La Revolución Comunicativa que Democratizó la Imagen
El
fenómeno de la tarjeta postal en España durante las últimas décadas del siglo
XIX representa uno de los capítulos más fascinantes de la historia de las
comunicaciones y la cultura visual. Desde su
tardía aparición en 1873 hasta el umbral del nuevo siglo, la postal experimentó
una evolución extraordinaria que la convirtió en el primer medio de
democratización masiva de la imagen fotográfica (Fernández, 1994). Este período
transformador, marcado por avances tecnológicos, cambios políticos y el
surgimiento de una industria editorial próspera, estableció las bases de lo que
sería conocido como la "edad de oro" de la tarjeta postal. La contribución
de editores pioneros como Hauser y Menet, junto con el desarrollo de técnicas
de impresión como la fototipia, permitió que España se incorporara al circuito
internacional de producción y consumo postal, convirtiendo a este humilde medio
de comunicación en un vehículo privilegiado para la difusión de la imagen
nacional y la construcción de imaginarios colectivos (Palá, 2014; Sánchez
Vigil, 2002).
1. Los Antecedentes Europeos y el Modelo Austriaco (1869-1871)
La historia de la tarjeta postal española no puede comprenderse
sin analizar sus antecedentes europeos, particularly el modelo austriaco que
sirvió de referencia para toda Europa. La
invención de la tarjeta postal se atribuye al economista Emmanuel Hermann,
quien el 26 de enero de 1869 publicó en el periódico vienés Neue Freie Presse
un artículo titulado "Sobre un nuevo medio de correspondencia"
(Hermann, 1869). La propuesta de Hermann respondía a una necesidad económica y
práctica: crear un sistema de comunicación más económico que la carta
tradicional, limitado a 20 palabras y sin la privacidad del sobre.
El director de Correos de Viena, Adolf Maly, materializó
inmediatamente esta idea, y el 1 de
octubre de 1869 Austria emitió la primera Correspondenz-Karte del mundo
(Filateliaguardesa, 2012). Esta primera postal, de dimensiones 120x85 mm con un
sello de 2 coronas, marcó el inicio de una revolución comunicativa que se
extendería rápidamente por todo el continente europeo. El diseño era
deliberadamente austero, priorizando la funcionalidad sobre la estética, con un
anverso destinado a la dirección del destinatario y un reverso en blanco para
el mensaje.
La rápida
adopción del modelo austriaco por otros países europeos evidencia la utilidad
práctica del invento. Para
1870, Alemania y Suiza ya habían implementado sus propios sistemas postales,
utilizando las tarjetas incluso en contextos bélicos como la guerra
franco-prusiana (Foro Histórico del COIT, s.f.). Este conflicto militar
demostró la versatilidad del nuevo medio, que resultó especialmente útil para
las comunicaciones militares debido a su menor peso y coste de envío.
En
España, la primera referencia oficial a las tarjetas postales apareció en una
Real Orden de mayo de 1871, firmada por Práxedes Mateo Sagasta, que autorizaba
legalmente su uso en el territorio nacional (Diario de Cádiz, 2015). Sin embargo, la implementación práctica
se vio gravemente retrasada por la inestabilidad política del Sexenio
Democrático (1868-1874), un período caracterizado por continuos cambios de
gobierno y régimen político que impidieron la consolidación de proyectos
administrativos a largo plazo.
Este retraso español contrasta significativamente con la
agilidad mostrada por otros países europeos. Mientras naciones como Francia,
Reino Unido e Italia incorporaron rápidamente el sistema postal a sus
comunicaciones, España experimentaba una crisis política que afectaba incluso a
las decisiones administrativas más básicas. La tardanza en la implementación de las tarjetas postales oficiales
abriría, paradójicamente, un espacio de oportunidad para las iniciativas
privadas que marcarían los primeros años de la historia postal española.
2. El Vacío Legal y las Iniciativas Pioneras Privadas
(1871-1873)
El
período comprendido entre la autorización legal de 1871 y la emisión de las
primeras tarjetas oficiales en 1873 constituye uno de los capítulos más
interesantes de la historia postal española. Durante estos dos años, el vacío administrativo fue aprovechado
por emprendedores privados que, anticipándose al Estado, lanzaron sus propias
iniciativas postales, creando un mercado paralelo que evidenciaba tanto la
demanda existente como el ingenio empresarial de la época.
El
protagonista indiscutible de este período fue Abelardo de Carlos y Almansa,
editor gaditano nacido en Cádiz el 3 de noviembre de 1822 (Diario de Cádiz, 2015). De Carlos, propietario y director
de La Ilustración Española y americana, aprovechó el retraso gubernamental para
convertirse en el pionero de la tarjeta postal en España. Su trayectoria
profesional le había proporcionado los conocimientos técnicos y los contactos
necesarios para emprender esta aventura editorial. Desde muy joven había
trabajado en el grupo de empresas gráficas de La Revista Médica de Cádiz, donde
adquirió experiencia en los talleres de impresión junto a figuras como Federico
Joly Velasco, futuro fundador del Diario de Cádiz (Diario de Cádiz, 2015).... La primera tarjeta postal conocida editada
por De Carlos circuló el 7 de agosto de 1871, convirtiéndose en un hito
histórico (Almarcha, 2007). Estas primeras postales se caracterizaban por
incluir franjas publicitarias tanto en el anverso como en el reverso,
promocionando sus propias publicaciones: La moda elegante ilustrada y La
ilustración Española y Americana. El anverso contenía el texto "La moda
elegante ilustrada, periódico de las familias e indispensable a toda señorita.
Admon., Carretas, 12, Madrid. Se envían muestras gratis a quien los solicite.
Director Don Abelardo de Carlos", mientras el reverso anunciaba "La
ilustración Española y Americana, periódico redactado por los literatos más
notables de España, Portugal y América, e ilustrado por los primeros artistas
españoles. Se envían números de muestra gratis a quien los solicita.
Administración, Carretas, 12, Madrid" (Diario de Cádiz, 2015).
Estas tarjetas pioneras presentaban características técnicas
específicas que las diferenciaban de las futuras postales oficiales. Estaban impresas sobre cartulinas blancas y
amarillas, utilizando tintas azules y negras, y como no tenían el sello postal
impreso, requerían franqueo adicional al precio de las cartas ordinarias
(Almarcha, 2007). Esta limitación económica no impidió su circulación,
evidenciando la demanda existente para este nuevo medio de comunicación.
Paralelamente a la iniciativa de De Carlos, surgió otra
figura fundamental en este período precursor: Mariano Pardo de Figueroa, más conocido por su seudónimo Dr. Thebussem.
Este gaditano, natural de Medina Sidonia, desarrolló en mayo de 1873 una
campaña de denuncia contra la ineficacia estatal mediante la edición de
postales satíricas (Revista Puerta del Sol, 2002). Las postales de Thebussem,
que alcanzaron cuatro tiradas diferentes, representaban un auténtico ejercicio
de crítica política y social, anticipándose a las oficiales y evidenciando la
frustración ciudadana ante la lentitud burocrática.
La primera tirada de Thebussem, compuesta por
aproximadamente 100 tarjetas, contenía un error tipográfico que escribía
"Thebussen" en lugar de "Thebussem" (Tarjetas Postales
Antiguas, 2010). La segunda tirada corrigió este error, mientras que la tercera, correspondiente a junio de 1873
y compuesta por 300 ejemplares, añadía la provocativa leyenda "Novísima
edición (Junio 1873) ínterin el gobierno no sale de su cuidado"
(Tarjetas Postales Antiguas, 2010). Esta frase resumía perfectamente el
espíritu crítico de la iniciativa y la impaciencia ciudadana ante los retrasos
administrativos.
Estas
iniciativas privadas cumplían una función que iba más allá de la mera
comunicación postal.
Representaban un ejercicio de innovación empresarial y, en el caso de
Thebussem, de activismo político. Demostraban que la sociedad española estaba
preparada para adoptar los nuevos medios de comunicación y que la demanda
existía independientemente de la acción gubernamental. El éxito de estas
primeras postales privadas establecería un precedente que influiría en las
decisiones posteriores sobre la liberalización del sector.
