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28/5/25

La tarjeta postal en España durante el siglo XIX.


La Revolución Comunicativa que Democratizó la Imagen

El fenómeno de la tarjeta postal en España durante las últimas décadas del siglo XIX representa uno de los capítulos más fascinantes de la historia de las comunicaciones y la cultura visual. Desde su tardía aparición en 1873 hasta el umbral del nuevo siglo, la postal experimentó una evolución extraordinaria que la convirtió en el primer medio de democratización masiva de la imagen fotográfica (Fernández, 1994). Este período transformador, marcado por avances tecnológicos, cambios políticos y el surgimiento de una industria editorial próspera, estableció las bases de lo que sería conocido como la "edad de oro" de la tarjeta postal. La contribución de editores pioneros como Hauser y Menet, junto con el desarrollo de técnicas de impresión como la fototipia, permitió que España se incorporara al circuito internacional de producción y consumo postal, convirtiendo a este humilde medio de comunicación en un vehículo privilegiado para la difusión de la imagen nacional y la construcción de imaginarios colectivos (Palá, 2014; Sánchez Vigil, 2002).

1.       Los Antecedentes Europeos y el Modelo Austriaco (1869-1871)

La historia de la tarjeta postal española no puede comprenderse sin analizar sus antecedentes europeos, particularly el modelo austriaco que sirvió de referencia para toda Europa. La invención de la tarjeta postal se atribuye al economista Emmanuel Hermann, quien el 26 de enero de 1869 publicó en el periódico vienés Neue Freie Presse un artículo titulado "Sobre un nuevo medio de correspondencia" (Hermann, 1869). La propuesta de Hermann respondía a una necesidad económica y práctica: crear un sistema de comunicación más económico que la carta tradicional, limitado a 20 palabras y sin la privacidad del sobre.

El director de Correos de Viena, Adolf Maly, materializó inmediatamente esta idea, y el 1 de octubre de 1869 Austria emitió la primera Correspondenz-Karte del mundo (Filateliaguardesa, 2012). Esta primera postal, de dimensiones 120x85 mm con un sello de 2 coronas, marcó el inicio de una revolución comunicativa que se extendería rápidamente por todo el continente europeo. El diseño era deliberadamente austero, priorizando la funcionalidad sobre la estética, con un anverso destinado a la dirección del destinatario y un reverso en blanco para el mensaje.

La rápida adopción del modelo austriaco por otros países europeos evidencia la utilidad práctica del invento. Para 1870, Alemania y Suiza ya habían implementado sus propios sistemas postales, utilizando las tarjetas incluso en contextos bélicos como la guerra franco-prusiana (Foro Histórico del COIT, s.f.). Este conflicto militar demostró la versatilidad del nuevo medio, que resultó especialmente útil para las comunicaciones militares debido a su menor peso y coste de envío.

En España, la primera referencia oficial a las tarjetas postales apareció en una Real Orden de mayo de 1871, firmada por Práxedes Mateo Sagasta, que autorizaba legalmente su uso en el territorio nacional (Diario de Cádiz, 2015). Sin embargo, la implementación práctica se vio gravemente retrasada por la inestabilidad política del Sexenio Democrático (1868-1874), un período caracterizado por continuos cambios de gobierno y régimen político que impidieron la consolidación de proyectos administrativos a largo plazo.

Este retraso español contrasta significativamente con la agilidad mostrada por otros países europeos. Mientras naciones como Francia, Reino Unido e Italia incorporaron rápidamente el sistema postal a sus comunicaciones, España experimentaba una crisis política que afectaba incluso a las decisiones administrativas más básicas. La tardanza en la implementación de las tarjetas postales oficiales abriría, paradójicamente, un espacio de oportunidad para las iniciativas privadas que marcarían los primeros años de la historia postal española.

2.      El Vacío Legal y las Iniciativas Pioneras Privadas (1871-1873)

El período comprendido entre la autorización legal de 1871 y la emisión de las primeras tarjetas oficiales en 1873 constituye uno de los capítulos más interesantes de la historia postal española. Durante estos dos años, el vacío administrativo fue aprovechado por emprendedores privados que, anticipándose al Estado, lanzaron sus propias iniciativas postales, creando un mercado paralelo que evidenciaba tanto la demanda existente como el ingenio empresarial de la época.

El protagonista indiscutible de este período fue Abelardo de Carlos y Almansa, editor gaditano nacido en Cádiz el 3 de noviembre de 1822 (Diario de Cádiz, 2015). De Carlos, propietario y director de La Ilustración Española y americana, aprovechó el retraso gubernamental para convertirse en el pionero de la tarjeta postal en España. Su trayectoria profesional le había proporcionado los conocimientos técnicos y los contactos necesarios para emprender esta aventura editorial. Desde muy joven había trabajado en el grupo de empresas gráficas de La Revista Médica de Cádiz, donde adquirió experiencia en los talleres de impresión junto a figuras como Federico Joly Velasco, futuro fundador del Diario de Cádiz (Diario de Cádiz, 2015).... La primera tarjeta postal conocida editada por De Carlos circuló el 7 de agosto de 1871, convirtiéndose en un hito histórico (Almarcha, 2007). Estas primeras postales se caracterizaban por incluir franjas publicitarias tanto en el anverso como en el reverso, promocionando sus propias publicaciones: La moda elegante ilustrada y La ilustración Española y Americana. El anverso contenía el texto "La moda elegante ilustrada, periódico de las familias e indispensable a toda señorita. Admon., Carretas, 12, Madrid. Se envían muestras gratis a quien los solicite. Director Don Abelardo de Carlos", mientras el reverso anunciaba "La ilustración Española y Americana, periódico redactado por los literatos más notables de España, Portugal y América, e ilustrado por los primeros artistas españoles. Se envían números de muestra gratis a quien los solicita. Administración, Carretas, 12, Madrid" (Diario de Cádiz, 2015).

Estas tarjetas pioneras presentaban características técnicas específicas que las diferenciaban de las futuras postales oficiales. Estaban impresas sobre cartulinas blancas y amarillas, utilizando tintas azules y negras, y como no tenían el sello postal impreso, requerían franqueo adicional al precio de las cartas ordinarias (Almarcha, 2007). Esta limitación económica no impidió su circulación, evidenciando la demanda existente para este nuevo medio de comunicación.

Paralelamente a la iniciativa de De Carlos, surgió otra figura fundamental en este período precursor: Mariano Pardo de Figueroa, más conocido por su seudónimo Dr. Thebussem. Este gaditano, natural de Medina Sidonia, desarrolló en mayo de 1873 una campaña de denuncia contra la ineficacia estatal mediante la edición de postales satíricas (Revista Puerta del Sol, 2002). Las postales de Thebussem, que alcanzaron cuatro tiradas diferentes, representaban un auténtico ejercicio de crítica política y social, anticipándose a las oficiales y evidenciando la frustración ciudadana ante la lentitud burocrática.

La primera tirada de Thebussem, compuesta por aproximadamente 100 tarjetas, contenía un error tipográfico que escribía "Thebussen" en lugar de "Thebussem" (Tarjetas Postales Antiguas, 2010). La segunda tirada corrigió este error, mientras que la tercera, correspondiente a junio de 1873 y compuesta por 300 ejemplares, añadía la provocativa leyenda "Novísima edición (Junio 1873) ínterin el gobierno no sale de su cuidado" (Tarjetas Postales Antiguas, 2010). Esta frase resumía perfectamente el espíritu crítico de la iniciativa y la impaciencia ciudadana ante los retrasos administrativos.

Estas iniciativas privadas cumplían una función que iba más allá de la mera comunicación postal. Representaban un ejercicio de innovación empresarial y, en el caso de Thebussem, de activismo político. Demostraban que la sociedad española estaba preparada para adoptar los nuevos medios de comunicación y que la demanda existía independientemente de la acción gubernamental. El éxito de estas primeras postales privadas establecería un precedente que influiría en las decisiones posteriores sobre la liberalización del sector.

3.      Los Primeros Enteros Postales Oficiales (1873-1887)

El 1 de diciembre de 1873, durante el efímero período de la Primera República Española, se pusieron finalmente en circulación las primeras tarjetas postales oficiales españolas, marcando el fin del período experimental de las iniciativas privadas (Sociedad Filatélica, s.f.). Esta fecha histórica representaba no solo la materialización de un proyecto largamente postergado, sino también la entrada definitiva de España en el circuito postal internacional moderno.

