciones sociales, culturales y económicas que se reflejaron directamente en la producción cartófila [217]. Este período histórico, que culminó con el estallido de la Guerra Civil Española en 1936, experimentó una evolución compleja de la industria postal que osciló entre la innovación técnica y la utilización propagandística del medio [216].

Durante los años de la Segunda República, España vivió un proceso de modernización acelerada que se manifestó en múltiples aspectos de la vida social y cultural [218]. El desarrollo del turismo nacional bajo el auspicio del Patronato Nacional de Turismo (P.N.T.) creado en 1928 pero que alcanzó su máximo desarrollo durante la República, generó nuevas oportunidades para la industria cartófila [218]. Las postales se convirtieron en instrumentos privilegiados de promoción territorial y construcción de la imagen moderna de España, contribuyendo significativamente a la difusión de una identidad nacional renovada [219].

La Guerra Civil Española (1936-1939) supuso una transformación radical del panorama editorial postal, con la aparición masiva de tarjetas postales de campaña y postales propagandísticas que reflejaban la intensidad del conflicto bélico [220][221]. Durante la contienda se editaron cerca de 900 tarjetas postales pertenecientes a ambos bandos, complementando las producciones convencionales con contenidos de carácter político y militar [220][222]. Estas postales constituyen hoy un testimonio excepcional de las estrategias de comunicación visual empleadas durante uno de los períodos más dramáticos de la historia española contemporánea [216][221].

El Marco Legal y Administrativo Republicano

La Reforma Postal de la Segunda República

El advenimiento de la Segunda República trajo consigo importantes modificaciones en el régimen postal español que afectaron directamente a la producción de tarjetas postales [217]. El nuevo gobierno republicano estableció un marco legal renovado que incluía la creación de enteros postales con la imagen de la "Matrona de Perfil", alegoría que representaba a la República y que apareció en numerosos sellos y enteros postales puestos en circulación durante este período [217]. Este entero postal fue diseñado y grabado en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre (F.N.M.T.) por José Luis Sánchez Toda e impreso en tipografía, en cartulina crema con dimensiones de 138x91 mm [217].

Las nuevas disposiciones republicanas establecieron que el período de validez postal de estos enteros postales comprendía desde febrero de 1932 a mayo de 1938, evidenciando la continuidad del sistema incluso durante los primeros años de la Guerra Civil [217]. Esta normativa proporcionó estabilidad técnica y comercial al sector postal durante los años republicanos, favoreciendo el desarrollo de empresas especializadas y la consolidación de editores que habían iniciado su actividad en décadas anteriores [223].

El Impacto del Patronato Nacional de Turismo

El Patronato Nacional de Turismo (P.N.T.), creado oficialmente en 1928 pero que experimentó su mayor desarrollo durante la Segunda República, jugó un papel fundamental en la promoción de las tarjetas postales como instrumentos de difusión turística [218]. La entidad editó numerosos folletos promocionales como el titulado "Spain" (ca. 1933), impreso por Rivadeneyra (Madrid), que incluía reproducciones de postales y fotografías destinadas a promocionar España en el extranjero [218].

Esta política de promoción turística oficial estimuló significativamente la demanda de postales especializadas en temas turísticos y monumentales, favoreciendo el desarrollo de editores especializados en este segmento del mercado [219]. Las postales se convirtieron en elementos esenciales de la estrategia de modernización de la imagen de España, contribuyendo a la construcción de una identidad nacional renovada acorde con los valores republicanos [218].

Los Grandes Editores del Período Republicano

Lucien Roisin: La Consolidación de la Casa de la Postal

Lucien Roisin Besnard (París, 1884-Barcelona, 1943) consolidó durante este período su posición como uno de los editores más importantes de España, conocido por la gran cantidad de postales que produjo o comercializó de muchos lugares de la geografía española durante la primera mitad del siglo XX [224]. Aunque había establecido su actividad en Barcelona desde 1912, los años treinta representaron el período de máxima expansión de su empresa "Postales Roisin", conocida comercialmente como "La Casa de la Postal" [224].

Casado con Ana Sierra Moreno en 1924, Roisin desarrolló su actividad profesional inicialmente en el paseo de San Juan de Barcelona, pero posteriormente abrió una tienda en la Rambla de Santa Mónica de la misma ciudad [224]. Este negocio fue muy popular durante su época, estableciéndose como un referente en la comercialización de postales en Cataluña [225]. La empresa solicitó su marca de fábrica y de comercio el 23 de febrero de 1924, siendo concedida con el número 53425 el 15 de abril de 1925 por un período de 20 años [224].

