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9/6/25

2.5. Técnicas de Impresión en las Postales

 “Admitidas las tarjetas postales, con sus ventajas sobre la carta cerrada para la correspondencia, era de prever que el lujo, el afán del anuncio y el inconsciente deseo de embellecer lo más vulgar y corriente para la vida moderna, que es característica de ésta, las decoraría con estampaciones, ya caprichosas y de fantasía, ya reproducciones de paisajes, lugares y tipos pintorescos. Pero lo que nadie esperaba era que una cosa que nació para simplificar y abaratar la correspondencia se convirtiese, de la manera que se ha convertido, en objeto casi de boato y ostentación, a menudo diez veces más cara que el coste de una carta corriente y, sobre todo, en materia fundamental para una de las modernas y más extendidas debilidades: el coleccionismo.” __________Antonio Cánovas del Castillo 

Los avances en las técnicas de impresión constituyeron el fundamento tecnológico que permitió el desarrollo y la democratización de las tarjetas postales como medio de comunicación masiva. Entre 1880 y 1950, una serie de innovaciones revolucionarias transformaron la producción de imágenes reproducidas, estableciendo las bases de la cultura visual moderna y haciendo posible que las postales se convirtieran en uno de los fenómenos de comunicación más significativos de la era industrial.

Litografía: La Democratización del Color

La litografía se estableció como una de las técnicas fundamentales para la producción masiva de postales ilustradas entre 1893 y 1920. Inventada por Aloys Senefelder en 1796, esta técnica revolucionó la reproducción de imágenes al permitir tiradas masivas con gran calidad (Senefelder, 1798). El proceso litográfico se basaba en el principio fundamental de que el agua y el aceite no se mezclan, utilizando piedras planas sobre las cuales artistas aplicaban dibujos con crayones grasos o cerosos.

El proceso fotolitográfico resultó especialmente exitoso debido a sus menores costos de producción en comparación con otras técnicas de la época. La técnica implicaba inundar la piedra con una solución química acuosa de ácido y goma arábiga, que era absorbida por todas las partes excepto las marcadas por el crayón del artista (Anderson, 2020). La piedra caliza era frecuentemente utilizada por su capacidad de absorber esta solución química en su superficie porosa, permitiendo una reproducción fiel y detallada de las imágenes originales.

Una postal litográfica podía incluir hasta 10 colores debido a múltiples pasadas por la prensa, lo que resultaba en imágenes vibrantes y detalladas que capturaban la atención del público. Esta capacidad multicolor transformó las postales de simples medios de correspondencia a verdaderas obras de arte accesibles para el consumo popular, democratizando el acceso a imágenes coloridas y de alta calidad.

Cromolitografía: El Arte del Color Masivo

La cromolitografía, desarrollada entre 1880 y 1900, representó una evolución significativa de la litografía tradicional al incorporar múltiples colores mediante el uso de planchas litográficas especializadas. Basada en la litografía de Alois Senefelder, esta técnica permitía la reproducción masiva de imágenes en color con una fidelidad y riqueza tonal inéditas (Phillips, 1998).

El proceso cromolitográfico era complejo y meticuloso, descomponiendo el diseño inicial en sus componentes de color y asignando una plancha de piedra litográfica a cada uno. A través de grabado y entintado, cada plancha imprimía una capa de color en el papel, pudiendo utilizar entre 10 y 20 planchas para lograr un acabado realista y atractivo. En 1835, el impresor alsaciano Godofredo Engelman patentó la cromolitografía, introduciendo un método que añadía el negro a los colores primarios, ampliando así la variedad de tonos y sombras (Engelman, 1835).

Esta técnica requería una alta precisión para alinear perfectamente las planchas, asegurando transiciones suaves y colores intensos. A pesar de su complejidad técnica, la cromolitografía redujo significativamente los costos de producción, permitiendo la distribución masiva de postales que representaban desde paisajes naturales hasta escenas urbanas y monumentos históricos con una calidad comparable a obras de arte pintadas a mano.

