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10/10/25

2.4. Edad de Oro y Expansión (1900-1918)

2.4. Edad de Oro y Expansión (1900-1918)

Consolidación Industrial, Transformación Cultural y Declive Bélico

Introducción

La tarjeta postal ilustrada experimentó su periodo de máximo esplendor entre 1900 y 1914, estableciendo el primer sistema de comunicación visual masiva de la era moderna (Carrasco Marqués, 2009; Riego Amézaga, 1997). Este fenómeno operó en la intersección de la industria gráfica, la circulación postal y el consumo cultural urbano, transformando las prácticas de difusión visual en España y Europa. La lógica de la reproducción mecánica convirtió la imagen fotográfica en mercancía cultural seriada, accesible y coleccionable, democratizando el acceso a contenidos visuales mediante economías de escala (Benjamin, 1936). El resultado fue un régimen de visualidad cotidiano disciplinado por la logística postal, que integró prácticas de escritura breve con lectura de imágenes estandarizadas (Henkin, 1998).

Transformación del Formato Postal

En 1905, la Unión Postal Universal autorizó la división del reverso en dos secciones: una para el mensaje y otra para la dirección del destinatario (Carrasco Marqués, 2018; Henkin, 1998). Ese mismo año, la Dirección General de Correos y Telégrafos del Ministerio de Gobernación autorizó esta modificación en las tarjetas postales del Estado español, adaptándose al decreto internacional que otros países europeos ya estaban implementando (Real Decreto, 1905; Carrasco Marqués, 2018). A partir de este momento, la configuración de las postales quedó tal como se conoce actualmente: el anverso dedicado únicamente a la ilustración y el reverso con la banda derecha para la dirección y la banda izquierda para la correspondencia, con el sello en la esquina superior derecha (Carrasco Marqués, 2018).

La liberación del anverso para uso exclusivo de la imagen transformó la postal en soporte visual puro que maximizó el impacto estético y documental de las fotografías (Riego Amézaga, 1997). Esta modificación eliminó la interferencia textual sobre las imágenes y permitió el aprovechamiento completo de la superficie disponible para reproducción fotográfica de alta calidad (Carrasco Marqués, 2018). La postal pasó de ser un medio de comunicación con ilustraciones accesorias a convertirse en un vehículo primordial para la difusión masiva de imágenes, democratizando el acceso a representaciones visuales de monumentos, paisajes urbanos y acontecimientos (Benjamin, 1936; Riego Amézaga, 1997).

La homogeneización de superficies facilitó procesos mecanizados de clasificación postal y optimizó la eficiencia del sistema de correos mediante ubicaciones estandarizadas de direcciones y sellos (Henkin, 1998). El formato se estandarizó en 9 x 14 centímetros, permitiendo a los empleados postales procesar volúmenes extraordinarios de correspondencia con mayor rapidez (Carrasco Marqués, 2018). Esta familiaridad con formatos uniformes agilizó el procesamiento, redujo errores en manipulación y distribución, y se convirtió en la condición técnica de un mercado de masas sostenido por altas tiradas y cadenas de distribución densas (Real Decreto, 1905; Carrasco Marqués, 2018).

Antes de 1905, las ciudades principales en este sector eran Madrid y Barcelona (Carrasco Marqués, 2009). A partir de este año se comenzó a desarrollar una fuerte industria alrededor de la tarjeta postal en diferentes ciudades del Estado español (Carrasco Marqués, 2018). El auge de estas industrias especializadas, los avances en las técnicas de ilustración y de impresión, así como la popularización de esta tipología postal determinaron que, desde sus orígenes hasta 1910, se viviera lo que puede denominarse la edad de oro de la tarjeta postal (Riego Amézaga, 1997; Prochaska y Mendelson, 2010). Durante este periodo, la producción se multiplicó exponencialmente, surgieron numerosas casas editoriales especializadas en distintas ciudades, y el coleccionismo alcanzó proporciones masivas que anticiparon los fenómenos de cultura popular característicos del siglo XX (Rickards y Twyman, 2000; Carrasco Marqués, 2018).