Las postales de Roisin, ligadas al fomento del turismo, se obtenían a partir de fotografías propias y ajenas [224]. Como editor trabajó frecuentemente con fotografías de otros autores, fotógrafos locales a los que compraba los clichés para atender la gran demanda del mercado [225]. Es difícil creer que todos los miles de negativos realizados por toda la geografía española y reproducidos industrialmente bajo la marca "L. Roisin Fot. Barcelona" fueran realizados personalmente por Roisin, evidenciando la existencia de una red de fotógrafos colaboradores [224].

Loty: La Modernidad Técnica Madrileña

La firma fotográfica Colecciones Loty, con el logo Loty, fue creada en Madrid por Concepción López y López junto con Charles Alberty en el año 1925 [226]. El nombre Loty se formó a partir de las dos primeras letras del apellido López y las dos últimas letras del apellido Alberty [226]. Durante el período republicano, la empresa alcanzó su máximo desarrollo como editora de tarjetas postales en papel fotográfico, destacando entre 1926 y 1936 [226].

La casa Loty fue fabricante de papeles fotográficos industriales, especialmente al ferroprusiato, para copia de planos, lo que le proporcionó una sólida base técnica para el desarrollo de su actividad postal [226]. La empresa consiguió generar un archivo fotográfico de 12.000 negativos de vidrio con vistas de España y Portugal, constituyendo uno de los fondos documentales más importantes del período [226][227].

En la casa Loty trabajaron tres fotógrafos de apellido Passaporte: Bernardo Carreta Passaporte, Antonio Pedro Carreta Passaporte y José Pedro Braga Passaporte (José P.B. Passaporte, que había sido "Photographo da Casa Real" portuguesa) [226]. En 1933, Antonio Passaporte ascendió a encargado de la industria Loty, con un sueldo de 250 pesetas mensuales y el 3% en las ventas realizadas [226]. La Guerra Civil Española ocasionó el cese de su actividad en 1936 [226].

Ediciones Arribas: La Tradición Aragonesa

Ediciones Arribas, conocida por sus postales, fue creada en 1905 por Manuel Arribas Andrés en un local de la Calle Torre Nueva de Zaragoza [228][229]. Durante el período republicano, la empresa mantuvo una producción sostenida bajo la dirección del fundador y posteriormente de su hijo Mariano Arribas Fuentes [229]. La empresa tuvo siempre una pequeña plantilla que en la época del blanco y negro realizaba el positivado de postalería, a la vez que contaba con personal contratado que realizaba las tomas fotográficas [228][229].

Las postales de Arribas del período republicano se caracterizaban por emplear papel fotográfico con gelatina de bromuro con y sin brillo, siguiendo las innovaciones técnicas que habían aparecido a principios de los años 20 [228]. La editorial realizaba copias de negativos en varias ocasiones, variando pequeños detalles como título en anverso o reverso [228]. Mariano Arribas se convertiría posteriormente en el más prolífico de los postaleros, siendo que finalizada la guerra civil, Zaragoza se consolidó como centro de la industria de la tarjeta postal [229].

García Garrabella: Los Inicios de un Imperio Postal

Aunque García Garrabella (y Cía.) se estableció oficialmente como empresa independiente a finales de 1939, sus orígenes se remontan al período republicano cuando Luis García Garrabella (San Juan de la Peña, 1907 - Zaragoza, 1977) trabajaba como fotógrafo para Ediciones Arribas [230]. Durante estos años de formación, García Garrabella se inició en el mundo de la postal, adquiriendo la experiencia técnica y comercial que posteriormente le permitiría establecer su propia empresa [230].

La colaboración entre García Garrabella y Ediciones Arribas durante el período republicano evidencia las redes de cooperación que existían en el sector postal aragonés [230]. Esta experiencia formativa proporcionó a García Garrabella el conocimiento necesario sobre técnicas fotográficas, procesos de impresión y redes de distribución que serían fundamentales para el posterior desarrollo de su empresa [230].

