CAPÍTULO I
LA IMAGEN MODERNA: DE LA INVENCIÓN FOTOGRÁFICA A LA REVOLUCIÓN
GRÁFICA (SIGLO XIX)
Introducción
El siglo XIX
representó una de las transformaciones más profundas en la historia de la cultura
visual. La aparición de la fotografía y el desarrollo de la tecnología
de impresión modificaron las formas de producir, reproducir y comunicar las
imágenes, sentando las bases de la modernidad mediática. Ambas
innovaciones, aunque surgidas de saberes distintos —la primera de la investigación
óptico-química y la segunda de la evolución industrial de la prensa—,
convergieron en un mismo ideal: democratizar la mirada y convertir la imagen
en un instrumento de conocimiento y de intercambio social.
Como señaló McLuhan (1964),
toda innovación técnica altera los modos de percepción y representación;
en consecuencia, la fotografía y la imprenta mecanizada reestructuraron
la relación del ser humano con la realidad visible. Este capítulo
analiza ese proceso desde un enfoque histórico y técnico,
abordando tanto los fundamentos científicos de la fotografía como los avances
gráficos que permitieron su difusión masiva, especialmente a través de la tarjeta
postal ilustrada, el objeto simbólico por excelencia de la modernidad
visual.
1. Fotografía y modernidad:
una revolución de la mirada
La fotografía, nacida
en la primera mitad del siglo XIX, no fue simplemente una innovación
tecnológica, sino un nuevo régimen epistemológico del ver y representar.
Definida etimológicamente como el arte de escribir con luz (phōs +
graphía), combinó rigor científico, registro documental y expresión
artística (Newhall, 2002). Desde sus orígenes, supuso la posibilidad de reproducir
el mundo visible con exactitud inédita, reduciendo la brecha entre observación
y representación.
Como apuntó Sontag (1981),
su impacto no puede comprenderse solo como una invención técnica, sino como
fenómeno cultural y filosófico que transformó la memoria y la identidad.
Al capturar la luz y fijarla en un soporte material, la fotografía
instauró un nuevo tipo de verdad visual, cimentando la confianza moderna
en la imagen como prueba y medio de comunicación universal.
2. Antecedentes ópticos y
experimentación científica
Los orígenes de la fotografía
se remontan a la cámara oscura, descrita por Aristóteles y Alhacén,
que demostraron la propagación rectilínea de la luz (Sánchez Vigil,
2002). En el Renacimiento, Leonardo da Vinci profundizó en la
analogía entre el ojo humano y el dispositivo óptico, sentando
las bases conceptuales del registro mecánico de la visión.
Durante los siglos XVII y
XVIII, las investigaciones con sales de plata de Schulze y Scheele
revelaron la sensibilidad luminosa de ciertos compuestos químicos,
mientras que Wedgwood y Davy experimentaron con proyecciones
efímeras sobre papel sensibilizado (Newhall, 2002). Estos ensayos
marcaron el umbral entre la especulación científica y la fijación
material de la imagen, anticipando el paso de la curiosidad académica
a la invención técnica.
3. El siglo XIX: invención
y expansión de la fotografía
El siglo XIX vio
consolidarse la revolución fotográfica. En 1826, Nicéphore
Niépce obtuvo la primera imagen permanente mediante heliografía,
empleando betún de Judea sobre plancha metálica (Sougez, 1991). Su
sucesor, Louis Daguerre, perfeccionó el proceso con el daguerrotipo
(1839), una imagen de gran nitidez, única pero irreproducible.
De manera paralela, William
Henry Fox Talbot desarrolló el calotipo, basado en el principio
negativo-positivo, que permitió la reproducción múltiple de copias
(Newhall, 2002). Posteriormente, la invención del colodión húmedo por Frederick
Scott Archer (1851) elevó la calidad técnica y estética, y las placas
secas ideadas por Richard Leach Maddox (1871) liberaron al fotógrafo
del revelado inmediato (Sougez, 2016).
