La historia de la imprenta constituye uno de los capítulos más fascinantes de la evolución humana, representando un camino largo y complejo jalonado de hitos que transformaron radicalmente la forma en que se producen y comparten textos e imágenes. Desde los primeros rodillos de piedra utilizados para grabar arcilla hace más de tres milenios, pasando por la sofisticación de la xilografía china, la revolucionaria imprenta de Gutenberg y las prensas industriales del siglo XIX, hasta la explosión de las técnicas fotográficas y el offset, cada avance ha constituido un peldaño fundamental para democratizar el conocimiento y enriquecer la cultura visual de nuestro mundo. Esta evolución tecnológica no solo ha transformado los métodos de producción, sino que ha redefinido completamente las estructuras sociales, políticas y culturales de la humanidad.
Hoy, en plena era digital, seguimos edificando sobre el legado de estos inventores y artesanos que, con su ingenio y dedicación, dieron forma al poderoso medio de comunicación que conocemos como la imprenta. Esta evolución tecnológica no solo ha transformado los métodos de producción, sino que ha redefinido completamente las estructuras sociales, políticas y culturales de la humanidad.
Los Cimientos de la Comunicación Escrita
La necesidad de registrar y transmitir información ha
acompañado a la humanidad desde sus orígenes más remotos, impulsando una
búsqueda constante de nuevas superficies y métodos para plasmar ideas. Las
culturas mesopotámicas desarrollaron sofisticadas tablillas cuneiformes y
formatos como prismas hexagonales o tablillas apiladas de arcilla, reflejando
una temprana sofisticación en el registro de leyes, textos religiosos y crónicas
históricas. La biblioteca de Asurbanipal en Nínive, con más de 20,000
tablillas, demuestra la envergadura del coleccionismo
de textos en aquella época, estableciendo precedentes fundamentales para la
preservación del conocimiento.
El antiguo Egipto basó su cultura escrituraria en el papiro,
extraído de una planta acuática que se convirtió en símbolo de poder y fue
monopolizada por los faraones. Esta "flor del rey" permitió crear
documentos más manejables que las pesadas tablillas de arcilla, facilitando el
desarrollo de jeroglíficos sofisticados utilizados en inscripciones religiosas
y administrativas. Sin embargo, su producción estaba estrictamente controlada y
vinculada a las élites gobernantes, limitando el acceso al conocimiento
escrito.
La escasez de papiro y la necesidad de un material más
resistente condujeron al desarrollo del pergamino, creado a partir de piel
animal tratada. Este nuevo soporte mostró una durabilidad superior y favoreció
la creación de libros encuadernados, dando nacimiento al formato de códice que
en la Roma imperial sustituyó gradualmente a los rollos. Autores como Marco
Valerio Marcial mencionaron el uso de "codex pugilares", pequeñas
libretas hechas de hojas de pergamino que podían encuadernarse, marcando un cambio estructural en la preservación y
consulta del saber.
La Revolución del Papel y los Antecedentes Orientales
La invención del papel moderno se atribuye a Cai Lun, un consejero chino de la
dinastía Han Oriental en el siglo II d.C. Cai Lun mejoró los métodos
existentes, utilizando materiales económicos como trapos de algodón, corteza de
morera y restos de seda. Su técnica consistía en triturar estos materiales,
crear una pasta y extenderla en capas delgadas para secar al sol, logrando un
papel ligero y resistente gracias a la impermeabilización con gelatina de
algas.
Aunque Cai Lun no fue el primero en crear un material
similar al papel, su perfeccionamiento permitió la extensión del uso del papel
en China, impulsando un gran desarrollo cultural. El secreto de su fabricación
fue celosamente guardado por más de cinco siglos, extendiéndose a otros
territorios tras la batalla de Talas en 751 d.C., donde artesanos chinos fueron
llevados a Samarcanda y Bagdad, estableciendo fábricas de papel en el mundo
islámico.
