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25/6/25

La Transformación de los Sistemas de Comunicación

La Transformación de los Sistemas de Comunicación
(1800-1870): Antecedentes de la Tarjeta Postal

El período comprendido entre 1800 y 1870 representa una fase de transformación fundamental en los sistemas de comunicación y las estructuras sociales, sentando las bases para el surgimiento de la tarjeta postal como fenómeno comunicativo masivo. Durante estas décadas se gestaron las condiciones técnicas, sociales y culturales que harían posible la posterior consolidación de nuevos medios de comunicación popular, respondiendo a demandas específicas de una sociedad en proceso de modernización acelerada (Hill, 1837). Esta comprensión resulta esencial para analizar cómo las redes de comunicación históricas evolucionaron desde sistemas elitistas hacia formas más democráticas de intercambio epistolar, en un contexto donde la convergencia tecnológica entre sistemas postales e innovaciones gráficas creó las condiciones estructurales para el posterior surgimiento de medios de comunicación masiva.

Limitaciones estructurales del sistema epistolar tradicional

El sistema epistolar del siglo XIX presentaba barreras estructurales que limitaban su democratización y accesibilidad para amplios sectores sociales (Ahnert & Ahnert, 2015). Los costos elevados constituían el principal obstáculo, ya que las tarifas postales calculadas por distancia y peso hacían prohibitivo el intercambio regular para las clases trabajadoras (Cahill, 2017). Las formalidades del correo tradicional exigían protocolos específicos en redacción y franqueo, creando barreras adicionales para usuarios poco familiarizados con estas convenciones sociales. La rigidez formal del sistema imponía restricciones que limitaban su adaptabilidad a nuevas necesidades comunicativas, exigiendo elaboración textual y dominio de convenciones retóricas que no todos los sectores sociales poseían, especialmente donde la alfabetización seguía siendo limitada.

El análisis de los patrones de comunicación histórica revela que las élites intelectuales desarrollaron sistemas sofisticados como la Republic of Letters, restringidos a círculos privilegiados y evidenciando la exclusión de amplios sectores sociales (Thomas, 2013). Sin embargo, la creciente movilidad geográfica del siglo XIX intensificó la demanda de medios que superaran las limitaciones epistolares tradicionales. La búsqueda de alternativas sin formalidades textuales respondía a necesidades específicas de una sociedad en transformación, donde la separación familiar y laboral se había vuelto más frecuente debido a industrialización y urbanización (Fernández, 2016). La evidencia histórica sugiere que escribir cartas era también práctica de la clase trabajadora, indicando la existencia de demanda real de medios más democráticos entre sectores tradicionalmente excluidos (Casetti, 2019).

El desarrollo de dispositivos de comunicación itinerantes prefiguraba características que posteriormente definirían la tarjeta postal. La capacidad de estos medios para transmitir experiencias vividas a través de formatos accesibles respondía a demandas que el sistema epistolar tradicional no podía satisfacer (Sanabria, 2021), creando una demanda latente de alternativas comunicativas más democráticas y menos formalizadas.

Desarrollo y modernización de los sistemas postales

Las reformas postales del siglo XIX constituyeron un proceso de modernización administrativa que transformó radicalmente la estructura y funcionamiento de los servicios de correo a escala nacional e internacional (Daunton, 1985). La uniformización de tarifas representó un avance fundamental hacia la democratización del acceso postal, eliminando disparidades regionales y simplificando procedimientos de franqueo que habían caracterizado los sistemas anteriores (Hill, 1837). La mejora en distribución y rapidez respondía tanto a innovaciones técnicas como a reorganizaciones administrativas que optimizaron procedimientos de clasificación, distribución y entrega de correspondencia.

El desarrollo de redes de transporte más eficientes, especialmente el ferrocarril, transformó radicalmente los patrones de comunicación postal. La aparición del ferrocarril entre 1840 y 1850 revolucionó las condiciones del transporte y distribución de la correspondencia, permitiendo acelerar significativamente los tiempos de entrega y ampliar la cobertura geográfica de los servicios postales (Ptak, 2019). Los correos procedían a operaciones de clasificación durante el transporte, instalándose vagones postales en cuyo interior los agentes efectuaban estas operaciones, optimizando el tiempo y la eficiencia del sistema.

La creación de redes postales nacionales implicó un proceso de centralización y estandarización que trascendía las mejoras técnicas para constituir un proyecto de construcción estatal. Los sistemas postales nacionales se convirtieron en instrumentos de integración territorial y social, facilitando la comunicación entre regiones previamente aisladas y contribuyendo a la formación de espacios comunicativos unificados a escala nacional (Ahnert & Ahnert, 2015). En España, el correo moderno nació a finales del siglo XVIII como servicio público del Estado y con periodicidad regular, sustentado en la red de casas de posta que utilizaban las rutas de las diligencias para transportar correspondencia (Fernández, 2015).