3. Los Primeros Enteros Postales Oficiales (1873-1887)
El 1 de
diciembre de 1873, durante el efímero período de la Primera República Española,
se pusieron finalmente en circulación las primeras tarjetas postales oficiales
españolas, marcando el fin del período
experimental de las iniciativas privadas (Sociedad Filatélica, s.f.). Esta
fecha histórica representaba no solo la materialización de un proyecto
largamente postergado, sino también la entrada definitiva de España en el
circuito postal internacional moderno.
Las primeras postales oficiales fueron diseñadas y
producidas por la Fábrica Nacional del Sello, siguiendo las especificaciones
establecidas en el Real Decreto de 4 de diciembre de 1872, que había fijado las
tarifas postales para tarjetas y cartas (Sociedad Filatélica, s.f.). El diseño
reflejaba tanto las convenciones técnicas internacionales como las
circunstancias políticas específicas del momento histórico español.... El sello, de cinco céntimos de valor
facial, fue grabado por Joaquim Pi i Margall e impreso mediante litografía en
la Fábrica Nacional del Sello (Sociedad Filatélica, s.f.). El anverso de
estas primeras postales oficiales presentaba una composición cuidadosamente
estructurada que incluía la expresión "República Española" en la
parte superior, junto al sello, "Tarjeta Postal" en el centro, un
espacio destinado a escribir el nombre y la dirección del destinatario, y una
instrucción específica con la frase "Lo que debe escribirse se hará en el
reverso e irá firmado por el remitente" (RCG, 2014).
Esta última instrucción revela aspectos importantes sobre
las concepciones comunicativas y las preocupaciones administrativas de la
época. La exigencia de firma del
remitente respondía tanto a consideraciones de seguridad postal como a la
necesidad de educar a una población mayoritariamente analfabeta en el uso
correcto del nuevo medio. El hecho de reservar el reverso exclusivamente
para el mensaje evidenciaba una concepción estricta de la funcionalidad postal
que sería modificada en décadas posteriores.
La
producción inicial de tarjetas oficiales fue masiva, evidenciando tanto la confianza oficial en el nuevo medio
como la demanda acumulada durante los años de retraso. La Fábrica Nacional de
Moneda y Timbre llegó a confeccionar más de tres millones de unidades en los
dos primeros años de funcionamiento, una cifra extraordinaria que revelaba el
enorme éxito de la fórmula (Gámez Romero, 2010). Esta producción masiva
establecía las bases para la consolidación del hábito postal en la sociedad
española.
La implementación de las tarjetas oficiales conllevó
inmediatamente la prohibición de las
iniciativas privadas que habían florecido durante el período de vacío
legal. Esta decisión, adoptada a finales de 1873, establecía un monopolio
estatal que se mantendría hasta 1887 (Palá, 2014). La prohibición afectó
directamente a pioneros como Abelardo de Carlos y Dr. Thebussem, cuyas
innovadoras iniciativas quedaron súbitamente fuera de la legalidad.
El monopolio estatal del período 1873-1887 tuvo efectos
contradictorios en el desarrollo del sector postal español. Por un lado, garantizó la uniformidad y
calidad de las comunicaciones postales, estableciendo estándares técnicos y
administrativos que facilitaron la integración en el sistema postal
internacional. Por otro lado, limitó la
innovación y la experimentación que habían caracterizado las iniciativas
privadas, reduciendo las posibilidades de desarrollo creativo del medio.
Durante estos años, el
diseño de las postales oficiales evolucionó siguiendo los cambios políticos del
país. La Primera República dio paso a la Restauración monárquica, y las
postales reflejaron estos cambios mediante la modificación de los símbolos y
leyendas oficiales. Se produjeron tres series diferentes durante la Primera
República, cinco durante el reinado de Alfonso XII, evidenciando la
sensibilidad del medio postal a las transformaciones políticas (Sociedad
Filatélica, s.f.).
El período de monopolio estatal también coincidió con
importantes desarrollos técnicos en la industria postal internacional. Las
innovaciones en técnicas de impresión, particularmente el perfeccionamiento de
la litografía y los primeros experimentos con la fototipia, comenzaron a
transformar las posibilidades visuales de las postales. Sin embargo, el sistema español, centrado en la
producción estatal, no incorporó inmediatamente estas innovaciones,
manteniéndose en un esquema conservador que privilegiaba la funcionalidad sobre
la innovación estética.
4. La Liberalización de 1887 y el Nacimiento de la Industria
Privada
El año
1887 marca un hito fundamental en la historia de la tarjeta postal española: la
Dirección General de Correos autorizó finalmente la circulación de tarjetas
postales privadas, siempre que respetaran las
especificaciones oficiales de tamaño y calidad de cartulina, siguiendo el
ejemplo de otros países europeos (Palá, 2014). Esta decisión liberalizadora
desencadenó una auténtica revolución en la industria gráfica española y
estableció las condiciones para el florecimiento de un sector editorial que
transformaría radicalmente la cultura visual del país.
La autorización para que impresores privados editaran
postales respondía a múltiples factores. En primer lugar, la presión de la
industria gráfica nacional, que observaba con envidia el desarrollo del sector
en países vecinos como Francia y Alemania. En segundo lugar, la influencia de
las regulaciones internacionales de la Unión Postal Universal, que tendían
hacia la liberalización del mercado postal. Finalmente, el reconocimiento
oficial de que el monopolio estatal había limitado tanto la innovación técnica
como la diversificación temática de las postales españolas.
La
liberalización coincidió con un momento particularmente favorable para la
industria gráfica. Los avances técnicos en
litografía y los primeros desarrollos de la fototipia ofrecían nuevas
posibilidades para la reproducción de imágenes de alta calidad a costes
relativamente reducidos. La mejora de las técnicas de reproducción fotográfica,
particularmente mediante la fototipia, permitía obtener desde algunos centenares
hasta varios miles de ejemplares con una calidad superior a los métodos
tradicionales (Tesauros, 1999).... Las
primeras postales privadas comerciales comenzaron a editarse inmediatamente
después de la autorización de 1887, inicialmente con imágenes litografiadas
y, poco después, con ilustraciones y grabados más sofisticados (Palá, 2014).
Estos primeros experimentos privados establecieron las bases técnicas y
comerciales que serían perfeccionadas en la década siguiente por empresas
especializadas como Hauser y Menet.
El proceso de liberalización no fue uniforme ni inmediato. Las autoridades postales mantuvieron
estrictos controles sobre las dimensiones, calidad del papel y contenido de las
postales privadas. Las especificaciones técnicas requerían que las tarjetas
privadas respetaran el tamaño oficial de 14,4x10,5 cm, con una tolerancia de 2
mm, según el estándar establecido en España (Tesauros, 1999). Esta regulación
garantizaba la compatibilidad con los sistemas de clasificación y distribución
postal existentes.
La calidad de la cartulina también estaba sujeta a
regulaciones específicas. Las
autoridades exigían que las postales privadas utilizaran materiales de calidad
similar a las oficiales, evitando tanto la competencia desleal mediante
materiales de inferior calidad como los problemas de manipulación postal que
podrían generar soportes inadecuados. Estas exigencias técnicas favorecieron el
desarrollo de una industria especializada que debía combinar innovación
artística con rigor técnico.
El contenido de las postales privadas también estaba sujeto
a censura y supervisión administrativa. Las
autoridades se reservaban el derecho de prohibir la circulación de postales que
consideraran contrarias al orden público, la moral o las buenas costumbres.
Esta supervisión, aunque restrictiva, proporcionaba cierta seguridad jurídica a
los editores, que conocían de antemano los límites dentro de los cuales podían
desarrollar su actividad.
La
respuesta del mercado a la liberalización fue inmediata y entusiasta. Se han contabilizado más de ciento cuarenta editores e
impresores locales dedicados a comercializar tarjetas postales ilustradas sobre
temas españoles antes de 1900 (Carrasco, 1992). Esta cifra extraordinaria
evidencia tanto la demanda acumulada durante los años de monopolio estatal como
el dinamismo empresarial de la industria gráfica española.
Los primeros editores privados experimentaron con una
variedad de temas y técnicas que habían estado vedados durante el período de
monopolio estatal. Las vistas urbanas,
los monumentos históricos, las escenas costumbristas y las reproducciones
artísticas comenzaron a aparecer en postales que competían tanto en calidad
técnica como en atractivo visual con las producciones internacionales más
sofisticadas.
