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5/6/25

1.3 Mi Primera Postal: Un Encuentro Casual

Las fotografías son aquí como miradas descoloridas, como miradas en pie, miradas auténticas de ojos como los nuestros, miradas normales, miradas de otro tiempo, pero miradas al cabo, miradas indudables, miradas con ese anhelo, con esa impotencia, con esa dramática extrañeza de las miradas que no pueden sino enfrentar las cosas, sin retenerlas, sin salvarlas"   ___________Ramón GÓMEZ DE LA SERNA, El Rastro (1915)

Introducción

Las tarjetas postales ilustradas representan mucho más que simples objetos de colección. Son pequeñas cápsulas del tiempo, cargadas de memoria, historia y emoción. Como señala Ramón Gómez de la Serna, las fotografías son miradas auténticas de otro tiempo, con esa extrañeza dramática de las miradas que enfrentan las cosas sin retenerlas ni salvarlas.

El coleccionismo de tarjetas postales conecta lo personal con lo colectivo, ofreciendo un puente entre épocas y culturas. Las fotografías y sus derivados, como las postales, no solo reflejan la realidad, sino que también la transforman y reinterpretan según las demandas sociales de su tiempo.

1. Mi Primera Postal: Un Encuentro Casual

El inicio: casualidad e interés personal

Comenzar una colección puede ser el resultado de una casualidad o del deseo de preservar algo como recuerdo. Muchas veces, sin darnos cuenta, empezamos a reunir objetos sin una intención clara o como continuación de un hábito heredado. Muchas veces casi sin querer, comenzamos a reunir objetos sin una intención consciente o simplemente continuando un hábito heredado. El siguiente paso natural tiene que ser o deshacernos de ellos o comenzar a ampliarlos.

Mi afición por las tarjetas postales fue fruto de la casualidad. Durante años, siempre me ha gustado ir a lugares donde se vendían objetos antiguos, pero acostumbraba a mirar con aburrimiento y desgana los tenderetes, en los que se acumulaban miles de postales encajadas en nichos de madera o de cartón, fabricados de una forma artesanal o aprovechando viejas cajas de zapatos. En mi caso, todo comenzó al detenerme frente a un puesto del  Mercat de Sant Antoni donde descubrí mi primera postal. Allí, apiladas en cajas de madera o en viejas cajitas de zapatos, miles de postales envejecidas aguardaban, clasificadas con mayor o menor esmero. Cuando tomé entre mis manos aquel pedazo de cartón con huellas de humedad y letras casi borradas, sentí que conectaba con un pasado que de pronto se hacía presente. El mensaje infantil, rebosante de inocencia, me hizo comprender lo que explica Benjamin (1931): el coleccionista “no acumula objetos, sino que los integra en una narrativa mayor”, una historia a la que, de otro modo, el tiempo habría condenado al silencio. Aquí os muestro la postal.

La primera postal que tomé tenía manchas de humedad y un mensaje escrito por unos niños a su madre, cargado de ternura. Esa simple interacción marcó el inicio de una pasión que nunca imaginé tendría tanto impacto en mi vida. Esta primera postal despertó en mí la curiosidad por descubrir las historias detrás de cada imagen y cada mensaje. El coleccionista no acumula objetos; los rescata del olvido, otorgándoles un lugar en una narrativa más amplia.

Más allá de la imagen

Lo que me cautivó no fue solo la imagen, sino también el mensaje manuscrito. Las postales no son simples fotografías; son fragmentos de vidas pasadas. Las imágenes actúan como depósitos de memoria emocional, donde lo personal y lo colectivo convergen. Cada postal tiene el poder de conectarnos con emociones y contextos que trascienden generaciones.

El Coleccionismo como Práctica Cultural

Una experiencia multisensorial

El coleccionismo de postales es una actividad que involucra todos los sentidos. El tacto del papel envejecido, el olor de las tintas antiguas y la emoción de encontrar algo único hacen que esta práctica sea profundamente enriquecedora. Coleccionar es dar nueva vida a lo olvidado, devolviéndole significado y contexto.

Resistencia en la era digital

En un mundo dominado por lo digital, el coleccionismo físico mantiene su relevancia. Las postales, con su autenticidad y tangibilidad, representan una forma de resistencia frente a la inmediatez y la fugacidad de las imágenes digitales. Esta resistencia no es meramente nostálgica, sino que responde a necesidades humanas fundamentales de conexión con lo tangible, lo auténtico y lo duradero.

Narrativas visuales

Las postales funcionan como narrativas visuales condensadas que encapsulan las sensibilidades estéticas y los valores sociales de sus épocas respectivas. Las imágenes seleccionadas, los encuadres y los colores reflejan las sensibilidades estéticas y los valores sociales de su época. Las imágenes no solo documentan la realidad, sino que la interpretan y estructuran según los valores predominantes.

2. La Dimensión Emocional: Alegrías y Frustraciones

La montaña rusa emocional

El coleccionismo está caracterizado por una intensa variabilidad emocional. Encontrar una postal rara después de meses de búsqueda genera una satisfacción indescriptible, mientras que perder una oportunidad puede ser profundamente frustrante. Esta experiencia emocional trasciende la mera apreciación estética para convertirse en una forma de intimidad con el objeto y las historias que representa.

La magia del hallazgo

Más allá de su valor material, cada postal adquirida representa una historia única. Los objetos coleccionados enriquecen nuestra experiencia al vincular recuerdos y emociones con lo tangible. Cada hallazgo funciona como una conexión con el pasado y una oportunidad para reescribir historias olvidadas.

El factor sorpresa

El factor sorpresa es un elemento común a cualquier tipo de colección, ya sea relacionada con la fotografía que aparece, el lugar de donde proviene, el mensaje que incluye o cómo llegó a nuestras manos. La sorpresa funciona como un motor psicológico que mantiene vivo el interés del coleccionista.

Organización y Conservación

Un acto de resistencia

La organización de una colección es un acto de resistencia frente al olvido. Las postales, como cápsulas del tiempo, documentan la evolución de las sociedades y las tecnologías. Cada imagen preservada es una forma de resistencia contra la amnesia cultural.

Enfoque ético

La conservación de las postales no solo implica su protección física, sino también un compromiso con su contexto histórico. Un enfoque ético requiere comprender las dinámicas sociales y culturales reflejadas en estas piezas.

Reflexiones Finales

El coleccionismo de postales es mucho más que una afición; es un puente hacia el pasado. Coleccionar es rescatar lo efímero y otorgarle un valor que trasciende lo inmediato. Como coleccionista, me convierto en guardián de estas historias, con la responsabilidad de preservarlas y compartirlas con futuras generaciones.

El coleccionismo de tarjetas postales trasciende lo material para convertirse en un ejercicio de preservación cultural y emocional. Las postales, con sus imágenes y mensajes, representan un puente entre lo efímero y lo eterno, entre el pasado y el presente.

Realidades económicas

Es importante reconocer que difícilmente un coleccionista amateur podrá recuperar lo invertido. Sin embargo, el placer que se experimenta al recordar la forma como he conseguido cada una de las postales, es único y siempre permanece. En otras entradas hablaré del valor sentimental y sobre todo económico de las postales.

Construcción de la realidad

La fotografía no puede quedar entregada a los azares de la fantasía individual y, por mediación del ethos – interiorización de regularidades objetivas y corrientes, el grupo subordina esta práctica a la regla colectiva, de modo que la fotografía más insignificante expresa las intenciones explícitas de quien la ha tomado, y el sistema de esquemas de percepción común a todo un grupo.


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