0. JUSTIFICACIÓN Y PRESENTACIÓN
La tarjeta postal
se consolida en la investigación histórica contemporánea como un objeto
historiográfico total. Su estudio permite articular, de manera simultánea,
la cultura material, los circuitos de producción y circulación de imágenes y
las prácticas sociales que les otorgan significado. Lejos de ser un mero
residuo epistolar, la postal funciona como un documento plural: es a la vez
testimonio visual, soporte de memoria, objeto artístico y un instrumento
de mediación comunicativa. Por ello, se convierte en un laboratorio
privilegiado para analizar la modernidad visual europea en el periodo
comprendido entre 1869 y 1939 (Riego Amézaga, 2011). Esta perspectiva,
firmemente asentada en la historia cultural y los estudios visuales,
confirma su pertinencia para comprender tanto los repertorios icónicos de la
vida cotidiana como la institucionalización de una cultura de masas que
redefinió por completo el vínculo entre la imagen, la técnica y el público
(Guereña, 2005).
0.1. Una experiencia personal
convertida en investigación
En este campo de
estudio, el posicionamiento del investigador adquiere una relevancia
particular. Al sujetar una postal antigua con los dedos, se nota el paso del
tiempo. Su textura e tinta indican la
presencia de otras manos, lugares y momentos pasados. Se trata de averiguar la razón que ha permitido que este objeto, con
más de 100 años, se preserve hasta llegar a nosotros. La lectura atenta del
soporte físico —la textura y el grosor de la cartulina, las marcas de agua, las
tintas— y de las técnicas de impresión
empleadas nos pueden revelar cronologías aproximadas (Teixidor, 1999; Staff,
1966).
Las colecciones nacen
tanto de la casualidad como del deseo explícito de preservar la memoria.
Mi propio acercamiento a este universo comenzó con el encuentro casual.
Durante años, recorrí mercadillos donde las postales aparecían
apiladas en cajas de madera, agrupadas por ciudades o países, y me eran
totalmente indiferentes. Pero un día, una me atrapó; no fue tanto la imagen como
el mensaje íntimo y personal que alguien
había escrito en ella.
El paso decisivo de coleccionar a investigar se
produjo al asumir la necesidad de adoptar protocolos rigurosos de observación,
de descripción normalizada y de comparación seriada.
Ya no se trataba solo de acumular objetos, sino de transformar cada
postal en un dato histórico contrastable, capaz de dialogar con
otros datos y de construir series significativas (Carrasco
Marqués, 2009).
Mi conocimiento no
está basado en el saber académico, sino en la experiencia
directa; una experiencia moldeada más por la casualidad y
la curiosidad que por la rigidez de un plan de
investigación. La falta de formación académica en mi caso
no ha sido un obstáculo, sino un estímulo para
aprender. El diálogo con la literatura especializada y
el uso de herramientas de inteligencia artificial me
han permitido ordenar mis notas y encontrar referencias confiables.
La experiencia acumulada a través del diálogo sostenido con coleccionistas,
archiveros y otros especialistas enriquece notablemente la interpretación de
las series postales y la contextualización de los hallazgos (Guereña, 2005).
Sin embargo, pronto
comprendí que cada ejemplar es un artefacto de una complejidad
informativa extraordinaria. El paso decisivo de coleccionar a
investigar se produjo al asumir la necesidad de adoptar protocolos
rigurosos de observación, de descripción normalizada y
de comparación seriada. Ya no se trataba solo de acumular objetos,
sino de transformar cada postal en un dato histórico contrastable,
capaz de dialogar con otros datos y de construir series significativas.
Esta interacción fundamenta una metodología
Este tránsito de
la acumulación al análisis también pone de
manifiesto una serie de urgencias patrimoniales. La enorme
diversidad en los estados de conservación de los materiales,
la frecuente falta de inventarios coherentes en los archivos y
la existencia de descripciones catalográficas incompletas o
erróneas dificultan enormemente tanto la accesibilidad como
el análisis longitudinal de los fondos.Mi investigación se asienta
en catálogos normalizados. He utilizado repertorios
bibliográficos clásicos para robustecer la trazabilidad, Carreras y Candi
(1903), y los estudios monográficos de Carrasco Marqués, López Hurtado, Riego
Amézaga, Guereña y otros.En la selección de postales que se
presentan en estas páginas, se ha
priorizado el escaneado personal y material del autor e imágenes sin copyright para
preservar derechos de reproducción. Si alguna estuviese amparada por
derechos de autor vigentes y se me notificase fehacientemente, será retirada de
inmediato. El propósito exclusivo de este trabajo es compartir y
difundir el patrimonio visual e histórico de manera
neutral y respetuosa, sin adscripciones ideológicas ni pretensiones políticas,
contribuyendo modestamente al conocimiento y la valoración de
este relevante legado cultural Cada postal que
aparece se identifica según su técnica de reproducción —litografía
o procedimientos fotomecánicos—, con especificación del editor, serie y marcas
de circulación verificables, lo que permite un análisis iconográfico y
documental integrado. El corpus incluye piezas circuladas y no
circuladas, privilegiando ejemplares con matasellos y reverso normalizado que
facilitan la datación precisa (Teixidor Cadenas, 1999;
Carrasco Marqués, 2009).
La Postal como Red Social Analógica y
Memoria Afectiva
La tarjeta postal
puede ser entendida como una red social analógica que anticipó muchas de
las dinámicas que hoy caracterizan a las plataformas digitales. Facilitó el
intercambio masivo de imágenes, la circulación de mensajes con una fuerte carga
afectiva, la exhibición de experiencias personales —como los viajes—, la
creación de comunidades de interés y la consolidación de lazos identitarios a
escala transnacional (Riego Amézaga, 2011). Su particular doble estatuto, que
combina un anverso público con un reverso de carácter privado, la convirtió en
un potente dispositivo de memoria individual y colectiva. La postal ópera
como un archivo micro histórico donde quedan fijados lugares, acontecimientos y
personas, al tiempo que activa la participación emocional del receptor y
contribuye a la construcción de imaginarios territoriales (Guereña, 2005; Lois,
2017).El acto de coleccionar, clasificar y exponer postales funcionó como un
auténtico laboratorio de emociones. Fue una de las primeras plataformas donde
el afecto y la memoria se expresaron públicamente a través de la imagen
reproducida (Lois, 2017; Riego Amézaga, 2011). Hoy, su análisis, permite,
indagar en la formación de las subjetividades modernas y en la gestación de una
gramática visual de lo cotidiano, lo sensible y lo memorable que en parte nos
resulta familiar.
Democratización Tecnológica:
Alfabetización Visual y Acceso Cultural
La convergencia de tecnologías
gráficas impulsó una doble democratización que transformó la cultura
moderna. Por un lado, la reproductibilidad técnica convirtió la imagen,
hasta entonces un objeto único, en un bien de consumo masivo (Benjamin,
1936), siendo la tarjeta postal su vehículo principal. Paralelamente, la
consolidación del sistema postal moderno democratizó la comunicación
escrita al reducir costos y barreras técnicas, incorporando a nuevos
sectores sociales al uso regular del correo (Henkin, 1998).Las tarifas
reducidas de la postal, expandieron su base social a trabajadores
emigrantes y la población rural, reconfigurando las prácticas de escritura
y sociabilidad (Prochaska & Mendelson, 2010) y fortaleciendo la cohesión
territorial y los lazos con comunidades emigradas (Carrasco Marqués, 2009).
El bajo costo, facilitó que las clases populares y la burguesía urbana,
accedieran a un amplio repertorio visual, generando una rápida alfabetización
visual y el desarrollo de nuevas competencias culturales (Riego
Amézaga, 1997). Como consecuencia de esta masificación, la tarjeta postal se
erigió de forma involuntaria en un archivo social de la modernidad
(Hobsbawm, 1998), documentando sistemáticamente transformaciones urbanas,
avances tecnológicos y prácticas sociales.El papel de Kodak fue crucial
en una segunda fase de esta democratización. Mientras las grandes casas
editoriales, industrializaban la producción de postales litográficas, Kodak puso la cámara en manos del público.
A partir de 1902, la compañía comercializó papel fotográfico con el
reverso preimpreso para ser usado como tarjeta postal, permitiendo que
cualquier aficionado pudiera convertir
sus propias instantáneas en un medio de correspondencia. Esta innovación,
materializada en su famoso eslogan "Usted
aprieta el botón, nosotros hacemos el resto”, otorgó a los
individuos la capacidad de crear y compartir sus propias narrativas visuales. Las postales
fotográficas de Kodak, con su característico tono sepia o en blanco y negro,
capturaban escenas familiares y momentos cotidianos, reforzando el papel de la
postal como un archivo personal y subjetivo más allá de los repertorios
estandarizados. Este fenómeno consolidó la postal como un vehículo para la construcción
de identidades tanto colectivas como individuales (Riego Amézaga, 1997;
Rose, 2016).
Referencias
- Benjamin, W. (1936) La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Londres: Fontana.
- Carrasco Marqués, J. (2009) La postal ilustrada en España (1869-1939). Madrid: Ediciones del Congreso.
- Carreras y Candi, E. (1903) La cartofilía en España. Barcelona: Imprenta de Henrich y Cía.
- Guereña, A. (2005) Historia de la vida privada en España. Madrid: Tauro.
- Lois, C. (2017) Memoria y patrimonio en la era digital. Santiago de Compostela: Universidad de Santiago de Compostela.
- Prochaska, D. y Mendelson, J. (2010) Modernismos de postal: Arte, viajes y cultura visual. Oxford: Oxford University Press.
- Riego Amézaga, M. (1997) La imagen en la España contemporánea. Bilbao: Universidad del País Vasco.
- Riego Amézaga, M. (2011) Postales y modernidad: Una aproximación visual. Madrid: Akal.
- Staff, F. (1966) El sello postal: su historia y reconocimiento. Londres: Parrish.
- Teixidor Cadenas, J. (1999) Técnicas de impresión en la cartografía antigua. Barcelona: Lunwerg Editores.
2.
TRANSFORMACIONES SOCIALES: URBANIZACIÓN, MOVILIDAD Y NUEVOS HÁBITOS DE
COMUNICACIÓN
El período comprendido entre
1869 y 1939 transformó a Europa de una manera radical e irreversible. Se inició
con una fase de apogeo industrial, confianza en el progreso y expansión
imperial, que culminó bruscamente con el estallido de la Primera Guerra
Mundial. A esta le siguió una era de catástrofes, crisis profundas
y una polarización ideológica que desembocaría en un conflicto aún más
destructivo.
La tarjeta postal ilustrada no solo documentó estos cambios, sino que participó activamente en ellos. Este capítulo contextualiza el fenómeno postal dentro de las dinámicas sociales, políticas y tecnológicas de la época, demostrando que la postal fue tanto un producto de su tiempo como un agente de cambio cultural (Hobsbawm, 1998; Guereña, 2005). A largo plazo, la postal fue objeto de intensos cambios técnicos, comerciales y políticos. En la fase de expansión urbana y consumo visual, la innovación técnica (fototipia, semitono, electricidad industrial) permitió disminuir costes y ampliar catálogos, adaptando la producción a mercados segmentados por clase, género, región y motivación. La militarización del mensaje en la guerra y la especialización en turismo y memoria durante las entreguerras consolidaron su doble función de archivo social y documento visual, aunque la irrupción de regímenes autoritarios y censura condicionaron su circulación y repertorio temático (Benjamin, 1936; Posada, 2014).
2.1. Contexto Sociopolítico Europeo (1869-1939)
2.2. Contexto Sociopolítico Español (1850-1939)
2.3. Modernización postal y revolución tecnológica (1869-1939)
La Revolución Industrial aceleró la urbanización
y transformó radicalmente el paisaje y la vida social. El crecimiento de las ciudades, alimentado por el éxodo rural,
generó nuevas necesidades comunicativas.
Paralelamente, la expansión de nuevas
formas de movilidad, como el ferrocarril, el tranvía y, más tarde,
el automóvil, acortó las distancias y fomentó
los desplazamientos. Este contexto de mayor dispersión geográfica hizo de
la tarjeta postal una herramienta
indispensable para mantener el contacto de forma rápida y económica (Landes,
1979; Terán, 1999).
El surgimiento de la sociedad de masas y la progresiva democratización cultural crearon nuevos públicos para los productos impresos. La aparición del tiempo libre y el desarrollo del turismo como práctica social extendida convirtieron a la postal en el vehículo por excelencia para comunicar la experiencia del viaje. La postal se consolidó, así como un soporte fundamental en la construcción del ocio moderno y en la articulación de una nueva cultura visual popular (Guereña, 2005).
2.1. CONTEXTO SOCIOPOLITICO
EUROPEO (1869-1939)
La Revolución Industrial aceleró la urbanización y transformó radicalmente el paisaje y la vida social europea. El crecimiento de las ciudades, alimentado por el éxodo rural, generó nuevas necesidades comunicativas, mientras la expansión de nuevas formas de movilidad —ferrocarril, tranvía y automóvil—acortó las distancias y fomentó los desplazamientos (Landes, 1979; Terán, 1999). Este contexto de mayor dispersión geográfica hizo de la tarjeta postal una herramienta indispensable para mantener el contacto de forma rápida y económica. El surgimiento de la sociedad de masas y la progresiva democratización cultural crearon nuevos públicos para los productos impresos, consolidando la postal como soporte fundamental en la construcción del ocio moderno y en la articulación de una nueva cultura visual popular (Guereña, 2005).
1890-1914: Segunda
Revolución Industrial y Belle Époque
Entre
1890 y 1914, la Segunda
Revolución Industrial integró sistemáticamente conocimiento
científico e ingeniería en procesos productivos, reforzando los sectores del acero , la química , la electricidad y el petróleo , con efectos directos
en la productividad
, las redes de transporte
y los servicios urbanos (Mokyr, 1987). Este marco creó mercados de masas para impresos
y comunicaciones breves que posibilitaron la estandarización y circulación de
la tarjeta postal ilustrada como medio
visual de masas . La consolidación de una sociedad de consumo , el
incremento de salarios reales y la proliferación de grandes almacenes ampliaron
la demanda de iconografía urbana, turística y de ocio, mientras la fotografía,
la prensa ilustrada y el cine normalizaron el consumo de imágenes seriadas (Posada,
2014).El ferrocarril y las redes hoteleras fijaron una geografía comercial de postales
en estaciones, balnearios, puertos y patrimonios, posicionando la postal como souvenir y prueba de presencia
(Posada, 2014).
Durante
este período, la unificación
de Alemania en 1871 bajo el liderazgo de Prusia y Otto von Bismarck
alteró decisivamente el equilibrio de poder europeo (Britannica, 2025a;
Wikipedia, 2013). El papel del Estado
se expandió enormemente: los gobiernos establecieron sistemas de educación pública obligatoria
para forjar identidad nacional y combatir el analfabetismo , impusieron el servicio militar obligatorio y
asumieron un papel más activo en la economía y la protección social —Alemania fue
pionera en la creación de seguros de enfermedad, accidentes y vejez en la década
de 1880 (Britannica, 2025a).
La estructura social se hizo más compleja, viendo nacer una nueva clase media de empleados administrativos y técnicos, los " trabajadores de cuello blanco " (Britannica, 2025b). El crecimiento de la clase obrera industrial nutrió el auge de los partidos socialistas y los sindicatos , que introdujeron la " cuestión social " en el centro del debate político (Mokyr, 1987).
1914-1918: Guerra y
Militarización de la Imagen
El
estallido de la Primera
Guerra Mundial en 1914 puso fin violento a esta época de
aparente estabilidad. La "Gran Guerra" provocó devastación humana y
material inaudita, haciendo añicos el viejo orden europeo. Cuatro grandes
imperios—el Austrohúngaro, el ruso, el Otomano y el alemán—se derrumbaron, y de
sus ruinas surgieron nuevos estados-nación
como Polonia, Checoslovaquia y Yugoslavia, redibujando por completo el mapa
político del continente (Fiveable, 2025; BroHistory, 2023). Los tratados de paz , especialmente
el de Versalles, generaron nuevas tensiones y resentimientos, sobre todo en
Alemania (US Holocaust Memorial Museum, 2023).
El estallido de la Primera Guerra Mundial recondujo
excesivamente las capacidades industriales hacia el esfuerzo bélico, lo
que no solo interrumpió las cadenas de suministro internacionales, sino que
provocó una profunda metamorfosis en la tarjeta postal. Este soporte, hasta
entonces asociado al turismo y al ocio, fue reconvertido en una herramienta
estratégica para la propaganda, la movilización social y,
crucialmente, la comunicación entre el frente y la retaguardia, siempre
bajo la estricta censura militar y gubernamental (López‑Torán, 2017).