La diferencia fundamental entre la litografía tradicional y la cromolitografía residía en que la primera se basaba en la bicromía (dos colores y sus matices), mientras que la segunda permitía una policromía completa. Esta capacidad para grabar dibujos en color lograba un aspecto muy similar al de la pintura, ofreciendo una viveza y una riqueza visual sin precedentes. La cromolitografía fue fundamental para hacer accesible el arte a toda la sociedad española. Gracias a su método de reproducción masiva, las obras de arte en pequeña escala y a bajo costo pudieron ser adquiridas por un público amplio, abaratando los costes y mejorando la calidad de las reproducciones.

Esta técnica gestó nuevos circuitos populares para la difusión de imágenes. Las tarjetas postales, por ejemplo, estuvieron al alcance de todos, superando en accesibilidad a los almanaques y las revistas ilustradas que requerían alfabetización previa. Cualquier persona podía formar parte de este nuevo mundo visual que se desarrollaba en paralelo a la fotografía y la cartelería. Las postales cromolitográficas no solo servían como recuerdos turísticos, sino también como eficaces herramientas publicitarias y educativas.

Pioneros de la cromolitografía en España

Aunque hasta la Primera Guerra Mundial las imprentas más destacadas se encontraban en el área germánica (Alemania, Austria y Suiza), en España surgieron talleres que adoptaron estas técnicas con gran éxito.

Hauser y Menet

Aunque su especialidad era la fototipia, fueron pioneros en el uso de la cromolitografía. Alrededor del año 1900, editaron una famosa serie de quince postales cromolitográficas con vistas de ciudades españolas. Esta colección destacó por la viveza de sus colores y estableció un nuevo estándar estético que influyó en editores posteriores. 

Hermenegildo Miralles

Desde Barcelona, la litografía de Hermenegildo Miralles también se distinguió por la alta calidad de sus productos cromolitográficos. Editó una notable serie de cincuenta tarjetas postales que reproducían los escudos de todas las provincias españolas, con ilustraciones de José Triado. En su época, esta serie fue muy elogiada por su precisión heráldica y su calidad artística, demostrando el potencial de la técnica para proyectos editoriales complejos.

La influencia de editores extranjeros

La industria postal española se benefició significativamente de la participación de editores e impresores extranjeros, quienes contribuyeron al desarrollo técnico del sector y a la difusión internacional de la imagen de España.

Pablo Dümmatzen

Originario de Hamburgo, Pablo Dümmatzen fue una figura pionera en la edición de postales en España. Se estableció en Málaga a principios de 1900 y ese mismo año editó una prestigiosa serie de postales "transparentes" impresas en Alemania, que incluía vistas de ciudades como Granada, Córdoba, Sevilla y Madrid. Dümmatzen tuvo una de las carreras más largas en la cartofilia española, dedicando más de 70 años a la producción de tarjetas postales hasta su muerte a los 93 años.

Kunzli Brothers & Co.

Dirigida desde Zúrich por los hermanos Carl y Max Kunzli, esta empresa suiza fue muy estimada por la calidad de sus reproducciones cromolitográficas. Colaboraron con importantes artistas para producir tarjetas, timbres postales y otros impresos comercializaron raras series a todo color que llegaron al mercado español, estableciendo un modelo de cooperación internacional que impulsó la modernización de la industria gráfica española.

Fototipia: La Síntesis entre Fotografía e Impresión

La fototipia, también conocida como colotipia, se destacó entre 1880 y 1920 por su gran fidelidad tonal y su apariencia cercana a la fotografía pura, convirtiéndose en una de las opciones preferidas para la reproducción de imágenes detalladas y realistas en las postales. Esta técnica, inventada en 1855 por el químico francés Louis-Alphonse Poitevin, se basaba en la aplicación de gelatina bicromatada sobre placas metálicas o de piedra, creando un cliché de la imagen original que permitía imprimir con transiciones tonales suaves y una alta definición sin las tramas visibles de otros métodos de impresión de la época (Poitevin, 1855).