En Oriente se desarrollaron incluso técnicas de tipos
móviles de madera y metal, así como métodos para imprimir en varias tintas,
destacando la gran inventiva de estos pueblos. Sin embargo, este avanzado
conocimiento no llegó directamente a Europa, donde la fabricación de papel
comenzó en el siglo XI en Játiva (Valencia), desarrollándose técnicas como la
filigrana y el uso de gelatina y resina de pino para mejorar la durabilidad del
papel.
La Revolución de Gutenberg y la Transformación Europea
La aportación de Johannes
Gutenberg en torno a 1450 se alzó como una revolución técnica y cultural
sin precedentes. Como señala la investigación académica, "el invento de la
imprenta por Johannes Gutenberg en 1440 marcó un cambio de paradigma en la
producción y distribución de la información" (Fernández, 2024)[9]. Gutenberg integró y perfeccionó elementos como la
fundición de tipos móviles metálicos, prensas basadas en las de vino y aceite,
y la invención de tintas oleosas, marcando el inicio de la imprenta moderna. Su
innovación democratizó el acceso a los textos y transformó la producción y
circulación del conocimiento, creando un nuevo horizonte de difusión masiva y propiciando cambios
irreversibles en ciencia, religión, política y cultura escrita.
La imprenta de Gutenberg permitió pasar de la copia manual
–y elitista– a una reproducción de libros masiva en un tiempo infinitamente
menor y con un coste muy inferior. A partir de ese momento, la impresión
gráfica comenzó a tener un rol decisivo, desempeñando un papel preeminente como
medio en la evolución de la cultura, la ciencia y la tecnología.
Tras la irrupción de la imprenta de tipos móviles, la
producción de libros se expandió de manera extraordinaria. En menos de
cincuenta años, esta tecnología se diseminó por toda Europa, estableciéndose
más de mil imprentas en importantes centros urbanos como Venecia, París,
Núremberg y Lyon. "Será a partir de los años 1450-55 cuando se constate
que el incremento de talleres de imprimir alcance carácter industrial"
(Armillas)[10]. Para el
año 1500, se habían impreso alrededor de 20 millones de incunables, obras anteriores a 1501 que, aunque conservaban algunos
rasgos de la tradición manuscrita, representaron un salto cualitativo gracias a
su uniformidad y capacidad de reproducir textos con gran exactitud.
El Impacto Social y Cultural de la Imprenta
La imprenta transformó el mundo del libro al abaratar los
costes de producción, permitiendo que sectores sociales en ascenso,
principalmente la burguesía urbana y los comerciantes, accedieran a la lectura.
Los libros dejaron de ser objetos suntuarios y se convirtieron en bienes
asequibles, propiciando un incremento en la alfabetización y facilitando la difusión de las ideas humanistas
del Renacimiento.
Como afirma la investigación histórica, "la imprenta
supuso la revolución más importante en contra de los poderes absolutos
(monarquías e iglesia) ya que extendió el conocimiento, algo que estos poderes
guardaron para sí mismos durante los diez siglos que duró la Edad Media"
(Luján, 2016)[11]. Este
cambio fundamental alteró las estructuras de poder existentes y democratizó el
acceso a la información.
A nivel religioso y político, el impacto de la imprenta fue
decisivo. El movimiento de la Reforma Protestante, liderado por Martín Lutero,
utilizó la imprenta como un vehículo de propaganda sin precedentes. Las 95
tesis y otros textos de Lutero se multiplicaron rápidamente, cuestionando la
autoridad de la Iglesia católica. Las traducciones de la Biblia a las lenguas
vernáculas, impulsadas por diversas corrientes reformistas, debilitaron el
sistema eclesiástico basado en el latín.
Las lenguas nacionales recibieron un impulso fundamental
gracias a la impresión en castellano, francés, inglés, alemán e italiano,
afianzando el uso de estos idiomas en la vida pública y cultural. Este fenómeno
generó una demanda de traductores, editores, correctores y tipógrafos
especializados, consolidando un incipiente mercado
editorial y cultivando las identidades nacionales.