La iconografía bélica se impuso, desplazando los
paisajes por representaciones de soldados, la vida en las trincheras,
el nuevo armamento o las ciudades en ruinas. A través de ilustraciones
y caricaturas, se construyó y reforzó un nítido binomio maniqueo de
"nosotros contra ellos”, esencial para sostener la moral y la cohesión
nacional. Las potencias aliadas, en particular, emplearon la postal como un
vehículo de bajo costo y alta penetración para difundir relatos sobre atrocidades
enemigas, buscando influir en la opinión pública tanto interna como en los países
neutrales (López‑Torán, 2017).
Paralelamente, la postal se convirtió en un testimonio visual de las transformaciones sociales que la guerra aceleró. La masiva movilización laboral de las mujeres en fábricas, transportes y servicios para sustituir a los hombres en el frente, un cambio fundamental que alteró los roles de género tradicionales, quedó documentada en numerosas series fotográficas y tipologías que crearon un nuevo imaginario femenino. Este fenómeno visualizó una realidad social que corría en paralelo a las conquistas políticas, como la paulatina concesión del sufragio femenino en numerosos países tras el conflicto, reflejando así la profunda reestructuración social y laboral de la época (López‑Torán, 2017).
1918-1939: Entreguerras,
Crisis y Especialización Turística
La posguerra fue un período de profunda inestabilidad. La sociedad europea quedó marcada por un profundo trauma social, reflejado en el pesimismo cultural de la " generación perdida " (Wikipedia, 2003; Fiveable, 2025). La economía, lastrada por las deudas de guerra, la inflación galopante y el desempleo, se vio golpeada definitivamente por la Gran Depresión de 1929, que sumió al continente en una crisis económica y social sin precedentes (Fiveable, 2025; US Holocaust Memorial Museum, 2023).
En este clima de crisis y desilusión con la democracia liberal, florecieron las ideologías totalitarias. La Revolución Rusa de 1917 había establecido el primer estado comunista, inspirando temor y movimientos revolucionarios en otros lugares (Fiveable, 2025). Como reacción, surgieron movimientos fascistas de extrema derecha (Marwick, 2003). Benito Mussolini llegó al poder en Italia en 1922, creando un modelo de estado autoritario y nacionalista (IWM, 2024b). En Alemania, la frágil República de Weimar fue incapaz de soportar la presión de la crisis económica y la humillación nacional (Wikipedia, 2017). Adolf Hitler y el Partido Nazi capitalizaron este descontento para tomar el poder en 1933, desmantelando la democracia y estableciendo un régimen totalitario basado en el terror y una agresiva ideología expansionista (IWM, 2024b) que alteraron mercados culturales y patrones de consumo; la competencia de radio, cine sonoro y teléfono desplazó la centralidad comunicativa cotidiana de la postal, que se especializó en turismo , conmemoración y coleccionismo, mientras las vanguardias introdujeron fotomontaje , angulaciones y estéticas documentales, con segmentación de públicos y circuitos (Prochaska & Mendelson, 2010).
Referencias Bibliográficas
- Britannica, los editores de la enciclopedia. (sf-a). Alemania - Unificación, Imperio, Bismarck. En Encyclopædia Britannica . Consultado el 2 de noviembre de 2025.
- Britannica, los editores de la enciclopedia. (sf-b). Segunda Revolución Industrial . En Encyclopædia Britannica . Consultado el 2 de noviembre de 2025.
- Carrasco Marqués, S. (2009). Catálogo de los editores de tarjetas postales en Madrid (1892-1939) . autoedición.
- Carreras i Candi, F. (Dir.). (hacia 1903-1918). Geografía General de Cataluña. Alberto Martín.
- Guereña, JL (2005). La prostitución en la España contemporánea. Marcial Pons.
- Landas, DS (1979). Progreso tecnológico y revolución industrial. Tecnos. (Edición original en inglés: The Unbound Prometheus: Technological Change and Industrial Development in Western Europe from 1750 to the Present , 1969).
- López-Torán, A. (2017). La Gran Guerra en la tarjeta postal: propaganda, censura y vida cotidiana en la retaguardia. En F. Martínez, J. Oliver y JF Sastre (Coords.), Actas del XII Congreso de la Asociación de Historiadores de la Comunicación. Asociación de Historiadores de la Comunicación.
- Marwick, A. (2003). La nueva naturaleza de la historia: conocimiento, evidencia, lenguaje. Palgrave Macmillan.
- Mokyr, J. (1987). La economía europea, 1870-1914. En MDLSD D'Souza (Ed.), Historia económica de Europa (Vol. 2). Duncker & Humblot.
- Posada, M. (2014). El ferrocarril y la tarjeta postal: souvenir y prueba de presencia. En M. Á. G. Gandía (Ed.), Postales y ferrocarril: la gran revolución del viaje y la comunicación. Editorial Garceta Grupo.
- Prochaska, D., y Mendelson, J. (2010). Postales: Historias efímeras de la modernidad. Penn State University Press.
- Terán, F. de. (1999). Historia del urbanismo en España III: Siglos XIX y XX. Cátedra.
2.2.
CONTEXTO SOCIOPOLÍTICO ESPAÑOL (1850-1939)
Una España en Transformación: De la Revolución Liberal a la Guerra Civil
El período comprendido entre
1869 y 1939 representa en España una compleja fase de transición desde
las estructuras liberales decimonónicas hacia la modernidad del
siglo XX (Carr, 1982). Esta etapa estuvo definida por una serie de tensiones
estructurales: la pugna entre una continuidad agraria y un desarrollo
industrial concentrado, crisis políticas recurrentes, intensas movilizaciones
sociales y una sucesión de proyectos reformistas frustrados que
finalmente desembocaron en la ruptura violenta de la Guerra Civil en
1936 (Jackson, 1965).
El punto de partida de este
período, 1869, se enmarca en el Sexenio Democrático (1868-1874), una
fase de intensa experimentación política que comenzó con la revolución
de "La Gloriosa", el destronamiento de Isabel II y la
instauración de la efímera monarquía constitucional de Amadeo I de
Saboya (1871-1873), culminando con la proclamación de la Primera República
(1873-1874). (Solé Tura y Aja, 1977). Este fue el intento más ambicioso del
siglo XIX español por establecer un régimen democrático fundamentado en
el sufragio universal masculino y en las libertades de prensa,
asociación y culto (Dardé, 1996). No obstante, la inestabilidad crónica,
la tercera guerra carlista y las profundas divisiones internas
entre los propios republicanos condujeron al fracaso de este experimento
(Thomas, 1976).
Estructuras Económicas y Sociales
La segunda mitad del siglo XIX
consolidó una agricultura capitalista a través de las desamortizaciones,
especialmente las de Mendizábal (1836-1837) y Madoz (1855), que
liberaron enormes extensiones de tierras eclesiásticas y municipales
(Artola, 1973). Sin embargo, esta revolución agraria fue inconclusa,
ya que las tierras fueron adquiridas mayoritariamente por una burguesía
urbana y grandes propietarios, perpetuando la concentración de la
propiedad en latifundios improductivos en el sur y minifundios
de subsistencia en el norte, lo que se mantuvo en la precariedad a una
gran masa de jornaleros (Malefakis, 1970; Sánchez Albornoz, 1968;
Tortella, 1994).
La industrialización,
por su parte, fue tardía y muy concentrada geográficamente. Se
desarrolló en tres focos principales: la industria textil algodonera en
Cataluña, la siderurgia vasca y la minería asturiana (Carreras
& Tafunell, 2005). La industria catalana, protegida por aranceles,
se orientó al mercado peninsular y colonial (Nadal, 1975). El País Vasco
experimentó un desarrollo acelerado gracias a la exportación de mineral de
hierro, que financió la creación de altos hornos modernos (Escudero,
1998; Fusi, 1984). Mientras, Asturias se especializó en la extracción de
carbón (Shubert, 1984). El desarrollo industrial nacional se vio frenado
por la escasez de materias primas, una orografía compleja, la baja demanda
interna y una inestabilidad política crónica (Nadal, 1975). La red de ferrocarriles,
aunque impulsada con capital extranjero, adoptó un ancho de vía distinto
al europeo, lo que generó costes adicionales y limitó la integración económica
(Gómez Mendoza, 1982).
Esta configuración económica
redefinió la estructura social, consolidando una sociedad de clases
(Jutglar, 1973). Junto a la persistente influencia de la nobleza, ascendió una alta
burguesía y se expandieron las clases medias urbanas, pero, sobre
todo, emergió un proletariado industrial concentrado en los focos
fabriles. Este contexto propició el desarrollo del movimiento obrero,
que evolucionó hacia organizaciones de clase con ideologías definidas. Tras la
revolución de 1868, el anarquismo bakuninista y el socialismo
marxista compitieron por la hegemonía, dando lugar a la fundación del PSOE
(1879) y la UGT (1888) por un lado, y de la FTRE anarquista
(1881) por otro (Tuñón de Lara, 1972, 1974).
El Sistema de la Restauración y su Crisis
La Restauración borbónica
(1874-1923) inauguró un período de aparente estabilidad basado en el sistema del
turno pacífico diseñado por Antonio Cánovas del Castillo (Varela
Ortega, 1977). Este modelo, que alternaba en el poder al Partido Conservador y
al Partido Liberal, se sostenía sobre un fraude electoral sistemático
gestionado a través del caciquismo: una red de intermediarios locales
que controlaban el voto rural mediante clientelismo y coerción,
garantizando la estabilidad, pero excluyendo a la mayoría de la población de la
vida política (Dardé, 1996; Carr, 1982). En este marco, se consolidaron los nacionalismos
periféricos como fuerzas políticas organizadas, destacando el catalanismo
de la Lliga Regionalista y el nacionalismo vasco, que articuló
una identidad en defensa de sus fueros y su cultura frente a la centralización
(Serrano, 1999; Fusi, 1984).
La crisis de 1898, con
la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, supuso un trauma
colectivo que desató un profundo debate sobre la "decadencia" de
España y la necesidad de una regeneración nacional (Balfour, 1997;
Preston, 2006). El regeneracionismo, con figuras como Joaquín Costa,
diagnosticó los males del país —caciquismo, atraso educativo, oligarquía— y
propuso reformas que, sin embargo, tuvieron un impacto limitado (Carr, 1982;
Tortella, 1994).
El reinado de Alfonso XIII
(1902-1931) se caracterizó por una inestabilidad crónica y la erosión
definitiva del sistema de la Restauración. La conflictividad social se
agudizó, con hitos como la Semana Trágica de Barcelona (1909), y la crisis
militar se agravó tras el Desastre de Annual en Marruecos (1921)
(Jackson, 1965; Ullman, 1968). La neutralidad española durante la Primera
Guerra Mundial supuso un auge económico efímero gracias a las
exportaciones, pero también provocó una fuerte inflación que agudizó las
desigualdades sociales (Carr, 1982; Tortella, 1994).
Dictadura, República y Guerra Civil
El agotamiento del sistema
parlamentario culminó con el golpe de Estado del general Miguel Primo
de Rivera en 1923, que instauró una dictadura desarrollista con el
beneplácito del rey (Ben-Ami, 1984). Su régimen, basado en el proteccionismo
industrial y la inversión en obras públicas, reprimió al movimiento
obrero ya los nacionalismos. Durante estos años de auge del consumo, se
consolidaron tiradas masivas de postales, llegando a enviarse más de cien
millones anuales (Carrasco Marqués, 2009; 2018).
La caída de la dictadura dio
paso a la proclamación de la Segunda República (1931-1936), un período
de intenso reformismo modernizador que inició un marco laico y
democrático con sufragio universal pleno, autonomías regionales y
una avanzada legislación social y laboral (Jackson, 1965; Preston, 2006). Sin
embargo, las reformas del primer bienio republicano-socialista fueron
paralizadas durante el bienio conservador (1933-1935), lo que exacerbó
la polarización política y social, culminando en la insurrección de
octubre de 1934 (Malefakis, 1970; Shubert, 1984). La victoria del Frente
Popular en 1936 reactivó las reformas, pero en un clima de violencia que
desembocó en el golpe de Estado del 18 de julio y el inicio de la Guerra
Civil (1936-1939) (Thomas, 1976).
Durante la Guerra Civil Española, la tarjeta postal se transformó en un arma ideológica y una herramienta logística fundamental. Ambos bandos la utilizaron para la propaganda, con el bando republicano empleando técnicas de vanguardia como el fotomontaje y el bando nacional centrando su mensaje en la exaltación de sus líderes y en lemas patrióticos, siempre bajo una férrea censura militar (López, 2021; Filatelia Hobby, sf; Castillo Gómez, sf). Las " postales de campaña " se convirtieron en un nexo vital entre los soldados y sus familias, mientras que la producción, centralizada en ambos lados, padecía una gran escasez de materiales (Querol, sf; Cazarabet, sf). Hoy, este corpus de imágenes constituye una memoria impresa de valor incalculable para el estudio de la cultura visual y la vida cotidiana durante el conflicto (López Torán, 2021; Euskal Memoria Digital, 2021).
Referencias Bibliográficas
- Aragonés, JFF (1994). Clase media y bloque de poder en la España de la Restauración. Revista de Estudios Políticos, (84), 165-198.
- Artola, M. (1973). La burguesía revolucionaria, 1808-1869. Editorial Alianza.
- Balfour, S. (1997). El fin del Imperio español, 1898-1923. Clarendon Press.
- Ben-Ami, S. (1984). La dictadura de Primo de Rivera, 1923-1930. Planeta.
- Carr, R. (1982). España 1808-1975. Clarendon Press.
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2.3. MODERNIZACIÓN POSTAL Y REVOLUCIÓN
TECNOLÓGICA (1869-1939)
La expansión masiva de
la tarjeta postal ilustrada durante el último tercio del siglo XIX y las
primeras décadas del XX es un fenómeno inseparable tanto de la modernización
administrativa del Estado como de la revolución tecnológica que
transformó las artes gráficas (Benjamin, 1936; Twyman, 1998). La consolidación
del Estado liberal exigió la reforma del correo, que pasó de ser una
renta del Antiguo Régimen a un servicio público fundamental para la integración
territorial y la homogeneización administrativa (Henkin, 1998; Carrasco
Marqués, 2009). Este objeto, aparentemente modesto, fue el producto de la industrialización
de la imagen, un proceso que permitió producir y distribuir
representaciones visuales a una escala sin precedentes y que democratizó el
acceso a un imaginario visual compartido (Riego Amézaga, 1997).
La Construcción del Sistema Postal Moderno
La base de esta
transformación fue el sello postal, una innovación teórica de Rowland
Hill en Inglaterra (Hill, 1837) que, con la emisión del Penny Black en
1840, implantó el sistema de prepago y tarifas uniformes por
peso, triplicando el volumen de correspondencia (Museo Postal y Telegráfico,
2023). España adoptó este sistema con el Real Decreto del 24 de octubre de
1849, emitiendo su primer sello —el " 6 cuartos negro " con la
efigie de Isabel II— el 1 de enero de 1850 (Carreras y Candi, 1918). Esta
innovación fiscal y técnica, que se volvió obligatoria desde 1856, simplificó
la contabilidad, redujo la corrupción e integró a España en los estándares
internacionales (Riego Amézaga, 2011; Carrasco Marqués, 2018).
La logística postal
fue revolucionada por la expansión del ferrocarril. La línea
Barcelona-Mataró (1848) marcó el inicio del transporte de correspondencia en
trenes, sustituyendo las lentas diligencias y permitiendo establecer una regularidad
diaria que transformó las prácticas comunicativas (Henkin, 1998; Carrasco
Marqués, 2009).
La primera tarjeta
postal oficial española se emitió el 1 de diciembre de 1873, durante la
Primera República (Carrasco Marqués, 2018). Inicialmente, el Estado mantuvo el monopolio
de su producción, pero la liberalización de 1887 permitió a la industria
privada entrar en el mercado, desatando una explosión de competencia e
innovación temática y técnica (Riego Amézaga, 2011).
La integración de España
como miembro fundador de la Unión Postal Universal (UPU) en 1874 fue
decisiva. La UPU estandarizó la tarjeta postal como formato epistolar con
tarifas preferenciales, definiendo sus dimensiones (cercanas a 9 × 14 cm) y
promoviendo la armonización internacional (Henkin, 1998; Carrasco Marqués,
2009). Un hito fue la autorización del reverso dividida en 1905, que
separaba el espacio para el mensaje y la dirección. Esta modificación funcional
liberó por completo el anverso para la imagen, reforzando el valor estético y
documental de la postal y dando inicio a su "edad de oro"
(Riego Amézaga, 2011; Ramírez, 2011).
Durante la Restauración,
el sistema se consolidó con nuevos servicios como el correo urgente
(1905), los giros postales (1911) y la Caja Postal de Ahorros
(1916), convirtiendo las oficinas en centros multifuncionales al servicio de la
integración económica y nacional (Carrasco Marqués, 2009; Prochaska &
Mendelson, 2010).
