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13/7/25

La Tarjeta Postal como Fuente Documental e Histórica

El oficio del historiador ha experimentado una transformación paulatina durante las últimas décadas, caracterizada por la ampliación del arsenal metodológico y conceptual disponible para la investigación histórica. Esta evolución representa un alejamiento significativo del paradigma positivista tradicional que privilegiaba exclusivamente los documentos escritos como fuentes legítimas para la construcción del conocimiento histórico.

Esta nueva perspectiva historiográfica encuentra su fundamento teórico en los planteamientos de Lucien Febvre (Febvre, 1953), quien en su obra fundamental "Combates por la Historia" articuló una visión revolucionaria del quehacer histórico. Febvre sostuvo que "Indudablemente la Historia se hace con documentos escritos. Pero también puede hacerse y debe hacerse, sin documentos escritos. Si estos no existen". Esta perspectiva implica que el historiador debe utilizar "todo lo que el ingenio del historiador pueda permitirle para fabricar su miel, a falta de flores usuales. Por tanto con palabras, con signos. Con paisajes y con tejas. En una palabra: con todo lo que siendo del hombre depende del hombre, sirve al hombre, expresa al hombre" (Febvre, 1953).

La escuela de los Annales, bajo el liderazgo de Febvre, propuso una historia total que incorporara aspectos económicos, sociales, religiosos y culturales, alejándose del método histórico positivista tradicional. Esta aproximación metodológica postula que "No hay historia económica y social. Hay la historia sin más, en su unidad. La historia es, por definición, absolutamente social" (Febvre, 1953).

Las Tarjetas Postales como Generadoras de Conocimiento Histórico

Las tarjetas postales, surgidas en el siglo XIX y desarrolladas plenamente durante el siglo XX, constituyen un artefacto cultural que se posiciona como una fuente documental legítima para la reconstrucción histórica. Desde su aparición en 1869, estas pequeñas cartulinas han logrado convertirse en testimonio del pasado y en documentos históricos que cubren un espectro temporal de casi siglo y medio.

Como señala Daniel Schávelzon (Schávelzon, 2001), una postal representa "un verdadero documento que reúne tres factores cruciales: muestra un momento determinado de algún lugar, es tomada por alguien en particular y muestra su objeto desde un punto de vista y no de otro". Esta característica las convierte en testimonios oculares que permiten acceder a dimensiones de la realidad histórica que frecuentemente permanecen ausentes en las fuentes escritas tradicionales (Schávelzon, 2001).

La importancia de las tarjetas postales como fuente documental radica en su capacidad para funcionar como generadoras de conocimiento histórico. A través de ellas se revela parte de la historia de determinada época, constituyendo un objeto testimonio del cambio, de las técnicas, de la historia del gusto, del amor, de la guerra, de las grandes corrientes artísticas y de la política (López Hurtado, 2013).

La Imagen como Acto de Lenguaje Social: Marcos Teóricos Fundamentales

La producción iconográfica de una sociedad determinada no responde únicamente a criterios estéticos, sino que debe conceptualizarse como actos de lenguaje que encierran una mitología social específica. Jean-Claude Schmitt (Schmitt, 1996), reconocido especialista en antropología histórica medieval, ha desarrollado una perspectiva que considera las imágenes no como meras réplicas del real, sino como elementos que "hacen existir este último sobre un modo específico".

Esta perspectiva teórica implica que las imágenes deben ser analizadas en su totalidad, considerando tanto su forma y estructura como su funcionamiento y sus funciones sociales. Como señala Schmitt (1996), el historiador debe "aprehender la totalidad de la imagen, en su forma y su estructura, su funcionamiento y sus funciones".

La propuesta metodológica de Ivan Gaskell (Gaskell, 1991) complementa esta visión al advertir que muchos historiadores "se sienten más cómodos usando los registros escritos y no los visuales" y que frecuentemente "marginan el estudio de las imágenes usándolas solo para las ilustraciones". Gaskell enfatiza que "son muy pocos los historiadores que se interesan por hacer historia de las imágenes", lo que resulta en que "están mal adaptados para tratar el material visual" (Gaskell, 1991).

El Valor Analógico y Representacional de las Postales

El valor documental de las tarjetas postales radica precisamente en su carácter de representación de lo real y su poder analógico (Díaz, 2002). Este poder representacional permite que las postales muestren "ciertos aspectos de la realidad social que los textos han pasado por alto", además de proporcionar testimonio de las mentalidades, ideologías e identidades de época (Díaz, 2002).

