La tarjeta postal se
oficializó en España mediante la Real Orden de mayo de 1871, firmada por Práxedes
Mateo Sagasta durante el reinado de Amadeo de Saboya, en plena Primera
República (Guereña, 2005, p. 37). Esta disposición estableció el marco
legal para la creación de las tarjetas postales como instrumento de
correspondencia, siguiendo el modelo implementado en Austria desde 1869
y reconociendo oficialmente la necesidad de introducir este nuevo medio de
comunicación (Fernández Beviá, 2014, p. 25). La normativa determinó que estos
documentos circularían a la mitad del precio de las cartas ordinarias,
reconociendo la ventaja económica y práctica del nuevo formato (BNE,
2014).
Marco jurídico inicial y
vacío editorial
Sin embargo, la Administración
de Correos no puso a disposición del público modelos oficiales de forma
inmediata, generando un vacío editorial de dos años y medio que impidió
la utilización efectiva del sistema hasta diciembre de 1873 (Guereña, 2005, p.
37). Esta demora estuvo condicionada por la inestabilidad política del
momento, que retrasó la implementación práctica de las disposiciones legales
aprobadas (Guereña, 2005, p. 37). Durante este intervalo normativo, las iniciativas
privadas intentaron cubrir la demanda social de comunicación postal no
satisfecha por la Administración (Guereña, 2005, p. 38).
Editores particulares como Abelardo de Carlos, director de "La Moda Elegante Ilustrada", lanzaron tarjetas postales que respetaban las dimensiones reglamentarias, pero carecían del franqueo preferente oficial (Guereña, 2005, p. 38). Estas tarjetas precursoras circulaban pagando la tarifa de carta ordinaria, pues la normativa postal vigente solo permitía el uso de la tarifa reducida a los modelos oficiales y en el reverso solían llevar una ilustración en el lugar de la correspondencia(Guereña, 2005, p. 38). Durante este periodo se editaron en España más de treinta modelos diferentes de tarjetas privadas, algunas vinculadas a personalidades relevantes como Mariano Pardo de Figueroa (Dr. Thebussem), quien en mayo de 1873 editó unas propias burlándose de alguna manera del retraso en la implementación de tarjetas postales oficiales (Guereña, 2005, p. 39).
Primer entero postal
oficial
El primer entero postal
oficial español se puso a la venta el 1 de diciembre de 1873, durante la
Primera República, con tarjetas impresas por la Fábrica Nacional de la
Moneda y el Timbre (Guereña, 2005, p. 37; BNE, 2014). Estas primeras
postales, o enteros postales, llevaban las inscripciones "República
Española", "Targeta o tarjeta postal" y "Lo
que debe escribirse se hará en el reverso e irá firmado por el remitente"
(Guereña, 2005, p. 37; BNE, 2014). El diseño oficial incluía un sello
impreso de 5 céntimos con la efigie de la República, grabado por Joaquim
Pi i Margall y estampado directamente sobre la cartulina en azul y negro
(Guereña, 2005, p. 37). El anverso se reservaba para la dirección del
destinatario, mientras que el reverso permanecía completamente en blanco,
disponible para el mensaje del remitente, sin ilustración o decoración alguna
(Guereña, 2005, p. 37).
Según datos oficiales, el primer
año de implantación de este nuevo sistema de correspondencia se registró
una circulación de 320.000 tarjetas, cifra que simbolizaba el impulso de
modernización del estado como símbolo de progreso. Sin embargo, esta
cifra disminuyó de forma exponencial hasta representar solo un 0,3 por
ciento de los objetos circulados en el año 1877, evidenciando dificultades
en la adopción inicial del nuevo medio.
En este momento comenzaron a
surgir las postales dobles o de contestación pagada para fomentar
la comunicación con la utilización de este método innovador, facilitando el
intercambio bidireccional de correspondencia.
Prohibición de enteros
privados y monopolio estatal
La prohibición de las tarjetas
privadas se decretó mediante Real Orden del 8 de noviembre de 1873, apenas
tres semanas antes de la puesta en venta de los enteros oficiales (Guereña,
2005, p. 39). Esta prohibición establecía el monopolio estatal sobre la
emisión de enteros postales con sello impreso, respondiendo a motivaciones fiscales
y de control administrativo (Guereña, 2005, p. 39). Las postales privadas
fueron así prohibidas poco después de su aparición, y hasta 1887 solo
circularon las tarjetas emitidas por la Administración de Correos con sello
impreso (Guereña, 2005, p. 40).
El periodo 1873-1886
constituyó una etapa de monopolio estatal efectivo sobre los enteros
postales, durante trece años en los cuales únicamente las emisiones oficiales
tuvieron validez postal (Carrasco Marqués, 1992, p. 18). Esta situación
contrastaba marcadamente con otros países europeos, como Francia o Alemania,
donde la industria privada había impulsado tempranamente la
diversificación temática y estética de las tarjetas postales (Carreras y Candi,
1903, p. 15).