Técnicas de Impresión y la Industrialización
de la Imagen
La producción industrial
de postales se apoya en una serie de innovaciones en las técnicas
fotomecánicas. La cromolitografía fue el primer procedimiento que
permitió la reproducción masiva en color, siendo dominada por empresas alemanas
y suizas (Staff, 1966; Klamkin, 1974). Una innovación de gran impacto visual
fue la fotocromía ( Photochrom ), un sofisticado proceso suizo
que creaba imágenes en color de un realismo extraordinario, clave en la
construcción del imaginario turístico a nivel mundial (Prochaska &
Mendelson, 2010).
Sin embargo, fue la fototipia
(o colotipia) la técnica por excelencia para la producción de calidad en blanco
y negro, al reproducir fielmente las gradaciones tonales de la fotografía
original en tiradas de hasta veinte mil ejemplares (Mendelson, 2005; Bodo,
1999). Para tiradas aún mayores, se impuso el heliograbado a partir de
1900 (Geary, 1988). En paralelo a esta producción industrial, surgió el
fenómeno de los fotógrafos independientes. Estos profesionales se
centraron en la vida cotidiana de pequeños pueblos y villas, creando archivos
locales de un valor documental incalculable. Sus postales, producidas en
tiradas cortas y distribuidas localmente, son hoy piezas de gran rareza que
ofrecen una ventana única a un pasado no idealizado (Riego, 2011; Gavalda, sf).
España, aunque con una
fuerte dependencia tecnológica de centros como Alemania, Suiza y Francia,
desarrolló un mercado dinámico con editores notables como Hauser y Menet
, Fototipia Thomas o Lucien Roisin , quienes impulsaron el uso
del gelatinobromuro de plata , un proceso fotoquímico directo que se
generalizó progresivamente (Carrasco Marqués, 2018; Guereña, 2005).
Impacto Social y la Nueva Economía Visual
La convergencia de un sistema postal modernizado y unas tecnologías de impresión industrializadas crearon una nueva economía visual y democratizó la comunicación escrita (Geary, 1988; Henkin, 1998). La reproductibilidad técnica (Benjamin, 1936) convirtió las imágenes en un bien de consumo masivo, fomentando una rápida alfabetización visual en la sociedad. La postal no solo facilitó el contacto personal, especialmente con la emigración americana, sino que también configuró un lenguaje visual estandarizado que difundió modelos estéticos y temáticos a escala global, convirtiéndose en un instrumento de modernización social y política (Carrasco Marqués, 2009; Prochaska & Mendelson, 2010). Este sistema integrado de invención, producción y consumo ilustra el paso a una era neotécnica que transformó la percepción colectiva del mundo (Mumford, 1934).
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3. LA GÉNESIS Y PRIMEROS DESARROLLOS
(1869-1890)
El nacimiento de la tarjeta postal en 1869 no fue un evento
aislado, sino la culminación de un proceso de modernización de las
comunicaciones, innovaciones técnicas y nuevas prácticas sociales
que recorrió Europa (Guereña, 2005; Henkin, 1998). Este período fundacional,
que abarca desde su conceptualización teórica hasta su estandarización
internacional, transformó una simple tarjeta administrativa en un soporte
preparado para la imagen, sentando las bases de su futura explosión como
fenómeno de masas.
Precedentes Técnicos e Industriales
La tarjeta postal ilustrada surge de la convergencia de formatos previos
que educaron la mirada del público y establecieron los modelos de producción en
masa. La carte de visite, patentada por André-Adolphe-Eugène Disdéri
en 1854, popularizó un formato estandarizado (aproximadamente 10 x 6 cm)
que, gracias a técnicas de producción racionalizada, democratizó el retrato
fotográfico y lo convirtió en un objeto de intercambio y coleccionismo
en álbumes familiares (Alonso Laza, 1997; López Hurtado, 2013). Los grandes
estudios fotográficos europeos diversificaron rápidamente su oferta más allá
del retrato, creando extensos catálogos de vistas urbanas, monumentos
y reproducciones de arte, anticipando así la futura variedad temática de la
postal y estableciendo modelos de negocio basados en la
división del trabajo y en redes
comerciales estructuradas (Carrasco Marqués, 2009; Teixidor Cadenas, 1999).
Paralelamente, la fotografía estereoscópica construyó un imaginario
visual sistemático del mundo, organizado en catálogos temáticos y
geográficos que los futuros editores de postales emularían directamente.
Este formato, que ofrece una experiencia inmersiva y tridimensional, acostumbró
al público a consumir imágenes de lugares lejanos como una forma de viaje
virtual, creando una demanda de recuerdos visuales que la postal satisfaría más
tarde de una forma más económica y comunicativa (Riego Amézaga, 1997).
El debate
académico sobre la paternidad histórica de la tarjeta
postal ilustrada sitúa sus orígenes documentados entre
1855 y 1869 (Carrasco Marqués, 2009). Los antecedentes más tempranos incluyen a
litógrafos como Miesler (Berlín,
ca. 1860) y Fenner
Matter (Basilea, desde 1855), quienes reproducían vistas
urbanas mediante grabados,
aunque sin función postal específica (Carrasco Marqués, 2009).
El Nacimiento Institucional (1865-1869)
La idea de una correspondencia abierta, estandarizada y económica fue
teorizada por primera vez en el ámbito gubernamental por Heinrich von Stephan,
un visionario alto funcionario de correos del Imperio Alemán. En la Conferencia
Postal de Karlsruhe de 1865, von Stephan propuso una "hoja postal
abierta" con el objetivo de simplificar y abaratar las comunicaciones, en
línea con el proyecto decimonónico de crear infraestructuras nacionales
eficientes (Carreras y Candi, 1903).
Aunque la propuesta no se materializó de inmediato, la idea fue retomada
con un enfoque económico por el doctor Emmanuel Herman, catedrático de
Economía en la Academia Militar del Imperio Austrohúngaro. En un influyente
artículo publicado el 26 de enero de 1869 en el periódico Neue Freie Presse
, Hermann expuso una precisa argumentación económica : un sistema de
correspondencia de formato reducido y prefranqueado, limitado a 20 palabras,
abarataría los costos a la mitad, optimizando el servicio para un público
masivo en una era de creciente movilidad y actividad comercial (Carrasco
Marqués, 2009; Herrmann, 2010).
La administración de Correos de Viena, dirigida por Adolf Maly,
implementó la idea con una celeridad notable. El 1 de octubre de 1869,
se puso en circulación la primera Correspondenz-Karte oficial del mundo.
Su diseño era sobrio, de cartón color crema, funcional y desprovisto de
ilustraciones, presentando únicamente el escudo imperial y las indicaciones de
uso. Este carácter puramente administrativo reflejaba su origen como una
herramienta de eficiencia estatal. El éxito fue abrumador e inmediato, y el
modelo se expandió rápidamente por toda Europa (Carrasco Marqués, 2009).
El Catalizador Bélico y la Aparición de la
Imagen (1870-1872)
La Guerra Franco-Prusiana (1870-1871) actuó como un catalizador
decisivo, demostrando la utilidad de la postal en situaciones excepcionales
y acelerando la incorporación de la imagen. El impresor August Schwartz,
de Oldenburg, es ampliamente considerado el autor de la primera postal
ilustrada alemana al enviar una tarjeta decorada con la viñeta de un
artillero el 16 de julio de 1870 (Carrasco Marqués, 2018). Casi
simultáneamente, en Francia, el librero León Besnardeau ideó la primera postal
ilustrada francesa para los soldados bretones acantonados en el campo de
Conlie . Ante la escasez de papel, se utilizaron cartulinas en las que
imprimió el escudo bretón y lemas patrióticos, convirtiendo la postal en
un instrumento de propaganda belica y cohesión moral (Garófano Sánchez,
2000).
Superado el contexto bélico, las primeras aplicaciones comerciales y
artísticas surgieron en 1872. En Suiza, un país que se estaba convirtiendo en
el epicentro del turismo moderno, Franz Borich introdujo la postal
turística fotográfica con vistas de los Alpes, satisfaciendo la nueva
demanda de recuerdos visuales. Ese mismo año, en Londres, el célebre grabador
francés Gustave Doré fue comisionado para ilustrar monumentos
emblemáticos en la primera postal ilustrada oficial del Reino Unido, un hecho
que subraya el emergente valor artístico que se le comenzaba a atribuir
al medio (Riego Amézaga, 1997; Alonso Laza, 1997). Las imágenes de la Catedral
de San Pablo, la Torre de Londres y el Puente de
Londres subrayaron el valor artístico emergente
del medio postal (Alonso Laza, 1997
Normalización, Liberalización y Expansión
Global
La rápida y caótica expansión del formato hizo imperativa una regulación
internacional. De nuevo, la figura de Heinrich von Stephan fue clave.
Como principal arquitecto del sistema postal mundial, impulsó la creación de la
Unión Postal Universal (UPU) con el Tratado de Berna en 1874. Este
acuerdo revolucionario creó un territorio postal único global,
estableciendo principios de libre circulación y uniformidad tarifaria,
y estandarizó el tamaño de la postal en aproximadamente 14 × 9 centímetros
(López Hurtado, 2013).
El verdadero punto de inflexión para la industria fue el Congreso
Postal de París de 1878, que legitimó internacionalmente la producción y
circulación de postales privadas. Esta decisión histórica rompió los monopolios
estatales y desencadenó una ola de inversión y emprendimiento editorial,
transformando radicalmente el panorama comunicativo europeo (Carrasco Marqués,
2018).
Exposiciones Universales como catalizadores
Las Exposiciones Universales de la segunda mitad del
siglo XIX se convirtieron en catalizadores extraordinarios para
la promoción y difusión de las postales ilustradas (López
Hurtado, 2013). Estos eventos congregaban millones de visitantes procedentes de
todos los continentes, creando una demanda extraordinaria de recuerdos
conmemorativos que las postales satisfacían con eficiencia y economía inigualables
(López Hurtado, 2013).
La Exposición Universal de Viena de 1873 marcó el debut
oficial de las postales conmemorativas, distribuyendo piezas que
incorporaban imágenes de los principales pabellones y atracciones (López
Hurtado, 2013). Estas postales cumplían simultáneamente funciones
comunicativas y memoriales, permitiendo a los visitantes
enviar mensajes mientras conservaban un registro visual permanente del
espectáculo presenciado (López Hurtado, 2013).
La Exposición de Filadelfia de 1876 marcó la
introducción masiva de postales ilustradas en Estados
Unidos (Henkin, 1998). Los organizadores encargaron la producción
de series completas de postales con imágenes de los
principales edificios y monumentos, estableciendo definitivamente el formato
como recuerdo estándar de eventos de masas (Henkin,
1998).
Sofisticación del diseño visual
La evolución del diseño visual de las postales
ilustradas durante el periodo 1869-1890 reflejó tanto las innovaciones
técnicas disponibles como los cambios en las preferencias
estéticas del público consumidor (Riego Amézaga, 1997). Las
primeras postales ilustradas presentaban diseños relativamente
simples con una única imagen central, frecuentemente ejecutada
en blanco y negro con técnicas básicas de
reproducción (Riego Amézaga, 1997).
La progresiva sofisticación de las técnicas de impresión permitió
el desarrollo de diseños más elaborados que incorporaban múltiples
imágenes, marcos decorativos complejos y textos
integrados compositivamente con los elementos visuales (Riego Amézaga,
1997). Esta complejización del diseño respondía a la competencia
intensificada entre editores, que buscaban diferenciarse
mediante innovaciones visuales (Riego Amézaga, 1997).
Las postales de la serie "Gruss aus..." (Recuerdos
de...), desarrolladas en Alemania durante la década de 1880,
ejemplificaron las innovaciones más avanzadas en diseño
postal (Carrasco Marqués, 2009). Estas piezas combinaban múltiples
viñetas con vistas de diferentes lugares de una misma ciudad o región,
frecuentemente enmarcadas con elementos decorativos de estilo Art
Nouveau (Carrasco Marqués, 2009).
La introducción del color mediante cromolitografía representó
una transformación visual fundamental (Riego Amézaga, 1997).
Las postales coloreadas ofrecían una experiencia
estética cualitativamente diferente de las postales
monocromáticas, incrementando exponencialmente su atractivo tanto
para coleccionistas como para consumidores ocasionales (Riego
Amézaga, 1997). Los colores vivos y saturados característicos
de la cromolitografía conferían a las postales un aspecto festivo particularmente
apropiado para su función de recuerdo turístico (Riego
Amézaga, 1997).
Dominique Piazza (1860-1941), empleado marsellés, disputó
la paternidad alegando haber reducido el tamaño de clichés
hacia 1891 para obtener postales fotográficas (Prochaska &
Mendelson, 2010). Simultáneamente, W.A. Dobson diseñó
las Christmas Cards inglesas, estableciendo la tradición
de tarjetas navideñas (Prochaska & Mendelson, 2010).
Georges Goury publicó en 1900 un artículo desmintiendo
las paternidades individuales discutidas, proponiendo que
los hoteleros suizos iniciaron la práctica imprimiendo
imágenes de establecimientos para correspondencia de huéspedes (López Hurtado,
2013). Émile Guyonnet publicó en 1945 un estudio diferenciando
las cartas tarjetas oficiales de 1869 de las postales
ilustradas posteriores, hipótesis que permanece sin verificación
definitiva (López Hurtado, 2013).
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3. LA LLEGADA A ESPAÑA: LOS PRIMEROS ENTEROS
POSTALES (1871-1887)
La introducción de la tarjeta
postal en España fue un proceso marcado por la tensión entre la voluntad
modernizadora del Estado liberal y una serie de vacíos regulatorios
y inestabilidades políticas que condicionaron su desarrollo inicial. Este
capítulo analiza la fase fundamental del medio en el país, desde su
oficialización legal hasta la liberalización que permitiría su transformación
en un fenómeno de masas.
El Marco Legal y el Vacío (1871-1873)
La tarjeta postal
se oficializó en España mediante la Real Orden del 10 de mayo de 1871, firmada
por Práxedes Mateo Sagasta durante el reinado de Amadeo de Saboya
(Guereña, 2005, p. 37). Esta disposición, inspirada en el exitoso modelo
implementado en Austria desde 1869, desarrolló el marco legal para un
nuevo instrumento de correspondencia que circularía a la mitad del precio
de una carta ordinaria, reconociendo así la ventaja y económica práctica
del formato (Fernández Beviá, 2014, p. 25; BNE, 2014). Sin embargo, a pesar de
la aprobación legal, la Administración de Correos no puso a disposición
del público ningún modelo oficial de inmediata. Se generó así un vacío
editorial de dos años y medio, un intervalo condicionado por la profunda inestabilidad
política del Sexenio Democrático que retrasó la implementación de numerosas
reformas (Guereña, 2005, p. 37). Durante este lapso, la demanda social fue
cubierta por iniciativas privadas que, aunque no gozaban del franqueo
preferente, sentaron las bases del futuro mercado editorial.
Editores particulares
como Abelardo de Carlos, director de la influyente revista La Moda
Elegante Ilustrada, lanzaron tarjetas que respetaban las dimensiones
reglamentarias pero que debían circular pagando la tarifa de carta ordinaria
. Estas piezas precursoras, a menudo con una ilustración en el reverso,
demuestran la existencia de un mercado incipiente. Se estima que circularon más
de treinta modelos diferentes de estas tarjetas privadas. Entre ellas
destacan las editadas por el erudito Mariano Pardo de Figueroa (conocido
como Dr. Thebussem), quien en mayo de 1873 emitió tarjetas propias con un tono
irónico hacia la democracia gubernamental, y la editada por Àlvar Verdaguer
en 1872 para los suscriptores de la Biblioteca Catalana, consideradas
por algunos estudiosos como la primera postal ilustrada de la que se
tiene constancia en España (Boix Felip, 2002).
El Primer Entero Postal Oficial y el Monopolio
Estatal
El primer entero
postal oficial español se puso finalmente a la venta el 1 de diciembre
de 1873, ya en tiempos de la Primera República. Estas tarjetas, impresas
por la Fábrica Nacional de la Moneda y el Timbre, llevaban las
inscripciones " República Española"
y " Targeta Postal", junto a la indicación " Lo que debe
escribirse se hará en el reverso e irá firmado por el remitente"
(Guereña, 2005, p. 37; BNE, 2014). El diseño incluía un sello impreso de
5 céntimos con la efigie de la República (un grabado de Joaquim Pi i Margall
), mientras que el reverso permanecía completamente en blanco, sin ninguna
ilustración, subrayando su carácter utilitario .
Aunque su implantación
fue vista como un símbolo de progreso y modernización del Estado, su
adopción inicial fue modesta. Tras una circulación de 320.000 tarjetas en el
primer año, la cifra decayó hasta representar apenas el 0,3% de los objetos
postales circulados en 1877, lo que llevó a la introducción de postales
dobles o de contestación pagada para incentivar su uso.
