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8/6/25

2.4. La Imprenta: Cinco Siglos de Revolución Tecnológica y Cultural

La historia de la imprenta constituye uno de los capítulos más fascinantes de la evolución humana, representando un camino largo y complejo jalonado de hitos que transformaron radicalmente la forma en que se producen y comparten textos e imágenes. Desde los primeros rodillos de piedra utilizados para grabar arcilla hace más de tres milenios, pasando por la sofisticación de la xilografía china, la revolucionaria imprenta de Gutenberg y las prensas industriales del siglo XIX, hasta la explosión de las técnicas fotográficas y el offset, cada avance ha constituido un peldaño fundamental para democratizar el conocimiento y enriquecer la cultura visual de nuestro mundo. Esta evolución tecnológica no solo ha transformado los métodos de producción, sino que ha redefinido completamente las estructuras sociales, políticas y culturales de la humanidad.

Hoy, en plena era digital, seguimos edificando sobre el legado de estos inventores y artesanos que, con su ingenio y dedicación, dieron forma al poderoso medio de comunicación que conocemos como la imprenta. Esta evolución tecnológica no solo ha transformado los métodos de producción, sino que ha redefinido completamente las estructuras sociales, políticas y culturales de la humanidad.

Los Cimientos de la Comunicación Escrita

La necesidad de registrar y transmitir información ha acompañado a la humanidad desde sus orígenes más remotos, impulsando una búsqueda constante de nuevas superficies y métodos para plasmar ideas. Las culturas mesopotámicas desarrollaron sofisticadas tablillas cuneiformes y formatos como prismas hexagonales o tablillas apiladas de arcilla, reflejando una temprana sofisticación en el registro de leyes, textos religiosos y crónicas históricas. La biblioteca de Asurbanipal en Nínive, con más de 20,000 tablillas, demuestra la envergadura del coleccionismo de textos en aquella época, estableciendo precedentes fundamentales para la preservación del conocimiento.

El antiguo Egipto basó su cultura escrituraria en el papiro, extraído de una planta acuática que se convirtió en símbolo de poder y fue monopolizada por los faraones. Esta "flor del rey" permitió crear documentos más manejables que las pesadas tablillas de arcilla, facilitando el desarrollo de jeroglíficos sofisticados utilizados en inscripciones religiosas y administrativas. Sin embargo, su producción estaba estrictamente controlada y vinculada a las élites gobernantes, limitando el acceso al conocimiento escrito.

La escasez de papiro y la necesidad de un material más resistente condujeron al desarrollo del pergamino, creado a partir de piel animal tratada. Este nuevo soporte mostró una durabilidad superior y favoreció la creación de libros encuadernados, dando nacimiento al formato de códice que en la Roma imperial sustituyó gradualmente a los rollos. Autores como Marco Valerio Marcial mencionaron el uso de "codex pugilares", pequeñas libretas hechas de hojas de pergamino que podían encuadernarse, marcando un cambio estructural en la preservación y consulta del saber.

La Revolución del Papel y los Antecedentes Orientales

La invención del papel moderno se atribuye a Cai Lun, un consejero chino de la dinastía Han Oriental en el siglo II d.C. Cai Lun mejoró los métodos existentes, utilizando materiales económicos como trapos de algodón, corteza de morera y restos de seda. Su técnica consistía en triturar estos materiales, crear una pasta y extenderla en capas delgadas para secar al sol, logrando un papel ligero y resistente gracias a la impermeabilización con gelatina de algas.

Aunque Cai Lun no fue el primero en crear un material similar al papel, su perfeccionamiento permitió la extensión del uso del papel en China, impulsando un gran desarrollo cultural. El secreto de su fabricación fue celosamente guardado por más de cinco siglos, extendiéndose a otros territorios tras la batalla de Talas en 751 d.C., donde artesanos chinos fueron llevados a Samarcanda y Bagdad, estableciendo fábricas de papel en el mundo islámico.

En Oriente se desarrollaron incluso técnicas de tipos móviles de madera y metal, así como métodos para imprimir en varias tintas, destacando la gran inventiva de estos pueblos. Sin embargo, este avanzado conocimiento no llegó directamente a Europa, donde la fabricación de papel comenzó en el siglo XI en Játiva (Valencia), desarrollándose técnicas como la filigrana y el uso de gelatina y resina de pino para mejorar la durabilidad del papel.