Editorial Seix Barral: La Diversificación del Sector Gráfico

Los Orígenes como Empresa de Artes Gráficas

Editorial Seix Barral, fundada en 1911 como una empresa de artes gráficas, experimentó durante el período republicano una importante expansión que incluyó la producción de material gráfico diverso, incluyendo postales [231][232]. La empresa había sido establecida por Victoriano Seix Miralta, hijo del litógrafo Victoriano Seix, quien se unió a los hermanos Luis y Carlos Barral Nualart para poner en marcha un negocio de impresión y edición con las técnicas más punteras conocidas hasta la fecha [231].

Industrias Gráficas Seix y Barral Hermanos fue el embrión de la editorial, que durante los años republicanos desarrolló una importante actividad en el campo de las artes gráficas [231]. La empresa se integraba en la tradición editorial barcelonesa, aprovechando la experiencia técnica acumulada en el campo de la litografía y otros procedimientos de impresión [232]. Durante los primeros años y las décadas anteriores a la Guerra Civil, la empresa publicó clásicos, adaptaciones teatrales y muchas colecciones de libros escolares y educativos [231].

La Producción durante la Guerra Civil

Durante los años de la Guerra Civil, la empresa Seix Barral fue colectivizada y se limitó a publicar el material autorizado por las autoridades republicanas [231]. Esta experiencia evidencia las transformaciones que experimentó la industria gráfica catalana durante el conflicto bélico [231]. La colectivización afectó tanto a la estructura empresarial como a los contenidos de la producción, orientándola hacia las necesidades del esfuerzo bélico republicano [231].

La Revolución de las Postales de Campaña

Creación y Desarrollo Institucional

La Tarjeta Postal de Campaña fue creada por el Gobierno de la Segunda República para facilitar la correspondencia entre los combatientes y sus familias, siendo conscientes de la importancia que tenía mantener a las tropas con alta actitud y moral de combate [221]. Para ello era necesario que estuvieran en contacto con todo lo que habían dejado atrás, estableciendo un sistema de comunicación eficiente y accesible [221].

En lo que se refiere a su tratamiento estrictamente postal, estas tarjetas eran gratuitas para el combatiente (no así para quienes quisieran comunicar con ellos) [221]. Tenían, pues, para los combatientes, Franquicia Postal y no era necesario añadir sello alguno para que pudieran circular, siendo el único requisito exigido (no siempre cumplido) el portar el sello de la unidad correspondiente o el del expedidor en cuestión [221].

Características y Tipología

Esta 'Tarjeta Postal de Campaña' era, las más de las veces, la reedición en tamaño postal de los carteles políticos o propagandísticos editados durante la Guerra Civil española (1936-1939) y emitidas, en su mayor parte, por partidos políticos, sindicatos y otros agentes sociales [221]. También se editaron por agentes colaboradores con los gobernantes, como es el caso del 'foyer antifasciste' francés [221].

La tarjeta postal conoció en el bando republicano, durante la Guerra Civil española, un gran, intenso y variopinto desarrollo, facilitado por el trabajo de numerosos artistas, la existencia en la zona de medios técnicos abundantes, el espíritu revolucionario y la diversidad ideológica [221]. El Gobierno republicano potenció su utilización como medio de comunicación al crear la "Tarjeta Postal de Campaña", que permitía la gratuidad de la correspondencia dirigida a soldados de las fuerzas leales [221].

Diversidad de Editores y Organizaciones

Durante la Guerra Civil se documentan múltiples editores de postales de campaña que incluían organizaciones como el Comisariado de Guerra del Estado Mayor del Ejército del Centro, las Juventudes Socialistas Unificadas (J.S.U.), el Socorro Rojo Internacional (S.R.I.), y la Solidaridad Internacional Antifascista (S.I.A.) [220]. Estas organizaciones desarrollaron una intensa actividad editorial que producía tanto postales propagandísticas como material de comunicación para los combatientes [220].

Los cuadernillos de tarjetas postales fueron otra modalidad muy popular durante el conflicto, editados por organizaciones como el Socorro Rojo Internacional y otros organismos republicanos [220]. Estas publicaciones agrupaban series temáticas de postales que incluían tanto contenido propagandístico como información sobre la evolución del conflicto [220].

Postales Propagandísticas y Comunicación Visual

El Uso Propagandístico de la Postal

Durante la Guerra Civil española, la propaganda política realizada por los bandos contendientes empleó todo tipo de medios gráficos, desde el cartel al sello de correos, pasando por la tarjeta postal [216]. Esta pluralidad de métodos alcanzó también a los asuntos tratados por la propaganda, entre los cuales destaca por su importancia el nacionalismo español [216]. El uso en la propaganda de guerra de elementos de carácter nacionalista, de raíz esencialmente historicista, fue común a ambos bandos [216].