5. La Revolución Gráfica: Hauser y Menet y la Edad de Oro
Editorial (1890-1900)
La
fundación de la sociedad Hauser y Menet en 1890 por los empresarios suizos
Oscar Hauser Muller y Adolfo Menet Kurstiner marca el comienzo de la verdadera
revolución gráfica en la tarjeta postal española (Sánchez Vigil, 2002). Con un capital inicial de 50.000
pesetas, esta empresa no solo se convertiría en líder indiscutible del sector,
sino que establecería estándares de calidad técnica y diversificación temática
que situarían a España en el mapa internacional de la producción postal.
La
estrategia empresarial de Hauser y Menet se basó desde sus inicios en la
incorporación de la tecnología más avanzada disponible en la época. La adquisición de equipos de fototipia, un sistema
fotomecánico desarrollado por Joseph Albert que permitía reproducciones de alta
calidad (Sánchez Vigil, 2002), proporcionó a la empresa una ventaja competitiva
decisiva. La fototipia, que había sido ideada en 1856 por Louis Alphonse
Poitevin y posteriormente perfeccionada por Joseph Albert hasta el punto de
conocerse también como "albertipo" (Tesauros, 1999), representaba el
estado del arte en reproducción fotomecánica.
El proceso técnico de la fototipia resultaba especialmente
adecuado para la producción de postales de alta calidad. Sobre una matriz
constituida por una placa de vidrio se extendía una capa de emulsión
fotosensible de gelatina bicromatada, que se sometía a cocción y después se
impresionaba mediante contacto con el negativo fotográfico (Wikipedia, 2010). Aunque este procedimiento limitaba las
tiradas a aproximadamente 500 copias por placa debido al deterioro
progresivo de la gelatina, la calidad superior de las reproducciones compensaba
ampliamente esta limitación (Photoblog, 2019).... La primera postal conservada de Hauser y Menet data de octubre de 1892
y reproduce cuatro vistas de Madrid, circulando de Madrid a Barcelona el 21
de octubre de ese año (Carrasco, 1992). Esta postal inaugural, titulada
"Recuerdo de Madrid", estableció el modelo que caracterizaría la
producción posterior de la empresa: vistas múltiples de ciudades presentadas
con una calidad técnica superior y un diseño cuidadosamente planificado.
El catálogo de Hauser y Menet experimentó un crecimiento
exponencial durante la década de 1890. En
1892, la empresa vendió alrededor de 500 tarjetas de su primer original, la
citada "Recuerdo de Madrid". Para
1902, apenas una década después, su producción había alcanzado los 500.000
ejemplares mensuales (Carreras Candi, 1903). Este crecimiento
extraordinario evidencia tanto la calidad de sus productos como la expansión
del mercado postal español.
La serie
general de Hauser y Menet, iniciada en 1897 con una postal de la basílica del Pilar de Zaragoza, se convirtió
en un ambicioso proyecto editorial que documentaría sistemáticamente la
geografía monumental española. Esta serie numerada alcanzó el número 2078 con
una postal de Cádiz, constituyendo un corpus documental de valor incalculable
para la historia visual de España (Palá, 2014). La empresa llegó a finalizar su
serie general en 1905, estableciendo un récord de producción y sistematización
que no sería igualado por ningún otro editor español de la época.
La diversificación temática constituyó otra de las claves
del éxito de Hauser y Menet. Sus temas
no se limitaron únicamente a vistas urbanas, sino que incluyeron series
costumbristas, taurinas, reproducciones de cuadros del Museo del Prado y hasta
primeras planas de periódicos, imitando las series exitosas de editores
europeos (Palá, 2014). Esta diversificación respondía a una estrategia
comercial sofisticada que reconocía la heterogeneidad de la demanda postal.
La serie
de reproducciones del Museo del Prado merece especial atención por su
significado cultural. Hauser y
Menet se convirtió en pionero de la democratización del arte español, haciendo
accesibles las obras maestras de la pintura nacional a través de reproducciones
postales de alta calidad. Esta iniciativa anticipaba en varias décadas las
políticas culturales de difusión artística que caracterizarían el siglo XX.
La colaboración con fotógrafos profesionales constituyó otra
dimensión importante de la estrategia de Hauser y Menet. La sociedad trabajó estrechamente con el fotógrafo Francisco Pérez
Linares en la serie "Vistas y Monumentos de España" (1892-1897),
estableciendo un modelo de colaboración entre editores y fotógrafos que sería
adoptado posteriormente por otras empresas del sector (Carrasco Marqués, 1992).
La calidad técnica de las postales de Hauser y Menet se
evidenciaba también en la variedad de sus reversos. Durante el período
estudiado, la empresa utilizó cuatro
reversos diferentes, evidenciando una preocupación constante por la mejora
y actualización de sus productos (Palá, 2014). Esta atención al detalle
técnico, combinada con la calidad superior de las reproducciones, convirtió a
sus postales en objetos codiciados por coleccionistas desde su misma época de
producción.
La
política de precios de Hauser y Menet también contribuyó decisivamente a su
éxito comercial. Al efectuar grandes tiradas, la
empresa consiguió abaratar considerablemente el precio de sus postales,
haciéndolas accesibles a un público mucho más amplio que el inicial mercado de
coleccionistas especializados (Palá, 2014). Un anuncio de 1898 en la revista
Blanco y Negro ofrecía cinco muestras por una peseta en sellos de correos,
evidenciando tanto la accesibilidad de los precios como la sofisticación de las
estrategias de marketing (Blanco y Negro, 1898).
6. Las Innovaciones Técnicas: Fototipia, Cromolitografía y
Fotograbado
El
período comprendido entre 1887 y 1900 coincidió con una revolución en las
técnicas de reproducción gráfica que
transformó radicalmente las posibilidades estéticas y comerciales de la tarjeta
postal. La adopción progresiva de la fototipia, la cromolitografía y el
fotograbado por la industria española estableció las bases técnicas para el
florecimiento de la postal ilustrada y su consolidación como medio de
comunicación visual masivo.
La
fototipia, técnica fundamental en el desarrollo de la postal española, había
sido desarrollada originalmente por Louis Alphonse Poitevin en 1856 y
posteriormente perfeccionada por Joseph Albert (1825-1886), fotógrafo alemán y fotógrafo oficial de la corte del rey de
Baviera (Wikipedia, 2010). Albert logró en 1868 perfeccionar el proceso de la
fototipia, razón por la cual los trabajos realizados mediante este
procedimiento se denominaron "albertipos" (Wikipedia, 2010). En 1874,
Albert consiguió las primeras impresiones en tricromía mediante la fototipia en
color, abriendo nuevas posibilidades estéticas que serían aprovechadas por la
industria postal en las décadas siguientes.... El proceso técnico de la fototipia
resultaba particularmente adecuado para la reproducción de fotografías sobre
cartulina con gran nitidez y calidad. Como se detalla en los documentos
técnicos de la época, el procedimiento consistía en preparar una plancha de
metal o una placa de vidrio recubierta con una emulsión de gelatina
bicromatada, que se secaba con calor moderado para formar un reticulado en
forma de granos muy finos en la superficie (Tesauros, 1999). La plancha se
exponía después a la luz natural o ultravioleta, que tenía la propiedad de
insolubilizar la gelatina en las zonas de mayor exposición.
Las
ventajas de la fototipia para la industria postal eran múltiples. En primer lugar, permitía
tiradas de hasta 500 copias por placa con una calidad superior a otros
métodos de reproducción disponibles en la época (Photoblog, 2019). En segundo
lugar, la nitidez y fidelidad de las reproducciones fotográficas hacían posible
la documentación precisa de monumentos, paisajes y escenas urbanas. Finalmente,
el coste relativamente reducido del proceso facilitaba la producción comercial
a escala media, adecuada para el mercado postal emergente.
La
empresa barcelonesa Fototipia Thomas, fundada en 1880 por Josep Thomas i Bigas
(1853-1910), se especializó en este procedimiento y se convirtió en uno de los
grandes productores nacionales de postales (Photoblog, 2019). Thomas, que había establecido su empresa como
negocio familiar que funcionó hasta los años 1950, colaboró en libros y
revistas como La Il·lustració catalana, Pèl i ploma y El Arte en España. La
calidad de sus reproducciones fotográficas era tan reconocida que muchos
fotógrafos trabajaron por encargo para la Fototipia Thomas, contribuyendo a
crear un archivo visual de extraordinario valor documental.