Liberalización normativa
El Reglamento de Correos de
1889 introdujo una novedad fundamental: la autorización de tarjetas
postales privadas (BNE, 2014; Guereña, 2005, p. 41). La autorización se
completó con la Real Orden del 31 de diciembre de 1886, que derogaba la
prohibición de 1873 (Guereña, 2005, p. 41). El artículo 24 establecía la
circulación de tarjetas postales elaboradas por particulares en cartulinas
de buena calidad, con las dimensiones señaladas para las oficiales (9x14
cm) y llevando adheridos sellos de correos por valor igual al precio
de las oficiales, con la obligatoriedad de contar con un sello adherido
en la esquina superior derecha (Guereña, 2005, p. 41).
La Real Orden del 28 de
enero de 1887 extendía la autorización al envío internacional,
conforme a los acuerdos de la Unión Postal Universal (BNE, 2014). España
se alineaba así con la práctica internacional que desde 1878 permitía la edición
privada de tarjetas postales, siempre que cumplieran los requisitos
técnicos y llevaran sellos adhesivos del valor apropiado (Guereña, 2005, p.
41). Esta liberalización transformó radicalmente el panorama postal español,
abriendo un campo para la creatividad artística y comercial (Carrasco
Marqués, 1992, p. 19).
Transformación hacia la
postal ilustrada
La liberalización de 1886-1887
permitió a los editores privados obtener la posibilidad legal de
imprimir y comercializar tarjetas postales (Guereña, 2005, p. 42). Estas
primeras postales privadas, a menudo editadas de forma anónima o por impresores
y periodistas reconocidos del momento, comenzaron a incluir en el reverso
una ilustración en el lugar de la correspondencia, transformando la
naturaleza del medio .
Las primeras tarjetas
postales ilustradas aparecieron hacia 1890, aunque las más antiguas
conservadas con matasellos datan de 1892 (Realisaprint, 2022).
La transición del entero
oficial a la tarjeta postal ilustrada privada marcó un cambio
cualitativo fundamental (Riego Amézaga, 1997, p. 35). Los enteros oficiales de
1873 carecían de cualquier ilustración, limitándose a cumplir una función
postal utilitaria (Guereña, 2005, p. 37). La liberalización de 1886-1887
permitió incorporar elementos visuales: fotografías, cromolitografías
y dibujos artísticos (Riego Amézaga, 1997, p. 36). Esta transformación
convirtió la tarjeta postal en un objeto cultural complejo que combinaba
funciones comunicativas, estéticas, documentales y comerciales (Riego
Amézaga, 1997, p. 37).
Valor documental y
significación histórica
El valor histórico de los
enteros postales precursores y oficiales de 1871-1873 trasciende su función
postal inmediata (López Hurtado, 2013, p. 45). Estos documentos constituyen testimonios
esenciales para comprender la modernización de las comunicaciones en
la España del Sexenio Democrático y la Primera República (Guereña, 2005,
p. 43). El fomento de la tarjeta postal oficial significó un impulso de
modernización del estado como símbolo de progreso, insertándose en el
contexto más amplio de las reformas comunicacionales y tecnológicas del periodo
.
Referencias
- Biblioteca Nacional de España (BNE). (2014). La tarjeta postal en España. Madrid: Biblioteca Nacional de España.
- Boix Felip, E. (2002). Catàleg de targetes postals de Barcelona A.T.V. Àngel Toldrà Viazo. Editorial Ausa.
- Carrasco Marqués, M. (1992). Catálogo de las primeras tarjetas postales de España impresas por Hauser y Menet (1892-1905). Madrid: Casa del Coleccionista.
- Carreras y Candi, F. (1903). Las tarjetas postales en España. Barcelona: Tipografía La Académica.
- Fernández Beviá, R. (2014). La imagen viajera de Huelva. Huelva: Universidad Internacional de Andalucía.
- Guereña, J.-L. (2005). Imagen y memoria. La tarjeta postal a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Berceo, 149, 35-58.
- López Hurtado, M. (2013). La tarjeta postal como documento. Estudio de usuarios y propuesta de un modelo analítico: aplicación a la colección de postales del Ateneo de Madrid [Tesis doctoral]. Universidad Complutense de Madrid.
- Realisaprint. (2022). Historia de las tarjetas postales. https://www.realisaprint.com
- Riego Amézaga, B. (1997). La tarjeta postal, entre la comunicación interpersonal y la mirada universal. En B. Riego et al., Santander en la tarjeta postal ilustrada (1897-1941) (pp. 19-57). Santander: Fundación Marcelino Botín.
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