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24/6/25

Tarjetas Postales Ilustradas Españolas (1906-1918): La Era del Reverso Dividido y el Declive de la Cartofilia

Introducción: La Revolución del Reverso Dividido

El período comprendido entre 1906 y 1918 marca una etapa fundamental en la evolución de la tarjeta postal española, caracterizada por una transformación radical en el formato y diseño que definiría el estándar moderno de la postal ilustrada [162][163]. Este período se identifica principalmente porque las tarjetas postales adoptaron el reverso dividido, reservando una parte del mismo para la dirección y otra para la correspondencia o texto, mientras que el anverso de la tarjeta se dedicaba íntegramente a la ilustración o imagen [162][164].

La transformación normativa que marcó este período tuvo su origen en el Real Decreto de 7 de diciembre de 1905, que modificó el artículo 20 del Reglamento del Servicio de Correos de 1898 en lo relativo a las tarjetas postales ilustradas [162][164]. Esta disposición establecía que los remitentes de tarjetas postales ilustradas para el interior del reino podrían utilizar para su comunicación con los destinatarios la mitad izquierda del reverso, reservando la derecha para la dirección, franqueo y sellos de servicio [162][163].

Este cambio respondía a las recomendaciones adoptadas por la Unión Postal Universal en diciembre de 1905, que fueron implementadas progresivamente en todos los países miembros [162][164][165]. La nueva normativa representó una valoración clara de la imagen, que pasó a ocupar la totalidad de una cara de la tarjeta postal, considerándose que ésta era el anverso de la misma [162]. El resto de textos y áreas de timbrado, destinatario y sellado pasaron a ocupar el reverso dividido [163][165].

Durante estos años, la tarjeta postal vivió el mejor momento como medio de comunicación, llegando a ser el más popular, encontrándose en cualquier establecimiento de la época y beneficiándose de una tarifa postal reducida [162][163]. Las ediciones se volvieron más variadas tras la división del reverso, abriendo un amplio abanico temático que incluía vida cotidiana, trajes regionales, fauna, flora, deportes, aviación, automoción, realeza y tauromaquia [166].

Ángel Toldrá Viazo (A.T.V.): El Gigante de la Cartofilia Catalana

La Expansión de la Serie General

Ángel Toldrá Viazo, conocido comercialmente como A.T.V., se consolidó durante este período como uno de los editores más prolíficos de España, ampliando hasta 4.500 postales su serie general que había comenzado en 1905 [167]. Esta extraordinaria colección llegó a reproducir prácticamente todos los pueblos y ciudades de Cataluña y algunas localidades de Mallorca, constituyendo el corpus más exhaustivo de documentación visual de territorio catalán de la época [167].

Toldrá Viazo es considerado por algunos especialistas como el mejor editor catalán de tarjetas postales, dedicándose intensivamente a esta actividad durante el período comprendido entre 1900 y 1930 [167]. Su metodología de trabajo se caracterizaba por la cobertura sistemática del territorio catalán, incluyendo tanto grandes ciudades como pequeños pueblos que difícilmente habrían sido atendidos por otros editores de menor envergadura.

La calidad técnica de las producciones de A.T.V. se basaba en el empleo de procedimientos fotomecánicos avanzados, principalmente la fototipia, que permitía reproducciones de gran nitidez y fidelidad [167]. Sus postales se caracterizaban por la precisión en la identificación geográfica y la inclusión de elementos arquitectónicos y paisajísticos representativos de cada localidad.

Estrategia Comercial y Distribución

La estrategia comercial de Toldrá Viazo se basaba en el establecimiento de redes de distribución locales que aprovechaban estancos, librerías y comercios especializados [167]. Esta metodología permitía llegar a mercados rurales y urbanos de manera eficiente, asegurando la presencia de sus productos en todo el territorio catalán.

El sistema de numeración empleado por A.T.V. facilitaba la catalogación y el coleccionismo, estableciendo series temáticas y geográficas que respondían tanto a criterios comerciales como a las demandas del mercado cartófilo [167]. Sus producciones incluían desde vistas urbanas hasta paisajes rurales, monumentos históricos y escenas costumbristas.