La Revolución de Gutenberg y la Transformación Europea

La aportación de Johannes Gutenberg en torno a 1450 se alzó como una revolución técnica y cultural sin precedentes. Como señala la investigación académica, "el invento de la imprenta por Johannes Gutenberg en 1440 marcó un cambio de paradigma en la producción y distribución de la información" (Fernández, 2024)[9]. Gutenberg integró y perfeccionó elementos como la fundición de tipos móviles metálicos, prensas basadas en las de vino y aceite, y la invención de tintas oleosas, marcando el inicio de la imprenta moderna. Su innovación democratizó el acceso a los textos y transformó la producción y circulación del conocimiento, creando un nuevo horizonte de difusión masiva y propiciando cambios irreversibles en ciencia, religión, política y cultura escrita.

La imprenta de Gutenberg permitió pasar de la copia manual –y elitista– a una reproducción de libros masiva en un tiempo infinitamente menor y con un coste muy inferior. A partir de ese momento, la impresión gráfica comenzó a tener un rol decisivo, desempeñando un papel preeminente como medio en la evolución de la cultura, la ciencia y la tecnología.

Tras la irrupción de la imprenta de tipos móviles, la producción de libros se expandió de manera extraordinaria. En menos de cincuenta años, esta tecnología se diseminó por toda Europa, estableciéndose más de mil imprentas en importantes centros urbanos como Venecia, París, Núremberg y Lyon. "Será a partir de los años 1450-55 cuando se constate que el incremento de talleres de imprimir alcance carácter industrial" (Armillas)[10]. Para el año 1500, se habían impreso alrededor de 20 millones de incunables, obras anteriores a 1501 que, aunque conservaban algunos rasgos de la tradición manuscrita, representaron un salto cualitativo gracias a su uniformidad y capacidad de reproducir textos con gran exactitud.

El Impacto Social y Cultural de la Imprenta

La imprenta transformó el mundo del libro al abaratar los costes de producción, permitiendo que sectores sociales en ascenso, principalmente la burguesía urbana y los comerciantes, accedieran a la lectura. Los libros dejaron de ser objetos suntuarios y se convirtieron en bienes asequibles, propiciando un incremento en la alfabetización y facilitando la difusión de las ideas humanistas del Renacimiento.

Como afirma la investigación histórica, "la imprenta supuso la revolución más importante en contra de los poderes absolutos (monarquías e iglesia) ya que extendió el conocimiento, algo que estos poderes guardaron para sí mismos durante los diez siglos que duró la Edad Media" (Luján, 2016)[11]. Este cambio fundamental alteró las estructuras de poder existentes y democratizó el acceso a la información.

A nivel religioso y político, el impacto de la imprenta fue decisivo. El movimiento de la Reforma Protestante, liderado por Martín Lutero, utilizó la imprenta como un vehículo de propaganda sin precedentes. Las 95 tesis y otros textos de Lutero se multiplicaron rápidamente, cuestionando la autoridad de la Iglesia católica. Las traducciones de la Biblia a las lenguas vernáculas, impulsadas por diversas corrientes reformistas, debilitaron el sistema eclesiástico basado en el latín.

Las lenguas nacionales recibieron un impulso fundamental gracias a la impresión en castellano, francés, inglés, alemán e italiano, afianzando el uso de estos idiomas en la vida pública y cultural. Este fenómeno generó una demanda de traductores, editores, correctores y tipógrafos especializados, consolidando un incipiente mercado editorial y cultivando las identidades nacionales.

La Democratización del Conocimiento y el Pensamiento Crítico

La transformación cultural que supuso la imprenta va más allá de los aspectos técnicos. Como explica Concepción Company Company, "el debilitamiento de la cultura manuscrita a favor de la cultura impresa significó un gran impacto social: antes de la invención de la imprenta la cultura era de élite, de aristócratas, de realeza y de conventos; en una cultura de masas se inventan los periódicos, las revistas y otro tipo de libros" (Company, 2023)[12].

Esta democratización de la sociedad a través del acceso al conocimiento representó uno de los cambios más profundos en la historia de la humanidad. "Mientras que los monjes tenían el poder de controlar los escritos en toda Europa los índices de alfabetización eran ínfimos" (Luján, 2016)[11]. La multiplicación de textos revolucionó la cultura al ampliar el número de lectores potenciales y reducir costes, creando las condiciones para el desarrollo del pensamiento crítico y la difusión de ideas innovadoras.

La imprenta también desempeñó un papel crucial en el nacimiento del pensamiento crítico. Antes de su invención, la Iglesia y las autoridades políticas tenían un control casi absoluto sobre la información que se difundía. Sin embargo, con la imprenta, las ideas podían ser compartidas y debatidas de manera más amplia, permitiendo que obras como "El Príncipe" de Maquiavelo o "Los Ensayos" de Montaigne llegaran a un público mucho más amplio.