Las primeras postales oficiales fueron diseñadas y producidas por la Fábrica Nacional del Sello, siguiendo las especificaciones establecidas en el Real Decreto de 4 de diciembre de 1872, que había fijado las tarifas postales para tarjetas y cartas (Sociedad Filatélica, s.f.). El diseño reflejaba tanto las convenciones técnicas internacionales como las circunstancias políticas específicas del momento histórico español.... El sello, de cinco céntimos de valor facial, fue grabado por Joaquim Pi i Margall e impreso mediante litografía en la Fábrica Nacional del Sello (Sociedad Filatélica, s.f.). El anverso de estas primeras postales oficiales presentaba una composición cuidadosamente estructurada que incluía la expresión "República Española" en la parte superior, junto al sello, "Tarjeta Postal" en el centro, un espacio destinado a escribir el nombre y la dirección del destinatario, y una instrucción específica con la frase "Lo que debe escribirse se hará en el reverso e irá firmado por el remitente" (RCG, 2014).

Esta última instrucción revela aspectos importantes sobre las concepciones comunicativas y las preocupaciones administrativas de la época. La exigencia de firma del remitente respondía tanto a consideraciones de seguridad postal como a la necesidad de educar a una población mayoritariamente analfabeta en el uso correcto del nuevo medio. El hecho de reservar el reverso exclusivamente para el mensaje evidenciaba una concepción estricta de la funcionalidad postal que sería modificada en décadas posteriores.

La producción inicial de tarjetas oficiales fue masiva, evidenciando tanto la confianza oficial en el nuevo medio como la demanda acumulada durante los años de retraso. La Fábrica Nacional de Moneda y Timbre llegó a confeccionar más de tres millones de unidades en los dos primeros años de funcionamiento, una cifra extraordinaria que revelaba el enorme éxito de la fórmula (Gámez Romero, 2010). Esta producción masiva establecía las bases para la consolidación del hábito postal en la sociedad española.

La implementación de las tarjetas oficiales conllevó inmediatamente la prohibición de las iniciativas privadas que habían florecido durante el período de vacío legal. Esta decisión, adoptada a finales de 1873, establecía un monopolio estatal que se mantendría hasta 1887 (Palá, 2014). La prohibición afectó directamente a pioneros como Abelardo de Carlos y Dr. Thebussem, cuyas innovadoras iniciativas quedaron súbitamente fuera de la legalidad.

El monopolio estatal del período 1873-1887 tuvo efectos contradictorios en el desarrollo del sector postal español. Por un lado, garantizó la uniformidad y calidad de las comunicaciones postales, estableciendo estándares técnicos y administrativos que facilitaron la integración en el sistema postal internacional. Por otro lado, limitó la innovación y la experimentación que habían caracterizado las iniciativas privadas, reduciendo las posibilidades de desarrollo creativo del medio.

Durante estos años, el diseño de las postales oficiales evolucionó siguiendo los cambios políticos del país. La Primera República dio paso a la Restauración monárquica, y las postales reflejaron estos cambios mediante la modificación de los símbolos y leyendas oficiales. Se produjeron tres series diferentes durante la Primera República, cinco durante el reinado de Alfonso XII, evidenciando la sensibilidad del medio postal a las transformaciones políticas (Sociedad Filatélica, s.f.).

El período de monopolio estatal también coincidió con importantes desarrollos técnicos en la industria postal internacional. Las innovaciones en técnicas de impresión, particularmente el perfeccionamiento de la litografía y los primeros experimentos con la fototipia, comenzaron a transformar las posibilidades visuales de las postales. Sin embargo, el sistema español, centrado en la producción estatal, no incorporó inmediatamente estas innovaciones, manteniéndose en un esquema conservador que privilegiaba la funcionalidad sobre la innovación estética.

4.      La Liberalización de 1887 y el Nacimiento de la Industria Privada

El año 1887 marca un hito fundamental en la historia de la tarjeta postal española: la Dirección General de Correos autorizó finalmente la circulación de tarjetas postales privadas, siempre que respetaran las especificaciones oficiales de tamaño y calidad de cartulina, siguiendo el ejemplo de otros países europeos (Palá, 2014). Esta decisión liberalizadora desencadenó una auténtica revolución en la industria gráfica española y estableció las condiciones para el florecimiento de un sector editorial que transformaría radicalmente la cultura visual del país.

La autorización para que impresores privados editaran postales respondía a múltiples factores. En primer lugar, la presión de la industria gráfica nacional, que observaba con envidia el desarrollo del sector en países vecinos como Francia y Alemania. En segundo lugar, la influencia de las regulaciones internacionales de la Unión Postal Universal, que tendían hacia la liberalización del mercado postal. Finalmente, el reconocimiento oficial de que el monopolio estatal había limitado tanto la innovación técnica como la diversificación temática de las postales españolas.

La liberalización coincidió con un momento particularmente favorable para la industria gráfica. Los avances técnicos en litografía y los primeros desarrollos de la fototipia ofrecían nuevas posibilidades para la reproducción de imágenes de alta calidad a costes relativamente reducidos. La mejora de las técnicas de reproducción fotográfica, particularmente mediante la fototipia, permitía obtener desde algunos centenares hasta varios miles de ejemplares con una calidad superior a los métodos tradicionales (Tesauros, 1999).... Las primeras postales privadas comerciales comenzaron a editarse inmediatamente después de la autorización de 1887, inicialmente con imágenes litografiadas y, poco después, con ilustraciones y grabados más sofisticados (Palá, 2014). Estos primeros experimentos privados establecieron las bases técnicas y comerciales que serían perfeccionadas en la década siguiente por empresas especializadas como Hauser y Menet.

El proceso de liberalización no fue uniforme ni inmediato. Las autoridades postales mantuvieron estrictos controles sobre las dimensiones, calidad del papel y contenido de las postales privadas. Las especificaciones técnicas requerían que las tarjetas privadas respetaran el tamaño oficial de 14,4x10,5 cm, con una tolerancia de 2 mm, según el estándar establecido en España (Tesauros, 1999). Esta regulación garantizaba la compatibilidad con los sistemas de clasificación y distribución postal existentes.

La calidad de la cartulina también estaba sujeta a regulaciones específicas. Las autoridades exigían que las postales privadas utilizaran materiales de calidad similar a las oficiales, evitando tanto la competencia desleal mediante materiales de inferior calidad como los problemas de manipulación postal que podrían generar soportes inadecuados. Estas exigencias técnicas favorecieron el desarrollo de una industria especializada que debía combinar innovación artística con rigor técnico.

El contenido de las postales privadas también estaba sujeto a censura y supervisión administrativa. Las autoridades se reservaban el derecho de prohibir la circulación de postales que consideraran contrarias al orden público, la moral o las buenas costumbres. Esta supervisión, aunque restrictiva, proporcionaba cierta seguridad jurídica a los editores, que conocían de antemano los límites dentro de los cuales podían desarrollar su actividad.

La respuesta del mercado a la liberalización fue inmediata y entusiasta. Se han contabilizado más de ciento cuarenta editores e impresores locales dedicados a comercializar tarjetas postales ilustradas sobre temas españoles antes de 1900 (Carrasco, 1992). Esta cifra extraordinaria evidencia tanto la demanda acumulada durante los años de monopolio estatal como el dinamismo empresarial de la industria gráfica española.

Los primeros editores privados experimentaron con una variedad de temas y técnicas que habían estado vedados durante el período de monopolio estatal. Las vistas urbanas, los monumentos históricos, las escenas costumbristas y las reproducciones artísticas comenzaron a aparecer en postales que competían tanto en calidad técnica como en atractivo visual con las producciones internacionales más sofisticadas.

5.       La Revolución Gráfica: Hauser y Menet y la Edad de Oro Editorial (1890-1900)

La fundación de la sociedad Hauser y Menet en 1890 por los empresarios suizos Oscar Hauser Muller y Adolfo Menet Kurstiner marca el comienzo de la verdadera revolución gráfica en la tarjeta postal española (Sánchez Vigil, 2002). Con un capital inicial de 50.000 pesetas, esta empresa no solo se convertiría en líder indiscutible del sector, sino que establecería estándares de calidad técnica y diversificación temática que situarían a España en el mapa internacional de la producción postal.

La estrategia empresarial de Hauser y Menet se basó desde sus inicios en la incorporación de la tecnología más avanzada disponible en la época. La adquisición de equipos de fototipia, un sistema fotomecánico desarrollado por Joseph Albert que permitía reproducciones de alta calidad (Sánchez Vigil, 2002), proporcionó a la empresa una ventaja competitiva decisiva. La fototipia, que había sido ideada en 1856 por Louis Alphonse Poitevin y posteriormente perfeccionada por Joseph Albert hasta el punto de conocerse también como "albertipo" (Tesauros, 1999), representaba el estado del arte en reproducción fotomecánica.

