“el coleccionismo no se trata de una distracción sino de una pasión y casi siempre tan violenta que solo se distingue del amor o la ambición, por la insignificancia de su objetivo”. ____________Jean de La Bruyère
1. El coleccionismo: definición, alcance y naturaleza técnica
En una época donde la acumulación material parece definir
gran parte de nuestras vidas, resulta fundamental detenernos a reflexionar
sobre uno de los fenómenos más fascinantes y complejos del comportamiento
humano: el coleccionismo. Esta
práctica, que trasciende culturas, épocas y clases sociales, nos invita a
explorar las profundidades de la psique
humana y los mecanismos sociales
que han dado forma a nuestras sociedades a lo largo de la historia.
Hacer un apartado en el blogg, surge de la necesidad de comprender el coleccionismo
no como una simple acumulación de objetos, sino como un fenómeno cultural multidimensional que revela aspectos
fundamentales de nuestra construcción
identitaria y nuestras relaciones
con el mundo material. Desde los ajuares
funerarios de las primeras civilizaciones hasta las colecciones digitales de la era contemporánea, el acto de
coleccionar ha funcionado como un espejo
de las transformaciones sociales y un vehículo
de preservación cultural.
Como señala el historiador Krzysztof Pomian (1993), la
colección constituye una "institución
coextensiva al ser humano", un sistema que transforma la materia en signo y revela la naturaleza pulsional del deseo de
poseer y preservar. Esta perspectiva nos permite entender que coleccionar va
mucho más allá de la simple acumulación: es un modo de circulación del conocimiento que nos conecta con nuestro
pasado, define nuestro presente y proyecta nuestro futuro.
La democratización
del coleccionismo que se produjo con la reproductibilidad técnica del siglo XIX (Benjamin, 1931) transformó
radicalmente las dinámicas de acceso y posesión, haciendo posible que cualquier
persona pudiera convertirse en coleccionista. Sin embargo, como advierte Mieke
Bal (1994), esta práctica también puede funcionar como un mecanismo de "alterización" y dominación cultural, especialmente en
el contexto occidental donde el coleccionismo ha servido para apropiarse de la alteridad.
La dimensión
emocional del coleccionismo, esa "fiebre
animal" que describe Dorothée Selz (2010), nos revela la profunda implicación afectiva que caracteriza la
relación entre el coleccionista y sus objetos. Como observa Susan Sontag
(1992), se trata de un "deseo
insaciable" que va más allá de la posesión física para convertirse en
una extensión del yo y una puerta de acceso a universos que de
otro modo permanecerían ocultos (Calvino, 1984).
Es importante subrayar, siguiendo a Gérard Wajcman (2011),
que "coleccionista no es un
diagnóstico". El coleccionismo constituye una práctica humana compleja que no puede reducirse a interpretaciones
patológicas, sino que debe entenderse como una manifestación legítima de la creatividad humana y la búsqueda de sentido.
Este blog pretende ofrecer una mirada integral sobre el
fenómeno del coleccionismo, explorando sus dimensiones
históricas, psicológicas, sociales y culturales. A través de diversos
enfoques teóricos y casos de estudio, esperamos contribuir a una mejor
comprensión de esta práctica que, en definitiva, nos habla de quiénes somos y cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea.
La invitación está hecha: adentrarse en el fascinante
universo del coleccionismo es, en última instancia, emprender un viaje hacia el
corazón mismo de la condición humana.
2. Orígenes y evolución histórica del coleccionismo
La historia del coleccionismo se remonta a la Antigüedad, cuando en Grecia y Roma la acumulación de estatuas, manuscritos, monedas y objetos exóticos era signo de estatus y erudición. Durante el Renacimiento, los gabinetes de curiosidades integraban reliquias, fósiles, artefactos científicos y objetos llegados de territorios lejanos, reflejando un afán enciclopédico y de apropiación del mundo material. En el siglo XIX, la Revolución Industrial y la expansión de la clase media democratizaron el acceso a los bienes coleccionables, permitiendo que el coleccionismo se convirtiera en un distintivo de prestigio y poder simbólico para sectores sociales más amplios. El siglo XX y la globalización multiplicaron las posibilidades de intercambio y adquisición, y la llegada de Internet y las plataformas digitales han revolucionado la gestión y el acceso a piezas, propiciando nuevas formas de coleccionismo virtual y comunidades globales.