Fototipia Thomas: La Tradición Técnica Catalana

José Thomas Bigas y la Innovación Fotomecánica

La Fototipia Thomas, fundada por el fotógrafo José Thomas Bigas (1852-1910), representó una de las empresas más innovadoras del sector durante este período [168][169][170]. Thomas Bigas, nacido en Barcelona, se había formado en las técnicas más innovadoras de impresión de su tiempo, llegando incluso a concebir nuevas formas de imprimir, especialmente en la reproducción de imágenes fotográficas [169][170].

En 1875, Thomas fundó con Joan Serra y Pausas, Heribert Mariezcurrena y Miguel Joarizti la Sociedad Heliográfica Española, empresa que introdujo en España la técnica de la heliografía, más tarde conocida como fototipia [168][169]. En 1877, Thomas y Mariezcurrena viajaron a París, donde estudiaron la técnica del fotograbado en el prestigioso taller Gillot [168].

La rápida prosperidad del negocio llevó a Thomas a construir en 1895 un hermoso edificio modernista en la calle Mallorca de Barcelona, proyectado por el arquitecto Lluís Domènech i Montaner, que sería sede de la imprenta [169]. Seis años más tarde, Thomas inició la edición de tarjetas postales ilustradas con fotografías, comenzando con reediciones de otros editores y temas locales [169].

La Serie General de Thomas

A partir de 1905, Fototipia Thomas publicó sus propias colecciones de diferentes ciudades españolas [169]. De su producción durante el período 1906-1918 hay que destacar su serie general sobre toda España, que se diferenciaba por incluir el número de cliché en el anverso de las tarjetas [169][171].

Esta innovación técnica en la identificación facilitaba el control de calidad y la catalogación de las diferentes series [169][170]. La empresa empleaba procedimientos fotomecánicos diversos, incluyendo fototipia, autotipia y cromotipograbados, según las necesidades específicas de cada producción [170].

Thomas se destacó también por su trabajo en revistas artísticas ilustradas como "La ilustració catalana", "Pèl & ploma" y "Forma", donde aplicó las técnicas fotomecánicas más avanzadas de la época [170]. Esta experiencia en el campo editorial le proporcionó conocimientos técnicos que posteriormente aplicaría con gran éxito en la producción de postales [170].

Fototipia Castañeira y Álvarez: La Potencia Madrileña

Desarrollo y Consolidación Empresarial

La Fototipia Castañeira y Álvarez se estableció como una de las empresas más prolíficas del sector durante este período, desarrollando una serie general sobre diferentes ciudades de España, numerada y identificada con la leyenda "C.A." [172][173]. Esta empresa madrileña representaba la tradición fotomecánica de la capital, compitiendo directamente con Hauser y Menet en el mercado nacional.

Unos años después de su establecimiento, Castañeira y Álvarez se asoció con Levenfeld, adoptando la razón social "Castañeira, Álvarez y Levenfeld" [173][166]. Esta asociación permitió ampliar tanto la capacidad de producción como la cobertura geográfica de sus ediciones, consolidando su presencia en el mercado español.

Las producciones de Castañeira y Álvarez se caracterizaban por emplear procedimientos de fototipia de alta calidad, incluyendo tanto ediciones monocromáticas como reproducciones en color [172][173]. Sus postales cubrían una amplia gama temática que incluía monumentos, paisajes urbanos, edificios emblemáticos y escenas costumbristas.

Especialización en Madrid y Expansión Nacional

La empresa desarrolló una especialización particular en postales de Madrid, produciendo series exhaustivas que documentaban la transformación urbana de la capital durante las primeras décadas del siglo XX [172][173]. Entre sus trabajos más reconocidos se encuentran las series del Banco de España, Puerta de Alcalá, Retiro y otros monumentos emblemáticos madrileños [173].

La metodología de Castañeira y Álvarez se basaba en la cobertura sistemática de las ciudades españolas más importantes, estableciendo series numeradas que facilitaban el coleccionismo y la catalogación [172][173]. Sus postales presentaban reverso dividido según las nuevas normativas y empleaban cartulina de alta calidad para asegurar la durabilidad del producto.

Editores Extranjeros: La Dimensión Internacional

V.B. Cumbo: La Presencia Alemana

El editor alemán V.B. Cumbo comercializó tarjetas con vistas de ciudades españolas durante este período, representando la continuidad de la presencia germánica en el mercado postal español [167][166]. Los editores alemanes habían sido pioneros en el desarrollo de técnicas cromolitográficas avanzadas y aportaron conocimientos técnicos especializados al mercado español.