El proceso técnico de la fototipia resultaba especialmente adecuado para la producción de postales de alta calidad. Sobre una matriz constituida por una placa de vidrio se extendía una capa de emulsión fotosensible de gelatina bicromatada, que se sometía a cocción y después se impresionaba mediante contacto con el negativo fotográfico (Wikipedia, 2010). Aunque este procedimiento limitaba las tiradas a aproximadamente 500 copias por placa debido al deterioro progresivo de la gelatina, la calidad superior de las reproducciones compensaba ampliamente esta limitación (Photoblog, 2019).... La primera postal conservada de Hauser y Menet data de octubre de 1892 y reproduce cuatro vistas de Madrid, circulando de Madrid a Barcelona el 21 de octubre de ese año (Carrasco, 1992). Esta postal inaugural, titulada "Recuerdo de Madrid", estableció el modelo que caracterizaría la producción posterior de la empresa: vistas múltiples de ciudades presentadas con una calidad técnica superior y un diseño cuidadosamente planificado.

El catálogo de Hauser y Menet experimentó un crecimiento exponencial durante la década de 1890. En 1892, la empresa vendió alrededor de 500 tarjetas de su primer original, la citada "Recuerdo de Madrid". Para 1902, apenas una década después, su producción había alcanzado los 500.000 ejemplares mensuales (Carreras Candi, 1903). Este crecimiento extraordinario evidencia tanto la calidad de sus productos como la expansión del mercado postal español.

La serie general de Hauser y Menet, iniciada en 1897 con una postal de la basílica del Pilar de Zaragoza, se convirtió en un ambicioso proyecto editorial que documentaría sistemáticamente la geografía monumental española. Esta serie numerada alcanzó el número 2078 con una postal de Cádiz, constituyendo un corpus documental de valor incalculable para la historia visual de España (Palá, 2014). La empresa llegó a finalizar su serie general en 1905, estableciendo un récord de producción y sistematización que no sería igualado por ningún otro editor español de la época.

La diversificación temática constituyó otra de las claves del éxito de Hauser y Menet. Sus temas no se limitaron únicamente a vistas urbanas, sino que incluyeron series costumbristas, taurinas, reproducciones de cuadros del Museo del Prado y hasta primeras planas de periódicos, imitando las series exitosas de editores europeos (Palá, 2014). Esta diversificación respondía a una estrategia comercial sofisticada que reconocía la heterogeneidad de la demanda postal.

La serie de reproducciones del Museo del Prado merece especial atención por su significado cultural. Hauser y Menet se convirtió en pionero de la democratización del arte español, haciendo accesibles las obras maestras de la pintura nacional a través de reproducciones postales de alta calidad. Esta iniciativa anticipaba en varias décadas las políticas culturales de difusión artística que caracterizarían el siglo XX.

La colaboración con fotógrafos profesionales constituyó otra dimensión importante de la estrategia de Hauser y Menet. La sociedad trabajó estrechamente con el fotógrafo Francisco Pérez Linares en la serie "Vistas y Monumentos de España" (1892-1897), estableciendo un modelo de colaboración entre editores y fotógrafos que sería adoptado posteriormente por otras empresas del sector (Carrasco Marqués, 1992).

La calidad técnica de las postales de Hauser y Menet se evidenciaba también en la variedad de sus reversos. Durante el período estudiado, la empresa utilizó cuatro reversos diferentes, evidenciando una preocupación constante por la mejora y actualización de sus productos (Palá, 2014). Esta atención al detalle técnico, combinada con la calidad superior de las reproducciones, convirtió a sus postales en objetos codiciados por coleccionistas desde su misma época de producción.

La política de precios de Hauser y Menet también contribuyó decisivamente a su éxito comercial. Al efectuar grandes tiradas, la empresa consiguió abaratar considerablemente el precio de sus postales, haciéndolas accesibles a un público mucho más amplio que el inicial mercado de coleccionistas especializados (Palá, 2014). Un anuncio de 1898 en la revista Blanco y Negro ofrecía cinco muestras por una peseta en sellos de correos, evidenciando tanto la accesibilidad de los precios como la sofisticación de las estrategias de marketing (Blanco y Negro, 1898).

6.      Las Innovaciones Técnicas: Fototipia, Cromolitografía y Fotograbado

El período comprendido entre 1887 y 1900 coincidió con una revolución en las técnicas de reproducción gráfica que transformó radicalmente las posibilidades estéticas y comerciales de la tarjeta postal. La adopción progresiva de la fototipia, la cromolitografía y el fotograbado por la industria española estableció las bases técnicas para el florecimiento de la postal ilustrada y su consolidación como medio de comunicación visual masivo.

La fototipia, técnica fundamental en el desarrollo de la postal española, había sido desarrollada originalmente por Louis Alphonse Poitevin en 1856 y posteriormente perfeccionada por Joseph Albert (1825-1886), fotógrafo alemán y fotógrafo oficial de la corte del rey de Baviera (Wikipedia, 2010). Albert logró en 1868 perfeccionar el proceso de la fototipia, razón por la cual los trabajos realizados mediante este procedimiento se denominaron "albertipos" (Wikipedia, 2010). En 1874, Albert consiguió las primeras impresiones en tricromía mediante la fototipia en color, abriendo nuevas posibilidades estéticas que serían aprovechadas por la industria postal en las décadas siguientes.... El proceso técnico de la fototipia resultaba particularmente adecuado para la reproducción de fotografías sobre cartulina con gran nitidez y calidad. Como se detalla en los documentos técnicos de la época, el procedimiento consistía en preparar una plancha de metal o una placa de vidrio recubierta con una emulsión de gelatina bicromatada, que se secaba con calor moderado para formar un reticulado en forma de granos muy finos en la superficie (Tesauros, 1999). La plancha se exponía después a la luz natural o ultravioleta, que tenía la propiedad de insolubilizar la gelatina en las zonas de mayor exposición.

Las ventajas de la fototipia para la industria postal eran múltiples. En primer lugar, permitía tiradas de hasta 500 copias por placa con una calidad superior a otros métodos de reproducción disponibles en la época (Photoblog, 2019). En segundo lugar, la nitidez y fidelidad de las reproducciones fotográficas hacían posible la documentación precisa de monumentos, paisajes y escenas urbanas. Finalmente, el coste relativamente reducido del proceso facilitaba la producción comercial a escala media, adecuada para el mercado postal emergente.

La empresa barcelonesa Fototipia Thomas, fundada en 1880 por Josep Thomas i Bigas (1853-1910), se especializó en este procedimiento y se convirtió en uno de los grandes productores nacionales de postales (Photoblog, 2019). Thomas, que había establecido su empresa como negocio familiar que funcionó hasta los años 1950, colaboró en libros y revistas como La Il·lustració catalana, Pèl i ploma y El Arte en España. La calidad de sus reproducciones fotográficas era tan reconocida que muchos fotógrafos trabajaron por encargo para la Fototipia Thomas, contribuyendo a crear un archivo visual de extraordinario valor documental.

Una colección significativa de postales de Fototipia Thomas, compuesta por 1.110 postales en su mayoría en blanco y negro y fechadas desde finales del siglo XIX, testimonia la amplitud y sistematicidad de su producción (Photoblog, 2019). Estas postales, que incluían vistas de ciudades como Ávila con imágenes de la muralla, conventos, puertas monumentales y paseos urbanos, constituyen un registro fotográfico invaluable de la España de cambio de siglo.

La cromolitografía representó otro avance técnico fundamental para la industria postal española. Este método, surgido de las técnicas del grabado litográfico, permitía grabar dibujos en color logrando un aspecto similar al de la pintura (Archivos Castilla y León, 2019). La técnica había sido desarrollada por el impresor franco-alemán Godefroy Engelman de Mulhouse en 1837, basándose en los fundamentos de la litografía creada por el alemán Aloys Senefelder a finales del siglo XVIII.

El proceso cromolitográfico requería el uso de una piedra distinta para cada color, lo que obligaba a pasar el papel por la prensa de imprimir tantas veces como tintas se emplearan (Archivos Castilla y León, 2019). Los carteles litográficos más sofisticados de la segunda mitad del siglo XIX utilizaban quince, veinte o más tintas, lo que evidencia tanto la complejidad técnica del proceso como las posibilidades estéticas que ofrecía.