El proceso fotográfico utilizaba gelatina cromada que se curtía proporcionalmente a la cantidad de luz recibida, permitiendo obtener imágenes con alto detalle y transiciones tonales. Una sola placa podía producir aproximadamente 1,000 impresiones, siendo considerada la técnica de mayor calidad para la reproducción fotográfica, superada únicamente por el heliograbado (Newhall, 1981).

Una de las principales ventajas de la fototipia era su capacidad para producir imágenes altamente detalladas y con transiciones tonales fluidas, lo que permitía una reproducción visualmente cercana a la fotografía original. Esto hizo que las postales fototípicas fueran especialmente valoradas para representar monumentospaisajes y escenas urbanas con una nitidez y realismo excepcionales.

En Europa, editoriales como Hauser & Menet y Thomas en España aprovecharon esta tecnología para ofrecer vistas de ciudades históricas y monumentos patrimoniales con una gran definición y precisión, convirtiendo las postales en recuerdos visuales y documentos históricos apreciados por turistas y coleccionistas (Teixidor, 1999). La empresa suiza Hauser & Menet, establecida en Madrid en 1890, fue la primera editora de postales en España y una de las más prolíficas, asegurando producir mensualmente medio millón de tarjetas en 1902.

Sin embargo, la fototipia enfrentaba desafíos como su sensibilidad a la humedad, lo que requería condiciones de trabajo muy cuidadosas, y la precisión meticulosa en la manipulación de las placas para mantener la calidad de la imagen. A pesar de estos retos, la fototipia logró elevar el nivel de las postales a la categoría de pieza coleccionable y documento histórico a finales del siglo XIX y en las primeras dos décadas del siglo XX.

Fotograbado: La Integración de la Fotografía en la Impresión Masiva

El fotograbado representó un avance técnico crucial, permitiendo la reproducción de fotografías mediante técnicas de impresión tradicionales. Esta innovación hizo posible la integración de imágenes fotográficas en procesos de impresión masiva, reduciendo costes y mejorando la calidad de reproducción (Gervais, 2020).

Antes de la aparición de la primera fotografía publicada en prensa, fue necesario perfeccionar las técnicas de estampación de imágenes, especialmente aquellas que permitieran integrar simultáneamente fotografías e impresos con textos en un único proceso de impresión. Entre los diversos procedimientos experimentados, el fotograbado se destacó como la innovación más revolucionaria en la difusión masiva de imágenes. Su relevancia radicaba en la posibilidad de grabar fotomecánicamente ilustraciones con semitonos, ya fueran fotografías o dibujos al claroscuro (Newhall, 1981).

Un punto de inflexión ocurrió el 4 de marzo de 1880, cuando el New York Daily Graphic publicó la primera ilustración fotográfica de medias tintas, gracias a los experimentos de Stephen H. Horgan, jefe de su departamento fotomecánico (Gervais, 2020). Este hito marcó el inicio de una era en la que las retículas o tramas se perfeccionaron, permitiendo la reproducción mecánica de toda clase de fotografías.

La trama, compuesta por rejillas de líneas negras interpuestas entre el original y la plancha del grabado, permitió transferir imágenes fotográficas a las rotativas y sincronizar su impresión con los textos tipográficos (Scharf, 1974). Este avance transformó las necesidades informativo-visuales, permitiendo una reproducción más precisa, económica y rápida en comparación con técnicas anteriores.

El impacto del fotograbado se reflejó rápidamente en industrias como la fotográfica, donde facilitó la producción y comercialización de imágenes por parte de fotógrafos técnicamente preparados. Entre los productos más populares derivados de esta innovación estaban las tarjetas postales, que encontraron un amplio mercado gracias a los avances en reproducción mecánica (Henisch & Henisch, 1994).