Se contraponen dos criterios nacionalistas: el procedente de la tradición liberal y democrática, y el que responde a la tradición castiza, católica y conservadora [216]. El primero, inspirando a la propaganda republicana, recurre preferentemente a la Guerra de Independencia (1808-1814) como modelo, mientras que los nacionales acuden preferentemente a la idea de la unidad de España y a elementos religiosos e históricos de la Edad Media y los siglos XVI y XVII [216].

Técnicas y Recursos Visuales

Las postales propagandísticas del período emplearon diversos recursos gráficos que incluían fotografías, ilustraciones, fotomontajes y reproducciones de carteles [220]. Los artistas gráficos republicanos desarrollaron un importante trabajo que combinaba calidad técnica con eficacia comunicativa [218]. La documentación, estudio y difusión del trabajo desarrollado por estos artistas constituye actualmente un campo de investigación especializado [218].

Las postales del bando nacional también desarrollaron estrategias visuales específicas que incluían elementos simbólicos tradicionales y referencias religiosas [220]. La producción de ambos bandos evidencia la importancia que se concedía a la comunicación visual como instrumento de movilización política y social [216].

Editores Regionales y Especializados

La Descentralización Editorial

Durante el período 1931-1939 se consolidó la descentralización de la producción postal que había comenzado en décadas anteriores [233]. Barcelona mantuvo su posición como segundo centro editorial más importante después de Madrid, mientras que ciudades como Zaragoza, Valencia y Sevilla desarrollaron empresas especializadas en sus respectivos mercados regionales [230][228].

La cartofilia regional experimentó un desarrollo notable durante estos años, con editores especializados en temáticas locales que aprovechaban tanto el mercado turístico como la demanda de coleccionistas [234]. Esta especialización permitía competir eficazmente con las grandes empresas nacionales mediante la oferta de productos adaptados a demandas específicas [233].

Nuevas Empresas y Modelos de Negocio

El período republicano vio surgir nuevas empresas que adoptaron modelos comerciales innovadores [233]. Muchas librerías y papelerías se incorporaron al negocio editorial de postales, editando series especializadas para complementar su oferta comercial [233]. Los bazares también se integraron en las redes de distribución, estableciendo puntos de venta en ubicaciones estratégicas [233].

La profesionalización del sector llevó al desarrollo de nuevos modelos comerciales que incluían la venta por catálogo, el intercambio entre coleccionistas y la especialización temática [234]. Las ferias y exposiciones se convirtieron en importantes puntos de encuentro para comerciantes y coleccionistas [234].

Innovaciones Técnicas del Período

Procedimientos Fotomecánicos Avanzados

Durante el período 1931-1939 se consolidaron los procedimientos fotomecánicos que habían sido desarrollados en décadas anteriores [226][227]. La fotografía sobre papel experimentó importantes desarrollos técnicos que permitieron mejorar la calidad y reducir los costes de producción [226]. Las empresas más importantes del sector invirtieron en nuevas tecnologías que mejoraban tanto la calidad como la velocidad de producción [228].

Los procedimientos en color continuaron su desarrollo, incluyendo la cromolitografía mejorada y diversos procedimientos mixtos que combinaban diferentes técnicas de impresión [227]. El proyecto de Carlos Vázquez y Charles Alberty (Loty) en La Mancha durante 1926 ejemplifica la aplicación de estas técnicas avanzadas a proyectos editoriales especializados [227].

La Especialización en Fotografía Turística

Loty trabajó con varias empresas privadas con fines divulgativos, así como realizó fotografías para encargos institucionales [227]. Su presencia en La Mancha respondía a un encargo del comité organizador del proyecto Arte Español para la Exposición Universal de Barcelona de 1929 [227]. Este tipo de encargos evidencia la profesionalización del sector y su integración en proyectos culturales de mayor envergadura [227].

El trabajo fotográfico de Antonio Passaporte tras su incorporación al proyecto Loty en 1926 como representante comercial de papeles fotográficos y fotógrafo de vistas y monumentos evidencia la especialización técnica creciente del sector [227]. Tras la Guerra Civil, Passaporte regresó a Portugal y continuó tomando vistas fotográficas para comercializar como tarjetas postales bajo el nombre "Colecção Passap" [226].