La Revolución Industrial y las Nuevas Tecnologías

El siglo XIX representó una transformación radical para la industria de la impresión, impulsada por la Revolución Industrial. Las prensas de madera de Gutenberg fueron reemplazadas por prensas cilíndricas de metal, capaces de imprimir mucho más rápido. El trabajo de Friedrich Koenig y Andreas Bauer, presentado en 1811, permitió alcanzar velocidades de producción que cuadruplicaban el rendimiento de las prensas manuales.

Paralelamente, se produjo un avance fundamental en la fabricación de papel. El uso de trapos cedió paso a la celulosa derivada de la madera, permitiendo generar rollos de papel continuo a un costo muy inferior. La implementación de prensas rotativas para alimentar bobinas de papel sin interrupción multiplicó la capacidad de producción, permitiendo que los periódicos se vendieran a precios muy bajos y fomentando la masificación de la información.

Las antiguas tintas a base de hollín, vitriolo y agallas fueron reemplazadas progresivamente por fórmulas ferrotánicas, mixtas y sintéticas, que ofrecían mayor resistencia al agua y permanencia del color. El surgimiento de las tintas oleosas resultó esencial para productos como los carteles publicitarios, concebidos para exhibirse al aire libre y resistir las inclemencias climáticas.

La Integración de la Fotografía y las Nuevas Técnicas

Antes de la aparición de la primera fotografía publicada en prensa, fue necesario perfeccionar las técnicas de estampación de imágenes, especialmente aquellas que permitieran integrar simultáneamente fotografías e impresos con textos en un único proceso de impresión. Entre los diversos procedimientos experimentados, el fotograbado se destacó como la innovación más revolucionaria en la difusión masiva de imágenes (Newhall, 1981)[13].

Un punto de inflexión ocurrió el 4 de marzo de 1880, cuando el New York Daily Graphic publicó la primera ilustración fotográfica de medias tintas, gracias a los experimentos de Stephen H. Horgan, jefe de su departamento fotomecánico (Gervais, 2020)[13]. Este hito marcó el inicio de una era en la que las retículas o tramas se perfeccionaron, permitiendo la reproducción mecánica de toda clase de fotografías.

La cromolitografía, desarrollada por Godofredo Engelman hacia 1835, permitía la reproducción masiva de imágenes en color con una fidelidad y riqueza tonal inéditas mediante el uso de múltiples planchas litográficas. Esta técnica revolucionó la producción de tarjetas postales, transformándolas de simples medios de correspondencia a verdaderas obras en miniatura que capturaban paisajes, monumentos y escenas históricas con niveles asombrosos de detalle.

Los Grandes Hitos Tecnológicos del Siglo XX

En el contexto de la historia de la impresión gráfica, es fundamental reconocer la irrupción de cuatro grandes hitos tecnológicos que configuraron el devenir de la industria. El primero, la tipografía, desarrollada en 1437, se basa en la formación de textos mediante letras independientes, generalmente de plomo, permitiendo la impresión repetida de diferentes textos según sea necesario (Morison, 1926)[13].

El segundo hito es la linotipia, introducida en 1884, que revolucionó la impresión al permitir la formación de líneas completas de texto en lugar de hacerlo letra por letra, agilizando significativamente el proceso de impresión (Twyman, 1970)[13].

El tercer hito es la impresión offset, desarrollada en 1904 por Ira W. Rubel, que supuso una ruptura considerable con las técnicas anteriores. La impresión offset utiliza un traslado indirecto de tinta desde una plancha flexible de aluminio a una mantilla de caucho y luego al papel, permitiendo impresiones a alta velocidad y calidad, incluyendo cuatricromías y reproducciones fotográficas (Eisenstein, 1980)[13].

Finalmente, la impresión digital, consolidada en la actualidad, se basa en la transmisión directa de textos e imágenes digitales al papel o cualquier otro soporte. Esta tecnología ha irrumpido en la industria gráfica gracias a la expansión de los medios ofimáticos, eliminando muchos pasos de preparación requeridos por el offset y facilitando la reducción de costes unitarios, especialmente en tiradas cortas (Ferro y Guisado, 2010)[13].

La Expansión Geográfica y Cultural de la Imprenta

La difusión de la imprenta por Europa siguió patrones comerciales y culturales específicos. Como documenta la investigación histórica, "en el primer tercio de la centuria siguiente, la imprenta salió de su núcleo germánico (Maguncia, Bamberg, Estrasburgo, Colonia, Augsburgo, Esslingen, Basilea…) y siguiendo el cauce natural de las comunicaciones transalpinas, operarios formados en Alemania la llevaron a los principados y repúblicas itálicas" (Armillas)[10].

