Las fotografías son aquí como miradas descoloridas, como miradas en pie, miradas auténticas de ojos como los nuestros, miradas normales, miradas de otro tiempo, pero miradas al cabo, miradas indudables, miradas con ese anhelo, con esa impotencia, con esa dramática extrañeza de las miradas que no pueden sino enfrentar las cosas, sin retenerlas, sin salvarlas" ___________Ramón GÓMEZ DE LA SERNA, El Rastro (1915)
Introducción
Las tarjetas postales ilustradas representan mucho más que
simples objetos de colección. Son pequeñas
cápsulas del tiempo, cargadas de memoria, historia y emoción. Como señala
Ramón Gómez de la Serna, las fotografías son miradas auténticas de otro tiempo, con esa extrañeza dramática de
las miradas que enfrentan las cosas sin retenerlas ni salvarlas.
El coleccionismo de tarjetas postales conecta lo personal con lo colectivo, ofreciendo un puente entre épocas y culturas. Las
fotografías y sus derivados, como las postales, no solo reflejan la realidad,
sino que también la transforman y
reinterpretan según las demandas sociales de su tiempo.
1. Mi Primera Postal: Un Encuentro Casual
El inicio: casualidad e interés personal
Comenzar una colección puede ser el resultado de una casualidad o del deseo de preservar
algo como recuerdo. Muchas veces, sin darnos cuenta, empezamos a reunir objetos
sin una intención clara o como continuación de un hábito heredado. Muchas veces
casi sin querer, comenzamos a reunir objetos sin una intención consciente o simplemente continuando un hábito
heredado. El siguiente paso natural tiene que ser o deshacernos de ellos o comenzar a ampliarlos.
Mi afición por las tarjetas postales fue fruto de la casualidad. Durante años, siempre me ha gustado ir a lugares donde se vendían objetos antiguos, pero acostumbraba a mirar con aburrimiento y desgana los tenderetes, en los que se acumulaban miles de postales encajadas en nichos de madera o de cartón, fabricados de una forma artesanal o aprovechando viejas cajas de zapatos. En mi caso, todo comenzó al detenerme frente a un puesto del Mercat de Sant Antoni donde descubrí mi primera postal. Allí, apiladas en cajas de madera o en viejas cajitas de zapatos, miles de postales envejecidas aguardaban, clasificadas con mayor o menor esmero. Cuando tomé entre mis manos aquel pedazo de cartón con huellas de humedad y letras casi borradas, sentí que conectaba con un pasado que de pronto se hacía presente. El mensaje infantil, rebosante de inocencia, me hizo comprender lo que explica Benjamin (1931): el coleccionista “no acumula objetos, sino que los integra en una narrativa mayor”, una historia a la que, de otro modo, el tiempo habría condenado al silencio. Aquí os muestro la postal.
La primera postal que tomé tenía manchas de humedad y un mensaje
escrito por unos niños a su madre, cargado de ternura. Esa simple
interacción marcó el inicio de una
pasión que nunca imaginé tendría tanto impacto en mi vida. Esta primera
postal despertó en mí la curiosidad por descubrir
las historias detrás de cada imagen y cada mensaje. El coleccionista no
acumula objetos; los rescata del olvido,
otorgándoles un lugar en una narrativa más amplia.
Más allá de la imagen
Lo que me cautivó no fue solo la imagen, sino también el mensaje manuscrito. Las postales no
son simples fotografías; son fragmentos
de vidas pasadas. Las imágenes actúan como depósitos de memoria emocional, donde lo personal y lo colectivo
convergen. Cada postal tiene el poder de conectarnos
con emociones y contextos que trascienden generaciones.
El Coleccionismo como Práctica Cultural
Una experiencia multisensorial
El coleccionismo de postales es una actividad que involucra todos los sentidos. El tacto del papel envejecido, el olor de las tintas antiguas y la emoción de encontrar algo único hacen
que esta práctica sea profundamente enriquecedora. Coleccionar es dar nueva vida a lo olvidado,
devolviéndole significado y contexto.
Resistencia en la era digital
En un mundo dominado por lo digital, el coleccionismo físico mantiene su relevancia. Las postales, con su autenticidad y tangibilidad,
representan una forma de resistencia
frente a la inmediatez y la fugacidad de las imágenes digitales. Esta
resistencia no es meramente nostálgica, sino que responde a necesidades humanas fundamentales de
conexión con lo tangible, lo auténtico y lo duradero.
Narrativas visuales
Las postales funcionan como narrativas visuales condensadas que encapsulan las sensibilidades
estéticas y los valores sociales de sus épocas respectivas. Las imágenes
seleccionadas, los encuadres y los colores reflejan
las sensibilidades estéticas y los valores sociales de su época. Las
imágenes no solo documentan la realidad, sino que la interpretan y estructuran según los valores predominantes.
2. La Dimensión Emocional: Alegrías y Frustraciones
La montaña rusa emocional
El coleccionismo está caracterizado por una intensa variabilidad emocional.
Encontrar una postal rara después de meses de búsqueda genera una satisfacción indescriptible, mientras
que perder una oportunidad puede ser profundamente frustrante. Esta experiencia
emocional trasciende la mera apreciación estética para convertirse en una forma de intimidad con el objeto y
las historias que representa.
La magia del hallazgo
Más allá de su valor material, cada postal adquirida representa una historia única. Los objetos
coleccionados enriquecen nuestra
experiencia al vincular recuerdos y emociones con lo tangible. Cada
hallazgo funciona como una conexión con
el pasado y una oportunidad para reescribir historias olvidadas.
El factor sorpresa
El factor sorpresa
es un elemento común a cualquier tipo de colección, ya sea relacionada con la
fotografía que aparece, el lugar de donde proviene, el mensaje que incluye o
cómo llegó a nuestras manos. La sorpresa funciona como un motor psicológico que mantiene vivo el interés del
coleccionista.
Organización y Conservación
Un acto de resistencia
La organización de una colección es un acto de resistencia frente al olvido. Las postales, como cápsulas del tiempo, documentan la
evolución de las sociedades y las tecnologías. Cada imagen preservada es una forma de resistencia contra la amnesia
cultural.
Enfoque ético
La conservación de las postales no solo implica su protección física, sino también un compromiso con su contexto histórico.
Un enfoque ético requiere comprender las dinámicas
sociales y culturales reflejadas en estas piezas.
Reflexiones Finales
El coleccionismo de postales es mucho más que una afición; es un puente hacia el pasado. Coleccionar es rescatar lo efímero y otorgarle un valor que trasciende lo
inmediato. Como coleccionista, me convierto en guardián de estas historias, con la responsabilidad de preservarlas
y compartirlas con futuras generaciones.
El coleccionismo de tarjetas postales trasciende lo material para convertirse en un ejercicio de preservación cultural y emocional. Las postales, con
sus imágenes y mensajes, representan un
puente entre lo efímero y lo eterno, entre el pasado y el presente.
Realidades económicas
Es importante reconocer que difícilmente un coleccionista amateur podrá recuperar lo invertido.
Sin embargo, el placer que se
experimenta al recordar la forma como he conseguido cada una de las
postales, es único y siempre permanece. En otras entradas hablaré del valor sentimental y sobre todo económico de las postales.
Construcción de la realidad
La fotografía no puede quedar entregada a los azares de la
fantasía individual y, por mediación del ethos – interiorización de
regularidades objetivas y corrientes, el grupo subordina esta práctica a la regla colectiva, de modo que la fotografía más insignificante expresa
las intenciones explícitas de quien la ha tomado, y el sistema de esquemas de percepción común a todo un grupo.
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