La Democratización del Conocimiento y el Pensamiento Crítico
La transformación cultural que supuso la imprenta va más
allá de los aspectos técnicos. Como explica Concepción Company Company, "el debilitamiento de la cultura
manuscrita a favor de la cultura impresa significó un gran impacto social:
antes de la invención de la imprenta la cultura era de élite, de aristócratas,
de realeza y de conventos; en una cultura de masas se inventan los periódicos,
las revistas y otro tipo de libros" (Company, 2023)[12].
Esta democratización
de la sociedad a través del acceso al conocimiento representó uno de los
cambios más profundos en la historia de la humanidad. "Mientras que los
monjes tenían el poder de controlar los escritos en toda Europa los índices de
alfabetización eran ínfimos" (Luján, 2016)[11]. La multiplicación de textos revolucionó la cultura al
ampliar el número de lectores potenciales y reducir costes, creando las
condiciones para el desarrollo del pensamiento crítico y la difusión de ideas
innovadoras.
La imprenta también desempeñó un papel crucial en el
nacimiento del pensamiento crítico. Antes de su invención, la Iglesia y las
autoridades políticas tenían un control casi absoluto sobre la información que
se difundía. Sin embargo, con la imprenta, las ideas podían ser compartidas y
debatidas de manera más amplia, permitiendo que obras como "El
Príncipe" de Maquiavelo o "Los Ensayos" de Montaigne llegaran a
un público mucho más amplio.
La Revolución Industrial y las Nuevas Tecnologías
El siglo XIX representó una transformación radical para la
industria de la impresión, impulsada por la Revolución Industrial. Las prensas
de madera de Gutenberg fueron reemplazadas por prensas cilíndricas de metal,
capaces de imprimir mucho más rápido. El trabajo de Friedrich Koenig y Andreas Bauer, presentado en 1811, permitió
alcanzar velocidades de producción que cuadruplicaban el rendimiento de las
prensas manuales.
Paralelamente, se produjo un avance fundamental en la
fabricación de papel. El uso de trapos cedió paso a la celulosa derivada de la
madera, permitiendo generar rollos de papel
continuo a un costo muy inferior. La implementación de prensas rotativas
para alimentar bobinas de papel sin interrupción multiplicó la capacidad de
producción, permitiendo que los periódicos se vendieran a precios muy bajos y
fomentando la masificación de la información.
Las antiguas tintas a base de hollín, vitriolo y agallas
fueron reemplazadas progresivamente por fórmulas ferrotánicas, mixtas y
sintéticas, que ofrecían mayor resistencia al agua y permanencia del color. El
surgimiento de las tintas oleosas
resultó esencial para productos como los carteles publicitarios, concebidos
para exhibirse al aire libre y resistir las inclemencias climáticas.
La Integración de la Fotografía y las Nuevas Técnicas
Antes de la aparición de la primera fotografía publicada en
prensa, fue necesario perfeccionar las técnicas de estampación de imágenes,
especialmente aquellas que permitieran integrar simultáneamente fotografías e
impresos con textos en un único proceso de impresión. Entre los diversos
procedimientos experimentados, el fotograbado
se destacó como la innovación más revolucionaria en la difusión masiva de
imágenes (Newhall, 1981)[13].
Un punto de inflexión ocurrió el 4 de marzo de 1880, cuando
el New York Daily Graphic publicó la primera ilustración fotográfica de medias
tintas, gracias a los experimentos de Stephen H. Horgan, jefe de su
departamento fotomecánico (Gervais, 2020)[13]. Este hito marcó el inicio de una era en la que las
retículas o tramas se perfeccionaron, permitiendo la reproducción mecánica de
toda clase de fotografías.