La reforma postal británica de Rowland Hill constituyó un hito fundamental en la modernización de los sistemas postales mundiales (Sherwood, 2023). A partir de 1848 se adoptó en Francia, como medio de franqueo, el sello postal, instituido en Inglaterra unos diez años antes por iniciativa de Hill. Hill propuso un sistema revolucionario basado en el concepto de Uniform Penny Post y su solución de pre-pago, facilitando la transferencia segura, rápida y económica de cartas (Hill, 1837). La reforma incluía el envío de correo a cualquier parte del Reino Unido por un penique la media onza, el pago adelantado del franqueo por el remitente, y la prueba del prepago mediante un pequeño trozo de papel engomado adherido a la carta.

El primer sello postal de la historia, el Penny Black, fue emitido por el Reino Unido el 1 de mayo de 1840, válido para uso postal desde el 6 de mayo (Thomas, 2013). En el primer año de Penny Post, el número de cartas enviadas en el Reino Unido se duplicó, y en diez años se había duplicado nuevamente (Daunton, 1985). En tres años, los sellos postales se introdujeron en Suiza y Brasil, poco después en Estados Unidos, y en 1860 se utilizaban en 90 países. En España, los primeros sellos se emitieron el 1 de enero de 1850 mostrando la efigie de Isabel II (Coromina, 1850).

La fundación en 1874 de la Unión Postal Universal representó un hito fundamental en la internacionalización de los sistemas de comunicación postal (Stephan, 1874). Este organismo surgió como respuesta a la necesidad de coordinar y estandarizar servicios postales a escala internacional, facilitando el intercambio entre países con sistemas administrativos y técnicos diversos. El 9 de octubre de 1874, 22 países se reunieron para firmar el Tratado de Berna, creando la Unión Postal General, que más tarde se conocería como Unión Postal Universal (UPU, 1874). La función principal consistía en permitir que las postales de cada país fueran aceptadas por todos los correos del extranjero, eliminando barreras administrativas que habían limitado la comunicación postal internacional. Esta estandarización internacional creó condiciones técnicas y normativas necesarias para el posterior desarrollo de la tarjeta postal como medio transnacional.

Transformaciones sociales, urbanas y demográficas

El desarrollo del ferrocarril y las comunicaciones transformó radicalmente los patrones de movilidad geográfica, creando nuevas necesidades comunicativas que el sistema epistolar tradicional no podía satisfacer adecuadamente (González, 2020). La expansión de redes ferroviarias facilitó desplazamientos más frecuentes y a mayor distancia, intensificando la separación temporal entre familiares, amigos y socios comerciales. La separación familiar se intensificó como consecuencia de procesos migratorios internos asociados a industrialización y urbanización, creando demandas específicas de comunicación rápida y económica que mantuviera vínculos sociales a pesar de la distancia geográfica.

La emergencia del turismo moderno introdujo nuevas modalidades de movilidad que requerían medios adaptados a necesidades específicas de viajeros (Linkman, 2016). El desarrollo de la retratística turística comercial ilustra cómo los turistas comenzaron a documentar visitas mediante compra de retratos con fondos locales, estableciendo prácticas que prefiguraban el uso posterior de postales como souvenirs. Estas nuevas formas de sociabilidad y la expansión de redes comerciales y laborales creaban contextos donde la comunicación tradicional resultaba inadecuada para satisfacer las necesidades emergentes.

La expansión de la alfabetización constituyó un proceso fundamental para la posterior democratización de medios de comunicación escrita (Chartier, 1993). Las reformas educativas implementadas en diferentes contextos nacionales crearon nuevos públicos potenciales para medios de comunicación popular. Esta expansión no solo aumentó competencias de lectoescritura, sino que transformó expectativas sociales sobre acceso a información y cultura. El acceso creciente a medios de comunicación se articulaba con transformaciones más amplias en la cultura impresa y visual del siglo XIX, preparando el terreno para la posterior recepción de medios que combinaran texto e imagen, como las postales ilustradas.

La formación de públicos masivos reflejaba transformaciones estructurales en la organización social y cultural (Martín, 2023). La instauración de escolarización obligatoria y el aumento de movilidad geográfica y social contribuyeron a la difusión generalizada de lenguas oficiales de los Estados, antes reservadas a sectores privilegiados. Esta democratización lingüística creó condiciones para el desarrollo de medios dirigidos a públicos amplios y socialmente diversos, configurando los mercados potenciales que harían viable la producción comercial de postales ilustradas.

Los mapas funcionaron como objetos de comunicación visual que configuraban y comunicaban ideas particulares sobre el mundo (Rodríguez, 2021), participando en la construcción de imaginarios colectivos que posteriormente encontrarían expresión en las postales ilustradas. La expansión de la cultura visual preparó el terreno para la posterior recepción de medios de comunicación que combinaran elementos textuales y visuales de manera accesible para públicos diversos.