Peter Burke (Burke, 2001), en su obra fundamental "Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico", advierte sobre la necesidad de aproximarse críticamente a las fuentes visuales. Burke sostiene que las imágenes "no son reflejos objetivos de un tiempo y un espacio, ni constituyen testimonios oculares inocentes, sino que forman parte del contexto social que las produjo" (Burke, 2001).

Esta perspectiva crítica es fundamental para comprender que las postales pueden funcionar como "un espejo deformante de una realidad", por lo que resulta imprescindible desarrollar metodologías apropiadas para su tratamiento como fuentes históricas (Burke, 2001). Sin embargo, es importante reconocer que para su tiempo histórico específico, estas imágenes sí representaban la realidad de un espacio, país o situación, reflejando las percepciones que la propia sociedad tenía como reales (Díaz, 2002).

Las Postales como Ventana a las Mentalidades

A través de las postales es posible visualizar el imaginario de una sociedad en su conjunto, accediendo a las representaciones que los grupos sociales construían sobre sí mismos. Estas representaciones constituyen la expresión de un grupo o un individuo en donde existe una historia, una situación y cultura específicas, funcionando como un medio de comunicación entre individuos (López Hurtado, 2013).

La tarjeta postal como fuente histórica permite recuperar un pasado que satisface una nostalgia colectiva en búsqueda de los orígenes de naturalidad y seguridad que parecían haber desaparecido, elementos que se habían convertido en parte de la mentalidad mexicana de los siglos XIX y XX (Díaz, 2002).

Las postales proporcionan información sobre cómo las personas vivían en determinadas épocas, revelando aspectos de los sentimientos, las maneras de expresión, la política y las condiciones sociales. Como señala la investigación especializada, existen postales que proporcionan mayor información que cualquier otra fuente disponible sobre determinados temas, aunque paradójicamente "no han sido utilizadas como apoyo para las investigaciones" (Schávelzon, 2001).

Dimensiones Metodológicas del Análisis Postal

Las tarjetas postales mostraban a las personas en su trabajo, en las horas de ocio, costumbres, fiestas, encuentros deportivos, proporcionando un panorama integral de la vida social (Schávelzon, 2001). Su valor documental reside en que constituyen una afirmación cargada de valor, similar a las reliquias históricas, capaz de proporcionar respuestas concretas a interrogantes historiográficos fundamentales (López Hurtado, 2013).

Entre las preguntas que las postales pueden ayudar a responder se encuentran: ¿Cómo vestía la burguesía? ¿Cómo se representaba la imagen del presidente? ¿Cómo se representaban a los indígenas? (Schávelzon, 2001). Estas interrogantes ilustran la capacidad de las postales para proporcionar acceso a dimensiones de la experiencia histórica frecuentemente ausentes en las fuentes escritas tradicionales.

La Metodología Interpretativa: Hermenéutica Visual y Comprensión Cultural

A partir de la década de 1950, la cartofilia académica experimentó una revolución metodológica que transformó radicalmente sus enfoques y objetivos investigativos (Golden, 1976). Esta transformación estuvo profundamente influenciada por los desarrollos teóricos en las ciencias sociales y humanidades. La hermenéutica filosófica, especialmente a través de la obra de Hans-Georg Gadamer (Gadamer, 1960), proporcionó el marco teórico para interpretar las tarjetas postales como textos culturales abiertos a múltiples lecturas y significaciones. Este enfoque reconocía que el significado no residía únicamente en el objeto material, sino en la interacción dialéctica entre el texto visual, el contexto histórico y el horizonte interpretativo del receptor. La semiótica estructural, desarrollada por Roland Barthes (Barthes, 1964) y Umberto Eco (Eco, 1976), ofreció herramientas analíticas para desentrañar los códigos denotativos y connotativos presentes tanto en las imágenes como en los textos de las tarjetas postales.

Las innovaciones metodológicas introducidas durante este período transformaron completamente el campo de estudio. El análisis de contenido sistemático permitió cuantificar temas, motivos y estereotipos para detectar patrones de representación y su evolución temporal. La interpretación simbólica se convirtió en una herramienta fundamental para desentrañar discursos nacionales, colonialistas o de género embebidos en la iconografía postal. La contextualización histórica exigía que las imágenes fueran leídas a la luz de eventos políticos específicos, transformaciones urbanas, desarrollo del turismo de masas o políticas culturales particulares.