Apenas tres semanas
antes del lanzamiento oficial, la Real Orden del 8 de noviembre de 1873 decretó
la prohibición de las tarjetas privadas, estableciendo un monopolio
estatal que se prolongaría durante trece años (Guereña, 2005, p. 39). Entre
1873 y 1886, únicamente las emisiones oficiales tenían validez postal, una
situación que contrastaba con países como Francia o Alemania, donde la
industria privada ya impulsaba una gran diversificación del medio (Carrasco
Marqués, 1992, p. 18; Carreras y Candi, 1903, p. 15).
La Liberalización de 1887 y la Transición a la
Postal Ilustrada
El monopolio estatal
llegó a su fin con la Real Orden del 31 de diciembre de 1886 y el Reglamento de
Correos de 1889, que derogaron la prohibición de 1873 y autorizaron formalmente
la circulación de tarjetas postales privadas (Guereña, 2005, p. 41). La
nueva normativa permitía a los particulares elaborar sus propias tarjetas,
siempre que cumplieran las dimensiones oficiales (9x14 cm) y llevaran adherido
un sello de correos por el valor correspondiente. La Real Orden del 28
de enero de 1887 extendió esta autorización al envío internacional,
alineando a España con las directrices de la Unión Postal Universal
(BNE, 2014).
Esta liberalización
fue el punto de inflexión que transformó radicalmente el panorama postal
español. Abró un vasto campo para la creatividad artística y comercial,
permitiendo a editores privados, impresores y fotógrafos comenzar a producir y
comercializar sus propias creaciones (Carrasco Marqués, 1992, p. 19).
Las primeras tarjetas
postales ilustradas de esta nueva eran aparecieron hacia 1890, aunque los
ejemplares más antiguos conservados con matasellos datan de 1892 (Realisaprint,
2022). La transición del entero oficial funcional a la tarjeta postal
ilustrada privada marcó un cambio cualitativo fundamental. La incorporación
de fotografías, cromolitografías y dibujos artísticos convirtió
la tarjeta postal en un objeto cultural complejo que integraba funciones
comunicativas, estéticas, documentales y comerciales, sentando las bases
para la edad de oro que estaba por llegar (Riego Amézaga, 1997, p. 35-37).
Referencias
Bibliográficas
- Biblioteca Nacional de España. (2014). La tarjeta postal en España. Biblioteca Nacional de España.
- Boix Felip, E. (2002). Catàleg de targetes postales de Barcelona ATV Àngel Toldrà Viazo . Editorial Ausá.
- Carrasco Marqués, S. (1992). Catálogo de las primeras tarjetas postales de España impresas por Hauser y Menet (1892-1905). Casa del Coleccionista.
- Carreras y Candi, F. (1903). Las tarjetas postales en España. Tipografía La Académica.
- Fernández Beviá, R. (2014). La imagen viajera de Huelva. Universidad Internacional de Andalucía.
- Guereña, J.-L. (2005). Imagen y memoria. La tarjeta postal a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Berceo, (149), 35-58.
- López Hurtado, M. (2013). La tarjeta postal como documento. Estudio de usuarios y propuesta de un modelo analítico: Aplicación a la colección de postales del Ateneo de Madrid [Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid]. Repositorio Institucional UCM.
- Riego Amézaga, B. (1997). La tarjeta postal, entre la comunicación interpersonal y la mirada universal. En B. Riego Amézaga (Ed.), Santander en la tarjeta postal ilustrada (1897-1941): Historia, coleccionismo y valor documental (pp. 19-57). Fundación Marcelino Botín.
4. LA REVOLUCIÓN VISUAL Y TÉCNICA (1890-1905)
El período comprendido entre 1890 y 1905 marca la consolidación definitiva de la revolución visual protagonizada por la tarjeta postal. Lo que había comenzado como un simple objeto administrativo se transformó en un cómodo producto de consumo cultural, impulsado por una "hambre de imágenes" sin precedentes en la sociedad de la Belle Époque (Guereña, 2005; Ramírez, 2011). Este fenómeno fue el resultado de una confluencia de factores: la expansión del turismo como práctica burguesa, el nacimiento del coleccionismo de postales (deltiología) como pasatiempo masivo, y una serie de avances decisivos en las técnicas de reproducción fotomecánica que permitieron, por primera vez, la producción industrial de imágenes de alta calidad a bajo costo.Las Exposiciones Universales actuaron como extraordinarios catalizadores para la popularización de la postal. La de París (1889) fue un hito mediático: el periódico Le Figaro instaló una impresión a los pies de la Torre Eiffel donde los visitantes pudieron presenciar la impresión en vivo de postales, convirtiendo el proceso técnico en un espectáculo. La Sociedad de la Torre Eiffel editó 300.000 ejemplares de una postal diseñada por Léon Charles Libonis, que se podían franquear en las propias plataformas de la torre, fusionando la experiencia turística con el acto comunicativo (Mendelson, 2005). La de Chicago (1893) representó un hito tecnológico al introducir un sistema masivo de máquinas expendedoras de tarjetas postales, que vendían dos unidades por cinco centavos. Con 100 máquinas distribuidas por el recinto, se resolvió el desafío logístico de abastecer a los 27 millones de visitantes del evento, consagrando a la postal como el souvenir por excelencia en la era de las masas (Henkin, 1998).
La clave de esta revolución fue el
perfeccionamiento de técnicas que permitían imprimir imágenes a gran escala. La
fototipia, creada por pioneros como Louis Alphonse Poitevin, fue
fundamental por su capacidad para reproducir imágenes con una gran finura y
fidelidad fotográfica, aunque inicialmente se limitaba a la monocromía (Alonso
Laza, 1997). Para el color, la cromolitografía industrializó el proceso
mediante el uso de múltiples planchas, aunque la gran innovación fue la fotocromía,
un sofisticado proceso desarrollado por la casa suiza Photoglob que
combinaba la precisión de la fotografía con la riqueza cromática de la
litografía, logrando un realismo que tuvo un impacto decisivo en la
construcción de imaginarios turísticos pintorescos y exóticos (Ramírez, 2011).La
industria postal se concentra geográficamente en grandes centros de producción
europeos. Alemania, con núcleos en Leipzig y Dresde, se
convirtió en la principal potencia técnica y comercial, con editores como Stengel
& Co. o Louis Glaser dominando el mercado mundial. Suiza,
con Photoglob-Wehrli y Künzli Frères en Zúrich, destacó por su
precisión técnica y calidad artística, mientras que Francia, con París
como epicentro, aportó su tradición artística a través de editores como Lévy
& Fils (LL) o Neurdein Frères (ND Phot) , cuyos diseños
mostraronn la clara influencia del Art Nouveau (Guereña, 2005).
La fuerte dependencia
técnica de los editores españoles respecto a estos centros explica la
rápida adopción de formatos, procesos y circuitos de distribución europeos. Los
primeros ejemplares de postales ilustradas en España evidencian esta conexión
internacional. Ya en 1903, el historiador Francisco Carreras y Candi mencionaba
la existencia de dos fotografías de Granada impresas en Alemania en
1890. El Hotel Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria disponía de
postales propias en diciembre de 1892, impresas en Zúrich por A. Thellung, y el
ejemplar más antiguo conocido con matasellos circuló desde allí hacia
Inglaterra el 30 de marzo de 1893, demostrando el vínculo temprano entre el
turismo de lujo y la industria gráfica centroeuropea.La fundación de la casa Hauser
y Menet en Madrid en 1890 por los fotógrafos Óscar Hauser y Adolfo
Menet marcó un punto de inflexión. Equipados con la maquinaria más avanzada
de Europa, su objetivo era superar el modelo de importación y consolidar una producción
nacional de alta calidad. Su primera postal conocida, un "Recuerdo
de Madrid" circulado en octubre de 1892, ya adoptó el exitoso
formato internacional Gruss aus ("saludos desde"), con una
composición de cuatro viñetas de la ciudad (Carrasco Marqués, 2009).
Antes de su producción
masiva de postales, la firma se labró un gran prestigio con la colección España
Ilustrada (1890-1899). Este ambicioso proyecto editorial consistía en
álbumes de láminas en fototipia de alta calidad que documentaban el
patrimonio nacional. Se benefició de innovaciones como las placas secas de
gelatinobromuro y contó con la colaboración del fotógrafo Francisco Pérez Linares.
Muchos de los clichés de esta colección fueron reutilizados posteriormente para
sus tarjetas postales.
A partir de 1897, Hauser
y Menet sistematizaron su producción con la "Serie General”, una
colección numerada que facilitaba el control de inventario y el coleccionismo.
Iniciada con una vista de la basílica del Pilar de Zaragoza, la serie alcanzó
las 690 referencias hacia 1900 y superó las 2.078 en 1905, con
una producción que alcanzó los cinco millones de ejemplares anuales. Su
catálogo abarcó una diversidad temática extraordinaria: vistas urbanas, temas
taurinos, reproducciones de arte del Museo del Prado (pioneros en
este campo), y tipos y costumbres populares, incluyendo una serie de 20
tarjetas basadas en ilustraciones de la revista Blanco y Negro
(Alonso Robisco, 2018; Teixidor, 1999).
La estela de Hauser y
Menet, que también trabajaba como impresor para terceros, fue seguida por una
creciente red de editores. En Barcelona, destacaron
López Editor, Litografía M. Pujadas, el fotógrafo italiano José
Battaglia y Fototipia Thomas. En Madrid, surgieron la
editorial Policarpio Sanz Calleja y J. Lacoste , sucesor del
valioso archivo fotográfico de J. Laurent . Otros focos de producción
surgieron en Málaga con el editor alemán Pablo Dümmatzen y sus postales
"transparentes", en Granada con el fotógrafo José Gómez, y en
Salamanca con la Librería Viuda de Calón e Hijo. La litografía
barcelonesa Hermenegildo Miralles editó una notable serie con los
escudos de todas las provincias españolas, ilustrados por José Triadó, que fue
muy elogiada por su calidad artística (Carrasco Marqués, 2018).
La distribución se
articuló a través de una red capilar de librerías, bazares, hoteles y,
de forma creciente, estaciones ferroviarias. La consolidación legal
llegó con el Reglamento de Correos de 1898, que estandarizó las
dimensiones de la postal privada (14x9 cm), y la consolidación cultural con el
auge de la cartofilia, evidenciado por la aparición de las primeras
revistas especializadas en Alemania en 1896, seguidas por Italia (1898) y
Francia (1899), lo que institucionalizó el coleccionismo como una actividad
cultural organizada (Riego Amézaga, 1997).
Referencias bibliográficas
- Alonso Laza, M. (1997). La imagen de Santander a través de la tarjeta postal ilustrada (1897-1941). En B. Riego Amézaga (Ed.), Santander en la tarjeta postal ilustrada (1897-1941): Historia, coleccionismo y valor documental (pp. 45-78). Fundación Marcelino Botín.
- Alonso Robisco, M. (2018). Fotografía y documentación. Postales Guadalajara. Hauser y Menet (1). FotoBolsillo.
- Carrasco Marqués, S. (2009). Las tarjetas postales ilustradas de España circuladas en el siglo XIX (2ª ed.). Edifil.
- Carrasco Marqués, S. (2018). Fundaciones de la tarjeta postal ilustrada en España (1892–1905): cronología, técnicas y redes. CSIC.
- Carreras y Candi, F. (1903). Las tarjetas postales en España. Imprenta de Francisco Altés.
- Guereña, J.-L. (2005). La postal en España: de la tarjeta a la postal. En J.-L. Guereña (Ed.), La cultura de la tarjeta postal en España (págs. 13-45). Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.
- Henkin, DM (1998). La era postal: El surgimiento de las comunicaciones modernas en la América del siglo XIX. Prensa de la Universidad de Chicago.
- Mendelson, J. (2005). Documentando España: Artistas, cultura de las exposiciones y la nación moderna, 1929-1939. Penn State University Press.
- Ramírez, JA (2011). Medios de masas y cultura popular. Cátedra.
- Riego Amézaga, B. (1997). La ciudad y la tarjeta postal: Imágenes de modernidad. Fundación Mapfre.
- Teixidor, C. (1999). La tarjeta postal en España, 1892-1915. Espasa Calpe.
6. LA EDAD DE ORO DEL INTERCAMBIO
POSTAL (1905-1915)
El período que se inicia
con el nuevo siglo y se extiende hasta el estallido de la Primera Guerra
Mundial se conoce como la Edad de Oro de la tarjeta postal ilustrada.
Durante estos tres lustros, la producción, circulación y consumo de postales
alcanzaron una escala masiva sin precedentes. Este fenómeno no fue meramente
comercial, sino que representó la consolidación de una nueva cultura de
masas y el nacimiento de una práctica social que movilizó a millones de
personas: la cartofilia o coleccionismo de postales (Carrasco Marqués,
2018; Teixidor, 1999).
6.1. De Objeto Efímero a Fuente
Histórica: Coleccionismo y Valor Documental de la Tarjeta Postal
La tarjeta postal, nacida como una alternativa económica a la
correspondencia tradicional, experimentó una transformación funcional que la
elevó de objeto efímero a fuente histórica de primer orden
(Appadurai, 2019; Rickards, 2000). Concebida como un producto de consumo masivo
y temporal, destinado al descarte, su preservación y revalorización como patrimonio
cultural se debe en gran medida al fenómeno del coleccionismo, que supo ver
su valor documental mucho antes que las instituciones académicas (Fuentes
Romero, 2001; Kopytoff, 2020). Esta metamorfosis ilustra cómo un artefacto de
la vida cotidiana adquiere una "biografía cultural" que trasciende su
propósito original.
El coleccionismo de tarjetas postales, conocido técnicamente como deltiología
o cartofilia, surgió en Europa a finales del siglo XIX y fue el
principal motor para la salvaguarda de este inmenso patrimonio visual
(Carrasco Marqués, 2009). A diferencia de la filatelia, centrada en el sello
como valor postal, la cartofilia valora la postal como un documento gráfico
integral, priorizando la imagen, la técnica de impresión y su contexto
histórico (Ramírez, 2011). Esta afición se expande de manera transversal por la
sociedad, gracias al bajo costo y la amplia disponibilidad de las postales,
implicando prácticas sistemáticas de adquisición, clasificación e intercambio
que revelan una nueva forma de consumo cultural (Guereña, 2022).
La institucionalización de esta práctica fue un paso decisivo para
su legitimación. Se materializó a través de la creación de sociedades
especializadas, la publicación de revistas y la organización de exposiciones
que determinaron criterios de clasificación y valoración (McDonald et al.,
2024). En España, un ejemplo paradigmático fue la Sociedad Cartófila
"Hispania" de Barcelona, fundada en 1901, que junto a
publicaciones como España Cartófila , funcionó como un foro de
conocimiento y cohesión para una comunidad de aficionados en crecimiento
(Guereña, 2005). Estas asociaciones no solo operaban a nivel local, sino que
tejieron redes transnacionales de intercambio que conectaban a
coleccionistas desde Alemania hasta América Latina, generando un mercado
secundario y una cultura especializada con sus propios códigos (Teixidor,
1999). Hitos como las exposiciones de Niza (1899) o París (1904) consolidaron
la visibilidad social del coleccionismo, estableciendo niveles de valor y
consagrando la postal como un objeto digno de ser estudiado y preservado
(Prochaska y Mendelson, 2010).
La propia industria editorial respondió a la demanda coleccionista. La
innovación tecnológica en las artes gráficas, con técnicas como la fototipia,
la cromolitografía y la fotocromía, no solo permitió una
producción masiva a bajo costo, sino que también fue clave para la democratización
de la imagen (Hobsbawm, 1998; Riego Amézaga, 1997). Los editores,
conscientes del nuevo mercado, comenzaron a producir series numeradas y
temáticas, utilizando catálogos para organizar su producción y fijar
precios, transformando así la postal en un producto coleccionable desde su
origen (Carrasco Marqués, 2018).
Hoy, la tarjeta postal es reconocida como una fuente primaria
fundamental para la historia cultural y social, ya que documenta aspectos de la
vida cotidiana que otras fuentes a menudo ignoran (Castillo-Gómez, 2020;
Guereña, 2005). Sin embargo, su estatus original de efímera presenta
desafíos significativos para su preservación y tratamiento archivístico, como
la fragilidad de sus materiales y la frecuente falta de datos de autoría o
datación (Sánchez-Morales, 2020). A pesar de estas dificultades, su
legitimación como fuente se ha consolidado gracias al desarrollo de marcos
analíticos que integran la lectura iconográfica con el estudio de su contexto
de producción y circulación (Panofsky, 1972; Rose, 2016). En última instancia,
ha sido la labor continuada de los coleccionistas y, posteriormente, de las
instituciones patrimoniales, la que ha asegurado la transmisión de esta valiosa
memoria cultural a las generaciones futuras (Pomian, 1990; López
Hurtado, 2013).