La estandarización técnica propiciada por la reforma de 1905 permitió la consolidación de un circuito comercial complejo que integraba fotógrafos, impresores, editores, distribuidores y puntos de venta, todos articulados en torno a la producción y comercialización de series numeradas y temáticas diversificadas (Carrasco Marqués, 2018; Prochaska y Mendelson, 2010). Este ecosistema industrial y la optimización del sistema postal convirtieron la tarjeta postal en el principal medio de comunicación visual de masas hasta la Primera Guerra Mundial (Henkin, 1998; Riego Amézaga, 1997).

Contexto Internacional Comparado

Reino Unido y Estados Unidos registraron volúmenes anuales extraordinarios de circulación postal, consolidando la postal en rutinas de sociabilidad moderna como elemento indispensable de la vida cotidiana (Prochaska, 1990; Henkin, 1998). Alemania lideró la tecnología fotomecánica y exportación, posicionándose como polo industrial de referencia y exportando maquinaria y postales de alta calidad a todo el continente (Prochaska y Mendelson, 2010). Francia destacó en ediciones artísticas y de lujo, frecuentemente influenciadas por el Art Nouveau, conservando nichos especializados de alto valor estético (Prochaska y Mendelson, 2010).

Este entorno transnacional funcionó como referente de calidad y modelo de negocio para el mercado peninsular, convalidando prácticas españolas y acelerando la maduración de su oferta editorial (Carrasco Marqués, 2009). La noción de Edad de Oro se refuerza en este marco internacional, asociada a volumen extraordinario, diversidad temática y mejora técnica sostenida (Teixidor, 1999).

Profesionalización de la Industria Española

La industria postal española profesionalizó la división del trabajo, los estándares técnicos y las redes de distribución capilares, enlazando talleres de impresión y puntos de venta en librerías, quioscos, estancos, hoteles y estaciones ferroviarias (Riego Amézaga, 1997; Carrasco Marqués, 2009). La gestión de catálogos por territorio y temática permitió optimización de inventarios según consumo regional, elevando la rotación y estabilizando ingresos (Alonso Laza, 1997; Carrasco Marqués, 2018).

La separación de funciones entre impresión, comercialización y administración consolidó un modelo empresarial moderno que garantizó expansión productiva sostenida (Carrasco Marqués, 2009). El control de inventario por demanda regional y la rotación rápida financiaron reinversiones tecnológicas y expansión de catálogo. La densificación de la red comercial sostuvo una oferta capilar que convirtió la postal en mercancía de compra recurrente (Carrasco Marqués, 2018).

Los controles de calidad en color, textura y acabado homogeneizaron tiradas y colocaron a impresores españoles en estándares comparables europeos (Alonso Laza, 1997; Carrasco Marqués, 2009). Las empresas líderes como Fototipia Thomas, Hauser y Menet, y Castiñeira y Álvarez alcanzaron reconocimiento nacional por la calidad técnica de sus producciones y su capacidad para grandes tiradas con estándares uniformes (López Hurtado, 2013). Hauser y Menet despuntó como editora pionera con tiradas mensuales muy altas durante la década, consolidando liderazgo de mercado junto con Thomas, Laurent/Lacoste, Dümmatzen y otros talleres urbanos (Teixidor, 1999). Esta profesionalización técnica posicionó la industria postal española en mercados internacionales y estableció bases sólidas para expansión comercial durante la Edad de Oro, estabilizando la reputación editorial y fortaleciendo la fidelidad de marca en un mercado crecientemente competitivo (Carrasco Marqués, 2018).

Innovación Tecnológica: La Fototipia

La fototipia se impuso por su relación coste-calidad y fidelidad tonal, desplazando a la cromolitografía en vistas y reportaje documental, mientras esta última conservó espacio en series artísticas y de lujo (Carrasco Marqués, 2009). La fototipia constituyó un procedimiento fotomecánico que utilizaba placas de vidrio recubiertas con emulsión de gelatina bicromatada que se exponían mediante contacto con negativos fotográficos (Carrasco Marqués, 2009). Este proceso permitía tiradas de varios miles de ejemplares con gran calidad de reproducción y fidelidad tonal superior a otros métodos industriales, ofreciendo un detalle casi fotográfico sin la trama de puntos característica de la litografía (López Hurtado, 2013).