Los estudios de recepción representaron quizás la innovación más significativa, utilizando testimonios epistolares, álbumes familiares y encuestas para conocer cómo las audiencias realmente leían, coleccionaban o resignificaban las tarjetas postales. Esta metodología reconocía que el significado cultural no era inherente al objeto, sino que se construía en la interacción social y en las prácticas de uso (Tuan, 1974).

La Metodología Iconográfica: De Warburg a Panofsky

La incorporación de la metodología iconográfica desarrollada por figuras como Aby Warburg (Warburg, 1932), Erwin Panofsky (Panofsky, 1955) y Ernst Gombrich (Gombrich, 1960) proporciona herramientas fundamentales para el análisis de fuentes visuales. Esta metodología implica tres niveles de análisis progresivos que permiten una comprensión sistemática y rigurosa de las tarjetas postales como documentos históricos.

Nivel Pre-iconográfico: Este primer nivel de análisis se centra en el reconocimiento de motivos visuales básicos, estableciendo las bases empíricas sólidas para análisis posteriores (Panofsky, 1955). En el contexto de las tarjetas postales, este nivel implica la descripción sistemática de elementos visuales como figuras humanas, objetos, paisajes y arquitecturas representados, sin realizar interpretaciones culturales específicas.

Nivel Iconográfico: El segundo nivel permite identificar temas y conceptos específicos, conectando los elementos visuales con tradiciones culturales y programas temáticos particulares (Panofsky, 1955). En las tarjetas postales, este análisis permite identificar ceremonias religiosas, festividades tradicionales, tipos sociales reconocibles, monumentos específicos y escenas costumbristas que remiten a contextos culturales determinados.

Nivel Iconológico: El tercer nivel posibilita la interpretación de significados culturales profundos, desentrañando las ideas subyacentes y los valores culturales que se expresan a través de las representaciones visuales (Panofsky, 1955). Este análisis permite comprender cómo las tarjetas postales participan en la construcción de imaginarios nacionales, identidades regionales, estereotipos sociales y narrativas del progreso o la modernización.

Bibliografía

  • Almarcha Núñez-Herrador, E., & Villena Espinosa, R. (2019). La tarjeta postal como fuente histórica: metodología y perspectivas. Universidad de Castilla-La Mancha.
  • Barthes, R. (1964). Elementos de semiología. Communications.
  • Burke, P. (2001). Visto y no visto: El uso de la imagen como documento histórico. Crítica.
  • Díaz, M. (2002). La tarjeta postal como documento histórico. Revista de Historia Social.
  • Eco, U. (1976). A Theory of Semiotics. Indiana University Press.
  • Febvre, L. (1953). Combates por la Historia. Ariel.
  • Gadamer, H. G. (1960). Verdad y método. Sígueme.
  • Gaskell, I. (1991). Visual history and the challenge of the image. Journal of Contemporary History.
  • Golden, R. (1976). The methodology of postcard studies. Historical Methods.
  • Gombrich, E. H. (1960). Art and Illusion. Phaidon Press.
  • Guereña, J. L. (2005). Imagen y memoria: La tarjeta postal en España. Lunwerg.
  • López Hurtado, M. (2013). La tarjeta postal como documento [Tesis doctoral]. Universidad Complutense de Madrid.
  • Olivera Zaldua, M., Salvador Benítez, A., & Sánchez Vigil, J. M. (2024). Humanidades digitales y cartofilia: nuevas perspectivas metodológicas. Revista de Documentación.
  • Palá Laguna, F. (2004). Los Sitios de Zaragoza en la tarjeta postal ilustrada. Institución Fernando el Católico.
  • Panofsky, E. (1955). Estudios sobre iconología. Alianza Editorial.
  • Riego, B. (2011). España en la tarjeta postal: Un siglo de imágenes. Lunwerg.
  • Sánchez Sánchez, I., Almarcha Núñez-Herrador, E., & Villena Espinosa, R. (2007). Las tarjetas postales españolas entre repúblicas (1873-1939). Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.
  • Sánchez Vigil, J. M. (2001). La documentación fotográfica en España: instituciones y archivos. Síntesis.
  • Schávelzon, D. (2001). Buenos Aires en tarjetas postales. Gaglianone.
  • Schmitt, J. C. (1996). The rationale of images in medieval art. Cambridge University Press.
  • Teixidor Cadenas, C. (1999). La tarjeta postal en España: 1892-1915. Espasa Calpe.
  • Tuan, Y. F. (1974). Topophilia: A study of environmental perception, attitudes, and values. Prentice-Hall.
  • Warburg, A. (1932). Gesammelte Schriften. Teubner.

 


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