V.B. Cumbo seguía la tradición alemana de producciones de alta calidad técnica, empleando procedimientos cromolitográficos que permitían reproducciones en color de gran fidelidad [166]. Sus postales se caracterizaban por la precisión en el color y la calidad de impresión, estableciendo estándares elevados en el mercado español.

Lucien Lévy (L.L.): La Escuela Francesa

El editor francés Lévy Fils Et Cie, que comercializaba bajo las iniciales del fotógrafo francés Lucien Lévy (L.L.), desarrolló una importante actividad en España, especializándose en postales de ciudades del País Vasco y Madrid [174]. Lucien Lévy era un fotógrafo del siglo XIX que había desarrollado una sólida reputación como documentalista urbano [174].

Lévy había visitado España en múltiples ocasiones, desarrollando un archivo fotográfico especializado en ciudades españolas [174]. Sus postales se caracterizaban por mostrar el palpitar cotidiano de la vida urbana a través de sus gentes, a diferencia de otros fotógrafos de la época que se centraban exclusivamente en monumentos [174].

La calidad técnica de las producciones de Lévy se basaba en su experiencia como discípulo de Daguerre y su sensibilidad periodística, que le permitía captar no solo el tejido urbano sino también las costumbres y el ambiente social de las ciudades documentadas [174].

Editores Catalanes Especializados

Editorial Madriguera: Innovación Regional

La Editorial Madriguera, establecida en Cataluña, desarrolló una producción especializada en temas catalanes y españoles durante este período [167][166]. Esta empresa representaba la diversificación editorial que caracterizó el mercado catalán, con múltiples editores compitiendo por segmentos específicos del mercado postal.

Madriguera empleaba técnicas litográficas avanzadas y desarrollaba series temáticas que respondían a las demandas específicas del mercado catalán [167][166]. Sus producciones incluían tanto vistas urbanas como temas costumbristas y paisajes rurales característicos de la región.

Samsot y Missé, Hermanos: Tradición Familiar

La empresa Samsot y Missé, Hermanos representaba el modelo de empresa familiar que caracterizaba buena parte del sector editorial catalán [167][166]. Esta empresa combinaba las funciones de impresor y editor, desarrollando tanto producciones propias como trabajos por encargo para otros editores.

Samsot y Missé se especializaba en técnicas litográficas y había desarrollado una sólida reputación en el campo de las artes gráficas catalanas [166]. Sus postales se caracterizaban por la calidad artística y el cuidado en los detalles técnicos, empleando procedimientos que aseguraban reproducciones de gran fidelidad.

La Continuidad de las Grandes Casas

Hauser y Menet: El Declive de la Calidad

Durante este período, la casa Hauser y Menet continuó editando postales, aunque con una calidad notablemente inferior a la de su legendaria Serie General [166]. Esta evolución reflejaba tanto los cambios en el mercado como las nuevas estrategias comerciales de la empresa, que buscaba producciones más económicas para competir en un mercado cada vez más saturado.

La reducción en la calidad de las producciones de Hauser y Menet se manifestaba en el empleo de procedimientos menos costosos y en la reutilización de clichés anteriores, adaptándolos al nuevo formato de reverso dividido [166]. Esta estrategia permitía mantener la presencia comercial pero comprometía la reputación de calidad que había caracterizado a la empresa.

Fototipia Lacoste y la Transformación en J. Roig

La Fototipia Lacoste, sucesora de la prestigiosa Casa Laurent, mantuvo su actividad durante los primeros años de este período hasta su transformación en J. Roig en 1916 [166]. Esta transición empresarial reflejaba los cambios estructurales que experimentaba el sector postal durante estos años.

J. Roig heredó tanto el prestigioso archivo fotográfico de Laurent como la experiencia técnica acumulada por Lacoste [166]. La nueva empresa continuó la tradición de especialización en temas artísticos y patrimoniales, manteniendo los estándares de calidad que habían caracterizado a sus predecesoras.

El Impacto de la Primera Guerra Mundial

El Declive del Coleccionismo

Al comienzo de la Primera Guerra Mundial empezó a descender en toda Europa y en España la edición de tarjetas postales y el interés por coleccionarlas, fenómeno que se había convertido en uno de los "sports" de moda de la primera década del siglo [175][176]. La guerra interrumpió las redes comerciales internacionales que habían sustentado el desarrollo de la industria postal [175].