3. Dimensiones psicológicas: del deseo al control
Desde la psicología, el coleccionismo es entendido como una manifestación de motivaciones profundas y, a menudo, inconscientes. El proceso de buscar, adquirir, clasificar y exhibir piezas responde a necesidades de control, orden psíquico y autoafirmación. El coleccionista experimenta una intensa carga emocional en cada etapa: la tensión y la ansiedad previas a la adquisición, la euforia del hallazgo y la sensación de completud al integrar la pieza en la colección. Esta dinámica puede convertirse en un ritual que mitiga la incertidumbre y aporta estabilidad emociona.
Autores como Freud y Lacan han subrayado la relación entre el coleccionismo y la gestión de la falta o el deseo. Freud identificó en el coleccionismo la persistencia de impulsos infantiles de apropiación y curiosidad, mientras que Lacan analizó el carácter interminable de la búsqueda, organizada en torno a lo que no se posee. Baudrillard interpretó el coleccionismo como una estrategia para ordenar el caos y reafirmar la identidad frente a la finitud y el paso del tiempo. Muensterberger describió la relación del coleccionista con sus objetos como una modalidad de posesión cargada de fascinación y fantasía, a menudo racionalizada y con motivos ocultos incluso para el propio sujeto.
4. Motivaciones internas y efectos emocionales
Las motivaciones
del coleccionista son múltiples y pueden agruparse en:
·
Nostalgia:
búsqueda de conexión con el pasado a través de objetos que evocan recuerdos
personales o colectivos. La colección funciona como una cápsula del tiempo que conecta al coleccionista con su historia y
le permite conservar recuerdos que, de otro modo, se perderían.
·
Estética:
valoración de la belleza, la rareza o la singularidad de las piezas. El criterio estético puede ser
determinante, y la contemplación de objetos admirables alimenta un placer sensorial que fortalece el
vínculo emocional con la colección.
·
Reconocimiento y pertenencia: necesidad de pertenencia
a comunidades especializadas y de validación social. La afiliación a clubes,
asociaciones o foros especializados es crucial para muchos coleccionistas, ya
que allí se valida la afición, se reconocen esfuerzos y se intercambian
conocimientos.
·
Estabilidad y terapia: uso de la actividad como terapia
para gestionar el estrés y la ansiedad. Catalogar, cuidar y exhibir cada pieza
proporciona relajación, estructura y
una sensación de logro.
·
Exclusividad: deseo de
diferenciación simbólica mediante la
posesión de objetos únicos o difíciles de conseguir, lo que confiere prestigio
dentro del círculo de entendidos.
La gestión de la
frustración es un aspecto central, ya que no siempre es posible obtener
todas las piezas deseadas, lo que puede generar tensiones psíquicas y, en
ocasiones, conductas adictivas. El peligro reside en que este deseo incesante
derive en conductas obsesivas, en la sobreinversión emocional o económica, o en
el aislamiento social que impulsa a anteponer la búsqueda de objetos por encima
de otros aspectos de la vida..
5. De lo funcional a lo simbólico: la transformación del objeto
Cuando un objeto se integra en una colección, deja atrás su función originaria y se convierte en un semióforo (según Pomian), es decir, en un portador de significado y valor intangible. Un sello postal, por ejemplo, deja de ser un simple comprobante de franqueo al integrarse en el universo del filatelista. Ese acto de consagración lo vuelve especial, casi sagrado, pues adquiere un valor que no responde ya a su utilidad sino a un significado simbólico. El auténtico valor del objeto coleccionado reside en la narrativa que el coleccionista construye en torno a él y en la relación profunda que se establece entre la pieza, el resto de la colección y la persona que la atesora.
6. Necesidad de socialización y exhibición
Aunque se estereotipe la imagen del coleccionista como alguien ensimismado y solitario, la realidad demuestra que, una vez conseguida la pieza deseada, surge la necesidad de compartir. Existen ferias, mercados, asociaciones, clubes y convenciones donde se intercambian saberes, se compran y venden ejemplares y se celebran hallazgos. Las plataformas virtuales han potenciado todavía más la capacidad de crear redes entre aficionados de todo el mundo. Esta dimensión social confirma que coleccionar no se limita a lo privado: el coleccionista busca reconocimiento, apoyo en las búsquedas y validación de su labor. En esta interacción, puede experimentarse euforia compartida o frustración colectiva ante la escasez de determinados objetos.
7. El coleccionismo científico y técnico
El coleccionismo científico se caracteriza por la preservación, catalogación y gestión de objetos con fines de investigación y documentación. Ejemplo de ello son las colecciones de historia natural, arqueológicas o tecnológicas, que constituyen una base empírica para la descripción sistemática, la identificación de especies, el análisis histórico y la docencia. Estas colecciones suelen estar acompañadas de catálogos, bibliotecas y objetos educativos como dibujos, grabados, libros y modelos tridimensionales. La indexación de estas colecciones ha evolucionado hacia bases de datos digitales que incluyen información técnica, imágenes, análisis científicos y referencias cruzadas. Las colecciones científicas pueden estar gestionadas por instituciones (museos, universidades) o por coleccionistas privados con alto grado de especialización.