La cromolitografía,
desarrollada por Godofredo Engelman hacia 1835, permitía la reproducción masiva
de imágenes en color con una fidelidad y riqueza tonal inéditas mediante el uso
de múltiples planchas litográficas. Esta técnica revolucionó la producción de
tarjetas postales, transformándolas de simples medios de correspondencia a
verdaderas obras en miniatura que capturaban paisajes, monumentos y escenas
históricas con niveles asombrosos de detalle.
Los Grandes Hitos Tecnológicos del Siglo XX
En el contexto de la historia de la impresión gráfica, es
fundamental reconocer la irrupción de cuatro grandes hitos tecnológicos que
configuraron el devenir de la industria. El primero, la tipografía, desarrollada en 1437, se basa en la formación de textos
mediante letras independientes, generalmente de plomo, permitiendo la impresión
repetida de diferentes textos según sea necesario (Morison, 1926)[13].
El segundo hito es la linotipia,
introducida en 1884, que revolucionó la impresión al permitir la formación de
líneas completas de texto en lugar de hacerlo letra por letra, agilizando
significativamente el proceso de impresión (Twyman, 1970)[13].
El tercer hito es la impresión
offset, desarrollada en 1904 por Ira W. Rubel, que supuso una ruptura
considerable con las técnicas anteriores. La impresión offset utiliza un
traslado indirecto de tinta desde una plancha flexible de aluminio a una
mantilla de caucho y luego al papel, permitiendo impresiones a alta velocidad y
calidad, incluyendo cuatricromías y reproducciones fotográficas (Eisenstein,
1980)[13].
Finalmente, la impresión
digital, consolidada en la actualidad, se basa en la transmisión directa de
textos e imágenes digitales al papel o cualquier otro soporte. Esta tecnología
ha irrumpido en la industria gráfica gracias a la expansión de los medios
ofimáticos, eliminando muchos pasos de preparación requeridos por el offset y
facilitando la reducción de costes unitarios, especialmente en tiradas cortas
(Ferro y Guisado, 2010)[13].
La Expansión Geográfica y Cultural de la Imprenta
La difusión de la imprenta por Europa siguió patrones
comerciales y culturales específicos. Como documenta la investigación
histórica, "en el primer tercio de la centuria siguiente, la imprenta
salió de su núcleo germánico (Maguncia, Bamberg, Estrasburgo, Colonia,
Augsburgo, Esslingen, Basilea…) y siguiendo el cauce natural de las
comunicaciones transalpinas, operarios formados en Alemania la llevaron a los
principados y repúblicas itálicas" (Armillas)[10].
Esta expansión
geográfica no fue casual, sino que siguió las rutas comerciales
establecidas y se instaló en los centros urbanos más dinámicos de la época.
Venecia, Florencia, Nápoles y Roma se convirtieron en importantes centros de
impresión, mientras que en Francia la Sorbona abrió la primera imprenta en
1470, seguida por desarrollos en Flandes, Hungría y otros territorios europeos.
La velocidad de esta expansión demuestra la demanda
existente de libros y la viabilidad económica de la nueva tecnología. En menos
de medio siglo, la imprenta había transformado el panorama cultural europeo,
estableciendo las bases para los grandes movimientos intelectuales que
caracterizarían los siglos siguientes.
La Democratización de la Imagen y la Cultura Visual
El impacto de todas estas innovaciones fue una auténtica revolución cultural. El uso de imágenes
se convirtió en un elemento cotidiano de la comunicación, inundando tanto el
espacio público como el doméstico con carteles, postales, folletos y revistas
ilustradas. La integración del diseño tipográfico y las técnicas de reproducción
fotográfica incentivó una enorme riqueza de estilos y experimentaciones.
La imagen dejó de ser un privilegio de las élites para
convertirse en un lenguaje global,
democratizando la fotografía y el arte impreso. Este proceso, analizado en
profundidad por Benjamin al hablar de la "reproducibilidad técnica",
impulsó una nueva forma de contemplar y entender el mundo (Benjamin, 1936)[13].