Huecograbado: La Excelencia en la Reproducción Tonal

El huecograbado, también conocido en sus aplicaciones artísticas como heliograbado, se perfeccionó entre las décadas de 1910 y 1920, representando un salto cualitativo en la capacidad de reproducir imágenes con una gran fidelidad tonal y una riqueza de detalles inigualables.

El huecograbado se basa en el grabado de una placa metálica, generalmente de cobre, mediante la creación de minúsculos huecos de profundidad variable. Estos huecos se llenan de tinta, que al transferirse al papel, recrea matices de luz y sombra con una sutileza impresionante. La profundidad de cada hueco determina la cantidad de tinta retenida, lo que resulta en una gradación tonal excelente y una textura aterciopelada en las áreas oscuras.

Una de las grandes ventajas del huecograbado era la suavidad de sus sombras y la textura aterciopelada que presentaba en las áreas oscuras, lo que confería a las imágenes una profundidad y realismo excepcionales. Estas cualidades lo hacían ideal para escenas con fuertes contrastes, reproducciones de obras de arte y fotografías formales que requerían una fidelidad minuciosa a la imagen original.

No obstante, el huecograbado también presentaba desafíos significativos. El coste elevado asociado a la creación de las planchas grabadas y la lentitud del proceso de impresión limitaban su uso a tiradas pequeñas o ediciones especiales, lo que confería a estas postales un aire de exclusividad y prestigio. Este factor restrictivo impedía que el huecograbado se utilizara para producciones en masa, reservando su aplicación para series limitadas destinadas a un público selecto que valoraba la alta calidad y la unicidad de cada pieza.

En el contexto de la reproducción fotográfica en blanco y negro, el huecograbado se destacó especialmente para la representación de monumentos, grandes obras arquitectónicas y escenas artísticas que requerían una profundidad y detalle excepcionales. Las postales producidas con esta técnica capturaban la esencia de los sujetos con una claridad y precisión que pocas otras técnicas podían igualar.

Heliograbado: La Perfección Industrial

Introducido de manera más amplia en 1923, el heliograbado perfeccionó la técnica del huecograbado, ofreciendo una impresión calcográfica de alta gama que elevó el estándar de calidad en la producción de postales. Esta técnica utilizaba cilindros de cobre grabados de manera mecánica o fotográfica, lo que garantizaba una resolución altísima y un control muy preciso del color en cada celda de impresión.

Una de las principales ventajas del heliograbado era su detalle excepcional y la capacidad de imprimir con tonos vibrantes, lo que lo hacía ideal para postales que buscaban una máxima fidelidad en retratos y panorámicas. A diferencia de su predecesor, el huecograbado, el heliograbado permitía una imprenta más eficiente y rápida, lo que reducía los costes de producción en grandes tiradas.

Esta eficiencia, combinada con la alta calidad de impresión, permitió a las imprentas producir postales fotográficas y artísticas en cantidades considerables, satisfaciendo la creciente demanda del mercado turístico y de coleccionistas exigentes. Aunque en sus inicios el heliograbado enfrentó ciertos problemas con los tintes de moda, como sepiaverde y morado, que con el tiempo se deterioraban, la técnica maduró rápidamente.

Los impresores aprendieron a seleccionar tintes más duraderos y a perfeccionar el proceso de grabado, lo que consolidó al heliograbado como sinónimo de calidad y exclusividad en el mundo de las postales. Esta evolución permitió que el heliograbado reemplazara gradualmente a la fototipia y al huecograbado clásico, ofreciendo una mejor relación coste-eficiencia sin comprometer la fidelidad y el detalle de las imágenes.

Fotocromo: La Revolución del Color Fotográfico

El fotocromo, desarrollado entre 1890 y 1910, surgió como una técnica revolucionaria para dar color a las fotografías en blanco y negro sin comprometer su realismo. Originada en Suiza, esta técnica permitió una reproducción más fiel y vibrante de las escenas, capturando la esencia y los matices de los colores de una manera que las técnicas anteriores no habían logrado.

