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5/10/25

2.2. Llegada a España: Los Primeros Enteros Postales

2.2. Llegada a España: Los Primeros Enteros Postales

Nacimiento y evolución de la tarjeta postal en España (1871-1887)

La tarjeta postal se oficializó en España mediante la Real Orden de mayo de 1871, firmada por Práxedes Mateo Sagasta durante el reinado de Amadeo de Saboya, en plena Primera República (Guereña, 2005, p. 37). Esta disposición estableció el marco legal para la creación de las tarjetas postales como instrumento de correspondencia, siguiendo el modelo implementado en Austria desde 1869 y reconociendo oficialmente la necesidad de introducir este nuevo medio de comunicación (Fernández Beviá, 2014, p. 25). La normativa determinó que estos documentos circularían a la mitad del precio de las cartas ordinarias, reconociendo la ventaja económica y práctica del nuevo formato (BNE, 2014).

Marco jurídico inicial y vacío editorial

Sin embargo, la Administración de Correos no puso a disposición del público modelos oficiales de forma inmediata, generando un vacío editorial de dos años y medio que impidió la utilización efectiva del sistema hasta diciembre de 1873 (Guereña, 2005, p. 37). Esta demora estuvo condicionada por la inestabilidad política del momento, que retrasó la implementación práctica de las disposiciones legales aprobadas (Guereña, 2005, p. 37). Durante este intervalo normativo, las iniciativas privadas intentaron cubrir la demanda social de comunicación postal no satisfecha por la Administración (Guereña, 2005, p. 38).

Editores particulares como Abelardo de Carlos, director de "La Moda Elegante Ilustrada", lanzaron tarjetas postales que respetaban las dimensiones reglamentarias, pero carecían del franqueo preferente oficial (Guereña, 2005, p. 38). Estas tarjetas precursoras circulaban pagando la tarifa de carta ordinaria, pues la normativa postal vigente solo permitía el uso de la tarifa reducida a los modelos oficiales  y en el reverso solían llevar una ilustración en el lugar de la correspondencia(Guereña, 2005, p. 38).  Durante este periodo se editaron en España más de treinta modelos diferentes de tarjetas privadas, algunas vinculadas a personalidades relevantes como Mariano Pardo de Figueroa (Dr. Thebussem), quien en mayo de 1873 editó unas propias burlándose de alguna manera del retraso en la implementación de tarjetas postales oficiales (Guereña, 2005, p. 39).

Entre estas primeras postales privadas destaca especialmente la editada por Álvar Verdaguer, dedicada a los subscriptores de la Biblioteca Catalana y que data del año 1872 . Según Ernesto Boix, esta constituye la primera postal ilustrada de Barcelona, y por tanto del ámbito privado, de la cual se tiene constancia en España .(Boix Felip, E. 2002). 

Primer entero postal oficial

El primer entero postal oficial español se puso a la venta el 1 de diciembre de 1873, durante la Primera República, con tarjetas impresas por la Fábrica Nacional de la Moneda y el Timbre (Guereña, 2005, p. 37; BNE, 2014). Estas primeras postales, o enteros postales, llevaban las inscripciones "República Española", "Targeta o tarjeta postal" y "Lo que debe escribirse se hará en el reverso e irá firmado por el remitente" (Guereña, 2005, p. 37; BNE, 2014). El diseño oficial incluía un sello impreso de 5 céntimos con la efigie de la República, grabado por Joaquim Pi i Margall y estampado directamente sobre la cartulina en azul y negro (Guereña, 2005, p. 37). El anverso se reservaba para la dirección del destinatario, mientras que el reverso permanecía completamente en blanco, disponible para el mensaje del remitente, sin ilustración o decoración alguna (Guereña, 2005, p. 37).

Según datos oficiales, el primer año de implantación de este nuevo sistema de correspondencia se registró una circulación de 320.000 tarjetas, cifra que simbolizaba el impulso de modernización del estado como símbolo de progreso. Sin embargo, esta cifra disminuyó de forma exponencial hasta representar solo un 0,3 por ciento de los objetos circulados en el año 1877, evidenciando dificultades en la adopción inicial del nuevo medio.

En este momento comenzaron a surgir las postales dobles o de contestación pagada para fomentar la comunicación con la utilización de este método innovador, facilitando el intercambio bidireccional de correspondencia.

Prohibición de enteros privados y monopolio estatal

La prohibición de las tarjetas privadas se decretó mediante Real Orden del 8 de noviembre de 1873, apenas tres semanas antes de la puesta en venta de los enteros oficiales (Guereña, 2005, p. 39). Esta prohibición establecía el monopolio estatal sobre la emisión de enteros postales con sello impreso, respondiendo a motivaciones fiscales y de control administrativo (Guereña, 2005, p. 39). Las postales privadas fueron así prohibidas poco después de su aparición, y hasta 1887 solo circularon las tarjetas emitidas por la Administración de Correos con sello impreso (Guereña, 2005, p. 40).