Una colección significativa de postales de Fototipia Thomas,
compuesta por 1.110 postales en su mayoría en blanco y negro y fechadas desde
finales del siglo XIX, testimonia la amplitud y sistematicidad de su producción
(Photoblog, 2019). Estas postales, que incluían vistas de ciudades como Ávila con
imágenes de la muralla, conventos, puertas monumentales y paseos urbanos,
constituyen un registro fotográfico invaluable de la España de cambio de siglo.
La
cromolitografía representó otro avance técnico fundamental para la industria
postal española. Este método, surgido de las
técnicas del grabado litográfico, permitía grabar dibujos en color logrando un
aspecto similar al de la pintura (Archivos Castilla y León, 2019). La técnica
había sido desarrollada por el impresor franco-alemán Godefroy Engelman de Mulhouse
en 1837, basándose en los fundamentos de la litografía creada por el alemán
Aloys Senefelder a finales del siglo XVIII.
El proceso cromolitográfico requería el uso de una piedra
distinta para cada color, lo que obligaba a pasar el papel por la prensa de
imprimir tantas veces como tintas se emplearan (Archivos Castilla y León,
2019). Los carteles litográficos más sofisticados de la segunda mitad del siglo
XIX utilizaban quince, veinte o más tintas, lo que evidencia tanto la
complejidad técnica del proceso como las posibilidades estéticas que ofrecía.
Hauser y
Menet fue pionera en España en la utilización de la cromolitografía para
postales, editando alrededor del año 1900 una serie de quince postales con
vistas de ciudades españolas
realizadas mediante este procedimiento (Docutren, 2012). Esta serie
cromolitográfica se distinguía por la viveza de los colores y la riqueza
visual, estableciendo un nuevo estándar estético que influiría en las
producciones posteriores de otros editores.
La
litografía Hermenegildo Miralles de Barcelona desarrolló también productos
cromolitográficos de alta calidad, editando
una serie de cincuenta tarjetas postales que reproducían los escudos de todas
las provincias españolas, realizados por el ilustrador José Triado (Guereña,
2005). Esta serie fue muy elogiada en la época por su precisión heráldica y su
calidad artística, evidenciando las posibilidades de la cromolitografía para
proyectos editoriales ambiciosos.... El
fotograbado, aunque utilizado en menor medida que la fototipia y la
cromolitografía, también contribuyó a la diversificación técnica de la
postal española. Este procedimiento, que permitía la reproducción de
fotografías mediante técnicas de grabado, ofrecía posibilidades estéticas
específicas que algunos editores aprovecharon para crear productos
diferenciados (Docutren, 2012).
La
combinación de estas tres técnicas principales -fototipia, cromolitografía y
fotograbado- proporcionó a la industria postal española una versatilidad
técnica que le permitió competir en
calidad con las producciones europeas más sofisticadas. La adopción progresiva
de estas innovaciones estableció las bases para el desarrollo de un sector
editorial próspero y diversificado que caracterizaría la "edad de
oro" de la postal española en las primeras décadas del siglo XX.
7. La Diversificación Editorial y Temática (1890-1900)
La
liberalización del mercado postal en 1887 desencadenó no solo una revolución
técnica, sino también una extraordinaria diversificación editorial que transformó el panorama de la industria gráfica
española. El número de editores e impresores dedicados a la producción de
tarjetas postales ilustradas creció de manera exponencial, estableciendo un
ecosistema empresarial complejo que abarcaba desde grandes empresas
industriales hasta talleres artesanales especializados en producciones locales.
La cifra
de más de ciento cuarenta editores e impresores locales documentados antes de
1900 evidencia la vitalidad del sector
(Carrasco, 1992). Esta proliferación editorial respondía tanto a la demanda
creciente del mercado como a las relativamente bajas barreras de entrada que
caracterizaban la industria postal. A diferencia de otros sectores gráficos que
requerían inversiones masivas en maquinaria, la producción postal podía
iniciarse con equipos relativamente modestos, especialmente cuando se
utilizaban técnicas como la litografía tradicional.
Entre los editores más significativos del período destacan
nombres que se convertirían en referencias fundamentales de la industria postal
española. Landáburu Hermanas en Bilbao
desarrolló una producción especializada en temas vascos, incluyendo una
notable tarjeta postal titulada "Recuerdo de Bilbao", impresa en 1893
en los talleres de Hauser y Menet (Palá, 2014). Esta colaboración entre
editores locales y grandes impresores nacionales estableció un modelo de
cooperación que sería frecuente en el sector.
La
Litografía Miralles en Barcelona se especializó en producciones de alta calidad
técnica, destacando especialmente por su
serie de escudos provinciales españoles. Esta empresa desarrolló una línea
editorial que combinaba rigor documental con excelencia técnica, contribuyendo
a establecer estándares de calidad que influirían en el conjunto del sector
barcelonés (Guereña, 2005).
En Valencia, editores como Ramón Ortega y Andrés Fabert
desarrollaron catálogos especializados en temas valencianos, aprovechando tanto
la demanda local como el creciente interés turístico por la región
mediterránea. Estos editores regionales cumplían una función fundamental en la
documentación visual de sus territorios, creando archivos gráficos que
complementaban las series nacionales de los grandes editores.
La diversificación geográfica de la industria postal también
alcanzó territorios insulares. En Tenerife, la Litografía Romero desarrolló una
producción especializada en paisajes canarios, aprovechando el exotismo que
estas imágenes representaban para el público peninsular (Guereña, 2005). Las
postales canarias constituían un producto especialmente atractivo debido a la
singularidad de sus paisajes volcánicos y la originalidad de sus tradiciones
culturales.
En Málaga, la concentración de editores resultó
particularmente notable, con empresas como Papelería
Catalana, Almacenes de la Llave, Fin de Siglo, Nicolás B. Nogueroles y Domingo
del Río, que desarrollaron una industria local próspera aprovechando tanto
la demanda turística como el creciente interés por los temas andaluces
(Guereña, 2005). Esta concentración empresarial evidencia la importancia que el
emergente turismo comenzaba a tener en la economía postal.
La
colaboración con impresores extranjeros constituía otra dimensión importante
del sector editorial español. Muchos
editores nacionales encargaban la producción de sus postales a empresas europeas
especializadas, particularmente alemanas, que ofrecían calidad técnica superior
y costes competitivos. Empresas como López Editor y Litografía M. Pujadas en
Barcelona, o Policarpio Sanz Calleja en Madrid, combinaban el diseño y
comercialización nacional con la producción europea (Guereña, 2005).
La
diversificación temática alcanzó durante este período una amplitud
extraordinaria que reflejaba tanto la
sofisticación creciente del mercado como la creatividad editorial del sector.
Las vistas urbanas y monumentales, que habían constituido el tema inicial
predominante, se complementaron progresivamente con series costumbristas,
taurinas, artísticas y publicitarias que ampliaron significativamente el
público potencial de las postales.
Los temas
taurinos ocuparon un lugar especial en la producción postal española, respondiendo tanto a la pasión nacional por la fiesta como
al interés internacional por este espectáculo considerado específicamente
español. Hauser y Menet desarrolló series taurinas de notable calidad técnica
que documentaban tanto las figuras principales del toreo como las plazas más
importantes del país (Palá, 2014).... Las
reproducciones artísticas, particularmente de obras del Museo del Prado,
constituyeron otra línea editorial de gran significado cultural. Estas
postales cumplían una función democratizadora fundamental, haciendo accesibles
las obras maestras de la pintura española a sectores sociales que difícilmente
podían visitar las instituciones museísticas. La calidad de las reproducciones,
especialmente las realizadas mediante fototipia, permitía una aproximación
fidedigna a las obras originales.
Los temas
costumbristas desarrollaron una iconografía específica que contribuyó a la
construcción y difusión de estereotipos regionales y nacionales. Las series de "tipos del país" y "escenas
típicas" presentaban una imagen folclorizada de la realidad española que
respondía tanto a la demanda interna como a las expectativas del turismo
internacional emergente (Guereña, 2005).