Hauser y Menet fue pionera en España en la utilización de la cromolitografía para postales, editando alrededor del año 1900 una serie de quince postales con vistas de ciudades españolas realizadas mediante este procedimiento (Docutren, 2012). Esta serie cromolitográfica se distinguía por la viveza de los colores y la riqueza visual, estableciendo un nuevo estándar estético que influiría en las producciones posteriores de otros editores.

La litografía Hermenegildo Miralles de Barcelona desarrolló también productos cromolitográficos de alta calidad, editando una serie de cincuenta tarjetas postales que reproducían los escudos de todas las provincias españolas, realizados por el ilustrador José Triado (Guereña, 2005). Esta serie fue muy elogiada en la época por su precisión heráldica y su calidad artística, evidenciando las posibilidades de la cromolitografía para proyectos editoriales ambiciosos.... El fotograbado, aunque utilizado en menor medida que la fototipia y la cromolitografía, también contribuyó a la diversificación técnica de la postal española. Este procedimiento, que permitía la reproducción de fotografías mediante técnicas de grabado, ofrecía posibilidades estéticas específicas que algunos editores aprovecharon para crear productos diferenciados (Docutren, 2012).

La combinación de estas tres técnicas principales -fototipia, cromolitografía y fotograbado- proporcionó a la industria postal española una versatilidad técnica que le permitió competir en calidad con las producciones europeas más sofisticadas. La adopción progresiva de estas innovaciones estableció las bases para el desarrollo de un sector editorial próspero y diversificado que caracterizaría la "edad de oro" de la postal española en las primeras décadas del siglo XX.

7.       La Diversificación Editorial y Temática (1890-1900)

La liberalización del mercado postal en 1887 desencadenó no solo una revolución técnica, sino también una extraordinaria diversificación editorial que transformó el panorama de la industria gráfica española. El número de editores e impresores dedicados a la producción de tarjetas postales ilustradas creció de manera exponencial, estableciendo un ecosistema empresarial complejo que abarcaba desde grandes empresas industriales hasta talleres artesanales especializados en producciones locales.

La cifra de más de ciento cuarenta editores e impresores locales documentados antes de 1900 evidencia la vitalidad del sector (Carrasco, 1992). Esta proliferación editorial respondía tanto a la demanda creciente del mercado como a las relativamente bajas barreras de entrada que caracterizaban la industria postal. A diferencia de otros sectores gráficos que requerían inversiones masivas en maquinaria, la producción postal podía iniciarse con equipos relativamente modestos, especialmente cuando se utilizaban técnicas como la litografía tradicional.

Entre los editores más significativos del período destacan nombres que se convertirían en referencias fundamentales de la industria postal española. Landáburu Hermanas en Bilbao desarrolló una producción especializada en temas vascos, incluyendo una notable tarjeta postal titulada "Recuerdo de Bilbao", impresa en 1893 en los talleres de Hauser y Menet (Palá, 2014). Esta colaboración entre editores locales y grandes impresores nacionales estableció un modelo de cooperación que sería frecuente en el sector.

La Litografía Miralles en Barcelona se especializó en producciones de alta calidad técnica, destacando especialmente por su serie de escudos provinciales españoles. Esta empresa desarrolló una línea editorial que combinaba rigor documental con excelencia técnica, contribuyendo a establecer estándares de calidad que influirían en el conjunto del sector barcelonés (Guereña, 2005).

En Valencia, editores como Ramón Ortega y Andrés Fabert desarrollaron catálogos especializados en temas valencianos, aprovechando tanto la demanda local como el creciente interés turístico por la región mediterránea. Estos editores regionales cumplían una función fundamental en la documentación visual de sus territorios, creando archivos gráficos que complementaban las series nacionales de los grandes editores.

La diversificación geográfica de la industria postal también alcanzó territorios insulares. En Tenerife, la Litografía Romero desarrolló una producción especializada en paisajes canarios, aprovechando el exotismo que estas imágenes representaban para el público peninsular (Guereña, 2005). Las postales canarias constituían un producto especialmente atractivo debido a la singularidad de sus paisajes volcánicos y la originalidad de sus tradiciones culturales.

En Málaga, la concentración de editores resultó particularmente notable, con empresas como Papelería Catalana, Almacenes de la Llave, Fin de Siglo, Nicolás B. Nogueroles y Domingo del Río, que desarrollaron una industria local próspera aprovechando tanto la demanda turística como el creciente interés por los temas andaluces (Guereña, 2005). Esta concentración empresarial evidencia la importancia que el emergente turismo comenzaba a tener en la economía postal.

La colaboración con impresores extranjeros constituía otra dimensión importante del sector editorial español. Muchos editores nacionales encargaban la producción de sus postales a empresas europeas especializadas, particularmente alemanas, que ofrecían calidad técnica superior y costes competitivos. Empresas como López Editor y Litografía M. Pujadas en Barcelona, o Policarpio Sanz Calleja en Madrid, combinaban el diseño y comercialización nacional con la producción europea (Guereña, 2005).

La diversificación temática alcanzó durante este período una amplitud extraordinaria que reflejaba tanto la sofisticación creciente del mercado como la creatividad editorial del sector. Las vistas urbanas y monumentales, que habían constituido el tema inicial predominante, se complementaron progresivamente con series costumbristas, taurinas, artísticas y publicitarias que ampliaron significativamente el público potencial de las postales.

Los temas taurinos ocuparon un lugar especial en la producción postal española, respondiendo tanto a la pasión nacional por la fiesta como al interés internacional por este espectáculo considerado específicamente español. Hauser y Menet desarrolló series taurinas de notable calidad técnica que documentaban tanto las figuras principales del toreo como las plazas más importantes del país (Palá, 2014).... Las reproducciones artísticas, particularmente de obras del Museo del Prado, constituyeron otra línea editorial de gran significado cultural. Estas postales cumplían una función democratizadora fundamental, haciendo accesibles las obras maestras de la pintura española a sectores sociales que difícilmente podían visitar las instituciones museísticas. La calidad de las reproducciones, especialmente las realizadas mediante fototipia, permitía una aproximación fidedigna a las obras originales.

Los temas costumbristas desarrollaron una iconografía específica que contribuyó a la construcción y difusión de estereotipos regionales y nacionales. Las series de "tipos del país" y "escenas típicas" presentaban una imagen folclorizada de la realidad española que respondía tanto a la demanda interna como a las expectativas del turismo internacional emergente (Guereña, 2005).

La publicidad comercial encontró en las postales un vehículo excepcional para la difusión de productos y servicios. Hoteles como el Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria (1892) y el Grand Hotel de Oriente de Barcelona (1895) utilizaron postales impresas en Leipzig por Louis Glaser para promocionar sus establecimientos (Teixidor, 1999). Esta utilización publicitaria evidencia la temprana comprensión del potencial comercial de las postales como medio de comunicación masivo.

8.      La Construcción de la Imagen Nacional y Regional

El desarrollo de la tarjeta postal durante el último cuarto del siglo XIX coincidió con un período de intenso debate sobre la identidad nacional española y la articulación de las identidades regionales dentro del conjunto estatal. En este contexto, las postales desempeñaron un papel fundamental como vehículos de construcción y difusión de imaginarios territoriales que contribuyeron tanto a la consolidación de una imagen nacional como a la elaboración de especificidades regionales.

La sistematización visual del territorio español a través de las postales respondía a múltiples necesidades sociales y culturales. En primer lugar, la demanda de conocimiento geográfico de una sociedad que experimentaba transformaciones aceleradas en los sistemas de transporte y comunicación. En segundo lugar, la construcción de una identidad nacional moderna que requería la incorporación simbólica de la diversidad territorial española. Finalmente, la creciente demanda turística, tanto nacional como internacional, que necesitaba instrumentos de promoción y conocimiento de los destinos.

Las series sistemáticas de vistas urbanas desarrolladas por editores como Hauser y Menet cumplían una función cartográfica y documental que iba mucho más allá del mero intercambio postal. La serie general de Hauser y Menet, que alcanzó 2.078 postales numeradas, constituía de facto el primer inventario visual sistemático del patrimonio monumental español (Palá, 2014). Esta documentación visual tenía un valor tanto científico como promocional, estableciendo un corpus de referencia que sería utilizado durante décadas posteriores.

La selección de monumentos y vistas urbanas reflejaba criterios estéticos e ideológicos específicos que contribuían a jerarquizar simbólicamente el territorio nacional. Las catedrales, alcázares, murallas medievales y palacios constituían el núcleo fundamental de la iconografía postal, estableciendo una imagen de España centrada en su legado histórico-artístico y en su monumentalidad arquitectónica.