Referencias
- Appadurai, A. (Ed.). (2019). La vida social de las cosas: Perspectiva cultural de las mercancías . Grijalbo.
- Botrel, J.-F. (2009). Libros, prensa y lectura en la España del siglo XIX . Fundación Germán Sánchez Ruipérez.
- Carrasco Marqués, M. (2009). Las tarjetas postales ilustradas de España circuladas en el siglo XIX (2ª ed.). Edifil.
- Carrasco Marqués, M. (2011). Las exposiciones de tarjetas postales en España (1900-1936). Jornadas Científicas sobre Documentación Contemporánea , 125-140.
- Carrasco Marqués, M. (2018). Catálogo de las tarjetas postales ilustradas de España 1887-1905 . Casa Postal.
- Castillo-Gómez, A. (2020). La conquista del alfabeto: Escritura y clases populares . Trea.
- Fuentes Romero, JJ (2001). El coleccionismo como práctica cultural. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares , 56(2), 23-44.
- Guereña, J.-L. (2005). La postal en España: de la tarjeta a la postal. En La cultura de la tarjeta postal en España (págs. 13-45). Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.
- Guereña, J.-L. (2022). Sociabilidad y cultura en la España contemporánea . Prensas de la Universidad de Zaragoza.
- Henkin, DM (2006). La era postal: El surgimiento de las comunicaciones modernas en la América del siglo XIX . Prensa de la Universidad de Chicago.
- Hobsbawm, E. (1998). La era del imperio, 1875-1914 . Crítica.
- Kopytoff, I. (2020). La biografía cultural de las cosas: La mercantilización como proceso. En La vida social de las cosas . Grijalbo.
- López Hurtado, M. (2013). La tarjeta postal como documento. Estudio de usuarios y propuesta de un modelo analítico: Aplicación a la colección de postales del Ateneo de Madrid [Tesis doctoral]. Universidad Complutense de Madrid.
- McDonald, DJ, Olguin, J. y Glowacka-Musial, M. (2024). Los materiales efímeros como fuente primaria versátil: un estudio de caso de la colección de postales de Nancy Tucker. Journal of Western Archives , 15(1), 1-24.
- Panofsky, E. (1972). Estudios de iconología: Temas humanísticos en el arte del Renacimiento . Westview Press.
- Pomian, K. (1990). Coleccionistas y curiosidades: París y Venecia, 1500-1800 . Polity Press.
- Prochaska, D., y Mendelson, J. (Eds.). (2010). Postales: Historias efímeras de la modernidad . Penn State University Press.
- Ramírez, JA (2011). Medios de masas e historia del arte . Cátedra.
- Rickards, M. (2000). La enciclopedia de lo efímero: una guía de los documentos fragmentarios de la vida cotidiana para el coleccionista, el conservador y el historiador . La Biblioteca Británica.
- Riego Amézaga, B. (1997). Santander en la tarjeta postal ilustrada (1897-1941): Historia, coleccionismo y valor documental . Fundación Marcelino Botín.
- Rose, G. (2016). Metodologías visuales: una introducción a la investigación con materiales visuales (4.ª ed.). Sage Publications.
- Sánchez-Morales, M. (2020). La conservación del patrimonio documental efímero. Anales de Documentación , 23(1).
- Teixidor, C. (1999). La tarjeta postal en España, 1892-1915 . Espasa Calpe.
6.2. Las Exposiciones Universales como
catalizador de la industria postal
Las Exposiciones
Universales fueron un motor fundamental para la industria postal. Eventos
como la de París en 1900, con sus más de 50 millones de visitantes,
funcionaron como un escaparate global donde la postal se consolidó como el souvenir
oficial de la modernidad. En estas exposiciones convivían las postales
oficiales, emitidas por los organizadores, con las comerciales, que ofrecían
una inmensa variedad artística y temática. La postal no solo servía como
recuerdo, sino que se convirtió en un medio para la promoción territorial
y la difusión de los avances en la arquitectura, la ciencia y la industria.
Además, cumplió una función crucial como memoria visual de arquitecturas
y eventos efímeros, conservando para la posteridad imágenes de pabellones y
celebraciones que desaparecieron tras la clausura de las ferias (Plá, 2022;
Ramírez, 2011).
6.4. El impacto
económico del boom cartófilo
La Edad de Oro de la
postal fue también un fenómeno económico de primera magnitud. La producción se
industrializó de forma masiva. Empresas como Hauser y Menet en España
llegaron a producir medio millón de postales al mes en 1905, con picos de
demanda que alcanzaban los cinco millones anuales, cifras comparables a las de
los grandes mercados europeos (Teixidor, 1999).
La clave de este éxito
fue la accesibilidad social del producto. Con un precio de unos cinco
céntimos por postal y diez céntimos por el franqueo, se convirtió en un lujo
asequible para las clases populares urbanas. La postal se integró en la
economía familiar como un medio de comunicación barato y un objeto de ocio y
decoración (Ramírez, 2011). Este boom estructuró circuitos
comerciales complejos, que iban desde los editores hasta una densa red de
librerías, quioscos y estancos, además de la venta ambulante en lugares
turísticos. Se desarrollaron también importantes flujos de exportación, con
España enfocada en los mercados de América Latina (Carrasco Marqués, 2011).
Bibliografía
- Carrasco Marqués, M. (2011). La tarjeta postal en
España: 1892-1915. Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.
- Carrasco Marqués, M. (2018). Catálogo de las
tarjetas postales ilustradas de España 1887-1905. Casa Postal.
- Guereña, J.-L. (2022). El coleccionismo de
postales en la España contemporánea. En Historia social de la
cultura escrita. Trea.
- Plá, R. (2022). Cartofilia. El universo de la
tarjeta postal. Editorial RM.
- Ramírez, J. A. (2011). Medios de masas y cultura
popular. Cátedra.
- Teixidor, C. (1999). La tarjeta postal en España,
1892-1915. Espasa Calpe.
7. GUERRA, PROPAGANDA Y TRANSFORMACIÓN
(1914-1929)
La Primera Guerra
Mundial supuso un punto de inflexión radical para la tarjeta postal
ilustrada. La contienda no solo interrumpió la "Edad de Oro" del
intercambio postal, sino que reconvirtió sus funciones, circuitos y contenidos.
Este capítulo analiza el impacto del conflicto en la industria postal europea,
la crisis del modelo cartófilo tradicional en la posguerra y las nuevas
orientaciones temáticas y funcionales que surgieron en la década de 1920
(Guereña, 2005; López Torán, 2017).
7.1. La Primera Guerra Mundial:
crisis y reconversión del medio postal
Durante el conflicto, la
postal se convirtió en una herramienta de primer orden para la comunicación
militar y familiar. Sirvió como el principal vínculo entre el frente y la
retaguardia, satisfaciendo la necesidad de mantener el contacto en un contexto
de separación y angustia. Millones de postales de campaña, tanto
oficiales como comerciales, circularon por los sistemas de correo de campaña,
convirtiéndose hoy en un testimonio invaluable de la experiencia cotidiana
de los soldados (Prochaska & Mendelson, 2010). Sin embargo, esta
comunicación estaba fuertemente condicionada por la censura militar, que
controlaba los textos para evitar la difusión de información sensible y
mantener alta la moral.
Paralelamente, la postal
se transformó en un poderoso instrumento de propaganda bélica. Los
estados beligerantes la utilizaron para la movilización civil, con
imágenes patrióticas que llamaban al esfuerzo de guerra y a la compra de bonos.
Fue un medio clave para la construcción visual del enemigo, a través de
caricaturas que lo deshumanizaban y reforzaban la polarización entre los
bandos. La postal se convirtió, de hecho, en un arma más de la guerra
psicológica (López Torán, 2017).
El impacto en la industria
postal europea fue devastador. Se interrumpieron los circuitos comerciales
internacionales y las grandes imprentas, especialmente las alemanas, tuvieron
que reconvertirse a la producción militar. El coleccionismo masivo desapareció,
subordinado al esfuerzo bélico, y se produjo una pérdida irreparable de patrimonio
postal por la destrucción de archivos y colecciones. La neutralidad de
España le permitió mantener su producción civil e incluso aprovechar
algunas oportunidades comerciales para suplir la falta de postales europeas
en ciertos mercados. No obstante, la dependencia de materias primas y
maquinaria extranjera limitó su capacidad de expansión (Guereña, 2005).
7.2. La crisis del
modelo cartófilo tradicional (1918-1925)
La posguerra trajo
consigo una profunda crisis para el modelo cartófilo que había triunfado antes
de 1914. El trauma de la guerra transformó las sensibilidades
colectivas, y el optimismo de la Belle Époque, del que la postal era un
símbolo, desapareció. Además, la postal comenzó a sufrir la competencia de
nuevos medios de comunicación y ocio como la radio, el cinematógrafo o la
prensa ilustrada, así como de nuevas prácticas sociales ligadas al automóvil y
los deportes (Ramírez, 2011).
Esta crisis obligó a la reconversión
empresarial del sector. Grandes editoriales como Hauser y Menet en
España diversificaron su negocio hacia la impresión de revistas ilustradas,
abandonando progresivamente la producción postal especializada y manteniendo
únicamente líneas comerciales vinculadas al turismo y la publicidad. El
coleccionismo también se transformó, pasando de ser una práctica masiva a un coleccionismo
especializado y erudito. La cartofilia se convirtió en una actividad
minoritaria, centrada en la conservación patrimonial y la investigación
histórica (Guereña, 2005).
7.3. Nuevas
orientaciones temáticas y funcionales (1920-1929)
En la década de 1920, la
tarjeta postal encontró nuevos nichos de mercado. La imagen turística
evolucionó del costumbrismo pintoresco a un enfoque más directo y promocional.
La postal se convirtió en una herramienta de marketing territorial,
utilizada para publicitar nuevos destinos turísticos, como playas y estaciones
de montaña.
Surgió con fuerza la postal
publicitaria como una línea de negocio específica. Las empresas comenzaron
a utilizar el formato postal para promocionar sus productos, marcas y
servicios, distribuyéndolas en ferias y comercios. La postal pasó de ser una
memoria del lugar a ser una memoria de marca. Finalmente, las mejoras
técnicas en la fotografía amateur permitieron la democratización de la postal
fotográfica personal. Los ciudadanos podían crear sus propias postales para
anunciar eventos familiares, felicitar las fiestas o simplemente compartir un
recuerdo personal, transformando un producto industrial en un objeto artesanal
y personalizado (Ramírez, 2011; Teixidor, 1999).
Bibliografía
- Guereña, J.-L. (2005). La postal en España: de la
tarjeta a la postal. En La cultura de la tarjeta postal en España
(pp. 13-45). Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.
- López Torán, Y. (2017). La tarjeta postal durante
la Primera Guerra Mundial: propaganda y comunicación en la retaguardia.
[Tesis Doctoral, Universidad Complutense de Madrid].
- Prochaska, D., & Mendelson, J. (Eds.). (2010). Postcards:
Ephemeral histories of modernity. Penn State University Press.
- Ramírez, J. A. (2011). Medios de masas y cultura
popular. Cátedra.
- Teixidor, C. (1999). La tarjeta postal en España,
1892-1915. Espasa Calpe.
Claro, aquí tienes una
versión ampliada del apartado 8.4.2 que incorpora un relato más extenso y
detallado sobre el papel de la tarjeta postal en España durante la Segunda
República y la Guerra Civil, siguiendo tus indicaciones de estilo y formato.
8. RECUPERACIÓN Y NUEVOS HORIZONTES
(1925-1939)
El período de
entreguerras fue una etapa de profundas transformaciones para la tarjeta
postal. Tras la crisis provocada por la Primera Guerra Mundial, la postal
encontró nuevos nichos de mercado y renovó sus funciones en un contexto marcado
por el auge del turismo moderno, el desarrollo de la aviación comercial,
la crisis económica de 1929 y una creciente polarización política. Este
capítulo examina cómo la tarjeta postal se adaptó a estos cambios, consolidando
su rol como herramienta de promoción y testimonio histórico antes del estallido
de la Segunda Guerra Mundial (Guereña, 2005; Vallejo Pousada, 2019).
8.1. La postal en la
época del turismo moderno
Los "felices años
veinte" vieron un renacimiento del viaje. La recuperación económica y la
popularización del automóvil transformaron los hábitos vacacionales,
democratizando progresivamente el turismo. La postal se consolidó como la
compañera inseparable del turismo de masas y como un instrumento de marketing
turístico institucional. La iconografía se renovó, desplazando el foco
desde los grandes monumentos hacia los paisajes naturales, y el mercado
se diversificó para atender a un público cada vez más segmentado (Guereña,
2005; Vallejo Pousada, 2019).
8.2. La aviación
comercial y las postales aéreas (1920-1939)
El desarrollo de la aviación
civil dio origen a las postales aéreas, que sirvieron como promoción
de la modernidad tecnológica. La iconografía de la aviación se convirtió
en un símbolo de progreso y conectividad global, dando origen a un nuevo campo
de coleccionismo especializado (Guereña, 2005).
8.3. La Gran Depresión y
sus consecuencias (1929-1935)
El crack de 1929
impactó directamente en la industria postal, contrayendo el consumo y llevando
a una concentración del mercado. La postal también sirvió como testimonio
de la crisis, documentando el desempleo y las obras públicas del New
Deal, que se utilizaron como propaganda estatal. A pesar de la
recesión, la postal mantuvo su función como un regalo accesible dentro de la economía
del afecto (Prochaska & Mendelson, 2010).
8.4. Hacia la Segunda
Guerra Mundial: polarización política y propaganda (1935-1939)
Los años previos a la
Segunda Guerra Mundial estuvieron marcados por una intensa polarización
ideológica en Europa. La tarjeta postal se convirtió, una vez más, en un
potente instrumento de propaganda política en manos de los regímenes
totalitarios y de los movimientos democráticos (Guereña, 2005).
8.4.2. El caso español:
la postal en la Segunda República y la Guerra Civil (1931-1939)
Durante la Segunda
República Española (1931-1936), la tarjeta postal experimentó una
politización sin precedentes, convirtiéndose en un vibrante campo de batalla
simbólico. La efervescencia del momento se tradujo en una producción muy
diversa que reflejaba las aspiraciones y tensiones de la sociedad. Por un lado,
las instituciones republicanas promovieron series de postales que exaltaban los
nuevos valores democráticos: la educación, la reforma agraria, el
laicismo y los derechos de la mujer. Se emitieron postales con imágenes de las
Misiones Pedagógicas, la inauguración de escuelas o los nuevos proyectos
urbanísticos, que buscaban construir un imaginario de modernización y
progreso (Mendelson, 2005).
Al mismo tiempo, los
partidos y sindicatos de todo el espectro político, desde la derecha hasta el
anarquismo, utilizaron la postal para difundir sus ideologías. Circularon
postales satíricas que ridiculizaban a los adversarios políticos, así como
imágenes que llamaban a la movilización en un clima de creciente confrontación.
La postal se convirtió en un medio ágil y barato para la propaganda política
a pie de calle, anticipando el papel crucial que desempeñaría durante la
contienda.
Con el estallido de la Guerra
Civil (1936-1939), la tarjeta postal se transformó definitivamente en un arma
de guerra. Ambos bandos, el republicano y el sublevado, desplegaron una
intensa actividad propagandística a través de este medio. Las imprentas se
pusieron al servicio del esfuerzo bélico, produciendo millones de postales
destinadas a la movilización de la retaguardia, la exaltación de los
combatientes y la construcción de una narrativa heroica del conflicto.
En el bando
republicano, la producción fue muy heterogénea. El gobierno, los partidos
del Frente Popular y los sindicatos (CNT, UGT) emitieron sus propias series.
Abundaban las imágenes que denunciaban la intervención fascista, los bombardeos
sobre la población civil (como las famosas series sobre Guernica) y las que
llamaban a la resistencia bajo lemas como "¡No pasarán!".
Organizaciones como el Socorro Rojo Internacional también produjeron postales
para recaudar fondos y recabar apoyo internacional. Artistas de vanguardia
colaboraron en el diseño de estas postales, que a menudo mostraban una estética
moderna y combativa (López Torán, 2017).
En el bando sublevado,
la propaganda postal estuvo más centralizada y fue más homogénea. Se centraron
en la exaltación de la figura de Franco como "Caudillo", la defensa
de los valores católicos tradicionales y la justificación del alzamiento como
una "cruzada" contra el comunismo. La iconografía era marcial y
religiosa, con imágenes de soldados, desfiles militares y símbolos del nuevo
estado que se estaba construyendo.
En ambos bandos, la
postal fue un documento histórico de excepción. Muchas de ellas
circulaban con marcas de censura postal, lo que las convierte en una
fuente para estudiar los mecanismos de control de la información. La tarjeta
postal de la Guerra Civil es, en definitiva, un testimonio directo de la lucha
por la legitimidad simbólica y un reflejo de las esperanzas y tragedias de una
sociedad fracturada (Guereña, 2005).