La
publicidad comercial encontró en las postales un vehículo excepcional para la difusión de productos y servicios. Hoteles como el
Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria (1892) y el Grand Hotel de Oriente
de Barcelona (1895) utilizaron postales impresas en Leipzig por Louis Glaser
para promocionar sus establecimientos (Teixidor, 1999). Esta utilización
publicitaria evidencia la temprana comprensión del potencial comercial de las
postales como medio de comunicación masivo.
8. La Construcción de la Imagen Nacional y Regional
El
desarrollo de la tarjeta postal durante el último cuarto del siglo XIX
coincidió con un período de intenso debate sobre la identidad nacional española y la articulación de las identidades regionales dentro del
conjunto estatal. En este contexto, las postales desempeñaron un papel
fundamental como vehículos de construcción y difusión de imaginarios
territoriales que contribuyeron tanto a la consolidación de una imagen nacional
como a la elaboración de especificidades regionales.
La sistematización visual del territorio español a través de
las postales respondía a múltiples necesidades sociales y culturales. En primer
lugar, la demanda de conocimiento geográfico de una sociedad que experimentaba
transformaciones aceleradas en los sistemas de transporte y comunicación. En
segundo lugar, la construcción de una identidad nacional moderna que requería
la incorporación simbólica de la diversidad territorial española. Finalmente,
la creciente demanda turística, tanto nacional como internacional, que
necesitaba instrumentos de promoción y conocimiento de los destinos.
Las series sistemáticas de vistas urbanas desarrolladas por
editores como Hauser y Menet cumplían una función cartográfica y documental que
iba mucho más allá del mero intercambio postal. La serie general de Hauser y Menet, que alcanzó 2.078 postales
numeradas, constituía de facto el primer inventario visual sistemático del
patrimonio monumental español (Palá, 2014). Esta documentación visual tenía
un valor tanto científico como promocional, estableciendo un corpus de
referencia que sería utilizado durante décadas posteriores.
La
selección de monumentos y vistas urbanas reflejaba criterios estéticos e
ideológicos específicos que contribuían a jerarquizar simbólicamente el
territorio nacional. Las
catedrales, alcázares, murallas medievales y palacios constituían el núcleo
fundamental de la iconografía postal, estableciendo una imagen de España
centrada en su legado histórico-artístico y en su monumentalidad
arquitectónica.
La
representación de las diferentes regiones españolas a través de las postales
evidenciaba tanto la unidad como la diversidad del territorio nacional. Cada región desarrolló una iconografía específica que
subrayaba sus particularidades culturales, paisajísticas y monumentales.
Andalucía se representaba a través de sus patios, rejas y arquitectura mudéjar;
Castilla mediante sus catedrales góticas y paisajes cerealísticos; el País
Vasco a través de sus paisajes marítimos y arquitectura característica.
Las
postales taurinas merecen consideración especial como elementos de construcción
identitaria nacional. La
tauromaquia, presentada como espectáculo específicamente español, se convirtió
en uno de los temas más recurrentes de la postal española, contribuyendo a
consolidar estereotipos nacionales que perdurarían durante todo el siglo XX.
Las series taurinas documentaban tanto las figuras principales del toreo como
las plazas más importantes, estableciendo una geografía taurina que reforzaba
la imagen de España como país de tradiciones específicas y diferenciadas.
La
representación del mundo rural a través de las postales costumbristas
contribuyó a construir una imagen folclorizada de la España tradicional que contrastaba con las transformaciones urbanas e
industriales de la época. Las escenas de vendimia, mercados rurales, fiestas
populares y tipos regionales presentaban una España atemporal que respondía
tanto a la nostalgia interna como a las expectativas del turismo romántico
internacional (Riego, 1997).... La
arquitectura religiosa ocupó un lugar central en la iconografía postal
española, reflejando tanto la importancia social de la Iglesia Católica
como el valor artístico del patrimonio religioso nacional. Las catedrales de
Santiago, Burgos, Toledo, Sevilla y León se convirtieron en iconos recurrentes
que establecían una geografía sacra que articulaba simbólicamente el territorio
nacional.
Los
paisajes naturales, aunque menos frecuentes que los temas monumentales y
urbanos, comenzaron a aparecer en las postales del período como anticipación de la sensibilidad paisajística que
caracterizaría el siglo XX. Los Picos de Europa, los paisajes pirenaicos y las
costas mediterráneas iniciaron su incorporación al imaginario postal español,
estableciendo las bases para el desarrollo posterior del turismo de naturaleza.
La
representación de las actividades económicas tradicionales a través de las
postales contribuyó a documentar y mitificar simultaneamente un mundo
productivo en transformación. Las
escenas de pesca, agricultura, artesanía y comercio tradicional presentaban una
imagen de España laboriosa que contrastaba con los estereotipos de indolencia
meridional difundidos por el orientalismo romántico europeo.
9. La Internacionalización de la Postal Española y los Editores
Extranjeros
La
industria postal española del período 1887-1900 no puede comprenderse sin
analizar la importante presencia de editores e impresores extranjeros que contribuyeron decisivamente tanto al desarrollo técnico
del sector como a la difusión internacional de la imagen española. La participación
de empresas alemanas, francesas, suizas e inglesas en el mercado postal español
evidencia tanto la dimensión internacional del fenómeno postal como las
limitaciones técnicas iniciales de la industria gráfica nacional.
La
industria alemana ocupaba una posición hegemónica en el mercado postal europeo debido a su superioridad técnica y sus costes competitivos.
Empresas como Purger & Co, Dr. Trenkler Co., Künzli Freresi, Photoglob
Zürich, Römmler & Jonas y German Schulze desarrollaron producciones específicamente
destinadas al mercado español (Guereña, 2005). Estas empresas combinaban el
conocimiento técnico alemán con el conocimiento del mercado español, creando
productos que competían ventajosamente con las producciones nacionales.
La
colaboración entre editores españoles e impresores alemanes estableció un
modelo de cooperación internacional que
beneficiaba a ambas partes. Los editores españoles aportaban el conocimiento
del mercado local, la selección de temas de interés y los canales de distribución,
mientras los impresores alemanes proporcionaban la calidad técnica, los equipos
avanzados y la experiencia en producción masiva. Esta división internacional
del trabajo resultaba especialmente eficiente en un sector que requería
combinar sensibilidad local con excelencia técnica.
El caso
de Louis Glaser en Leipzig resulta particularmente significativo por la calidad
de sus producciones para el mercado español. Esta empresa realizó postales promocionales para hoteles
españoles de primer nivel, como el Hotel Santa Catalina de Las Palmas de Gran
Canaria (1892) y el Grand Hotel de Oriente de Barcelona (1895), estableciendo
estándares de calidad que influirían en las producciones nacionales posteriores
(Teixidor, 1999).
La
presencia de editores alemanes también contribuyó a la introducción de nuevas
técnicas y formatos en el mercado español. Las postales transparentes, los efectos especiales de impresión y
las técnicas de coloración manual fueron introducidas inicialmente por empresas
extranjeras antes de ser adoptadas por los productores nacionales. Esta
transferencia tecnológica aceleró significativamente la modernización de la
industria postal española.
Pablo
Dümmatzen, editor alemán nacido en Hamburgo hacia 1878, desarrolló una
actividad particularmente significativa en España, editando en 1900 una
prestigiosa serie de postales transparentes que incluía vistas de Granada, Córdoba, Jerez de la Frontera,
Cádiz, Málaga, Sevilla, Tánger y Madrid (El Cartófilo, 2016). Esta serie,
compuesta por once modelos, evidenciaba tanto la sofisticación técnica alemana
como el interés comercial por los temas españoles.
La inclusión de vistas de Tánger en las series españolas de
editores tanto nacionales como extranjeros reflejaba la extensión del concepto
geográfico español más allá de la península, incorporando los territorios
norteafricanos como parte del imaginario nacional. Esta inclusión tendría
importantes consecuencias en la construcción de la imagen imperial española
durante las primeras décadas del siglo XX.
La competencia
internacional también estimuló la innovación y mejora de la industria nacional. La necesidad de competir con producciones extranjeras de
alta calidad obligó a los editores españoles a mejorar sus técnicas,
diversificar sus temas y ajustar sus precios. Esta presión competitiva resultó
beneficiosa para el conjunto del sector, elevando los estándares de calidad y
ampliando las posibilidades estéticas de la postal española.