El periodo 1873-1886 constituyó una etapa de monopolio estatal efectivo sobre los enteros postales, durante trece años en los cuales únicamente las emisiones oficiales tuvieron validez postal (Carrasco Marqués, 1992, p. 18). Esta situación contrastaba marcadamente con otros países europeos, como Francia o Alemania, donde la industria privada había impulsado tempranamente la diversificación temática y estética de las tarjetas postales (Carreras y Candi, 1903, p. 15).

Liberalización normativa

El Reglamento de Correos de 1889 introdujo una novedad fundamental: la autorización de tarjetas postales privadas (BNE, 2014; Guereña, 2005, p. 41). La autorización se completó con la Real Orden del 31 de diciembre de 1886, que derogaba la prohibición de 1873 (Guereña, 2005, p. 41). El artículo 24 establecía la circulación de tarjetas postales elaboradas por particulares en cartulinas de buena calidad, con las dimensiones señaladas para las oficiales (9x14 cm) y llevando adheridos sellos de correos por valor igual al precio de las oficiales, con la obligatoriedad de contar con un sello adherido en la esquina superior derecha (Guereña, 2005, p. 41).

La Real Orden del 28 de enero de 1887 extendía la autorización al envío internacional, conforme a los acuerdos de la Unión Postal Universal (BNE, 2014). España se alineaba así con la práctica internacional que desde 1878 permitía la edición privada de tarjetas postales, siempre que cumplieran los requisitos técnicos y llevaran sellos adhesivos del valor apropiado (Guereña, 2005, p. 41). Esta liberalización transformó radicalmente el panorama postal español, abriendo un campo para la creatividad artística y comercial (Carrasco Marqués, 1992, p. 19).

Transformación hacia la postal ilustrada

La liberalización de 1886-1887 permitió a los editores privados obtener la posibilidad legal de imprimir y comercializar tarjetas postales (Guereña, 2005, p. 42). Estas primeras postales privadas, a menudo editadas de forma anónima o por impresores y periodistas reconocidos del momento, comenzaron a incluir en el reverso una ilustración en el lugar de la correspondencia, transformando la naturaleza del medio .

Las primeras tarjetas postales ilustradas aparecieron hacia 1890, aunque las más antiguas conservadas con matasellos datan de 1892 (Realisaprint, 2022).

La transición del entero oficial a la tarjeta postal ilustrada privada marcó un cambio cualitativo fundamental (Riego Amézaga, 1997, p. 35). Los enteros oficiales de 1873 carecían de cualquier ilustración, limitándose a cumplir una función postal utilitaria (Guereña, 2005, p. 37). La liberalización de 1886-1887 permitió incorporar elementos visuales: fotografías, cromolitografías y dibujos artísticos (Riego Amézaga, 1997, p. 36). Esta transformación convirtió la tarjeta postal en un objeto cultural complejo que combinaba funciones comunicativas, estéticas, documentales y comerciales (Riego Amézaga, 1997, p. 37).

Valor documental y significación histórica

El valor histórico de los enteros postales precursores y oficiales de 1871-1873 trasciende su función postal inmediata (López Hurtado, 2013, p. 45). Estos documentos constituyen testimonios esenciales para comprender la modernización de las comunicaciones en la España del Sexenio Democrático y la Primera República (Guereña, 2005, p. 43). El fomento de la tarjeta postal oficial significó un impulso de modernización del estado como símbolo de progreso, insertándose en el contexto más amplio de las reformas comunicacionales y tecnológicas del periodo .

Referencias

  • Biblioteca Nacional de España (BNE). (2014). La tarjeta postal en España. Madrid: Biblioteca Nacional de España.
  • Boix Felip, E. (2002). Catàleg de targetes postals de Barcelona A.T.V. Àngel Toldrà Viazo. Editorial Ausa.
  • Carrasco Marqués, M. (1992). Catálogo de las primeras tarjetas postales de España impresas por Hauser y Menet (1892-1905). Madrid: Casa del Coleccionista.
  • Carreras y Candi, F. (1903). Las tarjetas postales en España. Barcelona: Tipografía La Académica.
  • Fernández Beviá, R. (2014). La imagen viajera de Huelva. Huelva: Universidad Internacional de Andalucía.
  • Guereña, J.-L. (2005). Imagen y memoria. La tarjeta postal a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Berceo, 149, 35-58.
  • López Hurtado, M. (2013). La tarjeta postal como documento. Estudio de usuarios y propuesta de un modelo analítico: aplicación a la colección de postales del Ateneo de Madrid [Tesis doctoral]. Universidad Complutense de Madrid.
  • Realisaprint. (2022). Historia de las tarjetas postales. https://www.realisaprint.com
  • Riego Amézaga, B. (1997). La tarjeta postal, entre la comunicación interpersonal y la mirada universal. En B. Riego et al., Santander en la tarjeta postal ilustrada (1897-1941) (pp. 19-57). Santander: Fundación Marcelino Botín.

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