Revolución en las tecnologías de impresión y reproducción gráfica

Los avances tecnológicos convergentes del siglo XIX crearon una sinergia que hizo posible la producción masiva, distribución eficiente y consumo democrático de imágenes impresas (Guereña, 2007). La mecanización de la imprenta durante este período transformó los métodos artesanos en sistemas industrializados, revolucionando la capacidad de reproducción y circulación de material impreso. La invención de la máquina de vapor permitió el desarrollo de prensas más rápidas y eficientes (Koenig, 1814), consolidando la imprenta como pilar fundamental de la sociedad moderna y contribuyendo a la difusión masiva de información y la formación de opinión pública.

La evolución desde la xilografía y la litografía hacia técnicas más sofisticadas estableció las bases técnicas para la posterior producción de postales ilustradas. La xilografía experimentó un gran apogeo en el siglo XIX, especialmente con la innovación de Thomas Bewick, quien desarrolló el grabado en madera de extremo utilizando un buril en lugar de cuchillo (Bewick, 1862). Esta nueva técnica, que colocaba la plancha perpendicular a la madera en lugar de seguir la veta, permitió obtener resultados mucho más finos y variados, sustituyendo al grabado de cobre por ser más simple y económico.

La litografía, técnica creada hacia 1800 por Alois Senefelder, revolucionó la reproducción de imágenes al basarse en el principio químico de repulsión entre agua y grasa (Senefelder, 1817). El proceso permitía dibujar directamente sobre piedra litográfica con lápices grasos, facilitando la reproducción de múltiples copias con calidad excepcional. Esta técnica se convirtió en una de las grandes aportaciones del siglo al libro ilustrado, admitiendo el coloreado de dibujos que inicialmente se realizó a mano y posteriormente mediante cromolitografía.

La cromolitografía, inventada por el impresor francés de origen alemán Godefroy Engelmann en la década de 1830, permitía reproducir imágenes con una gama completa de colores de manera más precisa y detallada que las técnicas anteriores (Engelmann, 1837). Esta técnica revolucionó la industria de la impresión al hacer posible la producción masiva de imágenes en color asequibles y de alta calidad, permitiendo reproducir obras de arte, ilustraciones, mapas, portadas de libros y tarjetas de felicitación con calidad y viveza excepcionales. No fue hasta finales del siglo XIX y durante las primeras décadas del siglo XX que el uso de la cromolitografía se generalizó, coincidiendo con el Art Nouveau y el Modernismo.

Los cambios en la fabricación del papel contribuyeron significativamente a la democratización de la producción impresa. La fabricación de hojas continuas mediante máquinas inventadas por Nicolas Robert en Francia a finales del siglo XVIII, y su posterior desarrollo por los hermanos Fourdrinier en Inglaterra durante el XIX, permitió pasar de hojas individuales a producción continua (Robert, 1799). La utilización mayoritaria de pasta de madera como materia prima, en lugar de deshechos textiles, abarató considerablemente la producción y facilitó la expansión del mercado editorial.

Las innovaciones en prensas de impresión aceleraron dramáticamente la velocidad de producción. La prensa rotativa de Richard M. Hoe, inventada en 1846, simplificó la impresión de periódicos al utilizar papel en rollo en lugar de pliegos, imprimiendo simultáneamente a ambos lados (Hoe, 1847). El primer periódico impreso con este proceso, el Philadelphia Public Ledger en 1847, producía 8.000 hojas por hora, multiplicando exponencialmente la capacidad de producción respecto a métodos anteriores.

La introducción de nuevas técnicas como la linotipia y monotipia revolucionó la composición tipográfica. La linotipia, inventada por Ottmar Mergenthaler en 1884, permitía componer líneas completas de tipos fundidos, mientras que la monotipia componía letra a letra, facilitando las labores de corrección (Mergenthaler, 1886). Estos avances tecnológicos facilitaron la producción de libros muy ilustrados que incitaban a su compra y lectura, combinando diversos procedimientos de ilustración que ampliaron las posibilidades creativas.

La prensa ilustrada y la cultura visual urbana

La prensa ilustrada asumió un papel crucial en la sociedad del siglo XIX, integrando grabados, dibujos y fotografías para captar el interés de lectores cada vez más diversos (OpenEdition, 2015). Las revistas ilustradas y los periódicos reflejaban acontecimientos políticos, avances científicos y sucesos cotidianos con mayor inmediatez que el texto solo, aprovechando las innovaciones técnicas en reproducción gráfica para crear nuevas formas de comunicación visual. El paisaje urbano se llenó de textos visuales —bandos, carteles, rótulos y kioscos— diseñados para ser reconocibles incluso para quienes no dominaban la lectura (Romero Tallafigo, 2002), democratizando el acceso a la información.