El conflicto bélico afectó especialmente a los editores alemanes y franceses que habían tenido una presencia importante en el mercado español [175]. Las dificultades en las comunicaciones postales y el racionamiento de materias primas redujeron significativamente la producción de postales [175][176].

España como País Neutral

La neutralidad española durante la Primera Guerra Mundial permitió mantener cierta actividad en el sector postal, aunque a niveles muy reducidos respecto al período anterior [175]. España se convirtió en vía de comunicación para correspondencia entre países beligerantes, lo que mantuvo activo el sistema postal español [175].

Durante el conflicto, las oficinas de correos alemanas en el Marruecos español se mantuvieron operativas gracias a la neutralidad española, aunque con un tráfico muy limitado [175]. La oficina de Larache permaneció parcialmente operativa durante la guerra, siendo cerrada en junio de 1919 [175].

Editores Especializados y Nuevas Empresas

Heliotipia Artística Española (H.A.E.)

La Heliotipia Artística Española (H.A.E.) fue fundada por José Caballero Pérez alrededor de 1918, convirtiéndose en una de las empresas más prolíficas del sector durante las décadas siguientes [177]. En sus primeros años, la empresa estuvo asociada a Canals Kallmeyer y Klot, desarrollando una producción masiva de postales sobre toda España [177].

Las oficinas de H.A.E. estaban ubicadas en la madrileña calle Cervantes, número 28, trasladándose posteriormente a Alameda número 12 [177]. Los talleres se establecieron en Príncipe de Vergara, 48, donde se desarrollaba la producción industrial [177]. Durante cinco décadas, H.A.E. desarrolló una contratación masiva de fotógrafos y la compra de fotografías a otras firmas en toda España [177].

Editorial Grafos

Editorial Grafos, establecida en Madrid, desarrolló una importante actividad en la producción de postales durante este período [178]. La empresa se especializaba en reproducciones fototipia y desarrollaba series numeradas que cubrían principalmente monumentos y edificios de Madrid [178].

Las producciones de Grafos incluían series como "Madrid a la vista", que presentaban vistas de diferentes lugares del Parque del Buen Retiro y monumentos próximos al mismo [178]. Sus postales se caracterizaban por la calidad técnica y la precisión en la identificación geográfica [178].

Ediciones Unique e Ibergráficas

Ediciones Unique e Ibergráficas representaban las nuevas empresas que surgieron durante este período para aprovechar las oportunidades del mercado postal [166]. Estas empresas adoptaron estrategias comerciales más flexibles y procedimientos de producción actualizados según las nuevas demandas del mercado.

Ambas empresas se caracterizaban por emplear procedimientos fotomecánicos modernos y desarrollar producciones especializadas que respondían a nichos específicos del mercado postal español [166].

Los Enteros Postales Oficiales

El Precedente Histórico de 1874

La primera tarjeta postal oficial o "entero postal" impresa en España fue enviada desde Zaragoza el día 28 de abril de 1874 y llegó a su destino en Barcelona el día 7 de mayo de ese año [179][180]. Esta pieza histórica representa el precedente directo de toda la industria postal española posterior.

Los enteros postales eran tarjetas oficiales emitidas por la administración de correos que traían impreso el franqueo en una de sus caras [163][179]. La otra cara estaba completamente en blanco para que se pudiera escribir un mensaje, pero no incluían ilustraciones, salvo por el sello impreso y una orla decorativa [163].

Evolución hacia la Postal Ilustrada

El desarrollo de los enteros postales oficiales estableció las bases técnicas y normativas sobre las que posteriormente se desarrollaría la industria privada de postales ilustradas [163][179]. La experiencia adquirida en la producción de enteros postales proporcionó conocimientos técnicos fundamentales para el desarrollo posterior del sector.

Innovaciones Técnicas del Período

Perfeccionamiento de Procedimientos Fotomecánicos

Durante el período 1906-1918 se consolidaron los procedimientos fotomecánicos que habían sido desarrollados en las décadas anteriores [170][166]. La fototipia mantuvo su posición como técnica dominante para producciones de alta calidad, mientras que la litografía se empleaba para tiradas masivas [166].

Los procedimientos en color experimentaron importantes desarrollos técnicos, incluyendo la cromolitografía, el fotocromo y diversos procedimientos mixtos que combinaban fototipia con tricromía [166]. Estas innovaciones permitían asegurar el éxito comercial sobre los competidores mediante la diferenciación técnica.