Esta expansión geográfica no fue casual, sino que siguió las rutas comerciales establecidas y se instaló en los centros urbanos más dinámicos de la época. Venecia, Florencia, Nápoles y Roma se convirtieron en importantes centros de impresión, mientras que en Francia la Sorbona abrió la primera imprenta en 1470, seguida por desarrollos en Flandes, Hungría y otros territorios europeos.

La velocidad de esta expansión demuestra la demanda existente de libros y la viabilidad económica de la nueva tecnología. En menos de medio siglo, la imprenta había transformado el panorama cultural europeo, estableciendo las bases para los grandes movimientos intelectuales que caracterizarían los siglos siguientes.

La Democratización de la Imagen y la Cultura Visual

El impacto de todas estas innovaciones fue una auténtica revolución cultural. El uso de imágenes se convirtió en un elemento cotidiano de la comunicación, inundando tanto el espacio público como el doméstico con carteles, postales, folletos y revistas ilustradas. La integración del diseño tipográfico y las técnicas de reproducción fotográfica incentivó una enorme riqueza de estilos y experimentaciones.

La imagen dejó de ser un privilegio de las élites para convertirse en un lenguaje global, democratizando la fotografía y el arte impreso. Este proceso, analizado en profundidad por Benjamin al hablar de la "reproducibilidad técnica", impulsó una nueva forma de contemplar y entender el mundo (Benjamin, 1936)[13].

La adopción masiva de estas innovaciones en la industria editorial consolidó la unión entre palabra e imagen, sentando las bases de la cultura mediática del siglo XX. El desarrollo de grandes rotativos de prensa, junto con las redes de transporte y comunicación que facilitaban su distribución, amplió la esfera pública y forjó la opinión colectiva en torno a noticias, debates políticos y científicos.

El Impacto en la Ciencia y el Pensamiento

La revolución de la imprenta tuvo consecuencias fundamentales para el desarrollo científico y filosófico. Como señala la investigación contemporánea, "la difusión del conocimiento a través de la imprenta favoreció el desarrollo de la ciencia, la filosofía y la cultura en general" (Historia, 2024)[14]. La capacidad de reproducir textos con precisión y distribuirlos ampliamente aceleró el intercambio de ideas científicas y permitió la construcción de un conocimiento acumulativo.

Las obras filosóficas, científicas y literarias de autores como Descartes, Newton y Shakespeare se difundieron ampliamente gracias a la imprenta, contribuyendo al florecimiento intelectual de los siglos posteriores. La traducción de textos a diferentes idiomas eliminó barreras lingüísticas y permitió que el conocimiento trascendiera fronteras nacionales.

Esta democratización del saber científico creó las condiciones para la Revolución Científica y la Ilustración, movimientos que transformaron la comprensión humana del mundo natural y social. La imprenta no solo preservó el conocimiento existente, sino que facilitó su crítica, revisión y ampliación constante.

Las Tarjetas Postales como Paradigma de la Evolución Técnica

Durante el siglo XIX, la evolución de la industria de la impresión desempeñó un papel fundamental en la expansión de la comunicación visual, transformando productos específicos como las tarjetas postales. Inicialmente concebidas como simples medios de correspondencia, las postales evolucionaron rápidamente hasta convertirse en objetos culturales apreciados y en una forma accesible de arte visual y comunicación.

Cada técnica de impresión desarrollada para las postales respondió a necesidades específicas de su época. La fototipia, también conocida como colotipia, se destacó entre 1880 y 1920 por su gran fidelidad tonal y su apariencia cercana a la fotografía pura. El huecograbado ofreció una riqueza en los tonos y una textura aterciopelada que lo hicieron ideal para postales de lujo. El heliograbado, introducido en 1923, perfeccionó estas técnicas ofreciendo una impresión calcográfica de alta gama.

En la década de 1950, el bromuro surgió como una innovación que ofrecía un contraste elevado y una apariencia elegante en imágenes en blanco y negro. Finalmente, la impresión digital de los años 1990 eliminó la necesidad de planchas físicas, permitiendo personalización absoluta y producción bajo demanda.

La Resistencia al Cambio Tecnológico

A lo largo de la historia de la imprenta, cada innovación tecnológica ha enfrentado resistencias específicas de diferentes sectores sociales. Como documenta la investigación contemporánea, "la Iglesia, como custodia de la palabra escrita en ese momento, reaccionó con recelo y temor, percibiendo la imprenta como una amenaza a su control sobre la información y, por ende, a su poder" (Fernández, 2024)[9].