La adopción masiva de estas innovaciones en la industria
editorial consolidó la unión entre palabra e imagen, sentando las bases de la
cultura mediática del siglo XX. El desarrollo de grandes rotativos de prensa,
junto con las redes de transporte y comunicación que facilitaban su
distribución, amplió la esfera pública
y forjó la opinión colectiva en torno a noticias, debates políticos y
científicos.
El Impacto en la Ciencia y el Pensamiento
La revolución de la imprenta tuvo consecuencias
fundamentales para el desarrollo científico y filosófico. Como señala la
investigación contemporánea, "la difusión del conocimiento a través de la
imprenta favoreció el desarrollo de la ciencia, la filosofía y la cultura en
general" (Historia, 2024)[14]. La
capacidad de reproducir textos con precisión y distribuirlos ampliamente
aceleró el intercambio de ideas científicas y permitió la construcción de un
conocimiento acumulativo.
Las obras filosóficas, científicas y literarias de autores
como Descartes, Newton y Shakespeare se
difundieron ampliamente gracias a la imprenta, contribuyendo al florecimiento
intelectual de los siglos posteriores. La traducción de textos a diferentes
idiomas eliminó barreras lingüísticas y permitió que el conocimiento
trascendiera fronteras nacionales.
Esta democratización
del saber científico creó las condiciones para la Revolución Científica y
la Ilustración, movimientos que transformaron la comprensión humana del mundo
natural y social. La imprenta no solo preservó el conocimiento existente, sino
que facilitó su crítica, revisión y ampliación constante.
Las Tarjetas Postales como Paradigma de la Evolución Técnica
Durante el siglo XIX, la evolución de la industria de la
impresión desempeñó un papel fundamental en la expansión de la comunicación
visual, transformando productos específicos como las tarjetas postales. Inicialmente
concebidas como simples medios de correspondencia, las postales evolucionaron
rápidamente hasta convertirse en objetos culturales apreciados y en una forma
accesible de arte visual y
comunicación.
Cada técnica de impresión desarrollada para las postales
respondió a necesidades específicas de su época. La fototipia, también conocida como colotipia, se destacó entre 1880 y
1920 por su gran fidelidad tonal y su apariencia cercana a la fotografía pura.
El huecograbado ofreció una riqueza
en los tonos y una textura aterciopelada que lo hicieron ideal para postales de
lujo. El heliograbado, introducido
en 1923, perfeccionó estas técnicas ofreciendo una impresión calcográfica de
alta gama.
En la década de 1950, el bromuro surgió como una innovación que ofrecía un contraste elevado
y una apariencia elegante en imágenes en blanco y negro. Finalmente, la impresión digital de los años 1990
eliminó la necesidad de planchas físicas, permitiendo personalización absoluta
y producción bajo demanda.
La Resistencia al Cambio Tecnológico
A lo largo de la historia de la imprenta, cada innovación
tecnológica ha enfrentado resistencias específicas de diferentes sectores
sociales. Como documenta la investigación contemporánea, "la Iglesia, como
custodia de la palabra escrita en ese momento, reaccionó con recelo y temor,
percibiendo la imprenta como una amenaza a su control sobre la información y,
por ende, a su poder" (Fernández, 2024)[9].
Esta resistencia no se limitó a la invención original de
Gutenberg. Incluso innovaciones posteriores como la máquina de escribir en 1872
enfrentaron oposición de sectores inesperados: "muchos autores
argumentaban que la máquina de escribir era una forma no natural de escritura y
que amenazaba la esencia misma de la literatura" (Fernández, 2024)[9].
Estos patrones de resistencia
al cambio revelan cómo las innovaciones tecnológicas no solo transforman
los métodos de producción, sino que también desafían estructuras de poder
establecidas y concepciones tradicionales sobre la cultura y el conocimiento.