Este método se basaba en la aplicación de entre 4 y 18 planchas litográficas sobre una fotografía original, cada una dedicada a un color específico, lo que resultaba en colores intensos y detallados en las postales. Una de las principales ventajas del fotocromo era su capacidad para mejorar el realismo de las imágenes, capturando detalles arquitectónicos y paisajísticos con una fidelidad inédita, lo que hacía que los monumentos y paisajes parecieran casi fotografías en color.

En España, la empresa Purger & Co. destacó por su adopción y perfeccionamiento de esta técnica, comercializando postales que ganaron rápidamente popularidad entre turistas y coleccionistas. Estas postales no solo ofrecían una intensidad de color superior y una precisión arquitectónica, sino que también impulsaron el turismo al permitir a los visitantes llevarse recuerdos visuales detallados de sus experiencias.

Además, el fotocromo democratizó el acceso al arte visual al permitir la producción masiva de postales coloridas a costos accesibles, haciendo que fueran accesibles para un público más amplio, incluyendo al turista común. La precisión y vivacidad de los colores logrados con esta técnica también permitieron una mayor versatilidad temática en las postales, representando no solo paisajes y monumentos, sino también escenas cotidianas y eventos culturales.

Fotopostales: La Democratización de la Fotografía Personal

Las fotopostales, también conocidas como Real Photo Postcards (RPPC), emergieron a principios del siglo XX impulsadas por la llegada de cámaras portátiles como la Folding Pocket Kodak de 1903, que democratizó la fotografía permitiendo que cualquier persona pudiera capturar y revelar sus propias imágenes (Andrews, 2017).

Esta técnica revolucionó el mundo de las postales al permitir la creación de tarjetas absolutamente personales, donde los individuos podían tomar instantáneas de su entorno y enviarlas directamente a amigos y familiares, eliminando la necesidad de intermediarios como editoriales o impresores. Las fotopostales capturaban desde celebraciones familiares y escenas rurales hasta ferias locales y retratos de personas queridas, convirtiéndose en testimonios visuales de la vida diaria y en documentos históricos que reflejaban la diversidad y riqueza de las comunidades de la época.

Una de las principales ventajas de las fotopostales era su inmediatez y personalización, permitiendo a los usuarios imprimir directamente sus propias fotos en formato de tarjeta postal y fomentando una forma de expresión individual a través de la imagen impresa. En España, fotógrafos como Lluís Bartrina desempeñaron un papel crucial en la popularización de las fotopostales, comercializando postales fotocromáticas que ganaron rápidamente popularidad entre turistas y coleccionistas gracias a la intensidad del color y la precisión arquitectónica de las imágenes capturadas.

Las fotopostales no solo documentaban paisajes y monumentos, sino también momentos de la vida cotidiana, como reuniones familiares y eventos históricos, convirtiéndose en testimonios únicos de una era en constante cambio. Esta técnica permitió a los fotógrafos locales compartir su propia realidad, generando un mercado de postales auténticas y personales que reflejaban la diversidad cultural y social de diferentes regiones.

Bromuro: La Elegancia del Blanco y Negro

En la década de 1950, surge una innovación que transformó significativamente la producción de tarjetas postales: el bromuro. Este proceso, aunque muy parecido a la fotografía clásica, ofrecía un contraste elevado y una apariencia elegante en imágenes en blanco y negro que lo distinguieron de otras técnicas de impresión de la época.

El bromuro implicaba la impresión directa a partir de un negativo fotográfico sobre papel sensible de alta calidad, tratado con sales de plata que garantizaban una claridad superior y un nivel de detalle excepcional. Este método permitía obtener imágenes nítidas y con transiciones tonales marcadas, resultando en una estética visualmente atractiva y sofisticada.