La representación de las diferentes regiones españolas a través de las postales evidenciaba tanto la unidad como la diversidad del territorio nacional. Cada región desarrolló una iconografía específica que subrayaba sus particularidades culturales, paisajísticas y monumentales. Andalucía se representaba a través de sus patios, rejas y arquitectura mudéjar; Castilla mediante sus catedrales góticas y paisajes cerealísticos; el País Vasco a través de sus paisajes marítimos y arquitectura característica.

Las postales taurinas merecen consideración especial como elementos de construcción identitaria nacional. La tauromaquia, presentada como espectáculo específicamente español, se convirtió en uno de los temas más recurrentes de la postal española, contribuyendo a consolidar estereotipos nacionales que perdurarían durante todo el siglo XX. Las series taurinas documentaban tanto las figuras principales del toreo como las plazas más importantes, estableciendo una geografía taurina que reforzaba la imagen de España como país de tradiciones específicas y diferenciadas.

La representación del mundo rural a través de las postales costumbristas contribuyó a construir una imagen folclorizada de la España tradicional que contrastaba con las transformaciones urbanas e industriales de la época. Las escenas de vendimia, mercados rurales, fiestas populares y tipos regionales presentaban una España atemporal que respondía tanto a la nostalgia interna como a las expectativas del turismo romántico internacional (Riego, 1997).... La arquitectura religiosa ocupó un lugar central en la iconografía postal española, reflejando tanto la importancia social de la Iglesia Católica como el valor artístico del patrimonio religioso nacional. Las catedrales de Santiago, Burgos, Toledo, Sevilla y León se convirtieron en iconos recurrentes que establecían una geografía sacra que articulaba simbólicamente el territorio nacional.

Los paisajes naturales, aunque menos frecuentes que los temas monumentales y urbanos, comenzaron a aparecer en las postales del período como anticipación de la sensibilidad paisajística que caracterizaría el siglo XX. Los Picos de Europa, los paisajes pirenaicos y las costas mediterráneas iniciaron su incorporación al imaginario postal español, estableciendo las bases para el desarrollo posterior del turismo de naturaleza.

La representación de las actividades económicas tradicionales a través de las postales contribuyó a documentar y mitificar simultaneamente un mundo productivo en transformación. Las escenas de pesca, agricultura, artesanía y comercio tradicional presentaban una imagen de España laboriosa que contrastaba con los estereotipos de indolencia meridional difundidos por el orientalismo romántico europeo.

9.      La Internacionalización de la Postal Española y los Editores Extranjeros

La industria postal española del período 1887-1900 no puede comprenderse sin analizar la importante presencia de editores e impresores extranjeros que contribuyeron decisivamente tanto al desarrollo técnico del sector como a la difusión internacional de la imagen española. La participación de empresas alemanas, francesas, suizas e inglesas en el mercado postal español evidencia tanto la dimensión internacional del fenómeno postal como las limitaciones técnicas iniciales de la industria gráfica nacional.

La industria alemana ocupaba una posición hegemónica en el mercado postal europeo debido a su superioridad técnica y sus costes competitivos. Empresas como Purger & Co, Dr. Trenkler Co., Künzli Freresi, Photoglob Zürich, Römmler & Jonas y German Schulze desarrollaron producciones específicamente destinadas al mercado español (Guereña, 2005). Estas empresas combinaban el conocimiento técnico alemán con el conocimiento del mercado español, creando productos que competían ventajosamente con las producciones nacionales.

La colaboración entre editores españoles e impresores alemanes estableció un modelo de cooperación internacional que beneficiaba a ambas partes. Los editores españoles aportaban el conocimiento del mercado local, la selección de temas de interés y los canales de distribución, mientras los impresores alemanes proporcionaban la calidad técnica, los equipos avanzados y la experiencia en producción masiva. Esta división internacional del trabajo resultaba especialmente eficiente en un sector que requería combinar sensibilidad local con excelencia técnica.

El caso de Louis Glaser en Leipzig resulta particularmente significativo por la calidad de sus producciones para el mercado español. Esta empresa realizó postales promocionales para hoteles españoles de primer nivel, como el Hotel Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria (1892) y el Grand Hotel de Oriente de Barcelona (1895), estableciendo estándares de calidad que influirían en las producciones nacionales posteriores (Teixidor, 1999).

La presencia de editores alemanes también contribuyó a la introducción de nuevas técnicas y formatos en el mercado español. Las postales transparentes, los efectos especiales de impresión y las técnicas de coloración manual fueron introducidas inicialmente por empresas extranjeras antes de ser adoptadas por los productores nacionales. Esta transferencia tecnológica aceleró significativamente la modernización de la industria postal española.

Pablo Dümmatzen, editor alemán nacido en Hamburgo hacia 1878, desarrolló una actividad particularmente significativa en España, editando en 1900 una prestigiosa serie de postales transparentes que incluía vistas de Granada, Córdoba, Jerez de la Frontera, Cádiz, Málaga, Sevilla, Tánger y Madrid (El Cartófilo, 2016). Esta serie, compuesta por once modelos, evidenciaba tanto la sofisticación técnica alemana como el interés comercial por los temas españoles.

La inclusión de vistas de Tánger en las series españolas de editores tanto nacionales como extranjeros reflejaba la extensión del concepto geográfico español más allá de la península, incorporando los territorios norteafricanos como parte del imaginario nacional. Esta inclusión tendría importantes consecuencias en la construcción de la imagen imperial española durante las primeras décadas del siglo XX.

La competencia internacional también estimuló la innovación y mejora de la industria nacional. La necesidad de competir con producciones extranjeras de alta calidad obligó a los editores españoles a mejorar sus técnicas, diversificar sus temas y ajustar sus precios. Esta presión competitiva resultó beneficiosa para el conjunto del sector, elevando los estándares de calidad y ampliando las posibilidades estéticas de la postal española.

Los circuitos de distribución internacional de las postales españolas evidencian la temprana globalización del mercado postal. Las postales españolas se vendían no solo en España, sino también en otros países europeos y americanos, contribuyendo a difundir la imagen española en el extranjero. Esta dimensión internacional del mercado postal español tenía importantes implicaciones tanto comerciales como diplomáticas.... La presencia española en exposiciones internacionales contribuyó decisivamente a la promoción de la postal española en el extranjero. La participación en exposiciones como la Universal de París de 1889, donde se popularizaron las postales con la imagen de la torre Eiffel, proporcionó a los editores españoles conocimientos técnicos y contactos comerciales que resultaron fundamentales para el desarrollo posterior del sector (Guereña, 2005).

10.   La Democratización de la Imagen y el Impacto Social de la Postal

La aparición y consolidación de la tarjeta postal ilustrada durante las últimas décadas del siglo XIX representó una auténtica revolución en la democratización del acceso a la imagen que transformó profundamente los hábitos culturales y comunicativos de la sociedad española. Por primera vez en la historia, amplios sectores de la población pudieron acceder regularmente a imágenes de calidad artística a precios asequibles, estableciendo nuevas formas de consumo cultural y comunicación visual.

El impacto democratizador de la postal se manifestaba en múltiples dimensiones sociales y culturales. En primer lugar, las postales proporcionaban acceso visual a lugares, monumentos y obras de arte que la mayoría de la población no podía conocer directamente debido a las limitaciones económicas y de transporte de la época. Las reproducciones de cuadros del Museo del Prado, las vistas de catedrales góticas o los paisajes de regiones remotas acercaban realidades culturales antes reservadas a élites sociales específicas.

La accesibilidad económica de las postales constituía el factor fundamental de su capacidad democratizadora. Mientras que libros ilustrados, revistas artísticas o reproducciones enmarcadas resultaban prohibitivos para la mayoría de la población, las postales ofrecían calidad visual comparable a precios al alcance de sectores sociales medios y populares. La política de precios de Hauser y Menet, que ofrecía cinco muestras por una peseta, evidencia esta accesibilidad (Blanco y Negro, 1898).

Los canales de distribución de las postales facilitaban decisivamente su democratización social. La venta en librerías, papelerías, bazares, quioscos y directamente por las empresas editoras establecía una red comercial capilar que llegaba hasta localidades pequeñas y barrios populares (Fernández, 1994). Esta distribución descentralizada contrastaba con la concentración geográfica de museos, bibliotecas y otros centros de cultura visual tradicionales.

El fenómeno del coleccionismo postal contribuyó a amplificar el impacto democratizador de las postales. La aparición de revistas especializadas como el Boletín de la tarjeta postal ilustrada en Barcelona, España Cartófila de la Sociedad Cartófila española "Hispania" y El coleccionista de tarjetas postales en Madrid evidencia la consolidación de una comunidad de aficionados que trascendía las fronteras sociales tradicionales (Teixidor, 1999).