Hubo un intervalo específico en el siglo XIX, de 1840 a 1880 aproximadamente, en el que las condiciones técnicas y sociales propiciaron la aparición y mantenimiento de un arte menor que involucró a dibujantes y grabadores: la ilustración de noticias en revistas de actualidad. La impresión barata y rápida de imágenes, tal como exigía este tipo de revistas, solo se hizo posible mediante la técnica de xilografía a la testa, sobre duros tacos de boj cortado a contrafibra. Esta innovación técnica facilitó la creación de talleres artesanales en los grandes semanarios, con su particular distribución del trabajo y variedad de instrumentos de grabación.

El desarrollo de la fotografía durante la segunda mitad del siglo XIX constituyó un factor tecnológico fundamental para el posterior surgimiento de la postal ilustrada (López-Mondejar, 2018). La postal heredó de la fotografía de viajes la estética de lo pintoresco y la construcción de un canon visual del territorio nacional (Laurent, 2025). Del retrato en formato carte de visite, inventado por Disdéri, adoptó la lógica de la producción en serie y el bajo coste (Disdéri, 1854), elementos que serían esenciales para su posterior masificación.

Democratización del acceso a la imagen y construcción de imaginarios

La convergencia de innovaciones técnicas y transformaciones sociales durante el período 1800-1870 creó las condiciones para la posterior democratización del acceso a la imagen. La postal ilustrada democratizó el acceso a la imagen fotográfica, tradicionalmente reservada a las élites, poniéndola al alcance de cualquier bolsillo y convirtiendo la imagen en un bien de consumo masivo (Carrasco Marqués, 1992). En contextos de alto analfabetismo, la imagen de la postal se convirtió en un lenguaje universal, permitiendo comunicar ideas, emociones y noticias de forma directa e inmediata (Riego, 2001), incorporando a la esfera pública a sectores de la población excluidos de la cultura letrada.

Las innovaciones gráficas participaron activamente en la construcción y difusión de imaginarios sobre territorios, identidades y prácticas culturales, contribuyendo a la formación de representaciones colectivas en la sociedad moderna (López-Mondejar, 2018). La capacidad de estas técnicas para reproducir y circular imágenes estandarizadas facilitó la creación de repertorios visuales compartidos que trascendían las barreras geográficas y sociales tradicionales.

La industria gráfica emergente desarrolló modelos de producción y distribución que prefiguraban las características del posterior mercado de postales. Las cromolitografías se convirtieron en una forma popular de decoración y coleccionismo, vendiéndose en tiendas especializadas, incluyéndose como ilustraciones en libros y revistas, e intercambiándose como cromos coleccionables. Esta dinámica comercial estableció precedentes para los circuitos de producción, distribución y consumo que caracterizarían el mercado de postales ilustradas.

Síntesis: convergencia hacia la modernidad comunicativa

Las transformaciones analizadas durante el período 1800-1870 crearon las condiciones estructurales necesarias para el posterior surgimiento y consolidación de la tarjeta postal como fenómeno comunicativo masivo. La combinación de reformas postales, democratización cultural, expansión de la movilidad geográfica y formación de nuevos públicos configuró un contexto favorable para la recepción de medios de comunicación que combinaran accesibilidad económica, simplicidad formal y capacidad de circulación internacional.

Las innovaciones técnicas y administrativas, especialmente en el ámbito de los servicios postales y la reproducción gráfica, proporcionaron las bases materiales necesarias para la posterior producción y circulación masiva de postales ilustradas (Stephan, 1874). La estandarización internacional de los servicios postales mediante la Unión Postal Universal y la expansión de las redes de distribución crearon la infraestructura necesaria para el funcionamiento del sistema postal moderno.

La formación de nuevos públicos y la democratización cultural durante este período crearon los mercados potenciales que harían viable la producción comercial de postales ilustradas. La expansión de la alfabetización, el desarrollo del turismo y la formación de redes de sociabilidad más amplias y diversas configuraron los contextos sociales donde la postal encontraría sus usos específicos y su función comunicativa distintiva.

En síntesis, el período 1800-1870 representa una fase de gestación fundamental para comprender el posterior desarrollo de la tarjeta postal como fenómeno comunicativo, social y cultural. Las transformaciones analizadas no solo crearon las condiciones técnicas y administrativas necesarias, sino que también configuraron las demandas sociales y culturales que la postal vendría a satisfacer, estableciendo los fundamentos para su consolidación como uno de los medios de comunicación popular más exitosos de la modernidad (Fontcuberta, 2016; Riego, 2011; Sánchez Vigil, 2014), resultado de una convergencia de factores tecnológicos, sociales, culturales e institucionales que redefinieron la comunicación moderna.

Referencias

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