Los
circuitos de distribución internacional de las postales españolas evidencian la
temprana globalización del mercado postal. Las postales españolas se vendían no solo en España, sino también
en otros países europeos y americanos, contribuyendo a difundir la imagen
española en el extranjero. Esta dimensión internacional del mercado postal
español tenía importantes implicaciones tanto comerciales como diplomáticas....
La presencia española en exposiciones
internacionales contribuyó decisivamente a la promoción de la postal española
en el extranjero. La participación en exposiciones como la Universal de
París de 1889, donde se popularizaron las postales con la imagen de la torre
Eiffel, proporcionó a los editores españoles conocimientos técnicos y contactos
comerciales que resultaron fundamentales para el desarrollo posterior del
sector (Guereña, 2005).
10. La Democratización de la Imagen y el Impacto Social de la
Postal
La
aparición y consolidación de la tarjeta postal ilustrada durante las últimas
décadas del siglo XIX representó una auténtica revolución en la democratización
del acceso a la imagen que
transformó profundamente los hábitos culturales y comunicativos de la sociedad
española. Por primera vez en la historia, amplios sectores de la población
pudieron acceder regularmente a imágenes de calidad artística a precios
asequibles, estableciendo nuevas formas de consumo cultural y comunicación
visual.
El impacto democratizador de la postal se manifestaba en
múltiples dimensiones sociales y culturales. En primer lugar, las postales proporcionaban acceso visual a
lugares, monumentos y obras de arte que la mayoría de la población no podía
conocer directamente debido a las limitaciones económicas y de transporte de la
época. Las reproducciones de cuadros del Museo del Prado, las vistas de
catedrales góticas o los paisajes de regiones remotas acercaban realidades
culturales antes reservadas a élites sociales específicas.
La
accesibilidad económica de las postales constituía el factor fundamental de su
capacidad democratizadora. Mientras
que libros ilustrados, revistas artísticas o reproducciones enmarcadas
resultaban prohibitivos para la mayoría de la población, las postales ofrecían
calidad visual comparable a precios al alcance de sectores sociales medios y
populares. La política de precios de Hauser y Menet, que ofrecía cinco muestras
por una peseta, evidencia esta accesibilidad (Blanco y Negro, 1898).
Los
canales de distribución de las postales facilitaban decisivamente su
democratización social. La venta
en librerías, papelerías, bazares, quioscos y directamente por las empresas
editoras establecía una red comercial capilar que llegaba hasta localidades
pequeñas y barrios populares (Fernández, 1994). Esta distribución
descentralizada contrastaba con la concentración geográfica de museos,
bibliotecas y otros centros de cultura visual tradicionales.
El
fenómeno del coleccionismo postal contribuyó a amplificar el impacto
democratizador de las postales. La
aparición de revistas especializadas como el Boletín de la tarjeta postal
ilustrada en Barcelona, España Cartófila de la Sociedad Cartófila española
"Hispania" y El coleccionista de tarjetas postales en Madrid
evidencia la consolidación de una comunidad de aficionados que trascendía las fronteras
sociales tradicionales (Teixidor, 1999).
La postal desarrolló funciones comunicativas que iban más
allá del simple intercambio epistolar. Como señala la documentación de la
época, los turistas solían enviarse
postales a sí mismos, utilizando el sello postal para autenticar el viaje y
crear valor documental para los coleccionistas (Troncoso, 2017). Esta práctica
evidencia la evolución de la postal desde mero instrumento comunicativo hacia
objeto de valor simbólico y documental.
La
dimensión educativa de las postales resultaba particularmente significativa en una sociedad con altos índices de analfabetismo. Las
imágenes postales proporcionaban información geográfica, histórica y artística
de manera directa y accesible, complementando y a veces sustituyendo la información
textual. Las series sistemáticas de monumentos, paisajes y tipos regionales
constituían auténticos cursos visuales de geografía e historia nacional.
El
impacto de las postales en la construcción de imaginarios colectivos resultaba
especialmente importante en el
contexto de consolidación del Estado nacional liberal. Las imágenes postales
contribuían a crear una conciencia territorial nacional mediante la
familiarización visual con la diversidad geográfica y monumental española. La
circulación masiva de imágenes de catedrales góticas, alcázares musulmanes,
paisajes regionales y tipos populares contribuía a construir una identidad
nacional inclusiva de la diversidad territorial.
Las
postales también cumplían funciones de promoción económica que anticipaban las estrategias de marketing turístico del
siglo XX. Los hoteles, balnearios, estaciones termales y destinos turísticos
utilizaban postales como instrumentos promocionales que combinaban información
práctica con atractivo visual. Esta utilización comercial evidencia la temprana
comprensión del potencial económico de la imagen postal.
La
dimensión estética de las postales introdujo nuevos criterios de gusto y apreciación artística en sectores sociales
tradicionalmente excluidos del consumo cultural refinado. La calidad técnica de
las reproducciones, especialmente las realizadas mediante fototipia, permitía
una aproximación fidedigna a obras de arte y paisajes que educaba
progresivamente la sensibilidad visual popular.... El intercambio postal desarrolló también nuevas formas de sociabilidad
que combinaban comunicación escrita con intercambio visual. La práctica de
enviar postales establecía circuitos de intercambio cultural que conectaban
territorios diversos y grupos sociales diferentes, contribuyendo a la
integración simbólica del territorio nacional y a la superación de aislamientos
locales tradicionales.
11. La Evolución del Formato Postal y las Regulaciones Técnicas
La
evolución técnica y formal de la tarjeta postal durante el período 1873-1900
refleja tanto los avances en las técnicas de impresión como las
transformaciones en las concepciones comunicativas y estéticas de la época. Las modificaciones progresivas en el formato, la
distribución del espacio y las especificaciones técnicas evidencian un proceso
de perfeccionamiento que respondía a las demandas del mercado y a las
posibilidades tecnológicas emergentes.
Las
primeras postales oficiales de 1873 seguían estrictamente las convenciones
internacionales establecidas por la Unión Postal
Universal. El anverso se destinaba exclusivamente a la dirección del
destinatario y al sello oficial, mientras el reverso, completamente en blanco,
se reservaba para el mensaje del remitente. Esta distribución espacial
reflejaba una concepción utilitaria de la comunicación postal que privilegiaba
la funcionalidad sobre cualquier consideración estética.
La instrucción oficial "Lo
que debe escribirse se hará en el reverso e irá firmado por el remitente"
evidencia tanto las preocupaciones de seguridad postal como la necesidad de
educar a una población poco familiarizada con los nuevos medios de comunicación
(RCG, 2014). La exigencia de firma respondía a criterios de identificación y
responsabilidad que reflejaban las concepciones administrativas de la época.
La
liberalización de 1887 mantuvo inicialmente estas especificaciones espaciales,
pero introdujo la posibilidad de ilustración en el anverso. Las primeras postales privadas presentaban imágenes
pequeñas, frecuentemente situadas en la esquina superior izquierda, que
compartían el anverso con el espacio destinado a la dirección (Palá, 2014).
Esta distribución espacial evidenciaba las limitaciones técnicas iniciales y la
prudencia de los editores ante las regulaciones oficiales.
Las
dimensiones oficiales de las postales españolas se establecieron en 14,4x10,5
cm, con una tolerancia de 2 mm,
siguiendo el estándar internacional, pero adaptándolo a las especificidades del
sistema postal español (Tesauros, 1999). Estas dimensiones representaban un
compromiso entre la necesidad de espacio para imagen y texto y las limitaciones
de manipulación postal.
La
calidad de la cartulina también estaba sujeta a regulaciones específicas que garantizaban tanto la resistencia postal como la
calidad de impresión. Las autoridades exigían que las postales privadas
utilizaran materiales equivalentes a los de las postales oficiales, evitando la
competencia desleal mediante materiales de inferior calidad. Estas regulaciones
técnicas favorecieron el desarrollo de una industria especializada en soportes
de alta calidad.
La
evolución hacia el "reverso dividido", autorizada por la Dirección
General de Correos y Telégrafos en 1905-1906, representaría una transformación
fundamental que quedaba fuera del período
estudiado pero cuyos antecedentes se manifestaban ya en las innovaciones de los
últimos años del siglo XIX (Tesauros, 1999). Esta modificación reservaría la
mitad derecha del reverso para la dirección del destinatario y el sello, y la
izquierda para el texto, permitiendo que la ilustración ocupara completamente
el anverso.