El Legado Contemporáneo y las Perspectivas Futuras
La historia de la imprenta está profundamente unida a la
historia de la cultura visual contemporánea, constituyendo un testimonio de
cómo el avance tecnológico ha repercutido en nuestras formas de ver, recordar y
compartir el mundo. Aunque convivamos con medios digitales infinitamente más
veloces, los productos impresos conservan su atractivo tangible, ese encanto de
imagen impresa que puede guardarse, tocarse y atesorarse.
La impresión digital
ha representado una revolución en la producción, adaptándola a un mundo
personalizado donde cada producto puede ser único. La capacidad de imprimir en
cantidades pequeñas o grandes sin pérdida de calidad ha ampliado las
posibilidades creativas, asegurando que este medio siga siendo relevante en la
era digital.
Las innovaciones tecnológicas en la impresión no solo
transformaron los métodos de producción y distribución de textos e imágenes,
sino que también tuvieron un profundo impacto cultural e industrial.
Democratizaron el acceso a la información visual y consolidaron una cultura mediática que continúa
evolucionando, integrando elementos interactivos como códigos QR y realidad
aumentada que fusionan lo tangible con lo digital.
Reflexiones Finales: La Imprenta como Motor de Transformación
Social
La evolución de la imprenta desde Gutenberg hasta nuestros
días representa mucho más que una simple progresión tecnológica; constituye la
historia de la democratización del
conocimiento y la transformación de las estructuras sociales. Cada
innovación técnica ha llevado consigo cambios profundos en la forma en que las
sociedades se organizan, comunican y preservan su cultura.
Como reconoce la investigación especializada, la imprenta se
convirtió en "un poderoso mecanismo de igualación social, de nivelación de
las desigualdades y de democratización de la sociedad" (Company, 2023)[12]. Esta transformación no fue meramente técnica, sino
profundamente social y cultural, alterando las relaciones de poder y creando
nuevas formas de participación ciudadana.
La figura de Gutenberg adquiere una dimensión especial en
esta narrativa histórica. Como señala la investigación contemporánea,
"Gutenberg es el padre de la imprenta moderna porque sin él hubiera
tardado aún muchos años en consolidarse" (Visual, 2024)[15]. Su visión de que "la letra impresa sería el día de
mañana una joya en sí misma por su valor sociocultural" se ha cumplido de
manera extraordinaria.
Hoy, en la era digital, seguimos edificando sobre el legado
de estos inventores y artesanos que dieron forma a este poderoso medio de
comunicación. La combinación de personalización,
eficiencia y calidad de imagen ha garantizado que los productos impresos no
solo mantengan su atractivo, sino que evolucionen para satisfacer las
necesidades de una sociedad cada vez más conectada.
La historia de la imprenta confirma que lo impreso también
es un acto de memoria y cercanía, recordándonos que estos procesos técnicos,
lejos de desaparecer, se han combinado y adaptado para seguir siendo una
ventana hacia la belleza, el patrimonio y la esencia de cada momento en el
tiempo. En definitiva, la imprenta ha sido y sigue siendo uno de los pilares
fundamentales sobre los que se asienta la civilización
moderna, un testimonio permanente de la capacidad humana para innovar,
comunicar y preservar el conocimiento para las generaciones futuras.
Como afirma Concepción
Company Company, la imprenta representa "una de las grandes
invenciones de la humanidad, porque permitió apropiarse masivamente de la
cultura y de la información" (Company, 2023)[12]. Esta apropiación masiva del conocimiento continúa siendo
el legado más duradero de una tecnología que, iniciada hace más de cinco
siglos, sigue transformando nuestra relación con la información, el arte y la
cultura en el siglo XXI.
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https://historia.ovh/la-revolucion-de-la-imprenta-y-la-difusion-del-conocimiento/
https://visual.gi/reflexiones-sobre-la-invencion-de-la-imprenta-2-0/
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