8.4.3. Innovaciones
técnicas finales del período
En el plano técnico,
este período final vio el perfeccionamiento del offset, que permitió
mejorar la calidad de impresión y reducir los costes, así como las últimas
innovaciones en el uso del color, como la tricromía y la cuatricromía,
que llevaron a la madurez técnica y la estandarización definitiva del medio
antes de la nueva ruptura que supondría la Segunda Guerra Mundial (Ramírez,
2011).
Bibliografía
- Guereña, J.-L. (2005). La postal en España: de la
tarjeta a la postal. En La cultura de la tarjeta postal en España
(pp. 13-45). Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.
- López Torán, Y. (2017). La tarjeta postal durante
la Primera Guerra Mundial: propaganda y comunicación en la retaguardia.
[Tesis Doctoral, Universidad Complutense de Madrid].
- Mendelson, J. (2005). Documenting Spain: Artists,
exhibition culture, and the modern nation, 1929-1939. Penn State
University Press.
- Prochaska, D., & Mendelson, J. (Eds.). (2010). Postcards:
Ephemeral histories of modernity. Penn State University Press.
- Ramírez, J. A. (2011). Medios de masas y cultura
popular. Cátedra.
- Vallejo Pousada, R. (2019). Turismo en España
durante el primer tercio del siglo XX: la conformación de una nueva
actividad económica. Ayer, (113), 119-146.
Claro, aquí tienes la
redacción del capítulo "9. CONCLUSIONES GENERALES", siguiendo todas
tus especificaciones de estilo científico, claridad conceptual y formato de
citación Harvard.
9. CONCLUSIONES
GENERALES
La historia de la
tarjeta postal ilustrada entre 1869 y 1939 es la crónica de un objeto que supo
capturar y, a la vez, modelar el espíritu de su tiempo. Su evolución desde una
simple tarjeta administrativa hasta convertirse en un sofisticado producto de
la industria cultural de masas permite analizar las profundas transformaciones
sociales, técnicas y políticas de la modernidad. Este capítulo final ofrece una
síntesis interpretativa de este recorrido, evalúa las contribuciones
historiográficas de su estudio y traza posibles líneas de investigación futura
(Guereña, 2005; Riego Amézaga, 1997).
9.1. Síntesis
interpretativa del período 1869-1939
El desarrollo de la
tarjeta postal se puede articular en tres grandes fases. La primera, de génesis
institucional (1869-1890), está marcada por su invención como una solución
económica y eficiente para las comunicaciones, y su rápida estandarización a
nivel internacional. La segunda, la revolución visual (1890-1915),
corresponde a su edad de oro, cuando la incorporación de la imagen y las
innovaciones en las artes gráficas la convierten en un fenómeno de masas. La
tercera, de madurez y crisis (1915-1939), se caracteriza por el impacto
de la Gran Guerra, la competencia de nuevos medios y su reconversión hacia
funciones más especializadas como el turismo o la propaganda.
A lo largo de estas
etapas, la postal funcionó como un agente y testimonio de la modernización
cultural europea. Fue un agente porque su producción y circulación impulsaron
la alfabetización visual, crearon nuevos mercados y fomentaron prácticas
sociales como el turismo y el coleccionismo. Y fue un testimonio porque sus
imágenes constituyen un archivo invaluable de los cambios urbanos, los
acontecimientos históricos y las mentalidades de la época. Su historia es, por
tanto, la de una continua dialéctica entre innovación técnica y
transformación social (Prochaska & Mendelson, 2010).
Justificación de la
periodización adoptada
En el ámbito de la
historiografía de la tarjeta postal en España, las periodizaciones propuestas
por especialistas como Carlos Teixidor o Ramón Plà, basadas en criterios
técnico-formales, han alcanzado un estatus canónico. Estas clasificaciones, de
un valor incalculable para el coleccionista y el archivero, ofrecen una hoja de
ruta precisa para la datación y catalogación del corpus postal español.
Sin embargo, para el
presente estudio, de vocación transnacional y enfocado en la historia cultural,
se ha optado por una estructura diferente, articulada en tres grandes fases: Génesis
institucional (1869-1890), Revolución visual (1890-1915) y Madurez
y crisis (1915-1939).
La elección de este
marco macro-histórico se fundamenta en su potencia como armazón estructural
e interpretativo. A diferencia de las clasificaciones empíricas, su
fortaleza radica en que conecta la historia de la postal con los grandes
procesos que definieron la modernidad europea: la industrialización, el
surgimiento de la cultura de masas, el imperialismo, las guerras mundiales y la
crisis de los años treinta. Este enfoque permite entender la postal no como un
objeto aislado, sino como un "fósil director" de la modernidad,
un artefacto cultural en cuya evolución se pueden leer transformaciones
sociales de mayor calado. Por ello, resulta la periodización más adecuada para
una síntesis interpretativa de largo alcance y para un análisis de
historia cultural comparada como el que aquí se propone.
Por el contrario, las
clasificaciones de especialistas como Teixidor o Plà responden a un análisis
técnico-formal y empírico, centrado fundamentalmente en el caso español. Su
fortaleza reside en la precisión cronológica y en su capacidad para
identificar hitos desde la perspectiva del objeto mismo: el tipo de papel, el
formato del reverso, la técnica de impresión o la función predominante. Es, en
definitiva, la mirada del especialista que necesita datar y clasificar
un corpus documental con la máxima exactitud, una herramienta indispensable
para la catalogación.
La decisión de adoptar
el modelo en tres fases no implica, por tanto, un rechazo de las
clasificaciones técnicas, sino una jerarquización metodológica. El
modelo macro-histórico proporciona la estructura principal de la
investigación, el esqueleto narrativo que da coherencia al conjunto. Dentro de
este armazón, las periodizaciones más detalladas, como la de seis etapas
centrada en el caso español, se utilizarán como herramientas de análisis
para abordar con precisión los estudios de caso específicos, como la producción
de Hauser y Menet o la evolución de la postal durante la Guerra Civil.
De este modo, se busca
combinar el rigor de la síntesis interpretativa con la precisión del análisis
documental, articulando la gran escala de la historia cultural con la
microhistoria del objeto postal.
Comparación de las
periodizaciones: dos miradas complementarias
Las dos clasificaciones
no son excluyentes, sino que responden a dos niveles de análisis diferentes
pero complementarios: uno macro-histórico y conceptual, y otro micro-histórico
y técnico-formal, centrado en el caso español.
Clasificación 1: Las
tres grandes fases (Enfoque interpretativo y europeo)
1.
Génesis institucional (1869-1890):
Se centra en el "porqué" de la postal. Explica su nacimiento a partir
de una necesidad de racionalización económica y modernización de las comunicaciones
a nivel europeo. Es una fase definida por la idea y la norma.
2.
Revolución visual (1890-1915):
Analiza el "qué" y el "cómo" de su explosión. El foco está
en la incorporación de la imagen, el desarrollo de la industria gráfica y su
consolidación como un fenómeno de masas transnacional. Es la fase definida por
la imagen y la industria.
3.
Madurez y crisis (1915-1939):
Explora la adaptación del medio a un nuevo contexto histórico. El análisis se
centra en el impacto de la guerra, la competencia con otros medios y su
reconversión funcional. Es la fase definida por la adaptación y la propaganda.
Justificación:
Esta periodización es ideal para una síntesis interpretativa de largo
alcance. Su fortaleza radica en que conecta la historia de la postal con los
grandes procesos de la modernidad europea: la industrialización, el surgimiento
de la cultura de masas, el imperialismo, las guerras mundiales y la crisis de
los años treinta. Es una clasificación de carácter conceptual que busca
explicar el fenómeno en su totalidad, siendo la más adecuada para un análisis
de historia cultural comparada. Permite entender la postal no como un objeto
aislado, sino como un "fósil director" de la modernidad.
Clasificación 2: Las
seis etapas (Enfoque técnico y centrado en España)
1.
Período de incunables (1890-1896):
Fase inicial y casi experimental de la postal ilustrada en España, con pocos
ejemplos conocidos.
2.
Inicio de la Serie General de Hauser
y Menet (1897-1900): Hito que marca el despegue de la producción industrial
de calidad en España.
3.
La "edad de oro"
(1901-1905): Momento de máxima producción y calidad, antes de un
cambio formal clave.
4.
Postales con reverso dividido
(1906-1918): Etapa definida por una innovación normativa de la UPU
que transforma el diseño y el uso.
5.
Postales en papel fotográfico
(1918-1936): Marcada por un cambio tecnológico que favorece la
personalización.
6.
Postales de la Guerra Civil
(1936-1939): Período definido por la instrumentalización política y
propagandística del medio.
Justificación:
Esta periodización es perfecta para un análisis técnico-formal y centrado en
el caso español. Su fortaleza es la precisión cronológica y su capacidad
para identificar los cambios clave desde la perspectiva del objeto mismo: el
tipo de papel, el formato del reverso, la técnica de impresión o la función
predominante. Es una clasificación empírica, muy útil para
coleccionistas, archiveros e historiadores del arte o de la fotografía, ya que
permite datar y clasificar las piezas con gran exactitud. Es la mirada del
especialista que necesita ordenar un corpus documental concreto.
Conclusión y
justificación de una sobre otra
Ambas clasificaciones
son válidas y útiles, y la elección de una sobre otra depende del objetivo
del estudio:
- Para una obra de síntesis con perspectiva internacional,
como la que se está desarrollando en este proyecto, la clasificación en
tres grandes fases es la más adecuada y robusta. Permite estructurar
el relato de manera coherente, conectar la historia de la postal con los
grandes marcos históricos y ofrecer una interpretación global del
fenómeno. Es la que mejor funciona para construir una narrativa histórica
sólida y comprensible para un público académico amplio.
- La clasificación en seis etapas, aunque más
precisa para el caso español, es demasiado granular para articular un
relato de 400 páginas con una perspectiva europea. Funciona mejor como una
sub-periodización dentro de las grandes fases. Por ejemplo, las
etapas 1, 2 y 3 de esta clasificación detallada encajarían perfectamente
dentro de la gran fase de "Revolución visual (1890-1915)",
mientras que las etapas 4, 5 y 6 se podrían desarrollar dentro de la fase
de "Madurez y crisis (1915-1939)".
9.2. La postal como
objeto histórico total
Este estudio ha
demostrado que la postal debe ser entendida como un objeto histórico total,
en el que se cruzan múltiples dimensiones. Su dimensión técnica la
convierte en un laboratorio para estudiar la historia de las artes gráficas. Su
dimensión económica la presenta como un modelo temprano de industria
cultural de masas. Su dimión social reside en su capacidad para
democratizar la comunicación visual. Su dimensión política se manifiesta
en su uso para la construcción de identidades colectivas y como herramienta de
propaganda. Finalmente, su dimensión antropológica nos permite analizar
la transformación de las prácticas comunicativas y la gestión de la intimidad
en la era moderna (Guereña, 2005; Riego Amézaga, 1997).
9.3. Contribuciones
historiográficas y metodológicas
La tarjeta postal se ha
consolidado como una fuente de primer orden para la historia cultural.
Su análisis requiere una metodología interdisciplinar que combine la
semiótica visual, la iconografía y la sociología histórica. Este trabajo ha
contribuido a los estudios de cultura visual y comunicación de masas, mostrando
cómo la postal funciona como un precedente histórico de las redes sociales
digitales. Su lógica de circulación, la creación de comunidades de interés
y la interacción entre imagen y texto anticipan dinámicas que hoy observamos en
las plataformas digitales (Riego Amézaga, 2011).
9.4. El legado de
setenta años de historia postal (1869-1939)
El legado material de
este período es inmenso. Se produjeron miles de millones de postales, de las
cuales se conservan centenares de millones en archivos públicos y colecciones
privadas de todo el mundo. Este vasto archivo postal constituye una memoria
visual de la modernidad occidental de un valor incalculable. Aunque la
postal histórica ha cedido su lugar a otras formas de comunicación, su legado
pervive. Las perspectivas de digitalización masiva de estos fondos abren
nuevas vías para la investigación y la difusión de este patrimonio,
garantizando su accesibilidad para futuras generaciones (López Hurtado, 2013).
9.5. Perspectivas de
investigación futura
A pesar de la abundante
bibliografía, todavía existen importantes vías de investigación por explorar.
Es necesario profundizar en el estudio de archivos privados y
colecciones institucionales internacionales aún poco conocidas. La aplicación
de nuevas metodologías de las humanidades digitales, como el análisis
computacional de grandes corpus de imágenes, puede ofrecer nuevas perspectivas
sobre los repertorios iconográficos y las redes de circulación.
Son necesarios más estudios
comparativos, no solo entre países europeos, sino también entre la postal
metropolitana y la postal colonial, o entre la producción occidental y
la de otras áreas culturales como Asia. Finalmente, la postal sigue siendo un
laboratorio privilegiado para reflexionar sobre nuestra propia cultura visual,
y su estudio puede aportar claves para comprender el funcionamiento de las redes
sociales contemporáneas y el papel de la imagen en el mundo actual
(Berenguer-Marchiano, 2019; Riego Amézaga, 2011).
Bibliografía
Berenguer-Marchiano, A. (2019). La tarjeta postal como
objeto de estudio en la era digital. Revista de Humanidades Digitales, (4),
85-102.
Guereña, J.-L. (2005). La postal en España: de la
tarjeta a la postal. En La cultura de la tarjeta postal en España
(pp. 13-45). Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.
López Hurtado, M. (2013). La tarjeta postal como
documento. Estudio de usuarios y propuesta de un modelo analítico: Aplicación a
la colección de postales del Ateneo de Madrid [Tesis doctoral]. Universidad
Complutense de Madrid.
Prochaska, D., & Mendelson, J. (Eds.). (2010). Postcards:
Ephemeral histories of modernity. Penn State University Press.
Riego Amézaga, B. (1997). Santander en la tarjeta
postal ilustrada (1897-1941): Historia, coleccionismo y valor documental.
Fundación Marcelino Botín.
Riego Amézaga, B. (2011). Una revisión del valor cultural
de la tarjeta postal ilustrada en el tiempo de las redes sociales. Fotocinema.
Revista científica de cine y fotografía, (2), 3-18.
Comparación de las
periodizaciones: dos miradas complementarias
Las dos clasificaciones
presentadas para analizar la historia de la tarjeta postal entre 1869 y 1939 no
son excluyentes, sino que responden a dos niveles de análisis diferentes pero
complementarios: uno macro-histórico y conceptual, y otro micro-histórico
y técnico-formal, centrado en el caso español.
Clasificación 1: Las
tres grandes fases (Enfoque interpretativo y europeo)
4.
Génesis institucional (1869-1890):
Se centra en el "porqué" de la postal. Explica su nacimiento a partir
de una necesidad de racionalización económica y modernización de las
comunicaciones a nivel europeo. Es una fase definida por la idea y la norma.
5.
Revolución visual (1890-1915):
Analiza el "qué" y el "cómo" de su explosión. El foco está
en la incorporación de la imagen, el desarrollo de la industria gráfica y su
consolidación como un fenómeno de masas transnacional. Es la fase definida por
la imagen y la industria.
6.
Madurez y crisis (1915-1939):
Explora la adaptación del medio a un nuevo contexto histórico. El análisis se
centra en el impacto de la guerra, la competencia con otros medios y su
reconversión funcional. Es la fase definida por la adaptación y la propaganda.
Justificación:
Esta periodización es ideal para una síntesis interpretativa de largo
alcance. Su fortaleza radica en que conecta la historia de la postal con
los grandes procesos de la modernidad europea: la industrialización, el
surgimiento de la cultura de masas, el imperialismo, las guerras mundiales y la
crisis de los años treinta. Es una clasificación de carácter conceptual
que busca explicar el fenómeno en su totalidad, siendo la más adecuada para un
análisis de historia cultural comparada. Permite entender la postal no como un
objeto aislado, sino como un "fósil director" de la modernidad.
Clasificación 2: Las
seis etapas (Enfoque técnico y centrado en España)
7.
Período de incunables (1890-1896):
Fase inicial y casi experimental de la postal ilustrada en España, con pocos
ejemplos conocidos.
8.
Inicio de la Serie General de Hauser
y Menet (1897-1900): Hito que marca el despegue de la producción industrial
de calidad en España.
9.
La "edad de oro"
(1901-1905): Momento de máxima producción y calidad, antes de un
cambio formal clave.
10.
Postales con reverso dividido
(1906-1918): Etapa definida por una innovación normativa de la UPU
que transforma el diseño y el uso.
11.
Postales en papel fotográfico
(1918-1936): Marcada por un cambio tecnológico que favorece la
personalización.
12.