La principal ventaja del bromuro residía en su capacidad para producir imágenes con una nitidez incomparable y una gran riqueza de detalles. Al exponer directamente el negativo sobre el papel bromurado, se lograba una reproducción fiel y elegante de la imagen original, destacando por sus altos niveles de contraste que acentuaban las diferencias entre luces y sombras.

El bromuro se asoció fuertemente con el auge de las postales de paisajes y vistas urbanas durante los años 50. Muchas veces, estas postales se diseñaban con una intención de atemporalidad, evitando la inclusión de personas, vehículos u otros elementos que pudieran fechar el contenido y disminuir su relevancia con el paso del tiempo. Este enfoque permitió que las postales bromuradas sirvieran como "ventanas universales" hacia lugares icónicos, capturando la esencia y la belleza de los destinos sin comprometer su perdurabilidad estética.

Impresión Offset: La Revolución Industrial de las Postales

En la década de 1920 y a partir de entonces, la impresión offset revolucionó por completo la industria de la impresión, marcando un antes y un después en la producción de tarjetas postales. Este método se basa en un proceso indirecto donde la imagen se transfiere primero desde una plancha metálica a un cilindro de caucho y, posteriormente, de este al papel.

Inventada por Robert Barclay en 1875 y adaptada al papel por Ira Washington Rubel en 1904, esta innovación permitió optimizar tanto el registro de colores como la velocidad de producción, transformando la manera en que se fabricaban y distribuían las postales (Barclay, 1875; Rubel, 1904).

Una de las ventajas fundamentales de la impresión offset es su capacidad para trabajar con cuatricromía (CMYK: cian, magenta, amarillo y negro), lo que permite la creación de imágenes a todo color con una gran precisión y a costos asequibles. A diferencia de la litografía tradicional, donde la imagen se transfiere directamente desde la plancha al papel, el offset utiliza un cilindro de caucho que actúa como intermediario, reduciendo el desgaste directo de la plancha y permitiendo una reproducción más duradera y eficiente.

La impresión offset facilitó enormemente la producción en masa de postales, lo que permitió abaratar los precios y hacer que las postales fueran accesibles para un público más amplio. Empresas pioneras como Curt Teich en Alemania, la Detroit Publishing Company en Estados Unidos y Ediciones Arribas en España aprovecharon esta técnica para lanzar series enormes de postales que cubrían una amplia variedad de diseños y destinos.

La capacidad de producir grandes volúmenes de postales de manera rápida y económica transformó a las tarjetas postales en un fenómeno de masas, donde casi cualquier persona que viajaba podía adquirir postales de cualquier rincón del planeta y enviarlas con rapidez y facilidad. Además, la versatilidad de la impresión offset permitió la incorporación de nuevos acabados como barniceslaminados y papeles especiales que realzaron la apariencia y durabilidad de las postales.

Curt Teich y el Proceso de Cinco Colores

Curt Teich & Co. fue pionero en la impresión por procesos en la industria estadounidense de postales, desarrollando el proceso "C.T. Art-Colortone" que utilizaba cinco colores: los cuatro del CMYK más un azul más oscuro. Este proceso, iniciado en 1931 con la adquisición de nuevas prensas de alta velocidad, permitía obtener una riqueza de matiz similar al trabajo litográfico tradicional de quince colores hecho a mano (Teich, 1931).

La diferencia clave residía en el ángulo de superposición de las placas. Cada placa de color se rotaba en un ángulo preciso respecto a la placa clave negra, permitiendo que los colores se combinaran ópticamente para crear otros colores perceptibles. Esta rotación precisa creaba la característica "roseta" que hace reconocible la impresión tricolor y por procesos.

Impresión Digital: La Era de la Personalización

En la década de 1990 y en adelante, la impresión digital irrumpió en el mundo de la producción de tarjetas postales, marcando una transformación radical que adaptó este medio a la era informática. A diferencia de las técnicas tradicionales de impresión, la impresión digital eliminó por completo la necesidad de planchas o fotolitos, permitiendo que la imagen se transfiera directamente desde un archivo digital al papel, utilizando impresoras de inyección de tinta o láser.