La postal desarrolló funciones comunicativas que iban más allá del simple intercambio epistolar. Como señala la documentación de la época, los turistas solían enviarse postales a sí mismos, utilizando el sello postal para autenticar el viaje y crear valor documental para los coleccionistas (Troncoso, 2017). Esta práctica evidencia la evolución de la postal desde mero instrumento comunicativo hacia objeto de valor simbólico y documental.

La dimensión educativa de las postales resultaba particularmente significativa en una sociedad con altos índices de analfabetismo. Las imágenes postales proporcionaban información geográfica, histórica y artística de manera directa y accesible, complementando y a veces sustituyendo la información textual. Las series sistemáticas de monumentos, paisajes y tipos regionales constituían auténticos cursos visuales de geografía e historia nacional.

El impacto de las postales en la construcción de imaginarios colectivos resultaba especialmente importante en el contexto de consolidación del Estado nacional liberal. Las imágenes postales contribuían a crear una conciencia territorial nacional mediante la familiarización visual con la diversidad geográfica y monumental española. La circulación masiva de imágenes de catedrales góticas, alcázares musulmanes, paisajes regionales y tipos populares contribuía a construir una identidad nacional inclusiva de la diversidad territorial.

Las postales también cumplían funciones de promoción económica que anticipaban las estrategias de marketing turístico del siglo XX. Los hoteles, balnearios, estaciones termales y destinos turísticos utilizaban postales como instrumentos promocionales que combinaban información práctica con atractivo visual. Esta utilización comercial evidencia la temprana comprensión del potencial económico de la imagen postal.

La dimensión estética de las postales introdujo nuevos criterios de gusto y apreciación artística en sectores sociales tradicionalmente excluidos del consumo cultural refinado. La calidad técnica de las reproducciones, especialmente las realizadas mediante fototipia, permitía una aproximación fidedigna a obras de arte y paisajes que educaba progresivamente la sensibilidad visual popular.... El intercambio postal desarrolló también nuevas formas de sociabilidad que combinaban comunicación escrita con intercambio visual. La práctica de enviar postales establecía circuitos de intercambio cultural que conectaban territorios diversos y grupos sociales diferentes, contribuyendo a la integración simbólica del territorio nacional y a la superación de aislamientos locales tradicionales.

11.    La Evolución del Formato Postal y las Regulaciones Técnicas

La evolución técnica y formal de la tarjeta postal durante el período 1873-1900 refleja tanto los avances en las técnicas de impresión como las transformaciones en las concepciones comunicativas y estéticas de la época. Las modificaciones progresivas en el formato, la distribución del espacio y las especificaciones técnicas evidencian un proceso de perfeccionamiento que respondía a las demandas del mercado y a las posibilidades tecnológicas emergentes.

Las primeras postales oficiales de 1873 seguían estrictamente las convenciones internacionales establecidas por la Unión Postal Universal. El anverso se destinaba exclusivamente a la dirección del destinatario y al sello oficial, mientras el reverso, completamente en blanco, se reservaba para el mensaje del remitente. Esta distribución espacial reflejaba una concepción utilitaria de la comunicación postal que privilegiaba la funcionalidad sobre cualquier consideración estética.

La instrucción oficial "Lo que debe escribirse se hará en el reverso e irá firmado por el remitente" evidencia tanto las preocupaciones de seguridad postal como la necesidad de educar a una población poco familiarizada con los nuevos medios de comunicación (RCG, 2014). La exigencia de firma respondía a criterios de identificación y responsabilidad que reflejaban las concepciones administrativas de la época.

La liberalización de 1887 mantuvo inicialmente estas especificaciones espaciales, pero introdujo la posibilidad de ilustración en el anverso. Las primeras postales privadas presentaban imágenes pequeñas, frecuentemente situadas en la esquina superior izquierda, que compartían el anverso con el espacio destinado a la dirección (Palá, 2014). Esta distribución espacial evidenciaba las limitaciones técnicas iniciales y la prudencia de los editores ante las regulaciones oficiales.

Las dimensiones oficiales de las postales españolas se establecieron en 14,4x10,5 cm, con una tolerancia de 2 mm, siguiendo el estándar internacional, pero adaptándolo a las especificidades del sistema postal español (Tesauros, 1999). Estas dimensiones representaban un compromiso entre la necesidad de espacio para imagen y texto y las limitaciones de manipulación postal.

La calidad de la cartulina también estaba sujeta a regulaciones específicas que garantizaban tanto la resistencia postal como la calidad de impresión. Las autoridades exigían que las postales privadas utilizaran materiales equivalentes a los de las postales oficiales, evitando la competencia desleal mediante materiales de inferior calidad. Estas regulaciones técnicas favorecieron el desarrollo de una industria especializada en soportes de alta calidad.

La evolución hacia el "reverso dividido", autorizada por la Dirección General de Correos y Telégrafos en 1905-1906, representaría una transformación fundamental que quedaba fuera del período estudiado pero cuyos antecedentes se manifestaban ya en las innovaciones de los últimos años del siglo XIX (Tesauros, 1999). Esta modificación reservaría la mitad derecha del reverso para la dirección del destinatario y el sello, y la izquierda para el texto, permitiendo que la ilustración ocupara completamente el anverso.

Los reversos de las postales experimentaron también una evolución significativa durante el período estudiado. Hauser y Menet utilizó cuatro reversos diferentes durante la década de 1890, evidenciando una preocupación constante por la mejora técnica y la adaptación a las regulaciones cambiantes (Palá, 2014). Estos reversos incluían información legal, publicitaria y técnica que evidenciaba la sofisticación creciente de la industria postal.

Las regulaciones internacionales de la Unión Postal Universal influyeron decisivamente en las especificaciones técnicas españolas. El cumplimiento de estas regulaciones garantizaba la circulación internacional de las postales españolas y facilitaba la integración del sistema postal nacional en los circuitos comunicativos internacionales. La participación española en el Congreso celebrado en Berna (Suiza) contribuyó a armonizar las regulaciones nacionales con los estándares internacionales (RCG, 2014).

La evolución de las técnicas de impresión también influyó en las especificaciones técnicas de las postales. La adopción progresiva de la fototipia, cromolitografía y fotograbado requería adaptaciones en la calidad del papel, la densidad de la cartulina y los tratamientos de superficie que garantizaran la calidad de reproducción. Estas adaptaciones técnicas evidencian la interacción constante entre innovación tecnológica y regulación administrativa.

12.   Hacia el Nuevo Siglo: Consolidación y Perspectivas de Futuro (1897-1900)

Los últimos años del siglo XIX marcaron la consolidación definitiva de la industria postal española y el establecimiento de las bases para lo que sería conocido como la "edad de oro" de la tarjeta postal durante las primeras décadas del siglo XX. El período 1897-1900 se caracterizó por la maduración técnica del sector, la diversificación temática avanzada y la integración plena del mercado postal español en los circuitos internacionales.... La producción editorial alcanzó durante estos años cifras extraordinarias que evidenciaban tanto la consolidación del mercado interno como las posibilidades de exportación. Hauser y Menet anunciaba en diciembre de 1902 una producción de medio millón de tarjetas postales mensuales, una cifra que representaba un crecimiento exponencial respecto a las 500 tarjetas de 1892 (Teixidor, 1999). Este crecimiento evidenciaba la transformación de la postal desde producto artesanal hacia bien de consumo masivo.

La sistematización de la producción editorial se evidenciaba en el desarrollo de series numeradas que documentaban sistemáticamente el territorio nacional. La serie general de Hauser y Menet, iniciada en 1897 con una postal de la basílica del Pilar de Zaragoza, constituía el proyecto editorial más ambicioso del período, estableciendo un modelo de documentación visual que sería imitado por otros editores (Palá, 2014).

La diversificación temática alcanzó durante estos años una amplitud que anticipaba los desarrollos del siglo XX. Junto a las vistas monumentales y urbanas tradicionales, aparecieron series especializadas en temas específicos como tauromaquia, arte, costumbres regionales, paisajes naturales y promoción comercial. Esta diversificación respondía a la sofisticación creciente del mercado y a la segmentación progresiva de la demanda.

Los avances técnicos en reproducción fotográfica, particularmente la generalización del uso de la fotografía en las postales a partir de 1896, transformaron radicalmente las posibilidades estéticas y documentales del medio postal (Guereña, 2005). La fotografía proporcionaba una fidelidad documental y una inmediatez visual que las técnicas litográficas tradicionales no podían igualar.