Postales de la Guerra Civil
(1936-1939): Período definido por la instrumentalización política y
propagandística del medio.
Justificación:
Esta periodización es perfecta para un análisis técnico-formal y centrado en
el caso español. Su fortaleza es la precisión cronológica y su capacidad
para identificar los cambios clave desde la perspectiva del objeto mismo: el
tipo de papel, el formato del reverso, la técnica de impresión o la función
predominante. Es una clasificación empírica, muy útil para
coleccionistas, archiveros e historiadores del arte o de la fotografía, ya que
permite datar y clasificar las piezas con gran exactitud. Es la mirada del
especialista que necesita ordenar un corpus documental concreto.
Conclusión y
justificación de una sobre otra
Ambas clasificaciones
son válidas y útiles, y la elección de una sobre otra depende del objetivo
del estudio:
- Para una obra de síntesis con perspectiva
internacional, como la que se está desarrollando en este proyecto, la clasificación
en tres grandes fases es la más adecuada y robusta. Permite
estructurar el relato de manera coherente, conectar la historia de la
postal con los grandes marcos históricos y ofrecer una interpretación
global del fenómeno. Es la que mejor funciona para construir una narrativa
histórica sólida y comprensible para un público académico amplio.
- La clasificación en seis etapas, aunque más
precisa para el caso español, es demasiado granular para articular un
relato de 400 páginas con una perspectiva europea. Funciona mejor como una
sub-periodización dentro de las grandes fases. Por ejemplo, las
etapas 1, 2 y 3 de esta clasificación detallada encajarían perfectamente
dentro de la gran fase de "Revolución visual (1890-1915)",
mientras que las etapas 4, 5 y 6 se podrían desarrollar dentro de la fase
de "Madurez y crisis (1915-1939)".
En resumen, la
clasificación en tres fases proporciona el armazón estructural e
interpretativo, mientras que la de seis etapas ofrece las herramientas
de análisis detallado para los estudios de caso específicos, como el
español. Para este proyecto, se justifica el uso de la primera como estructura
principal, integrando los hitos de la segunda para enriquecer el análisis de
los casos concretos.
Claro, aquí tienes la
redacción del capítulo "10. FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA", junto con la
estructura de los apéndices, siguiendo tus indicaciones de estilo científico,
claridad conceptual y formato de citación Harvard.
10. FUENTES Y
BIBLIOGRAFÍA
La realización de una
historia integral de la tarjeta postal ilustrada (1869-1939) exige el manejo de
un aparato crítico y documental diverso y complejo. La metodología de esta
investigación se ha basado en la triangulación de fuentes primarias, que
proporcionan la evidencia empírica, con un sólido corpus de fuentes
secundarias que aportan los marcos teóricos y contextuales necesarios. A
continuación, se detalla la estructura de este andamiaje documental (Guereña,
2005; Riego Amézaga, 1997).
10.1. Fuentes primarias
Las fuentes primarias
constituyen el núcleo de la investigación y se han organizado en cinco
categorías principales:
1.
Archivos públicos especializados:
Son la base para reconstruir la historia institucional y oficial de la postal.
Se han consultado los fondos de la Sección de Correos y Telégrafos del
Archivo Histórico Nacional y la vasta colección de la Biblioteca Nacional de
España (con cerca de 500.000 ejemplares catalogados). A nivel
internacional, han sido fundamentales los fondos de los Archives Nationales
de Francia, los National Archives del Reino Unido, el Österreichisches
Staatsarchiv de Austria para la génesis del medio, y los archivos de la Unión
Postal Universal (UPU) en Berna.
2.
Colecciones especializadas y fondos
privados: Aportan un valor añadido al dar acceso a piezas raras y
series completas. Destacan el Legado Enrique Matas-Ramis en la
Biblioteca del Museu Nacional d'Art de Catalunya, la Colección Van Wickler
de postales aéreas en el Smithsonian, y los fondos del Archivo Municipal de
Madrid sobre Hauser y Menet. El acceso a colecciones privadas, mediante
convenios específicos, ha sido crucial para obtener una visión completa.
3.
Publicaciones periódicas especializadas
(1901-1939): Las revistas de la época, como la española España
Cartófila, la alemana Der Ansichtskarten Sammler o la francesa Le
Cartophile, son una fuente insustituible para conocer los debates, las
novedades editoriales, las redes de coleccionistas y la propia autoconciencia
del fenómeno cartófilo.
4.
Catálogos comerciales y técnicos:
Los catálogos de grandes editoriales, como los de Hauser y Menet o Photoglob,
proporcionan datos precisos sobre volúmenes de producción, numeración de series
y evolución técnica. Los catálogos de las grandes exposiciones cartófilas
(París 1900, Barcelona 1902) también son clave para entender los criterios de
valoración de la época.
5.
Correspondencia personal y
testimonios epistolares: El análisis de los mensajes manuscritos
en las propias postales (testimonios de soldados, correspondencia de viajeros)
y las cartas privadas de figuras clave, como las del archivo de la familia
Hauser-Menet, permiten contextualizar el uso social y la dimensión humana del
objeto.
10.2. Fuentes
secundarias
La interpretación de las
fuentes primarias se ha sustentado en cuatro pilares bibliográficos:
1.
Bibliografía especializada en
historia postal y cartofilia: Se han utilizado tanto monografías
clásicas (Staff, Byatt) como las investigaciones fundamentales para el caso
español (Teixidor, Guereña, Ramos Frendo). Estos trabajos son la base para el
conocimiento empírico del tema.
2.
Historia cultural y estudios de
comunicación: La investigación se enmarca en las corrientes de la historia
cultural y los estudios de la cultura visual (Mitchell, Bal). Las
teorías de la comunicación, desde la sociología de los medios (McLuhan) hasta
los estudios culturales (Birmingham School), han sido esenciales para
interpretar la postal como un medio de masas.
3.
Historia de las técnicas y
arqueología industrial: Para comprender la dimensión material y productiva de
la postal, se ha recurrido a la historia de la fotografía (Newhall,
Gernsheim) y de las artes gráficas (Meggs). La perspectiva de la
arqueología industrial ha permitido valorar los talleres y la maquinaria como
patrimonio.
4.
Teoría estética y semiótica de la
imagen: El análisis del contenido y el significado de las
postales se ha apoyado en textos fundamentales. La teoría de la reproductibilidad
técnica de Walter Benjamin (1936) es clave, así como la semiótica
visual de Roland Barthes (1964) y las reflexiones sobre la cultura
fotográfica de Susan Sontag. La visión crítica de la técnica de Lewis
Mumford (1934) ha permitido contextualizar la postal en la "megamáquina"
moderna.
11. APÉNDICES
Para complementar el
cuerpo del texto, se incluirá una sección de apéndices con los siguientes
contenidos:
Apéndice I: Cronología detallada de la historia postal
(1865-1939): Un cuadro sincrónico con las fechas clave a nivel internacional.
Apéndice II: Estadísticas de producción y circulación
postal: Datos cuantitativos y comparativas entre los
principales países productores.
Apéndice III: Catálogo de editores principales:
Fichas técnicas de las editoriales más relevantes por países.
Apéndice IV: Evolución técnica de los procedimientos de
impresión: Cuadros comparativos de las diferentes técnicas
gráficas.
Apéndice V: Reproducción de postales históricas
significativas: Una selección comentada de 50 postales representativas.
Apéndice VI: Mapas de difusión geográfica:
Cartografía de la expansión del medio y las principales rutas comerciales.
Apéndice VII: Glosario de términos técnicos cartófilos:
Definiciones de la terminología especializada.
Apéndice VIII: Entrevistas a coleccionistas y
especialistas: Transcripciones y análisis de testimonios orales.
Bibliografía
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Communications, 4(1), 40-51.
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Guereña, J.-L. (2005). La postal en España: de la
tarjeta a la postal. En La cultura de la tarjeta postal en España
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Riego Amézaga, B. (1997). Santander en la tarjeta
postal ilustrada (1897-1941): Historia, coleccionismo y valor documental.
Fundación Marcelino Botín.
Teixidor, C. (1999). La tarjeta postal en España,
1892-1915. Espasa Calpe.
UNA HISTORIA DE LA
TARJETA POSTAL ILUSTRADA (1869-1939)
0. JUSTIFICACIÓN Y
PRESENTACIÓN
La tarjeta postal se
afirma como objeto historiográfico total, capaz de articular la
dimensión material de la cultura, los circuitos de producción y recepción de
imágenes, y las prácticas sociales que las dotan de sentido. Lejos de ser un
residuo epistolar, opera como un documento plural —testimonio visual, soporte
de memoria, objeto artístico y mediación comunicativa—, convirtiéndose en un
laboratorio privilegiado para leer la modernidad visual entre 1869 y 1939
(Riego Amézaga, 2011). Esta perspectiva, asentada en la historia cultural y en
los estudios visuales, consolida su pertinencia para comprender tanto los
repertorios icónicos de la vida cotidiana como la institucionalización de una
cultura de masas que reconfiguró el vínculo entre imagen, técnica y público
(Guereña, 2005).
Explorar la postal desde
claves historiográficas permite captar su rara transversalidad: un pequeño
soporte que conecta prácticas comunicativas, dinámicas urbanas, representaciones
territoriales e imaginarios afectivos. Funcionó como una mirada popular
sobre lo cercano y lo lejano en un contexto de alfabetización visual creciente
(Guereña, 2005). Su estudio aporta a la reconstrucción de sistemas editoriales,
circuitos comerciales y la formación de identidades colectivas, iluminando los
modelos comunicativos previos a la explosión digital contemporánea (Riego
Amézaga y Alonso Laza, 1997; Lois, 2017).
La postal prefigura una red
social analógica: vehicula el intercambio de imágenes, la circulación
afectiva de mensajes, la exhibición de experiencias y la construcción de
comunidades (Riego Amézaga, 2011). Su doble estatuto —público por el soporte y
privado por el mensaje— la convierte en un dispositivo de memoria individual
y colectiva, un archivo donde se fijan lugares, acontecimientos y personas,
mientras activa la construcción de imaginarios territoriales (Guereña, 2005;
Lois, 2017).
El análisis exige una interdisciplinariedad
ajustada. La historia cultural aporta un marco para sus usos y
resignificaciones; los estudios visuales permiten leer su dimensión icónica; y
la historia de las técnicas explica la evolución de procedimientos como la
fototipia o el offset (Guereña, 2005; Riego Amézaga y Alonso Laza, 1997). La metodología
comparativa reconstruye patrones de circulación y transformaciones
socio-técnicas. La selección de fuentes primarias prioriza la exhaustividad y
la representatividad (Teixidor, 1999).
Mi aproximación a la
tarjeta postal no surge de una distancia meramente analítica, sino de una
inmersión prolongada en el universo del coleccionismo y el archivo. Comprendí
que su estudio no podía limitarse a una catalogación. La postal es un objeto
vivo que solo se revela a través de una metodología colaborativa. El
diálogo con coleccionistas, archiveros y especialistas enriquece la
lectura de series y la contextualización de hallazgos, habilitando una
construcción colectiva del conocimiento que comparte hipótesis y valida
evidencias (Guereña, 2005; Riego Amézaga, 2011).
La agenda futura pasa
por la digitalización y preservación del patrimonio postal y una mayor
interdisciplinariedad con la sociología de la comunicación y la antropología
visual. Se busca analizar la conexión entre visualidades históricas y
experiencias digitales, que hoy informan las lógicas de circulación del
contenido gráfico (Riego Amézaga, 2011; Lois, 2017).
1. INTRODUCCIÓN Y
FUNDAMENTOS TEÓRICOS
La tarjeta postal
ilustrada constituye un auténtico objeto-problema: un medio pequeño y
masivo, técnico y afectivo, que permite leer la transformación de la cultura
visual y la emergencia de públicos modernos (Guereña, 2005). Su estudio exige
un marco interdisciplinar que articule historia cultural, teoría de los medios
y semiótica visual para comprender la circulación social de las imágenes y sus
regímenes de sentido (Riego Amézaga, 2011).
En el ecosistema
comunicativo decimonónico, la postal irrumpe como un dispositivo híbrido
entre la correspondencia privada y la publicación masiva. Esta definición
operativa explica su doble naturaleza: mensaje íntimo en soporte público y
objeto editorial que anticipa lógicas de las redes sociales (Riego
Amézaga, 2011).
Los antecedentes
institucionales enlazan la modernización administrativa con la invención del
soporte. Heinrich von Stephan propuso en 1865 simplificaciones en la
gestión postal, y Emanuel Hermann conceptualizó en 1869 la tarjeta como
solución económica (Guereña, 2005). La primera materialización oficial fue la Correspondenz-Karte
austriaca (1 de octubre de 1869). La posterior estandarización con la Unión
Postal Universal (UPU) (1874-1878) fijó formatos, reguló tarifas y habilitó
la edición privada.
La postal combina un
formato normalizado y códigos visuales que la vuelven idónea para mensajes
rápidos y coleccionables. Cumple funciones pragmáticas de información,
saludo y testimonio (Riego Amézaga, 2011). El espacio de la postal intensifica
la tensión entre imagen y texto, donde la escritura actúa como anclaje
del valor testimonial y afectivo (Lois, 2017). Además, la postal visibiliza la
intimidad: es una correspondencia abierta que impulsa códigos de
autocensura en un soporte público (Guereña, 2005).
La genealogía visual de
la postal integra tres pilares técnicos: la fotografía como matriz
documental, la cromolitografía como democratización industrial del color
y la fotocromía como innovación de alta fidelidad (Ramírez, 2011). Este
trípode detona la transformación de las artes gráficas en la era de la reproductibilidad
técnica (Riego Amézaga, 2011).
La hipótesis central
es que la postal actuó como agente de modernización cultural. Los
objetivos son: periodizar su evolución, analizar su dimensión técnica y medir
su impacto social, estudiando editores, circuitos y prácticas cartófilas (Riego
Amézaga, 2011). El armazón teórico integra a Walter Benjamin
(reproductibilidad), Lewis Mumford (técnica y civilización), Pierre
Bourdieu (distinción y consumo cultural) y Marshall McLuhan (medios
y transformación perceptual).
La metodología
combina un corpus documental de archivos y colecciones, un análisis
iconográfico (Warburg, Panofsky) y semiótico (Barthes), y un marco
interpretativo de la historia cultural (Chartier) (Lois, 2017; Guereña, 2005).
2. CONTEXTO HISTÓRICO Y
SOCIAL (1869-1939)
El período de 1869 a
1939 fue testigo de transformaciones estructurales que definieron la
modernidad. La Revolución Industrial aceleró la urbanización y la
expansión de nuevas formas de movilidad como el ferrocarril, generando
nuevas necesidades comunicativas que la postal supo satisfacer (Landes, 1979; Terán,
1999). El surgimiento de la sociedad de masas, del tiempo libre y
del turismo convirtieron a la postal en el vehículo para comunicar la
experiencia del viaje y construir el ocio moderno (Guereña, 2005).
La Belle Époque
(1890-1914) fue la edad de oro de la postal, un símbolo de optimismo
tecnológico y expansión cultural (Hobsbawm, 1998). La Primera Guerra Mundial
(1914-1918) interrumpió los circuitos comerciales y reconvirtió la postal
en un instrumento de comunicación militar y propaganda bélica. El período
de entreguerras (1918-1939) estuvo marcado por la reconstrucción y nuevas
tensiones políticas. En España, la neutralidad en la Gran Guerra le dio una
ventaja comercial, pero la Guerra Civil (1936-1939) provocó su declive
(López Torán, 2017; Terán, 1999).
La creación de la Unión
Postal Universal (UPU) en 1874, impulsada por Heinrich von Stephan,
fue un hito que estandarizó formatos y tarifas, permitiendo la democratización
del acceso al correo y la emergencia de editores privados (Guereña, 2005). El auge
del coleccionismo, o deltiología, generó un fenómeno social de gran
envergadura. Surgieron asociaciones como la Sociedad Cartófila
"Hispania" y revistas especializadas, que crearon una cultura
experta en torno a la postal (Teixidor, 1999).
La postal se convirtió
en un archivo social de la modernidad, documentando transformaciones
urbanas, eventos y costumbres. Protagonizó la democratización de la imagen
y pasó de ser un objeto efímero a un testimonio histórico
valorado por la historia cultural (Hobsbawm, 1998; Guereña, 2005). Esta
evolución fue inseparable de la modernización técnica de las artes
gráficas, que permitió una producción industrial y una distribución a escala
global (Riego Amézaga, 1997).
3. EVOLUCIÓN TECNOLÓGICA
E INDUSTRIAL (1869-1939)
La expansión masiva de
la tarjeta postal es inseparable de la revolución tecnológica que
transformó las artes gráficas. La postal fue la síntesis de innovaciones que
permitieron producir y distribuir imágenes a una escala sin precedentes, desde
la fotografía y la cromolitografía industrial hasta la fotocromía (Riego
Amézaga, 1997).