El Impacto de la Guerra Civil en la Industria Postal

Transformación del Panorama Editorial

La Guerra Civil Española supuso una transformación radical del panorama editorial postal [226][221]. Muchas empresas cesaron su actividad o vieron interrumpida su producción debido a las circunstancias bélicas [226]. La empresa Loty cesó su actividad en 1936, mientras que Charles Alberty partió a Francia en el verano de 1936, donde trabajó como pintor decorador hasta su fallecimiento 30 años después [226].

Al mismo tiempo, surgieron editores especializados en temática bélica y propagandística que desarrollaron una intensa actividad durante el conflicto [220][221]. La producción de postales de campaña alcanzó cifras extraordinarias, evidenciando la importancia que ambos bandos concedían a la comunicación visual [221].

La Producción Bélica Especializada

Durante la contienda se editaron cerca de 900 tarjetas postales pertenecientes a la zona nacional de la Guerra Civil Española, complementando las producciones de la zona republicana [222]. Esta cifra evidencia la intensidad de la producción postal durante el conflicto y su utilización como instrumento de comunicación política [216].

Las postales bélicas incluían tanto acontecimientos de la Guerra Civil como material propagandístico de diverso tipo [220]. Los episodios nacionales de la guerra fueron documentados extensamente a través de postales que constituyen hoy una fuente documental de primer orden para el estudio del conflicto [220].

El Coleccionismo Durante el Período

Evolución del Movimiento Cartófilo

Durante los años treinta, el coleccionismo de postales experimentó una evolución significativa respecto al período anterior [234]. La cartofilia había perdido parte del fervor inicial de la primera década del siglo, pero mantuvo una base sólida de coleccionistas especializados [233]. La guerra alteró profundamente las redes de intercambio internacional, pero estimuló el coleccionismo especializado en temática bélica [235].

Los coleccionistas especializados comenzaron a desarrollar criterios más selectivos, centrándose en editores específicos, temáticas particulares o regiones determinadas [234]. Esta especialización contribuyó a la valorización de producciones que anteriormente habían pasado desapercibidas [234].

Nuevas Tendencias de Coleccionismo

La Guerra Civil creó nuevas modalidades de coleccionismo centradas en postales de campaña y material propagandístico [235]. Estas nuevas tendencias reflejaban tanto el interés histórico como la dimensión testimonial de este tipo de material [235]. El valor documental de las postales del período convirtió el coleccionismo en una forma de preservación de la memoria histórica [235].

Bibliografía Especializada Ampliada

Fuentes Fundamentales y Catálogos de Referencia

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Conclusión: El Legado de un Período Transformador

El período 1931-1939 representa una etapa excepcional en la historia de la tarjeta postal española, caracterizada por la tensión entre modernización y conflicto que definió estos años convulsos [216][226]. La Segunda República proporcionó un marco de modernización institucional que favoreció el desarrollo de empresas editoras como Loty, Lucien Roisin y Ediciones Arribas, mientras que la Guerra Civil transformó radicalmente el panorama con la aparición masiva de postales de campaña y material propagandístico [226][224][221].

La innovación técnica del período, particularmente en procedimientos fotográficos y sistemas de impresión, estableció estándares que influirían en la producción posterior [226][227]. Las empresas más exitosas supieron combinar tradición técnica con adaptación a las circunstancias políticas, desarrollando productos que satisfacían tanto las demandas comerciales como las necesidades comunicativas de una sociedad en transformación [224][221].

El impacto de la Guerra Civil marcó definitivamente el final de una época, pero también creó nuevas modalidades de producción postal que evidencian la capacidad de adaptación del sector a circunstancias excepcionales [220][221]. Las postales de campaña y el material propagandístico constituyen hoy un patrimonio documental extraordinario que testimonia la intensidad del conflicto y la importancia que ambos bandos concedían a la comunicación visual [216][222].

Finalmente, la diversificación geográfica y temática que caracterizó este período estableció las bases de la industria postal de posguerra [230][228]. La experiencia acumulada por editores como García Garrabella durante estos años proporcionó los cimientos sobre los que se desarrollaría la edad dorada de la postal española en las décadas siguientes, convirtiendo a España en uno de los centros de producción postal más importantes de Europa [230][229].

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