Los
reversos de las postales experimentaron también una evolución significativa durante el período estudiado. Hauser y Menet utilizó cuatro
reversos diferentes durante la década de 1890, evidenciando una preocupación
constante por la mejora técnica y la adaptación a las regulaciones cambiantes
(Palá, 2014). Estos reversos incluían información legal, publicitaria y técnica
que evidenciaba la sofisticación creciente de la industria postal.
Las
regulaciones internacionales de la Unión Postal Universal influyeron
decisivamente en las especificaciones técnicas españolas. El cumplimiento de estas regulaciones garantizaba la
circulación internacional de las postales españolas y facilitaba la integración
del sistema postal nacional en los circuitos comunicativos internacionales. La
participación española en el Congreso celebrado en Berna (Suiza) contribuyó a
armonizar las regulaciones nacionales con los estándares internacionales (RCG,
2014).
La
evolución de las técnicas de impresión también influyó en las especificaciones
técnicas de las postales. La
adopción progresiva de la fototipia, cromolitografía y fotograbado requería
adaptaciones en la calidad del papel, la densidad de la cartulina y los
tratamientos de superficie que garantizaran la calidad de reproducción. Estas
adaptaciones técnicas evidencian la interacción constante entre innovación
tecnológica y regulación administrativa.
12. Hacia el Nuevo Siglo: Consolidación y Perspectivas de Futuro
(1897-1900)
Los
últimos años del siglo XIX marcaron la consolidación definitiva de la industria
postal española y el establecimiento de las
bases para lo que sería conocido como la "edad de oro" de la tarjeta
postal durante las primeras décadas del siglo XX. El período 1897-1900 se
caracterizó por la maduración técnica del sector, la diversificación temática
avanzada y la integración plena del mercado postal español en los circuitos
internacionales.... La producción
editorial alcanzó durante estos años cifras extraordinarias que
evidenciaban tanto la consolidación del mercado interno como las posibilidades
de exportación. Hauser y Menet anunciaba en diciembre de 1902 una producción de
medio millón de tarjetas postales mensuales, una cifra que representaba un
crecimiento exponencial respecto a las 500 tarjetas de 1892 (Teixidor, 1999).
Este crecimiento evidenciaba la transformación de la postal desde producto
artesanal hacia bien de consumo masivo.
La
sistematización de la producción editorial se evidenciaba en el desarrollo de
series numeradas que documentaban sistemáticamente
el territorio nacional. La serie general de Hauser y Menet, iniciada en 1897
con una postal de la basílica del Pilar de Zaragoza, constituía el proyecto
editorial más ambicioso del período, estableciendo un modelo de documentación
visual que sería imitado por otros editores (Palá, 2014).
La
diversificación temática alcanzó durante estos años una amplitud que anticipaba
los desarrollos del siglo XX. Junto a
las vistas monumentales y urbanas tradicionales, aparecieron series
especializadas en temas específicos como tauromaquia, arte, costumbres
regionales, paisajes naturales y promoción comercial. Esta diversificación
respondía a la sofisticación creciente del mercado y a la segmentación
progresiva de la demanda.
Los
avances técnicos en reproducción fotográfica, particularmente la generalización
del uso de la fotografía en las postales a partir de 1896, transformaron radicalmente las posibilidades estéticas y
documentales del medio postal (Guereña, 2005). La fotografía proporcionaba una
fidelidad documental y una inmediatez visual que las técnicas litográficas
tradicionales no podían igualar.
La
emergencia del fenómeno del coleccionismo postal evidenciaba la transformación
de la postal desde mero instrumento
comunicativo hacia objeto de valor cultural y estético. La aparición de
publicaciones especializadas, sociedades de coleccionistas y circuitos
comerciales específicos para el intercambio de postales evidenciaba la
consolidación de una comunidad cultural en torno al medio postal.
La
integración internacional del mercado postal español se evidenciaba tanto en la
presencia de editores extranjeros como en la exportación de producciones
nacionales. Las colaboraciones entre
editores españoles e impresores europeos establecían circuitos de cooperación
técnica que beneficiaban al conjunto del sector. La participación española en
exposiciones internacionales contribuía a difundir la imagen nacional y a
establecer contactos comerciales internacionales.
El desarrollo de la infraestructura de distribución postal
facilitaba decisivamente la expansión del mercado. La mejora de las
comunicaciones ferroviarias, la modernización de los servicios postales y la
ampliación de la red de puntos de venta establecían las condiciones necesarias
para la distribución masiva de postales en todo el territorio nacional.
La
aparición de nuevos usos sociales de la postal evidenciaba su integración
progresiva en los hábitos comunicativos de
la época. Más allá de la comunicación familiar y amistosa tradicional, las
postales comenzaban a utilizarse para promoción comercial, documentación de
viajes, intercambio cultural y construcción de colecciones. Esta diversificación
funcional ampliaba significativamente el mercado potencial del sector.
La sensibilidad estética de la población experimentaba
transformaciones importantes que favorecían el consumo postal. La
familiarización progresiva con la imagen fotográfica, la mejora de los niveles
educativos y la ampliación del tiempo libre creaban condiciones sociales
favorables para el desarrollo de nuevas formas de consumo cultural.
Los
desarrollos técnicos en curso anticipaban las revoluciones estéticas del nuevo
siglo. Las experiencias con color, los
efectos especiales de impresión, las postales transparentes y las innovaciones
en tratamiento de superficies evidenciaban un dinamismo técnico que prometía
desarrollos futuros de gran impacto.
La
consolidación empresarial del sector evidenciaba su maduración económica. Las empresas más exitosas desarrollaban estrategias
comerciales sofisticadas que incluían diversificación de productos,
segmentación de mercados, innovación técnica constante y expansión geográfica.
Esta profesionalización empresarial establecía las bases para el crecimiento
sostenido del sector durante las décadas siguientes.
El contexto internacional favorable, caracterizado por el
crecimiento del turismo, la mejora de las comunicaciones y la estabilización
política europea, proporcionaba condiciones externas favorables para el
desarrollo del sector postal español. La integración progresiva de España en
los circuitos culturales y turísticos europeos ampliaba las perspectivas de
crecimiento del mercado postal.
13. La Postal como Espejo de una Época en Transformación...
La historia de la
tarjeta postal en España durante el período 1873-1900 constituye un microcosmos
excepcional para comprender las transformaciones profundas que experimentó la
sociedad española durante las últimas décadas del siglo XIX. Desde sus
orígenes tardíos y problemáticos hasta su consolidación como industria próspera
y medio de comunicación masivo, la postal española refleja tanto las
dificultades de modernización del país como su capacidad de adaptación e
innovación.
El retraso inicial en la adopción del sistema postal,
motivado por la inestabilidad política del Sexenio Democrático, evidenciaba las
dificultades estructurales que enfrentaba España para incorporarse a los
circuitos de modernización europea. Sin embargo, la rapidez con que el sector se desarrolló una vez superados los
obstáculos iniciales demuestra tanto la demanda social acumulada como la
capacidad empresarial latente en la sociedad española.
Las
iniciativas pioneras de figuras como Abelardo de Carlos y Dr. Thebussem durante
el período de vacío legal (1871-1873) anticipaban el dinamismo empresarial que caracterizaría el sector en décadas posteriores. Estas
experiencias precursoras evidenciaban que la sociedad española estaba preparada
para adoptar los nuevos medios de comunicación y que existían empresarios
capaces de detectar y satisfacer la demanda emergente.
La
liberalización de 1887 desencadenó una auténtica revolución industrial que
transformó el sector gráfico español. La
aparición de más de ciento cuarenta editores e impresores especializados en
menos de quince años evidencia tanto la vitalidad del mercado como la capacidad
de respuesta de la industria nacional (Carrasco, 1992). Esta explosión
empresarial estableció las bases para el desarrollo posterior de la industria
gráfica española.
El
liderazgo de Hauser y Menet en el sector postal español ilustra la importancia
de la innovación técnica y la visión empresarial en el desarrollo industrial. La combinación de tecnología
avanzada, diversificación temática, calidad técnica y estrategias comerciales
sofisticadas convirtió a esta empresa en modelo para el conjunto del sector y
referencia para las industrias gráficas europeas (Sánchez Vigil, 2002; Palá,
2014).