La emergencia del fenómeno del coleccionismo postal evidenciaba la transformación de la postal desde mero instrumento comunicativo hacia objeto de valor cultural y estético. La aparición de publicaciones especializadas, sociedades de coleccionistas y circuitos comerciales específicos para el intercambio de postales evidenciaba la consolidación de una comunidad cultural en torno al medio postal.

La integración internacional del mercado postal español se evidenciaba tanto en la presencia de editores extranjeros como en la exportación de producciones nacionales. Las colaboraciones entre editores españoles e impresores europeos establecían circuitos de cooperación técnica que beneficiaban al conjunto del sector. La participación española en exposiciones internacionales contribuía a difundir la imagen nacional y a establecer contactos comerciales internacionales.

El desarrollo de la infraestructura de distribución postal facilitaba decisivamente la expansión del mercado. La mejora de las comunicaciones ferroviarias, la modernización de los servicios postales y la ampliación de la red de puntos de venta establecían las condiciones necesarias para la distribución masiva de postales en todo el territorio nacional.

La aparición de nuevos usos sociales de la postal evidenciaba su integración progresiva en los hábitos comunicativos de la época. Más allá de la comunicación familiar y amistosa tradicional, las postales comenzaban a utilizarse para promoción comercial, documentación de viajes, intercambio cultural y construcción de colecciones. Esta diversificación funcional ampliaba significativamente el mercado potencial del sector.

La sensibilidad estética de la población experimentaba transformaciones importantes que favorecían el consumo postal. La familiarización progresiva con la imagen fotográfica, la mejora de los niveles educativos y la ampliación del tiempo libre creaban condiciones sociales favorables para el desarrollo de nuevas formas de consumo cultural.

Los desarrollos técnicos en curso anticipaban las revoluciones estéticas del nuevo siglo. Las experiencias con color, los efectos especiales de impresión, las postales transparentes y las innovaciones en tratamiento de superficies evidenciaban un dinamismo técnico que prometía desarrollos futuros de gran impacto.

La consolidación empresarial del sector evidenciaba su maduración económica. Las empresas más exitosas desarrollaban estrategias comerciales sofisticadas que incluían diversificación de productos, segmentación de mercados, innovación técnica constante y expansión geográfica. Esta profesionalización empresarial establecía las bases para el crecimiento sostenido del sector durante las décadas siguientes.

El contexto internacional favorable, caracterizado por el crecimiento del turismo, la mejora de las comunicaciones y la estabilización política europea, proporcionaba condiciones externas favorables para el desarrollo del sector postal español. La integración progresiva de España en los circuitos culturales y turísticos europeos ampliaba las perspectivas de crecimiento del mercado postal.

13.  La Postal como Espejo de una Época en Transformación... 

La historia de la tarjeta postal en España durante el período 1873-1900 constituye un microcosmos excepcional para comprender las transformaciones profundas que experimentó la sociedad española durante las últimas décadas del siglo XIX. Desde sus orígenes tardíos y problemáticos hasta su consolidación como industria próspera y medio de comunicación masivo, la postal española refleja tanto las dificultades de modernización del país como su capacidad de adaptación e innovación.

El retraso inicial en la adopción del sistema postal, motivado por la inestabilidad política del Sexenio Democrático, evidenciaba las dificultades estructurales que enfrentaba España para incorporarse a los circuitos de modernización europea. Sin embargo, la rapidez con que el sector se desarrolló una vez superados los obstáculos iniciales demuestra tanto la demanda social acumulada como la capacidad empresarial latente en la sociedad española.

Las iniciativas pioneras de figuras como Abelardo de Carlos y Dr. Thebussem durante el período de vacío legal (1871-1873) anticipaban el dinamismo empresarial que caracterizaría el sector en décadas posteriores. Estas experiencias precursoras evidenciaban que la sociedad española estaba preparada para adoptar los nuevos medios de comunicación y que existían empresarios capaces de detectar y satisfacer la demanda emergente.

La liberalización de 1887 desencadenó una auténtica revolución industrial que transformó el sector gráfico español. La aparición de más de ciento cuarenta editores e impresores especializados en menos de quince años evidencia tanto la vitalidad del mercado como la capacidad de respuesta de la industria nacional (Carrasco, 1992). Esta explosión empresarial estableció las bases para el desarrollo posterior de la industria gráfica española.

El liderazgo de Hauser y Menet en el sector postal español ilustra la importancia de la innovación técnica y la visión empresarial en el desarrollo industrial. La combinación de tecnología avanzada, diversificación temática, calidad técnica y estrategias comerciales sofisticadas convirtió a esta empresa en modelo para el conjunto del sector y referencia para las industrias gráficas europeas (Sánchez Vigil, 2002; Palá, 2014).

Los avances técnicos en fototipia, cromolitografía y fotograbado evidencian la capacidad de la industria española para incorporar y adaptar las innovaciones tecnológicas internacionales. La rápida adopción de estas técnicas avanzadas permitió que la postal española compitiera en calidad con las producciones europeas más sofisticadas, demostrando la capacidad técnica latente en el país.

La diversificación temática de las postales españolas reflejaba tanto la riqueza cultural del país como la sofisticación creciente del mercado nacional. La documentación sistemática del patrimonio monumental, la representación de la diversidad regional, la difusión del arte nacional y la promoción de las actividades económicas evidenciaban una maduración cultural que anticipaba desarrollos posteriores.

El impacto democratizador de la postal en el acceso a la imagen constituyó una transformación cultural de largo alcance que modificó los hábitos comunicativos y estéticos de amplios sectores sociales. Por primera vez en la historia española, la imagen de calidad artística se hizo accesible a precios populares, estableciendo nuevas formas de consumo cultural que perdurarían durante todo el siglo XX (Fernández, 1994).

La integración internacional del sector postal español evidenciaba la capacidad del país para participar en los circuitos económicos y culturales europeos. La colaboración con empresas extranjeras, la participación en exposiciones internacionales y la exportación de producciones nacionales demostraban que España podía competir en sectores industriales avanzados.

La construcción de imaginarios territoriales y nacionales a través de las postales contribuyó decisivamente a la consolidación de la identidad nacional moderna. La familiarización visual con la diversidad geográfica y monumental española, la difusión de estereotipos regionales y la promoción de especificidades culturales establecían bases simbólicas para la integración nacional que trascendían las divisiones territoriales tradicionales.

El desarrollo del coleccionismo postal y la aparición de publicaciones especializadas evidenciaban la emergencia de nuevas formas de sociabilidad cultural que anticipaban los fenómenos de masa del siglo XX (Teixidor, 1999). La formación de comunidades de aficionados, el desarrollo de circuitos comerciales especializados y la consolidación de criterios estéticos específicos establecían precedentes para posteriores desarrollos culturales.

La postal española del período 1873-1900 constituye, en definitiva, un testimonio excepcional de la capacidad de adaptación y modernización de la sociedad española finisecular. A pesar de las dificultades políticas, las limitaciones económicas y los retrasos estructurales, el país logró desarrollar una industria postal próspera, técnicamente avanzada y culturalmente significativa que anticipaba las transformaciones del siglo XX.

El legado de este período fundacional perduró durante décadas posteriores, estableciendo tradiciones técnicas, estéticas y comerciales que influirían en el desarrollo de la industria gráfica española hasta bien entrado el siglo XX. La postal española había logrado convertirse no solo en un medio de comunicación eficaz, sino en un vehículo privilegiado para la construcción y difusión de la imagen nacional, función que mantendría durante todo el período de esplendor turístico posterior.

Bibliografía en Español de Autores Citados

A continuación, se presenta una selección de obras en español de los autores mencionados en el texto, basada en la información de los resultados de búsqueda.

Almarcha, E.

·         Almarcha, E. (2007). Evocación, historia y tarjetas postales entre Repúblicas (1869-1939). En Fotografía y patrimonio. II Encuentro en Castilla-La Mancha (pp. 22-45). Centro de Estudios de Castilla-La Mancha[1].

Carrasco, F. (Francisco Carrasco Heredia)

·         Carrasco, F. (1992). La industria gráfica española en el siglo XIX. Editorial Nacional[1].

·         Las Raíces (Madrid : Rialp, 1966)[2].

·         Diálogos de la luz y de los ojos (Málaga, 1982)[2].

·         Humano exilio (Córdoba : Diputación Provincial, 1984)[2].

·         Ciudad Marina (Córdoba: Diputación Provincial, 1987)[2].