Las mejoras técnicas en emulsiones fotográficas incorporaron haluros de plata más sensibles y gelatinas de mayor calidad que optimizaron tiempo de exposición y definición de imágenes (Carrasco Marqués, 2018). Los papeles especializados desarrollaron capas de barita que proporcionaron superficie uniforme para impresión y mayor durabilidad de productos finales (López Hurtado, 2013). El uso de papeles duros tipo Bristol en fototipia favoreció la transferencia delicada de medios tonos y líneas finas, elevando productividad sin sacrificar calidad perceptible en grandes tiradas (Getty Conservation Institute, 2017; Carrasco Marqués, 2018).

Los procedimientos estandarizados establecieron protocolos técnicos de exposición, entintado e impresión que garantizaron reproducibilidad y control de calidad en procesos industriales (Carrasco Marqués, 2009). El diseño del flujo de trabajo por etapas —preparación de negativos, preparación de placas, pruebas, tirada, acabado— consolidó capacidades de escala (Carrasco Marqués, 2018). La tecnificación del taller fue condición de competitividad internacional frente a proveedores centroeuropeos, consolidando talleres especializados y elevando la competencia internacional de los impresores españoles mediante adopción de tecnologías avanzadas comparables a estándares europeos (Alonso Laza, 1997; Carrasco Marqués, 2018). La bibliografía técnica caracteriza la reticulación microscópica de la gelatina como rasgo identificable bajo aumento, clave para peritaje y conservación (Getty Conservation Institute, 2017).

Estrategias Comerciales y Gestión de Archivos

La reutilización sistemática de archivos fotográficos optimizó costos de producción y garantizó oferta constante de nuevos productos sin inversiones adicionales en captación de imágenes (Carrasco Marqués, 2018). Estos archivos de negativos se convirtieron en activos estratégicos para series locales y temáticas, reduciendo costos marginales de nuevos lanzamientos y permitiendo variaciones regionales que ampliaron la oferta editorial (Carrasco Marqués, 2018).

Los ritmos estacionales determinaron estrategias de lanzamiento que coordinaron producción con demanda turística y festividades locales (Alonso Laza, 1997). Las editoras ajustaron tiradas según previsiones de ventas en temporadas altas y mantuvieron stocks reducidos durante periodos de menor actividad comercial, guiando calendarios de producción y distribución hacia picos de consumo (Carrasco Marqués, 2009). El control de stock y la previsión por temporadas minimizaron excedentes y estabilizaron flujos de caja (Alonso Laza, 1997; Carrasco Marqués, 2009).

Demanda y Consumo Cultural

Las postales fotográficas comenzaron a llenar el mercado por su valor documental, su lectura inmediata y su bajo coste unitario en circulación masiva (Carrasco Marqués, 2009). Los estudios integrados reutilizaron archivos como activos estratégicos, escalando lanzamientos a ritmos estacionales y turísticos, integrándose en rutinas de sociabilidad cotidiana (López Hurtado, 2013). Este modelo reforzó la fidelidad de marca y convirtió la postal en producto cultural de compra repetida y coleccionismo sostenido (Carrasco Marqués, 2009). La compra repetida y la búsqueda de series completas articularon hábitos de consumo que reforzaron la identidad editorial y estimularon la expansión temática y la segmentación de públicos urbanos y regionales (McDonald et al., 2024; Carrasco Marqués, 2018).

Exposiciones Universales y Pedagogía Visual

Las Exposiciones Universales generaron series conmemorativas que fijaron iconografías arquitectónicas y técnicas de modernidad industrial (Prochaska y Mendelson, 2010; Henkin, 1998). La postal democratizó el acceso visual a manifestaciones de modernidad industrial, alimentando economías del espectáculo y turismo (Prochaska y Mendelson, 2010). Estas series contribuyeron a pedagogías de la mirada moderna, adiestrando en la lectura de imágenes técnicas y de la arquitectura contemporánea (Benjamin, 1936; Henkin, 1998). La estandarización del encuadre y del punto de vista educó una mirada urbana funcional, repetible y acumulativa en álbumes domésticos, configurando competencias visuales adaptativas al entorno urbano (Benjamin, 1936). La postal actuó como vector de turismo y espectáculo a escala europea (Prochaska, 1990).