El cierre de este ciclo llegó
con George Eastman, quien introdujo el rollo de celuloide
(1884–1888) y la cámara Kodak, cuyo lema “Usted aprieta el botón,
nosotros hacemos el resto” simbolizó la democratización popular de la imagen.
Con ello se inició la fotografía doméstica, transformando la experiencia
visual en práctica cotidiana.
4. La expansión social de
la imagen
El perfeccionamiento del papel
al bromuro de plata garantizó impresiones más rápidas y precisas. La fotografía
estereoscópica (Brewster, 1849) y la carte de visite (Disdéri, 1854)
consolidaron la idea de una imagen socialmente compartida, multiplicable
y transmisible (Walter, 2003).
En paralelo, la modernidad
industrial —el ferrocarril, el telégrafo, la electricidad
y la prensa ilustrada— impulsó una nueva cultura visual global (Debray,
1994). La fotografía, integrada en este tejido tecnológico, se convirtió en medio
de documentación, instrumento de educación visual y símbolo de
progreso (Bozal, 1979). La tarjeta postal ilustrada, surgida de ese
contexto, condensó el ideal moderno de velocidad comunicativa, accesibilidad
y masificación de la mirada.
5. La revolución de la
impresión industrial
Los métodos de impresión
vivieron otra transformación radical. El grabado en madera o el aguafuerte,
dependientes del trabajo manual, se volvieron insuficientes para las
necesidades de la producción en masa (Carrete, 2001). A mediados del
siglo XIX, la invención de los procesos fotomecánicos permitió transferir
imágenes fotográficas a planchas metálicas, integrando fotografía e impresión
industrial (Raviola, 1969).
El uso de la impresión a
vapor y del papel de pulpa de madera redujo los costos y aceleró la
publicación seriada (Domingo et al., 1991). La
unión entre fotografía y tipografía mecánica
fundó una nueva economía visual, posibilitando la aparición de la prensa
ilustrada y de la postal moderna, emblema de la convergencia entre tecnología,
arte y sociedad.
6. Litografía y
cromolitografía: la imagen en color
La litografía,
inventada por Alois Senefelder (1796), fue la primera técnica de impresión
plana, basada en la repulsión entre agua y grasa (The Metropolitan
Museum of Art, 2004). Su rapidez y fidelidad facilitaron la producción de imágenes
ilustradas, carteles y gráficos para la prensa. Mediante
piedra caliza y tinta grasa, permitió reproducir con precisión escenas,
paisajes y tipos humanos.
Entre 1880 y 1900, la
litografía se convirtió en el principal soporte visual de la modernidad
urbana. Las postales “Grüss aus” del Imperio Alemán y Austriaco
mostraron vistas panorámicas de ciudades turísticas, funcionando como recuerdo
visual y objeto de colección global (Thurlow & Jaworski, 2013).
Su evolución natural fue la cromolitografía,
patentada por Godefroy Engelmann (1837), que incorporó la impresión
multicolor y democratizó el uso del color (Johannesson, 2016). Cada
tono requería una piedra litográfica independiente, pudiendo combinar decenas
de planchas (Bird, 1992). Este proceso inauguró una estética vibrante y
accesible, base de la Edad de Oro de la postal (1890–1920).
La cromolitografía no solo
fue una técnica industrial, sino un fenómeno cultural que integró arte
e industria, y estandarizó la imagen turística, la publicidad y los imaginarios
populares de la modernidad.
7. Fotocromo y fototipia:
realismo técnico y precisión documental
El fotocromo,
desarrollado por Hans Jakob Schmid (década de 1880), combinó negativos
fotográficos con matrices litográficas multicolores, creando
reproducciones cercanas al realismo pictórico antes del color
fotográfico (Bird, 1992). Este método unió la precisión óptica con la reproducción
industrial, contribuyendo a la circulación global de vistas
paisajísticas y escenas urbanas.