Esta resistencia no se limitó a la invención original de Gutenberg. Incluso innovaciones posteriores como la máquina de escribir en 1872 enfrentaron oposición de sectores inesperados: "muchos autores argumentaban que la máquina de escribir era una forma no natural de escritura y que amenazaba la esencia misma de la literatura" (Fernández, 2024)[9].

Estos patrones de resistencia al cambio revelan cómo las innovaciones tecnológicas no solo transforman los métodos de producción, sino que también desafían estructuras de poder establecidas y concepciones tradicionales sobre la cultura y el conocimiento.

El Legado Contemporáneo y las Perspectivas Futuras

La historia de la imprenta está profundamente unida a la historia de la cultura visual contemporánea, constituyendo un testimonio de cómo el avance tecnológico ha repercutido en nuestras formas de ver, recordar y compartir el mundo. Aunque convivamos con medios digitales infinitamente más veloces, los productos impresos conservan su atractivo tangible, ese encanto de imagen impresa que puede guardarse, tocarse y atesorarse.

La impresión digital ha representado una revolución en la producción, adaptándola a un mundo personalizado donde cada producto puede ser único. La capacidad de imprimir en cantidades pequeñas o grandes sin pérdida de calidad ha ampliado las posibilidades creativas, asegurando que este medio siga siendo relevante en la era digital.

Las innovaciones tecnológicas en la impresión no solo transformaron los métodos de producción y distribución de textos e imágenes, sino que también tuvieron un profundo impacto cultural e industrial. Democratizaron el acceso a la información visual y consolidaron una cultura mediática que continúa evolucionando, integrando elementos interactivos como códigos QR y realidad aumentada que fusionan lo tangible con lo digital.

Reflexiones Finales: La Imprenta como Motor de Transformación Social

La evolución de la imprenta desde Gutenberg hasta nuestros días representa mucho más que una simple progresión tecnológica; constituye la historia de la democratización del conocimiento y la transformación de las estructuras sociales. Cada innovación técnica ha llevado consigo cambios profundos en la forma en que las sociedades se organizan, comunican y preservan su cultura.

Como reconoce la investigación especializada, la imprenta se convirtió en "un poderoso mecanismo de igualación social, de nivelación de las desigualdades y de democratización de la sociedad" (Company, 2023)[12]. Esta transformación no fue meramente técnica, sino profundamente social y cultural, alterando las relaciones de poder y creando nuevas formas de participación ciudadana.

La figura de Gutenberg adquiere una dimensión especial en esta narrativa histórica. Como señala la investigación contemporánea, "Gutenberg es el padre de la imprenta moderna porque sin él hubiera tardado aún muchos años en consolidarse" (Visual, 2024)[15]. Su visión de que "la letra impresa sería el día de mañana una joya en sí misma por su valor sociocultural" se ha cumplido de manera extraordinaria.

Hoy, en la era digital, seguimos edificando sobre el legado de estos inventores y artesanos que dieron forma a este poderoso medio de comunicación. La combinación de personalización, eficiencia y calidad de imagen ha garantizado que los productos impresos no solo mantengan su atractivo, sino que evolucionen para satisfacer las necesidades de una sociedad cada vez más conectada.

La historia de la imprenta confirma que lo impreso también es un acto de memoria y cercanía, recordándonos que estos procesos técnicos, lejos de desaparecer, se han combinado y adaptado para seguir siendo una ventana hacia la belleza, el patrimonio y la esencia de cada momento en el tiempo. En definitiva, la imprenta ha sido y sigue siendo uno de los pilares fundamentales sobre los que se asienta la civilización moderna, un testimonio permanente de la capacidad humana para innovar, comunicar y preservar el conocimiento para las generaciones futuras.

Como afirma Concepción Company Company, la imprenta representa "una de las grandes invenciones de la humanidad, porque permitió apropiarse masivamente de la cultura y de la información" (Company, 2023)[12]. Esta apropiación masiva del conocimiento continúa siendo el legado más duradero de una tecnología que, iniciada hace más de cinco siglos, sigue transformando nuestra relación con la información, el arte y la cultura en el siglo XXI.

Bibliografía

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Benjamin, W. (1936). La obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica. [Obra clásica sobre reproducción técnica].
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Luján, I. (2016, marzo 11). La invención de la imprenta y su impacto en la historia. Universidad de Valencia - Gaceta de Investigación. https://www.uv.es/uvweb/master-historia-formacion-mundo-occidental/
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