Archivo Visual y Valor Documental

El resultado fue un archivo visual que documentó transformaciones urbanas, acontecimientos y prácticas sociales con valor duradero (McDonald et al., 2024; López Hurtado, 2013). El fenómeno postal configuró un archivo documental de alto valor para la historia social y urbana mediante circulación masiva de imágenes estandarizadas (López Hurtado, 2013). Las postales funcionaron como vehículos de difusión técnica que permitieron reproducción industrial de contenidos visuales (López Hurtado, 2013; Prochaska y Mendelson, 2010). La seriación temática y cronológica facilita análisis diacrónicos del cambio urbano y de los usos del espacio público (López Hurtado, 2013).

La industrialización editorial convirtió la postal en fuente primaria indispensable para investigación en historia urbana, estudios culturales y análisis de modernización social (López Hurtado, 2013; Prochaska y Mendelson, 2010). La postal capturó hechos de actualidad como inundaciones, terremotos, guerras coloniales y celebraciones religiosas, constituyendo un testimonio gráfico de valor incalculable. La materialidad del soporte condiciona conservación y lectura, exigiendo criterios técnicos en archivo y acceso (Getty Conservation Institute, 2017).

Institucionalización del Coleccionismo: La Cartofilia

La cartofilia se institucionalizó con revistas, clubes y exposiciones que establecieron criterios de clasificación temática, cronológica y geográfica, y pautas de valoración por rareza, calidad técnica, relevancia histórica y estado de conservación (Rickards y Twyman, 2000; McDonald et al., 2024). El coleccionismo postal experimentó una expansión exponencial entre 1900 y 1914, consolidándose como práctica cultural organizada que trascendió las fronteras de clase (Rickards y Twyman, 2000).

Alemania publicó las primeras revistas cartófilas en 1896, número que ascendió a ocho publicaciones en 1905, señal de la expansión organizada del coleccionismo (Rickards y Twyman, 2000). España desarrolló un movimiento cartófilo organizado desde 1901 con la revista España Cartófila y el Boletín de la tarjeta postal ilustrada, editados en Barcelona (Carrasco Marqués, 2009). La Sociedad Cartófila Española HISPANIA ordenó prácticas y criterios de valoración e intercambio que promovieron el intercambio entre coleccionistas, configurando un mercado secundario especializado (Rickards y Twyman, 2000; McDonald et al., 2024).

Entre 1901 y 1906 se vivió una eclosión del coleccionismo postal, con intercambios transnacionales y álbumes familiares, práctica que pronto trascendió las élites alfabetizadas para difundirse entre capas populares a medida que se abarataban los envíos y se estandarizaban formatos (Carrasco Marqués, 2009). La alfabetización básica bastaba para participar, y muchas piezas se conservaron nuevas por su condición de objeto de colección. El fenómeno coleccionista transformó la postal de medio de comunicación a objeto de consumo cultural, estimulando la producción temática diversificada y la búsqueda de series completas que impulsaron las tiradas comerciales (McDonald et al., 2024).

Las postales abarcaban todos los temas posibles, permitiendo que cualquier persona encontrara algo de su interés en un contexto donde libros y periódicos estaban escasamente ilustrados. Los álbumes y repertorios formaron archivos iconográficos esenciales para el estudio de paisaje urbano, turismo y prácticas sociales, legitimando la postal como fuente primaria con metodologías específicas de descripción y preservación (López Hurtado, 2013; McDonald et al., 2024). La postal integró memorias privadas y repertorios públicos, nutriendo un patrimonio híbrido y duradero (López Hurtado, 2013).