Los
avances técnicos en fototipia, cromolitografía y fotograbado evidencian la
capacidad de la industria española para incorporar y adaptar las innovaciones
tecnológicas internacionales. La
rápida adopción de estas técnicas avanzadas permitió que la postal española compitiera
en calidad con las producciones europeas más sofisticadas, demostrando la
capacidad técnica latente en el país.
La
diversificación temática de las postales españolas reflejaba tanto la riqueza
cultural del país como la sofisticación creciente del mercado nacional. La documentación sistemática del patrimonio monumental, la
representación de la diversidad regional, la difusión del arte nacional y la
promoción de las actividades económicas evidenciaban una maduración cultural
que anticipaba desarrollos posteriores.
El
impacto democratizador de la postal en el acceso a la imagen constituyó una
transformación cultural de largo alcance que modificó los hábitos comunicativos y estéticos de amplios
sectores sociales. Por primera vez en la historia española, la imagen de
calidad artística se hizo accesible a precios populares, estableciendo nuevas
formas de consumo cultural que perdurarían durante todo el siglo XX (Fernández,
1994).
La
integración internacional del sector postal español evidenciaba la capacidad
del país para participar en los circuitos económicos y culturales europeos. La colaboración con empresas extranjeras, la participación
en exposiciones internacionales y la exportación de producciones nacionales
demostraban que España podía competir en sectores industriales avanzados.
La
construcción de imaginarios territoriales y nacionales a través de las postales
contribuyó decisivamente a la consolidación de la identidad nacional moderna. La familiarización visual con la diversidad geográfica y
monumental española, la difusión de estereotipos regionales y la promoción de
especificidades culturales establecían bases simbólicas para la integración
nacional que trascendían las divisiones territoriales tradicionales.
El
desarrollo del coleccionismo postal y la aparición de publicaciones
especializadas evidenciaban la emergencia de nuevas formas de sociabilidad
cultural que anticipaban los fenómenos de
masa del siglo XX (Teixidor, 1999). La formación de comunidades de aficionados,
el desarrollo de circuitos comerciales especializados y la consolidación de
criterios estéticos específicos establecían precedentes para posteriores
desarrollos culturales.
La postal
española del período 1873-1900 constituye, en definitiva, un testimonio
excepcional de la capacidad de adaptación y modernización de la sociedad
española finisecular. A pesar
de las dificultades políticas, las limitaciones económicas y los retrasos
estructurales, el país logró desarrollar una industria postal próspera,
técnicamente avanzada y culturalmente significativa que anticipaba las
transformaciones del siglo XX.
El legado de este período fundacional perduró durante
décadas posteriores, estableciendo tradiciones técnicas, estéticas y
comerciales que influirían en el desarrollo de la industria gráfica española
hasta bien entrado el siglo XX. La
postal española había logrado convertirse no solo en un medio de comunicación
eficaz, sino en un vehículo privilegiado para la construcción y difusión de la
imagen nacional, función que mantendría durante todo el período de
esplendor turístico posterior.
Bibliografía en Español de Autores Citados
A continuación, se presenta una selección de obras en
español de los autores mencionados en el texto, basada en la información de los
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No se
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Almansa, Abelardo de
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Los
resultados mencionan el libro Abelardo de
Carlos, el editor ilustrado por Luis de Carlos Bertrán y Alicia Moreno de
Carlos, sobre su vida y obra, pero no obras escritas por el propio Abelardo de
Carlos[4].
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Fernández" del texto se refiere a las obras listadas directamente en la
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La obra
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resultados.
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·
Palá, M.
(2014). El coleccionismo de postales
antiguas. Barcelona: Editorial Hispano Europea[1].
Pardo de
Figueroa, Mariano (Dr. Thebussem)
·
La mesa moderna: cartas sobre el comedor y la cocina
cambiadas entre el doctor Thebusem y un cocinero de S.M.[8].
·
Un triste capeo[8].
·
Siete cartas sobre Cervantes y el quijote dirigido al Dr.
E.W.Thebussen, barón de Tirnenth[8].
·
Nombramiento de cartero principal honorario de Madrid con
uso de uniforme y sin sueldo[8].
·
Yantares y conduchos de los reyes de España .Los Alfajores
de Medina Sidonia[8].
Pi i
Margall, Joaquim
·
El texto
lo menciona como grabador del sello de las primeras postales oficiales[1]. Los resultados de búsqueda no proporcionan bibliografía de
obras escritas por Joaquim Pi i Margall (a diferencia de Francisco Pi y
Margall, el político y escritor[9]).
Riego, B.
(Bernardo Riego)
·
Riego, B.
(1997). La construcción social de la
realidad a través de la fotografía y el grabado informativo en la España del
siglo XIX. Santander: Universidad de Cantabria[1].
·
Riego, B.
(2010). La imagen reproducida: técnicas y
medios de difusión visual. Gijón: Trea[1].
Sánchez
Vigil, J. M. (Juan Miguel Sánchez Vigil)
·
Sánchez
Vigil, J. M. (2002). Hauser y Menet:
fototipia y modernidad. Ediciones Cátedra[1].
·
Sánchez
Vigil, J. M. (2002). La fotografía en
España: de los orígenes al siglo XXI. Madrid: Espasa Calpe[1][10].
·
(Director
J López Yepes) Diccionario enciclopédico
de ciencias de la documentación (2004)[10].
·
(Coordinador
F Del Valle Gastaminza) Manual de
documentación fotográfica (1999)[10].
·
El documento fotográfico: Historia, usos, aplicaciones (2006)[10].
·
Manual de Ciencias de la Información y Documentación (2011)[10].
·
Revistas ilustradas en España: del Romanticismo a la Guerra
Civil (2008)[10].
·
(con A
Salvador Benítez) Documentación
Fotográfica (2013)[10].
·
El Universo de la Fotografía. Prensa, edición, documentación (1999)[10].
·
(Editor,
con P Castellano) Enciclopedia Espasa:
historia de una aventura editorial (2000)[10].
·
La fotografía en España: otra vuelta de tuerca (2013)[10].
·
CALPE. Paradigma editorial (1918-1925) (2005)[10].
·
Del daguerrotipo a la Instamatic. Autores, tendencias,
instituciones (2007)[10].
·
La edición en España: industria cultural por excelencia.
Historia, proceso, gestión, documentación (2009)[10].
·
(con M
Olivera Zaldua) Fotoperiodismo y
República: prensa y reporteros gráficos, 1931-1939 (2014)[10].
·
La fotografía como documento en el siglo XXI. Documentación de las Ciencias de la Información 24, 255
(2001)[10].
Teixidor,
M. (María Teixidor)
·
Teixidor,
M. (1999). Catálogo razonado de postales
españolas (1892-1905). Barcelona: Editorial Mediterrània[1].
Thomas i
Bigas, Josep
·
El texto
lo menciona como fundador de Fototipia Thomas[1]. Los resultados de búsqueda indican que la bibliografía
sobre él es escasa y se trata de artículos sobre
su persona y empresa, no obras escritas por
él[11].
Troncoso
· El texto cita (Troncoso, 2017)[1]. No se encontraron referencias bibliográficas específicas en español para este autor con esa fecha en los resultados de búsqueda proporcionados.
2.
https://www.bibliotecasdeandalucia.es/web/biblioteca-del-estado-publica-provincial-de-huelva/guia-online-de-autores-onubenses/-/asset_publisher/FPBswIjfHUKK/content/francisco-carrasco-hered-1
3.
https://es.wikipedia.org/wiki/Francesch_Carreras
4.
https://www.diariodecadiz.es/cadiz/Abelardo-Carlos-espanol-XIX-Cadiz_0_1735326888.html
5.
https://es.scribd.com/document/729546860/Fernandez-1994-INSTITUCIONES-PROTECCION-Y-SUFRIMIENTO
6.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/autorExterno/BNE/899520
7.
https://www.sigloxxieditores.com/libro/las-tareas-de-la-profesion-de-ensenar_17572/
8.
https://www.todostuslibros.com/autor/mariano-pardo-de-figueroa
9.
https://datos.bne.es/resource/XX1026522
10.
https://scholar.google.com/citations?user=6biTx7IAAAAJ
11.
https://www.iefc.cat/wp-content/uploads/2018/01/colleccio-thomas-alexis-belmonte.pdf
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