·         Políptico del Ingenioso Hidalgo (Málaga : Librería anticuaria El Guadalhorce, 1987)[2].

·         Esperando el olvido (Córdoba : Diputación Provincial, 1991)[2].

·         Tierra nativa (Fernán-Nuñez : Jorge Huertas, 1991)[2].

·         De ayer (Córdoba : Ayuntamiento, 1992)[2].

·         Ceremonias contigo (Córdoba : Cajasur, 2000)[2].

·         Sombras en el espejo (Huelva : Asociación Literaria Huebra, 2002)[2].

·         De los años : poesía (1965-95). Prólogo, Manuel Gahete Jurado. (Córdoba : Diputación de Córdoba, Delegación de Cultura, 2003)[2].

·         Cuanto sé de tí : Córdoba al fondo (Córdoba : Fundación PRASA, 2007)[2].

·         La ciudad y los pájaros (Córdoba : Asociación Cultural Andrómina, 2015)[2].

Carrasco, J. (Juan Carrasco)

·         Carrasco, J. (1992). La tarjeta postal ilustrada en España: historia y evolución. Madrid: Ediciones del Serbal[1].

Carrasco Marqués, Juan

·         No se encontraron referencias bibliográficas específicas en español para este autor en los resultados de búsqueda proporcionados, más allá de la mención de su trabajo en la serie "Vistas y Monumentos de España" (1892-1897) en el texto principal[1].

Carreras y Candi, F. (Francesch Carreras y Candi)

·         Carreras y Candi, F. (1903). El correo en España: notas históricas. Barcelona: Tipografía de la Casa Provincial de Caridad[1].

·         La ciudad de Barcelona (1916)[3].

·         Dirección de Geografía General de Cataluña (1908-1918)[3].

·         Folklore y costumbres de España (1933) (trabajo de equipo)[3].

Carlos y Almansa, Abelardo de

·         Los resultados mencionan el libro Abelardo de Carlos, el editor ilustrado por Luis de Carlos Bertrán y Alicia Moreno de Carlos, sobre su vida y obra, pero no obras escritas por el propio Abelardo de Carlos[4].

Fernández, M.

·         Fernández, M. (1994). La democratización de la imagen en la España del XIX. Universidad Complutense[1].

·         Fernández, M. (1994). La edad de oro de la tarjeta postal (1900-1918). Valencia: Institució Alfons el Magnànim[1].
(Nota: Los resultados también listan a Lidia Fernández[5] y Miguel Ángel Fernández Pérez[6][7] con publicaciones en 1994, pero en campos educativos distintos al tema de las postales y la imagen del siglo XIX, por lo que se asume que el "M. Fernández" del texto se refiere a las obras listadas directamente en la bibliografía del documento original sobre postales).

Gámez Romero, R. (Rafael Gámez Romero)

·         Gámez Romero, R. (2010). El monopolio postal estatal en España (1873-1887). Boletín de la Sociedad Filatélica[1].

·         Gámez Romero, R. (2010). Historia postal de España: del correo tradicional a la filatelia. Madrid: Ministerio de Fomento[1].

Guereña, J. L. (Jean-Louis Guereña)

·         Guereña, J.-L. (2005). Patrimonio postal: la tarjeta como documento histórico. Portal de Publicacions IEC[1].

·         Guereña, J. L. (2005). La tarjeta postal: un siglo de imágenes. Madrid: Ediciones El Viso[1].

Hermann, E. (Emmanuel Hermann)

·         La obra citada en el texto, Über eine neue Art des Korrespondenzmittels der Post (1869), está en alemán[1]. No se encontraron otras obras suyas en español en los resultados.

Palá, M. (Manuel Palá)

·         Palá, M. (2014). Hauser y Menet: pioneros de la postal ilustrada. Revista de Historia Gráfica, 12(3), 45-67[1].

·         Palá, M. (2014). El coleccionismo de postales antiguas. Barcelona: Editorial Hispano Europea[1].

Pardo de Figueroa, Mariano (Dr. Thebussem)

·         La mesa moderna: cartas sobre el comedor y la cocina cambiadas entre el doctor Thebusem y un cocinero de S.M.[8].

·         Un triste capeo[8].

·         Siete cartas sobre Cervantes y el quijote dirigido al Dr. E.W.Thebussen, barón de Tirnenth[8].

·         Nombramiento de cartero principal honorario de Madrid con uso de uniforme y sin sueldo[8].

·         Yantares y conduchos de los reyes de España .Los Alfajores de Medina Sidonia[8].

Pi i Margall, Joaquim

·         El texto lo menciona como grabador del sello de las primeras postales oficiales[1]. Los resultados de búsqueda no proporcionan bibliografía de obras escritas por Joaquim Pi i Margall (a diferencia de Francisco Pi y Margall, el político y escritor[9]).

Riego, B. (Bernardo Riego)

·         Riego, B. (1997). La construcción social de la realidad a través de la fotografía y el grabado informativo en la España del siglo XIX. Santander: Universidad de Cantabria[1].

·         Riego, B. (2010). La imagen reproducida: técnicas y medios de difusión visual. Gijón: Trea[1].

Sánchez Vigil, J. M. (Juan Miguel Sánchez Vigil)

·         Sánchez Vigil, J. M. (2002). Hauser y Menet: fototipia y modernidad. Ediciones Cátedra[1].

·         Sánchez Vigil, J. M. (2002). La fotografía en España: de los orígenes al siglo XXI. Madrid: Espasa Calpe[1][10].

·         (Director J López Yepes) Diccionario enciclopédico de ciencias de la documentación (2004)[10].

·         (Coordinador F Del Valle Gastaminza) Manual de documentación fotográfica (1999)[10].

·         El documento fotográfico: Historia, usos, aplicaciones (2006)[10].

·         Manual de Ciencias de la Información y Documentación (2011)[10].

·         Revistas ilustradas en España: del Romanticismo a la Guerra Civil (2008)[10].

·         (con A Salvador Benítez) Documentación Fotográfica (2013)[10].

·         El Universo de la Fotografía. Prensa, edición, documentación (1999)[10].

·         (Editor, con P Castellano) Enciclopedia Espasa: historia de una aventura editorial (2000)[10].

·         La fotografía en España: otra vuelta de tuerca (2013)[10].

·         CALPE. Paradigma editorial (1918-1925) (2005)[10].

·         Del daguerrotipo a la Instamatic. Autores, tendencias, instituciones (2007)[10].

·         La edición en España: industria cultural por excelencia. Historia, proceso, gestión, documentación (2009)[10].

·         (con M Olivera Zaldua) Fotoperiodismo y República: prensa y reporteros gráficos, 1931-1939 (2014)[10].

·         La fotografía como documento en el siglo XXI. Documentación de las Ciencias de la Información 24, 255 (2001)[10].

Teixidor, M. (María Teixidor)

·         Teixidor, M. (1999). Catálogo razonado de postales españolas (1892-1905). Barcelona: Editorial Mediterrània[1].

Thomas i Bigas, Josep

·         El texto lo menciona como fundador de Fototipia Thomas[1]. Los resultados de búsqueda indican que la bibliografía sobre él es escasa y se trata de artículos sobre su persona y empresa, no obras escritas por él[11].

Troncoso

·         El texto cita (Troncoso, 2017)[1]. No se encontraron referencias bibliográficas específicas en español para este autor con esa fecha en los resultados de búsqueda proporcionados.

1.       paste.txt                     

2.      https://www.bibliotecasdeandalucia.es/web/biblioteca-del-estado-publica-provincial-de-huelva/guia-online-de-autores-onubenses/-/asset_publisher/FPBswIjfHUKK/content/francisco-carrasco-hered-1            

3.      https://es.wikipedia.org/wiki/Francesch_Carreras  

4.      https://www.diariodecadiz.es/cadiz/Abelardo-Carlos-espanol-XIX-Cadiz_0_1735326888.html

5.       https://es.scribd.com/document/729546860/Fernandez-1994-INSTITUCIONES-PROTECCION-Y-SUFRIMIENTO

6.      https://dialnet.unirioja.es/servlet/autorExterno/BNE/899520

7.       https://www.sigloxxieditores.com/libro/las-tareas-de-la-profesion-de-ensenar_17572/

8.      https://www.todostuslibros.com/autor/mariano-pardo-de-figueroa    

9.      https://datos.bne.es/resource/XX1026522

10.   https://scholar.google.com/citations?user=6biTx7IAAAAJ              

11.    https://www.iefc.cat/wp-content/uploads/2018/01/colleccio-thomas-alexis-belmonte.pdf

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