Impacto de la Primera Guerra Mundial

La Primera Guerra Mundial (1914-1918) alteró cadenas tecnológicas y comerciales del sector postal mediante escasez de materias primas y encarecimiento de insumos (Laguna-Platero, 2021; García Cabrera, 2017). El conflicto triplicó el precio del papel y tensionó el abastecimiento, motivando anticipos reintegrables desde 1916 para prensa y artes gráficas (Laguna-Platero, 2021). Alemania perdió acceso a materias primas esenciales, particularmente madera previamente importada de países como Rusia, y celulosa y sulfito se desviaron para uso sanitario en el frente (Tworek, 2017).

La calidad del papel disminuyó en países beligerantes porque el ejército necesitaba cloro, disulfuro de hierro y resina usados para blanquear la pulpa, resultando en papel más gris y quebradizo (Tworek, 2017). Muchas fábricas cambiaron a producción de productos de papel de menor calidad como sobres o bolsas debido a restricciones de recursos. El gobierno alemán comenzó a coordinar la asignación de papel en 1916, priorizando prensa y restringiendo longitudes, forzando cierres temporales o reducción de paginación en sectores impresos, estableciendo sistemas de racionamiento similares a los de alimentos básicos (Tworek, 2017).

El aumento de la correspondencia bélica tensionó redes postales y reasignó recursos humanos y logísticos (CWU, 2014). La producción se reorientó a propaganda y conmemoración, y la censura se institucionalizó con la Ley de Represión del Espionaje del 8 de julio de 1918, afectando también a telégrafo y teléfono (García Cabrera, 2017). La administración postal sufrió crisis organizativa culminada en 1917-1918 con el movimiento juntista y la militarización del Cuerpo de Correos y Telégrafos el 13 de marzo de 1918, reduciendo plantillas en 1919 y reestructurando funciones (García Cabrera, 2017).

Neutralidad Española y Posición Estratégica

La neutralidad española otorgó una posición estratégica como intermediario postal durante el conflicto (García Cabrera, 2017). El bloqueo naval británico forzó rutas alternativas vía España, con un acuerdo franco-alemán en enero de 1917 que permitió tránsito de correspondencia familiar señalizada, con efectos significativos en volúmenes y rutas (García Sanz, 2014). España se convirtió en uno de los mayores proveedores de materias primas y alimentos para la Entente, mientras las relaciones comerciales hispano-alemanas se cortaron. Esta coyuntura produjo auge económico desigual y tensiones sociales en el país neutral (García Sanz, 2014).

Las editoras reorientaron producción hacia series propagandísticas que documentaron acontecimientos bélicos y promovieron adhesión a bandos específicos mediante imágenes de alta carga emocional dirigidas a públicos neutrales (Riego Amézaga, 2016). Los países beligerantes utilizaron postales como instrumentos de propaganda dirigida a poblaciones neutrales, especialmente en España, donde embajadas alemanas y aliadas financiaron campañas de influencia mediante prensa y material gráfico (García Cabrera, 2017). La censura postal limitó circulación de contenidos sensibles, afectando a prensa, telégrafo, teléfono y al circuito postal, restringiendo la libertad editorial que había caracterizado la Edad de Oro (García Sanz, 2014; García Cabrera, 2017).

La Oficina Pro-Cautivos, establecida el 24 de octubre de 1914, gestionó altas cargas de correspondencia humanitaria, institucionalizando prácticas de archivo y tramitación masiva con códigos de clasificación (García Cabrera, 2017). En paralelo, se inauguraron líneas de correo aéreo internacionales en 1919, abriendo un vector de modernización comunicacional que sería clave en los años veinte (Carrasco Marqués, 2018).

Declive Posbélico y Reconfiguración del Medio

El periodo posbélico evidenció deterioro en calidad técnica de producciones postales debido a escasez de materiales de alta calidad y reducción de inversiones en equipamiento especializado (Henkin, 1998). Las tiradas se contrajeron y los temas se diversificaron hacia conmemoración de eventos bélicos y reconstrucción nacional, abandonando el optimismo y la celebración turística característicos del periodo anterior (Prochaska y Mendelson, 2010). Los grandes impresores redujeron su calidad por fallas en el suministro de buenas cartulinas y tintas (Prochaska y Mendelson, 2010).