Adaptación al Reverso Dividido

La adaptación técnica al nuevo formato de reverso dividido requirió importantes modificaciones en los procesos de producción [162][163]. Los editores tuvieron que rediseñar sus plantillas y adaptar la maquinaria para acomodar el nuevo formato normativo.

Esta transformación técnica representó tanto un desafío como una oportunidad de modernización que benefició al conjunto del sector [162]. La estandarización facilitó la mecanización de los procesos postales y permitió una mayor eficiencia en la manipulación y distribución de las postales [163].

El Mercado y la Demanda Durante el Período

Diversificación Temática

Tras la división del reverso, las ediciones se volvieron más variadas, abriendo un amplio abanico temático que incluía vida cotidiana, trajes regionales, desnudos, fauna, flora, armas, mecánica, felicitaciones, deportes, aviación, automoción, realeza y tauromaquia [166]. Esta diversificación reflejaba la maduración del mercado y la búsqueda de nuevos segmentos de demanda.

La especialización temática permitía a los editores desarrollar nichos específicos y diferenciarse de la competencia mediante la originalidad de los contenidos [166]. Las postales temáticas encontraron mercados específicos entre coleccionistas especializados y público general interesado en temas particulares.

Redes de Distribución

Durante este período se consolidaron las redes de distribución que aprovechaban estancos, librerías, papelerías y comercios especializados [166]. Muchas librerías editaron postales como Papelería Catalana, Librería General (Santander), Librería Escolar (Palma de Mallorca), y Librería Española (Las Palmas de Gran Canaria) [166].

Los bazares también se incorporaron a la distribución de postales, como Bazar López (Alicante), estableciendo puntos de venta en ubicaciones estratégicas que aprovechaban el tráfico turístico y comercial [166].

Análisis del Declive del Período

Factores Económicos y Sociales

El declive de la cartofilia durante este período se debió a múltiples factores que incluyeron la Primera Guerra Mundial, los cambios sociales y la aparición de nuevas formas de entretenimiento [175][176]. La guerra había destruido el optimismo y la fe en la idea de progreso que había caracterizado la sociedad occidental de principios de siglo [176].

Los problemas económicos derivados del conflicto bélico redujeron el poder adquisitivo de amplios sectores de la población, afectando negativamente a actividades como el coleccionismo que requerían inversión económica sostenida [176]. La inflación y la escasez de materias primas encarecieron la producción de postales.

Transformaciones Culturales

Las transformaciones culturales que siguieron a la Primera Guerra Mundial alteraron profundamente los gustos y preferencias del público [176]. El surgimiento de nuevas formas de comunicación y entretenimiento, incluyendo el cinematógrafo y la radio, proporcionaron alternativas más atractivas al tradicional coleccionismo de postales.

La pérdida de confianza en las instituciones tradicionales y el cuestionamiento de los valores establecidos afectaron también al fenómeno coleccionista, que había estado asociado a una visión optimista del progreso y la modernidad [176].

Bibliografía Especializada Ampliada

Fuentes Fundamentales y Catálogos de Referencia

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  • El coleccionista de tarjetas postales (1903-1918). Madrid.
  • La Postal Ilustrada (1906-1918). Revista quincenal. Barcelona.

Conclusión: El Final de una Era

El período 1906-1918 marca tanto el apogeo técnico como el inicio del declive de la cartofilia española clásica. La revolución del reverso dividido estableció estándares que perdurarían hasta la actualidad, mientras que la diversificación editorial demostró la madurez alcanzada por la industria postal española.

Los grandes editores como Ángel Toldrá Viazo, Fototipia Thomas, y Castañeira y Álvarez consolidaron metodologías de producción y distribución que establecieron modelos duraderos. La presencia internacional continuó siendo importante, aunque con menor intensidad que en períodos anteriores.

La Primera Guerra Mundial marcó el final definitivo de la edad dorada de la cartofilia, iniciando transformaciones sociales y culturales que alterarían permanentemente el panorama de la comunicación visual. Sin embargo, las bases técnicas y comerciales establecidas durante este período proporcionaron los cimientos sobre los que se desarrollaría la industria postal de las décadas siguientes.

El legado del período se manifiesta en la estandarización técnica, la diversificación temática y el establecimiento de redes de distribución que influirían en toda la producción posterior. La documentación visual generada durante estos años constituye un patrimonio extraordinario que testimonia las transformaciones de la España del primer tercio del siglo XX.

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