Una de las ventajas más destacadas de la impresión digital es la personalización absoluta que ofrece. Este sistema permite realizar tiradas cortas, incluso de una sola copia, con datos o diseños específicos para cada cliente. Esta capacidad de personalización cambió por completo la dinámica de producción, permitiendo que las postales se conviertan en objetos únicos que reflejan las preferencias individuales de los usuarios.

Gracias a la impresión bajo demanda, se lograron reducir significativamente los costes y se evitó el sobrestock de productos no vendidos. Este método no solo optimiza los recursos económicos, sino que también contribuye a una producción más sostenible, minimizando el desperdicio de materiales y permitiendo una respuesta ágil a las fluctuaciones de la demanda.

Otra característica innovadora de la impresión digital es la facilidad para combinar textofotografía e interactividad. Esta capacidad ha permitido que las postales retomen un carácter creativo y modernizado, fusionando lo tangible con lo digital. Por ejemplo, es posible integrar códigos QR o elementos de realidad aumentada que redirigen a contenido digital adicional, como videos, galerías de fotos o mensajes interactivos.

Offset vs. Impresión Digital en la Actualidad

La impresión offset se estableció como la opción preferida para postales de alto volumen debido a su calidad superior y economía en grandes tiradas. El proceso utiliza tinta transferida desde una placa metálica a una manta de goma y luego al papel, resultando en colores nítidos y vibrantes.

La impresión digital emergió como alternativa para tiradas cortas, eliminando virtualmente los costos de configuración y requiriendo solo una pasada por la máquina. Aunque no iguala completamente la calidad del offset tradicional, las prensas digitales modernas como las HP Indigo producen postales de tal calidad que solo un ojo entrenado puede distinguir la diferencia.

Referencias Bibliográficas

  • Anderson, J. (2020). History of Printing Inks: From Antiquity to Modern Industry. Cambridge Scholars Publishing.
  • Andrews, B. (2017). Private moments, public cards: Real photo postcards in the American landscape. Smithsonian Institution Scholarly Press.
  • Barclay, R. (1875). Offset Printing Technique. British Patent Office.
  • Cai Lun (105 d.C.). Invención del papel. Dinastía Han Oriental, China.
  • Engelman, G. (1835). Chromolithography Patent. Alsace Patent Registry.
  • Gervais, T. (2020). La fotografía en prensa: imágenes, historias y cultura visual. Editorial Gustavo Gili.
  • Henisch, H. K. & Henisch, B. A. (1994). The Photographic Experience, 1839-1914: Images and Attitudes. Penn State Press.
  • Hoe, R. M. (1847). Rotary Printing Press Patent. United States Patent Office.
  • Koenig, F. & Bauer, A. (1811). Steam-Powered Printing Press. London Patent Registry.
  • Newhall, B. (1981). Historia de la fotografía: Desde sus orígenes hasta la actualidad. Ediciones Gustavo Gili.
  • Phillips, T. (1998). Poster Art: A Critical Study and Source Book. Thames & Hudson.
  • Poitevin, L.-A. (1855). Phototype Process Patent. French Patent Office.
  • Prang, L. (1885). Chromolithographic Techniques. Boston Publishing House.
  • Rubel, I. W. (1904). Paper Offset Adaptation. United States Patent Office.
  • Scharf, A. (1974). Arte y fotografía. Editorial Blume.
  • Senefelder, A. (1798). Lithographic Process. Munich Patent Registry.
  • Soy Ink Consortium (1988). Soy-Based Printing Inks. Environmental Printing Initiative.
  • Teich, C. (1931). C.T. Art-Colortone Process. Curt Teich & Co. Technical Manual.
  • Teixidor, C. (1999). Historia de la tarjeta postal en España. Ediciones Espasa-Calpe.

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