Simultáneamente, la fototipia,
inventada por Alphonse Poitevin (1855), empleó una gelatina
bicromatada sensible a la luz sobre vidrio, capaz de reproducir medios
tonos con gran fidelidad (Jürgens, 2021). Este procedimiento ofrecía nitidez,
durabilidad y ausencia de tramas (Mustalish, 2000), siendo esencial en
las postales artísticas y científicas.
Ambos procesos representaron
la culminación técnica del siglo XIX en la impresión fotográfica,
asegurando la calidad estética y la fiabilidad documental de la imagen, y
consolidando la postal como documento universal de la modernidad.
8. De la fototarjeta al
offset: modernización definitiva
La fototarjeta o real
photographic postcard (RPPC) (1906) fusionó fotografía directa y formato
postal, convirtiéndose en una innovación que puso la técnica al alcance del
público (Bogdan & Weseloh, 2006). Kodak impulsó su producción
mediante papel fotosensible preimpreso y cámaras domésticas. Cada
RPPC era una fotografía revelada capaz de circular como comunicación
postal y como documento personal.
Estas imágenes, con su
textura baritada y tonalidades continuas, unieron reproducibilidad técnica
y experiencia íntima, siendo precursoras del actual fenómeno
participativo de la imagen (Sontag, 1981). Las RPPC fortalecieron redes locales
y consolidaron la memoria visual colectiva al documentar la vida
cotidiana y los espacios comunitarios.
La llegada del offset,
heredero del principio litográfico, perfeccionó la reproducción en masa
mediante el uso de planchas metálicas y un cilindro de caucho que
transfería la imagen al papel (Raviola, 1969). Este sistema permitió una impresión
más limpia, estable y rápida, marcando el inicio de la gráfica moderna.
El offset transformó la
estética y la escala de la producción impresa, facilitando la expansión mundial
de las revistas ilustradas, la fotografía periodística y la publicidad,
con lo que la imagen impresa se convirtió en el eje del discurso
cultural del siglo XX.
9. Conclusión: técnica,
memoria y visualidad moderna
La trayectoria que une la
invención de la fotografía con el desarrollo de los sistemas de impresión
industrial constituye uno de los pilares de la civilización visual
moderna. Ambas disciplinas convergieron en la creación de una imagen
reproducible, accesible y duradera que transformó las prácticas del arte y
de la comunicación.
Desde la heliografía
hasta el offset, el siglo XIX forjó la transición de la unicidad
a la masificación, de la imagen científica a la imagen social,
estableciendo un nuevo paradigma de tecnología y memoria.
Como sostienen Sontag
(1981) y McLuhan (1964), la fotografía y la industria gráfica
modificaron irrevocablemente la percepción moderna, transformando la visión
individual en una mirada colectiva mecanizada. La tarjeta postal ilustrada
sintetizó este cambio al unir técnica, afecto y circulación
global. Así, la historia de la fotografía y de la impresión constituye el
relato mismo de la modernidad reproducible, donde cada imagen, más que
objeto, es una forma de comunicación, recuerdo y apropiación simbólica del
mundo.
Referencias (APA 7.ª
edición)
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Debray, R. (1994). Vida y muerte de la imagen: Historia de la mirada en
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Johannesson, L. (2016). La cromolitografía en Suecia en el siglo XIX .
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McLuhan, M. (1964). Comprender los medios de comunicación: Las extensiones
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Mustalish, RA (2000). El desarrollo de los procesos de impresión
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Sontag, S. (1981). Sobre la fotografía . Farrar, Straus y Giroux.
Sougez, ML (1991). Historia general de la fotografía . Cátedra.
Sougez, ML (2016). Diccionario de historia de la fotografía . Cátedra.
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mediación turística y la sociolingüística del multilingüismo . Artículos
de Tilburg sobre estudios culturales , 73.
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