Además, existen colecciones científicas “inertes”
(minerales, fósiles, instrumentos) y “vivas” (cepas microbianas, tejidos
celulares), que requieren protocolos específicos de conservación y documentación.
El valor de estas colecciones radica en su utilidad para la investigación, la enseñanza y la preservación
del patrimonio científico.
8. Desafíos contemporáneos: digitalización, ética y sostenibilidad
La digitalización ha transformado radicalmente el coleccionismo. La aparición de NFTs, museos virtuales y plataformas de intercambio ha generado debates sobre la autenticidad, la experiencia de posesión y la materialidad del objeto. El coleccionista digital puede adquirir, intercambiar y exhibir piezas sin contacto físico, lo que plantea retos en torno a la conservación, la valorización y la legitimidad de las colecciones virtuales. Además, la tecnología ha favorecido la creación de comunidades globales y el acceso a mercados internacionales, democratizando y diversificando la práctica.
La sostenibilidad
se ha vuelto una consideración ineludible. La acumulación de bienes físicos, la
preservación de materiales frágiles o el transporte de objetos de gran tamaño
comienza a confrontarse con la conciencia ecológica. Se discuten los riesgos de
sobreexplotación o de fomento indirecto de actividades ilícitas, como el
comercio clandestino de antigüedades provenientes de yacimientos arqueológicos.
El coleccionismo de especies naturales (insectos, conchas marinas, corales) o
de materiales escasos suscita una tensión entre el deseo de adquirirlos y la preservación de los ecosistemas.
En el ámbito del arte y los bienes patrimoniales, surgen preguntas sobre la procedencia legítima de las piezas, la necesidad de respetar la normativa de protección y de no sustraer materiales que puedan pertenecer a la herencia cultural de comunidades originarias. La tendencia especulativa en el mercado del arte —donde ciertas obras se revalorizan de forma desmesurada por la acción concertada de inversores— obliga a reflexionar acerca del verdadero sentido del coleccionismo: ¿es una carrera por la obtención de ganancias o una vía para profundizar el vínculo afectivo y cognitivo con el objeto?
9. La colección como dispositivo de memoria y cultura
Más allá de su dimensión individual, el coleccionismo cumple una función trascendental en la preservación y transmisión de la memoria colectiva. Muchos museos surgieron de colecciones privadas que, en su progresivo crecimiento, terminaron asumiendo una responsabilidad pública: la de salvaguardar y difundir un legado artístico, histórico o científico. El coleccionista se convierte en una suerte de historiador anticipado, capaz de descubrir en lo efímero conexiones que pasan inadvertidas al ojo común. Cada objeto aparentemente banal —una fotografía, una etiqueta, un boleto de transporte— puede enmarcarse en un relato que revele aspectos sociales y culturales de su época.
10. Perspectivas técnicas para el coleccionista avanzado
Para optimizar la gestión de una colección, es
imprescindible aplicar criterios técnicos
rigurosos:
·
Catalogación sistemática: registrar datos precisos (fecha, procedencia, estado, valor,
referencias cruzadas).
·
Conservación preventiva: utilizar materiales y técnicas adecuadas para evitar el
deterioro físico y químico.
·
Digitalización: crear
archivos digitales de alta resolución y bases de datos estructuradas.
·
Documentación científica: incluir análisis técnicos, estudios comparativos y referencias
bibliográficas.
·
Redes de colaboración: participar en comunidades especializadas para el intercambio de
información y la validación de piezas.
·
Ética y legalidad:
verificar la procedencia y respetar la normativa vigente en materia de
patrimonio y biodiversidad.
11. Reflexión final
El coleccionismo
es una práctica que articula dimensiones psicológicas,
sociales, científicas y éticas.
Para el coleccionista experimentado, comprender estos aspectos y aplicar
criterios técnicos rigurosos no solo enriquece la experiencia personal, sino
que contribuye a la preservación del
conocimiento y al avance de la
cultura material. La colección, en definitiva, es un laboratorio de subjetividad y un archivo de la memoria colectiva, donde cada objeto es testigo de
las tensiones entre el deseo, la historia y la ciencia. La pasión
coleccionista, lejos de ser una simple afición, constituye una de las más ricas
expresiones de la subjetividad humana y un espejo de las dinámicas sociales y
culturales de cada época.
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