La fotografía,
desde su invención por Daguerre y Niépce, funcionó como la matriz
documental que proporcionaba las vistas y retratos que se reproducirían
masivamente. La transición de la postal oficial a la postal fotográfica
a finales del siglo XIX vinculó el objeto con el realismo y el testimonio
visual (Prochaska & Mendelson, 2010).
La cromolitografía
industrial, evolución de la litografía de Alois Senefelder,
revolucionó la producción de imágenes a color, superando la coloración manual y
permitiendo la industrialización del color (Carreras y Candi, 1903).
Grandes casas europeas, como Photoglob en Suiza o Purger & Co.
en Alemania, lideraron este proceso (Alonso Laza, 1997). A finales de siglo, la
fotocromía (Photochrom), un proceso fotomecánico suizo, permitió
obtener imágenes de una fidelidad y realismo superiores, construyendo el
imaginario pintoresco y turístico de la época (Ramírez, 2011; Rickards
& Twyman, 2000).
Esta convergencia
tecnológica tuvo como consecuencia la democratización de la imagen. Como
señaló Walter Benjamin (1936), la reproductibilidad técnica
convirtió la imagen en un bien de consumo masivo, impulsando una rápida alfabetización
visual en la sociedad (Riego Amézaga, 1997). La industria postal tuvo un
claro epicentro geográfico en Alemania, que se consolidó como la
principal potencia técnica y comercial entre 1890 y 1914. Suiza
destacó por la innovación y Francia por su tradición artística. España,
por su parte, mantuvo una fuerte dependencia tecnológica, aunque
desarrolló un mercado con especificidad propia (Carrasco Marqués, 2018;
Guereña, 2005).
Desde la perspectiva de Lewis
Mumford (1934), la postal ilustra la transición a una era neotécnica,
marcada por la producción en serie y la estandarización, convirtiéndose en un
síntoma de la "megamáquina" moderna. La tecnología configuró
también un lenguaje visual estandarizado y repertorios iconográficos
(vistas urbanas, monumentos, tipos populares) que circularon a nivel
internacional, convirtiendo a la postal en una síntesis de arte e industria
cultural (Prochaska & Mendelson, 2010).
4. LA GÉNESIS Y PRIMEROS
DESARROLLOS (1869-1890)
El nacimiento de la
tarjeta postal en 1869 fue la culminación de un proceso de racionalización
económica y modernización de las comunicaciones. Este período fundacional
abarca desde su conceptualización teórica hasta su consolidación como un medio
estandarizado (Guereña, 2005; Henkin, 1998).
Los precursores
intelectuales fueron Emanuel Hermann y Heinrich von Stephan.
Hermann, en un artículo de 1869, expuso la argumentación económica para
una correspondencia de formato reducido y bajo coste (Herrmann, 2010). Von
Stephan, por su parte, aportó la visión sistémica para simplificar las
comunicaciones postales (Prochaska & Mendelson, 2010).
La primera
implementación fue la "Correspondenz-Karte" en el Imperio
Austrohúngaro, el 1 de octubre de 1869, bajo la dirección de Adolf Maly.
Su diseño era sobrio y funcional, sin imágenes, y su recepción pública fue
un éxito inmediato (Guereña, 2005). La expansión europea fue rápida: Alemania
y Gran Bretaña la adoptaron casi de inmediato. Francia mostró resistencias
iniciales por cuestiones de privacidad, adoptándola en 1873.
España
se sumó a esta corriente con la primera tarjeta postal oficial española
en diciembre de 1873, durante el reinado de Amadeo I. Siguiendo el
modelo europeo, era un entero postal administrativo sin imagen, aunque en 1875
ya apareció una con la alegoría de "la matrona" (Carrasco Marqués, 2009;
Carreras y Candi, 1903).
La Guerra
Franco-Prusiana (1870-1871) se convirtió en el primer gran escenario de uso
de la tarjeta postal, con las primeras postales militares para la
comunicación entre el frente y la retaguardia (Prochaska & Mendelson, 2010).
La regulación internacional llegó con el Tratado de Berna de
1874, que fundó la Unión Postal Universal (UPU) y estandarizó el formato
en 14x9 centímetros (Guereña, 2005). Esta regulación también abrió la
puerta a los editores privados, con Alemania como pionera en la
liberalización del sector, lo que sentó las bases para la futura explosión de
la postal ilustrada (Carrasco Marqués, 2009; Riego Amézaga, 1997).
5. LA REVOLUCIÓN VISUAL
Y TÉCNICA (1890-1905)
El período entre 1890 y
1905 marca la consolidación de la revolución visual de la tarjeta
postal. La demanda social de imágenes, impulsada por el turismo y el
coleccionismo, junto a decisivos avances en las técnicas de reproducción
fotomecánica, transformaron la postal en un sofisticado producto de consumo
cultural (Guereña, 2005; Ramírez, 2011).
Las Exposiciones
Universales, como la de París de 1889, actuaron como catalizador,
demostrando el enorme potencial de la postal ilustrada (Prochaska &
Mendelson, 2010). Técnicas como la fototipia permitieron una reproducción
con gran fidelidad fotográfica (Alonso Laza, 1997). La evolución al
color llegó con la cromolitografía postal y, sobre todo, la fotocromía
industrial, desarrollada por la casa suiza Photoglob, que tuvo un
gran impacto en la construcción de imaginarios pintorescos y exóticos
(Ramírez, 2011).
La industria se
concentró en grandes centros europeos. Alemania (con editores como Purger
& Co. o Stengel & Co.) se erigió como la principal potencia
técnica y comercial. Suiza (con Orell Füssli y Photoglob) destacó
por su precisión técnica, y Francia (con Lévy & Fils (LL)
o ND Phot) por su tradición artística (Guereña, 2005).
El caso de Hauser y
Menet es fundamental para la modernización de las artes gráficas en España.
Oscar Hauser y Adolfo Menet fundaron su taller en Madrid en 1890,
apostando por la producción nacional de alta calidad (Ramírez, 2011). Su
proyecto más ambicioso, la "Serie General" (1897-1900), con 690
postales, constituyó el primer gran catálogo visual de España. Hacia
1905, su catálogo ya alcanzaba las 2.078 postales, con una producción de
millones de ejemplares al año y una gran diversidad temática. Hauser y
Menet se convirtieron en un referente a nivel europeo por su capacidad de evolución
técnica y la calidad de su producción (Ramírez, 2011; Teixidor, 1999).
Esta madurez técnica
permitió una gran diversificación temática. Las vistas urbanas
codificaron una mirada turística estandarizada. Las series artísticas
cumplieron una función de democratización cultural. Y las series sobre costumbres
y folclore contribuyeron a la construcción de estereotipos regionales y
nacionales (Garófano Sánchez, 2000; Alloula, 1986).
6. LA EDAD DE ORO DEL
INTERCAMBIO POSTAL (1900-1915)
El período que va de
1900 a 1914 es la Edad de Oro de la tarjeta postal, con un auge sin
precedentes en su producción y consumo. Este fenómeno fue un síntoma de la
consolidación de la cultura de masas y del nacimiento de la cartofilia
como práctica social (Carrasco Marqués, 2018; Teixidor, 1999).
La deltiología, o
coleccionismo de postales, se diferenció de la filatelia al valorar la postal
como un documento gráfico en su totalidad (Ramírez, 2011). Esta práctica
se extendió por toda la sociedad, dando lugar a un nuevo consumo cultural.
La institucionalización de esta afición se materializó en asociaciones y
clubes, como la Sociedad Cartófila "Hispania" de
Barcelona, y en revistas especializadas como España Cartófila, que
crearon una comunidad experta con redes internacionales de intercambio
(Teixidor, 1999; Guereña, 2022). Las exposiciones cartófilas fueron
clave para la valorización cultural de la postal (Carrasco Marqués,
2011).
Las Exposiciones
Universales, como la de París en 1900, actuaron como un motor para
la industria, consolidando la postal como el souvenir oficial de la
modernidad y como memoria visual de arquitecturas y eventos efímeros
(Plá, 2022; Ramírez, 2011). Un hito decisivo fue la autorización del reverso
dividido por la UPU en 1905, que liberó el anverso para la imagen a página
completa, transformando el diseño y el uso de la postal (Carrasco Marqués,
2011). Junto a la postal fotográfica en papel de bromuro, que permitió
la personalización del medio, esta innovación marcó la plena madurez del
formato.
El impacto económico de
este boom fue enorme. La producción se industrializó masivamente, con
empresas como Hauser y Menet produciendo millones de ejemplares al año
(Teixidor, 1999). La accesibilidad social del producto, con precios muy
bajos, lo convirtió en un lujo asequible para las clases populares. Se
estructuraron complejos circuitos comerciales que incluían desde
librerías y quioscos hasta la exportación a mercados internacionales,
especialmente a América Latina desde España (Carrasco Marqués, 2011).
7. GUERRA, PROPAGANDA Y
TRANSFORMACIÓN (1914-1929)
La Primera Guerra Mundial
supuso un punto de inflexión radical para la tarjeta postal. El conflicto
reconvirtió sus funciones, circuitos y contenidos, marcando el fin de su Edad
de Oro (Guereña, 2005; López Torán, 2017).
Durante la guerra, la
postal se convirtió en una herramienta clave para la comunicación militar y
familiar, sirviendo de vínculo entre el frente y la retaguardia, aunque
siempre bajo una estricta censura militar (Prochaska & Mendelson,
2010). Al mismo tiempo, fue un poderoso instrumento de propaganda bélica.
Los estados la utilizaron para la movilización civil y para la construcción
visual del enemigo, convirtiéndola en un arma de guerra psicológica
(López Torán, 2017). La industria postal europea se vio devastada, pero la neutralidad
de España le permitió aprovechar oportunidades comerciales, aunque
con limitaciones técnicas por la dependencia de materias primas
(Guereña, 2005).
La posguerra trajo una
profunda crisis del modelo cartófilo tradicional. El trauma de la guerra,
la competencia de nuevos medios como la radio o el cine, y los nuevos
hábitos de ocio hicieron que la postal perdiera su centralidad cultural
(Ramírez, 2011). Las grandes empresas, como Hauser y Menet, iniciaron
una reconversión empresarial hacia otros productos impresos, como las
revistas ilustradas. El coleccionismo masivo dio paso a un coleccionismo
especializado y erudito (Guereña, 2005).
En la década de 1920, la
postal encontró nuevas orientaciones. El marketing territorial la adoptó
como herramienta de promoción turística. Surgió con fuerza la postal
publicitaria, que transformó el recuerdo del lugar en una memoria de
marca. Y la mejora de la fotografía amateur permitió la
democratización de la postal fotográfica personal, un objeto artesanal y
personalizado (Ramírez, 2011; Teixidor, 1999).
8. RECUPERACIÓN Y NUEVOS
HORIZONTES (1925-1939)
El período de
entreguerras fue una etapa de profundas transformaciones. La postal encontró
nuevos nichos de mercado en un contexto marcado por el auge del turismo
moderno, la aviación comercial, la crisis de 1929 y la polarización
política (Guereña, 2005; Vallejo Pousada, 2019).
En los "felices
años veinte", la popularización del automóvil democratizó el
turismo y la postal se consolidó como souvenir y herramienta de marketing
turístico institucional, con una iconografía que se abría a los paisajes
naturales (Guereña, 2005). El desarrollo de la aviación civil, con
líneas como American Airlines, dio lugar a las postales aéreas,
símbolo de modernidad tecnológica y objeto de un nuevo coleccionismo
especializado.
El crack de 1929
impactó en la industria, llevando a una concentración del mercado. La
postal también sirvió como testimonio de la crisis, documentando el
desempleo o las obras públicas del New Deal, utilizadas como propaganda
estatal. A pesar de la recesión, mantuvo su función en la economía del
afecto como un regalo accesible (Prochaska & Mendelson, 2010).
Los años previos a la
Segunda Guerra Mundial estuvieron marcados por una intensa polarización
ideológica. La postal se convirtió en un potente instrumento de propaganda
política. En el caso de España, durante la Segunda República (1931-1936),
fue un vibrante campo de batalla simbólico, con postales que exaltaban los valores
democráticos y la modernización (Mendelson, 2005). Con el estallido
de la Guerra Civil (1936-1939), se transformó en un arma de guerra
utilizada por ambos bandos para la propaganda, la movilización y la
construcción de su legitimidad, convirtiéndose en un documento histórico de
excepción (López Torán, 2017; Guereña, 2005). En el plano técnico, el
perfeccionamiento del offset y de técnicas de color como la tricromía
marcaron la madurez definitiva del medio (Ramírez, 2011).
9. CONCLUSIONES
GENERALES
La historia de la
tarjeta postal ilustrada entre 1869 y 1939 es la crónica de un objeto que
capturó y modeló el espíritu de su tiempo. Su evolución, desde una tarjeta
administrativa a un producto de la industria cultural de masas, permite
analizar las transformaciones de la modernidad (Guereña, 2005; Riego Amézaga,
1997).
El desarrollo de la
postal se puede articular en tres grandes fases: génesis institucional
(1869-1890), revolución visual (1890-1915) y madurez y crisis
(1915-1939). A lo largo de estas etapas, funcionó como agente y
testimonio de la modernización, en una continua dialéctica entre
innovación técnica y transformación social (Prochaska & Mendelson,
2010). La postal debe ser entendida como un objeto histórico total, con
dimensiones técnica, económica, social, política y antropológica.
Como fuente para la
historia cultural, su estudio requiere una metodología interdisciplinar.
Este trabajo ha buscado mostrar cómo la postal funciona como un precedente
histórico de las redes sociales digitales por su lógica de circulación y
creación de comunidades (Riego Amézaga, 2011). El inmenso archivo postal
que ha llegado hasta nosotros constituye una memoria visual de la modernidad,
y las perspectivas de digitalización masiva abren nuevas vías para su
investigación y difusión (López Hurtado, 2013).
Las perspectivas de
investigación futura son amplias. Es necesario explorar archivos
privados poco conocidos y aplicar nuevas metodologías de las humanidades
digitales. Son necesarios más estudios comparativos, especialmente
entre la postal metropolitana y la postal colonial. Finalmente, la
postal sigue siendo un laboratorio para reflexionar sobre nuestra cultura
visual y las redes sociales contemporáneas (Berenguer-Marchiano, 2019;
Riego Amézaga, 2011).
10. FUENTES Y
BIBLIOGRAFÍA
La realización de una
historia integral de la tarjeta postal ilustrada (1869-1939) exige el manejo de
un aparato crítico y documental diverso. La metodología de esta investigación
se ha basado en la triangulación de fuentes primarias, que proporcionan
la evidencia empírica, con un sólido corpus de fuentes secundarias que
aportan los marcos teóricos y contextuales necesarios (Guereña, 2005; Riego
Amézaga, 1997).
Las fuentes primarias
consultadas se han organizado en cinco categorías: archivos públicos
especializados (Archivo Histórico Nacional, Biblioteca Nacional de España,
Archives Nationales de Francia, archivos de la UPU); colecciones
especializadas y fondos privados (Legado Matas-Ramis, fondos del Archivo
Municipal de Madrid sobre Hauser y Menet); publicaciones periódicas
especializadas de la época (España Cartófila, Le Cartophile);
catálogos comerciales y técnicos (Hauser y Menet, Photoglob); y correspondencia
personal y testimonios epistolares.
Las fuentes
secundarias se han articulado en cuatro pilares: bibliografía
especializada en historia postal y cartofilia (Teixidor, Guereña, Ramos
Frendo); historia cultural y estudios de comunicación (Mitchell,
McLuhan, Escuela de Birmingham); historia de las técnicas y arqueología
industrial (Newhall, Meggs); y teoría estética y semiótica de la imagen
(Walter Benjamin, Roland Barthes, Susan Sontag, Lewis Mumford).
12. ÍNDICES FINALES
Para facilitar la
consulta y el uso académico de esta obra, se incluirá una sección final de
índices detallados:
- Índice onomástico: Un listado
alfabético de todas las personas relevantes mencionadas (editores,
teóricos, coleccionistas, etc.), con indicación de las páginas donde
aparecen.
- Índice de editores y empresas postales: Un índice específico para las empresas productoras, con sus períodos
de actividad y las series más destacadas.
- Índice geográfico: Una guía de
los lugares (países, regiones, ciudades) mencionados, facilitando el
estudio comparativo y la localización de la producción.
- Índice temático y conceptual: Un índice de los principales conceptos teóricos (ej. cartofilia,
reproductibilidad técnica, memoria afectiva) y temas
transversales (técnica, sociedad, política, etc.), que permitirá al lector
experto rastrear las líneas argumentales de la investigación.
Bibliografía General
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través de la tarjeta postal ilustrada (1897-1941). En B. Riego (Ed.), Santander
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