Los nuevos medios de comunicación como radio y cinematografía compitieron con la postal por atención del público y recursos publicitarios, reduciendo su protagonismo como medio de información y entretenimiento (Henkin, 1998). El mercado publicitario se contrajo debido a recesión económica y se dividió entre múltiples soportes mediáticos, debilitando base financiera de empresas postales (Quintero Moreno, 2001). La transformación del gusto popular hacia formatos más dinámicos y narrativos proporcionados por cine y radio relegó la postal estática a funciones más específicas de recuerdo y coleccionismo (Carrasco Marqués, 2018).

Las dificultades de comunicación provocadas por la Gran Guerra y la expansión de la circulación de imágenes fotográficas y su publicación en la prensa y en las revistas ilustradas iniciaron un cambio de tendencia en el mundo de la postal. Las postales perdieron calidad e interés, salvo contadas excepciones. Esta reconfiguración marcó el final de la postal como medio de comunicación masiva y su transición hacia objeto cultural especializado (López Moreno, 2021). La postal transitó de medio masivo a objeto cultural especializado, con menor circulación, pero mayor concentración de valor en series y temáticas de interés patrimonial (López Moreno, 2021). El coleccionismo siguió activo, aunque más selectivo y sujeto a criterios de rareza y estado, con las palabras cartófilo y cartofilia cayendo prácticamente en el olvido (Rickards y Twyman, 2000).

Legado Técnico y Patrimonial

El legado técnico acumulado durante la Edad de Oro permitió supervivencia de industrias gráficas especializadas que mantuvieron competencias en fototipia, cromolitografía y gestión de archivos iconográficos (Carrasco Marqués, 2018). Los archivos postales se consolidaron como fuentes documentales de alto valor para investigación histórica sobre urbanismo, turismo y prácticas sociales del cambio de siglo (Riego Amézaga, 2016). La identificación material mediante reticulación de fototipia, papeles baritados y tintas específicas sustenta peritajes, catalogación y conservación en colecciones públicas y privadas (Getty Conservation Institute, 2017).

Pese al choque bélico, el legado técnico de la fototipia, cromolitografía y gestión de archivos iconográficos sostuvo la competitividad de talleres españoles y aseguró la preservación de repertorios, hoy esenciales para la investigación en urbanismo, turismo y cultura visual (Carrasco Marqués, 2018; Riego Amézaga, 2016; López Hurtado, 2013). El sector sobreviviente se apoyó en la reputación técnica acumulada y en archivos iconográficos estructurados (Carrasco Marqués, 2018). Los fondos postales funcionan como infraestructuras documentales para historia urbana, turismo y cultura visual, manteniendo vigencia metodológica y valor patrimonial duradero (López Hurtado, 2013; McDonald et al., 2024).

Conclusión

La Edad de Oro española de la tarjeta postal ilustrada se explica por la conjunción de estandarización formal, innovación fotomecánica, redes comerciales densas y una cultura visual masiva emergente que integró comunicación breve y consumo de imágenes (Carrasco Marqués, 2009; Benjamin, 1936). La guerra reconfiguró el medio por choque de insumos, regulación y competencia mediática, pero dejó un patrimonio técnico y documental que sostiene su vigencia como fuente primaria de primer orden (Tworek, 2017; Riego Amézaga, 2016). La postal, como fuente primaria, mantiene vigencia metodológica y valor patrimonial duradero para la comprensión de la sociedad de principios del siglo XX.

Referencias

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  • Benjamin, W. (1936). The work of art in the age of mechanical reproduction. Zeitschrift für Sozialforschung, 5(1), 211-244.
  • Carrasco Marqués, M. (2009). Las tarjetas postales ilustradas de España circuladas en el siglo XIX (2ª ed.). Edifil.
  • Carrasco Marqués, M. (2018). Catálogo de las tarjetas postales ilustradas de España 1887-1905. Casa Postal.
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